Partida Rol por web

- Joder, !!! - Exclama Jeremy cuando intenta abrir la puerta y ésta se resiste. Quizá por su poca o casi nula experiencia en puertas de naves espaciales no lo está haciendo correctamente, piensa el chico. - Vamos Paolo, echame una mano con esto - apremia el chico

A pesar de los esfuerzos de Jeremy, la compuerta se resiste a ser abierta. Al otro lado de la sala, Georgi parece aún concentrado en dar sentido a la vivencia actual, ajeno a la tensión desatada segundos antes por el comentario de Bulck y sus sospechas respecto a las voces y los golpes. Sin la ayuda del astronauta ruso, es posible que la compuerta se abra demasiado tarde...

Pero entonces cede bruscamente. Se abre de golpe, y el aire de la sala escapa a gran velocidad. Al otro lado, una estancia pobremente iluminada por unas luces alimentadas por lo que parecen los últimos resquicios de energía de este lugar bañan una sala vacía de aire. En ella, Hubert flota inconsciente, sostenido por un agotado Saint, que estaba usando sus últimas energías para tratar de llegar a golpes hasta vuestros oídos. Entonces veis con claridad el motivo por el que el sistema os impedía abrir la compuerta: una gran brecha conecta el lugar en el que estaban los dos hombres que faltaban en el grupo con el espacio, y a través de esta se ha perdido todo el aire de la estancia.

Desafortunadamente, Jeremy no esperaba esa abertura tan brusca, y toda la fuerza que estaba aplicando para abrir la compuerta se traduce en un súbito impulso al interior de la otra sala. Incapaz de aferrarse a la compuerta a tiempo, queda suspendido en el vacío, mientras sus pulmones comienzan a notar la ausencia de aire y se siente empujado por la corriente de aire hacia la brecha.

En la otra sala, Paolo y Georgi sienten como poco a poco, segundo a segundo, el preciado gas que les mantiene vivos escapa hacia la sala en la que estaban Saint y Hubert.

El astronauta ruso seguía concentrado, formulando la única explicación que consideraba plausible. No fue consciente de lo que ocurría hasta que ya era demasiado tarde para detenerlo. La escotilla abierta, el aire escapando al vacío, Jeremy suspendido en el interior de la sala... Paolo todavía estaba manipulando los circuitos, y no es un hombre de acción. La responsabilidad recaía en él. Si querían salir enteros de aquí, tenía que hacer algo en ese instante.

Dejándose arrastrar por el aire que estaba abandonando la cámara, Georgi llega hasta la compuerta, y allí se sujeta con fuerza, mientras extiende el brazo para tratar de alcanzar a sus compañeros. Aferrarse a la compuerta no es del todo complicado para el experimentado astronauta, pero alcanzar desde allí a sus compañeros no es tan fácil como parece. Su brazo le sostiene a duras penas, y en unos instantes tiene que usar el otro para evitar ser arrastrado con Jeremy. Al final, el cuerpo del astronauta queda en la sala con la brecha, cerca de donde Jeremy está suspendido. 

- Jeremy... Saint - dice Georgi con esfuerzo -. Tratad... Tratad de aferraos a mi. Yo tiraré de vosotros.

Georgi ya no puede hacer más por sus compañeros, pero quizá ellos puedan sacar fuerzas de flaqueza y en un último desesperado intento, afianzarse al astronauta ruso y que éste les remolque a la sala en la que estaban antes para poder sobrevivir.

En el último momento, Jeremy es capaz de aferrarse al brazo del ruso, que tira con fuerza para llevarle de vuelta a la sala. Saint, sujetando a Hubert, trata de imitar a Jeremy, con la esperanza de que Georgi tenga fuerza para tirar de los tres.

El agotado comandante estira la mano, cierra los ojos, y con un último esfuerzo roza los dedos de Georgi...

Pero la corriente tiene más fuerza que él, y Jeremy, Paolo y Georgi ven con impotencia como ambos cuerpos son succionados a través de la brecha, engullidos por el vacío. El grito de Saint al ser arrastrado es silenciado por la ausencia de aire en el momento de perderse en la oscuridad, pero permanece en vuestra cabeza durante mucho más tiempo.

Durante unos instantes el tiempo parece congelarse, mientras tratáis de haceros conscientes de lo que acaba de suceder. Entonces el astronauta ruso reacciona ante su instinto de supervivencia, que le alerta de la inminente asfixia, y tira de Jeremy hacia la habitación, mientras Paolo acciona el mecanismo de cierre de la puerta, lo que os aparta del destino que acaban de correr vuestros compañeros.

En el interior todo es silencio. Las palabras mostradas por la pantalla poco antes vuelven con fuerza a vosotros:

El final de un viaje es tan solo el principio del siguiente.

Jeremy resta unos segundos en estado de choque. no se puede creer lo que ha pasado. Lo cerca que ha estado de la muerte y el destino que han tenido sus dos compañeros.

Balbucea, mientras agarra con fuerza el brazo de alguien sin saber quien es y sigue mirando fijamente el espacio vacio donde antes estaban los otros hombres. 

Jeremy va recobrando la compostura, sus técnicas de autocontrol suelen funcionar, y va atendiendo a las necesidades del momento. Todavía con los ojos muy abiertos, y con la boca seca, mira a sus unicos compañeros que  restan con él. Parecen igual que estupefactos, y el silencio les envuelve...

Es conciente de que él conocia simplemente a Hubert, y muy poco, realmente, muy muy poco... y cree que Georgi y Paolo tenían una relación mucho más profunda con el otro hombre.

Jeremy espera a que sus compañeros reaccionen, no quiere ser él el que rompa el silencio.

Paolo se queda petrificado después de lo ocurrido. Incapaz de reaccionar, ha visto como su compañero y amigo desaparecía en el espacio, abandonado a su fatídico destino. Parpadea varias veces, tratando de negar lo que acaba de ocurrir, y se sostiene a la pared del módulo en el que poco a poco se recupera el aire perdido. Ni Jeremy ni Georgi parecen dispuestos a romper el silencio generado por la desaparición de los dos hombres.

Si hubieran reaccionado antes... Si hubieran llegado a ellos más rápido... Si Paolo hubiera ayudado a Georgi... Sin embargo, los dos hombres ya no están con vosotros.

- ¿Por qué? - dice unos minutos más tarde. Su voz os saca de vuestros pensamientos y os devuelve a la realidad: al módulo en el que os encontráis en mitad de la nada, sin saber cómo habéis llegado hasta allí ni cómo salir.

- ¿Por qué ocurre todo esto? ¿Cómo llegamos hasta aquél lugar? - dice refiriéndose al misteriosos planeta donde fuisteis atacados - ¿Por qué hemos acabado aquí?

Preguntas que os lleváis haciendo horas y que no tienen respuesta. A punto de morir en varias ocasiones, vuestras mentes se balancean en la cuerda floja, guiadas hacia una locura de la que os será difícil escapar si todo lo que os rodea no adquiere algún sentido.

- Estábamos al borde de la muerte antes de que fuéramos transportados a aquella sala...

Siempre en el umbral de la muerte. Jeremy cerró los ojos un instante. Su coche podría haberse salido del asfalto y chocado contra un árbol, haber embestido otro vehículo... Pero cuando abrió de nuevo los ojos tan solo estaba en un desierto desconocido. Paolo, Georgi, Saint y Hubert estaban a punto de ser alcanzados por la oscura criatura, pero entonces se vieron frente a la sala en la que pudieron ocultarse de ella, y donde encontraron a Jeremy.

Y cuando parecía que por fin iban a a regresar a su hogar, terminan en mitad del espacio, en una estación que en teoría habían visto hacerse pedazos... Georgi dijo algo sobre ello. "La Soyuz no está", "volveríamos después de la partida de la Soyuz", "hemos visto caer destrozada a la ISS porque probablemente sea lo que hagamos al volver"... Palabras que no parecen tener ninguna coherencia. De nuevo, la frase de la pantalla se repite en vuestras cabezas:

El final de un viaje es tan solo el principio del siguiente.

 Siempre al umbral de la muerte...

- Georgi... Tú proponías escapar y destruir la estación en el proceso... Para ello tendríamos que encontrar algún módulo habilitado para huir. Quizá desde los ordenadores, si conseguimos hacerlos funcionar, podríamos encontrarlo. Pero... - añade justo después, para exponer algo que se le acaba de pasar por la cabeza mientras pensaba en lo que el astronauta ruso ha dicho poco antes - ¿Y si no es la estación lo que hemos de destruir, lo que no puede co-existir en dos momentos a la vez? ¿Y si... - parece que le cuesta continuar la frase - ...fueramos nosotros quienes no pueden encontrarse a la vez en dos lugares?

La mente de Jeremy parece dar vueltas. Aun preparada psicológicamente, despues de años de experiencia, prácticas, ejemplos, vida real... parece no ser ni básico para asumir lo que está viviendo. - La muerte, ... siempre la muerte en medio..., Quizá sí, que estuve a punto de estrellarme en el coche - Piensa, mientras le recorre un escalofrio.

- Pero, cuando luchamos contra la criatura, cuando me hice esta herida, creo que ahí también estuve al borde de la muerte y no paso nada - recuerda, siguiendo las palabras de Paolo.  Intenta seguir  lo que comenta su compañero, pero le cuesta comprenderlo, de hecho no entiende ni siquiera su experiencia anterior. Pero, por la cara del astronauta, ve que ha tenido una idea, o una ligera comprensión de algo.

Aunque puede ser totalmente erroneo, eso es mejor que nada.

Jeremy, decide dejar de lado de momento su lógica, y se une a lo propuesto por Paolo, de manera que le ayude a olvidar lo que acaba de ocurrirle a sus compañeros.

- Esta bien Paolo, eso es, explica mejor esta idea.. - Dice Jeremy intentando ayudar a Paolo a soltar la posible visión que tiene- Si somos nosotros... quiere decir que estamos en dos lugares?.. aquí.. y donde... - PRegunta Jeremy mientras se le forma la curiosa idea de que la única salida de este "juego" sea la de un suicidio...

Paolo, al ver que Jeremy está considerando su idea como algo válido, y no una descabellada ocurrencia en un momento de desesperación, contesta con algo más de facilidad, aunque el temor a lo que expone no abandona su cuerpo.

- No, todo lo contrario. Lo que quiero decir es que no estamos en dos lugares porque al llegar a aquel paraje oscuro debimos haber dejado de estar en donde nos encontrábamos. Quizá pudimos ser transportados porque allá donde estuvieramos antes del viaje, nuestros cuerpos fueron destruidos. Quizá por eso en esta ocasión no hemos llegado donde queríamos - coge aire antes de continuar, mientras se frota la cabeza con preocupación, y un miedo atroz a llevar a cabo lo que parece estar debatiendo con Jeremy -. Es posible que, en esta ocasión, nuestros cuerpos no hayan muerto, y por eso estamos aquí. Quizá esto es solo parte del viaje, y para poder volver a la Tierra, tengamos que seguir a Saint y Hubert.

Tan solo considerarlo hace que le recorra un escalofrío, y tiene que agarrarse con fuerza a la pared del módulo para no perder el control y desmayarse con la idea mientras recuerda la sensación sentida al ser transportado minutos antes a este lugar en mitad del espacio.

- Claro que a lo mejor Georgi es quien está en lo cierto. Quizá lo que debamos hacer es destruir la estación, ya que nosotros la vimos estrellarse. Pero en ese caso... - concluye - ¿Cómo vamos a llegar sanos a la superficie?

hay que joderse - Piensa Jeremy, y acto seguido se da cuenta que quizá es el pensamiento más cuerdo que ha tenido últimamente...  - Entonces - Dice a Paolo - .. entonces, no hay escapatoria posible?, o nos suicidamos en un acto de fe o esperamos a que se nos termine el aire y morimos igual...  - deja sus palabras en el aire por si alguien quiere añadir algo más...

No se, parece que la idea de Paolo va directamente al "grano", y la de georgi pretende gastar primero todas las oportunidades antes de dejarnos caer al destino fatal... creo.. que...deberíamos intentar lo que dice Georgi... - dice muy lentamente para ir viendo las reacciones de sus compañeros - ...mm.. al fin y al cabo siempre estamos a tiempo de abrir una escotilla y pal..... bueno.. eso..

No cabe duda de que tus dos compañeros opinan exactamente igual que tu, dado que reaccionan con optimismo ante tu propuesta. El asunto ahora es como empezar. Georgi propone dispersaros para buscar un método de escape mientras que Paolo, visto lo ocurrido, prefiere ir todos en grupo por si hay algún problema al abrir alguna puerta. Mientras decidís si buscar juntos o separados, los dos astronautas dan una visión general de la estación al psicólogo, completamente nuevo aquí.

Por lo que comentan, todo el ala sur de la estación es inaccesible, pues habría que llegar a través de la sala que acabáis de cerrar. Abrir de nuevo la escotilla supondría vaciar de aire vuestro módulo. Hacia el otro lado, se encuentra el habitáculo en el que habéis comenzado, justo antes de este en el que debatís ahora, que debería tener tres compuertas más. Una de ellas conectaría con el módulo de retorno, que según el mensaje del ordenador no está conectado a la estación. Siempre podríais comprobar manualmente, ya que puede darse el caso de que los sensores estén defectuosos.

Las otras dos puertas dan a un laboratorio y al módulo almacén y de descarga de residuos. El laboratorio no tiene salida alguna, aunque el módulo almacén tiene siempre conectada la sonda de residuos. Dicha sonda, según dice Paolo, es muy similar al módulo de retorno, y si todavía está en la estación, podría ser reprogramada para acceder a la Tierra en ella. Sería un viaje muy peligroso (siempre y cuando la sonda todavía esté en la Estación Espacial), pero es una posibilidad.

No habían muchas opciones, y ninguna de ellas parecia agradable. - Muy Bien!... quedarse plantado no ayudará a nada - Pensó Jeremy, que le dió la sensación de estar al mando, aunque los que conocian mejor la situación eran los astronautas. Quizá habían vivido cosas mucho peores y su cordura estaba algo más dañanda.

Vamos allá!..
 

Paolo se vuelca en ayudar a Jeremy con el plan propuesto por el astronauta ruso. Todos los compañeros están de acuerdo en que, si hay alguna posibilidad de salir vivos de aquí, hay que intentarlo. Los tres hombres se desplazan guiados por el ruso por los módulos espaciales casi a oscuras, tanteando las entradas y guiándose por la voz. Una y otra vez Paolo debe apartar cables que se interponen en el camino y que no deberían estar simplemente colgando de las paredes.

Como se esperaba, el módulo Soyuz se encuentra desconectado. Paolo enciende una pantalla que hay junto a la compuerta para comprobar el estado del sistema de anclaje y, además de vacío, parece dañado, como si alguien hubiera forzado el módulo para sacarlo de la estación. Dado que eso no os deja muchas más opciones, el italiano no se entretiene con ello y apaga la pantalla de nuevo, señalando antes hacia otra compuerta que debería llevar al almacén de residuos.

Sin perder tiempo abrís una compuerta y accedéis a una sala que es un completo caos. Cajas vacías, paquetes con comida caducada y latas metálicas permanecen suspendidas en el aire, como si alguien hubiera paralizado el tiempo y hubiera cazado todos los objetos flotando. Cuando las golpeáis, empiezan una danza de un lugar a otro, empujándose unas a otras y golpeando contra las paredes acolchadas. Una tenue luz brilla en el otro extremo de la sala, rodeando la compuerta. La pantalla del ordenador parecía estar esperando, encendida y mostrando un mensaje.

El final de un viaje es tan solo el principio del siguiente.

El astronauta italiano siente un escalofrío al verlo, como si la propia estación le estuviera recordando la propuesta que había hecho minutos antes. Sin dudar un instante, se lanza entre latas, cajas y papeles y alcanza la pantalla al otro lado de la sala. Mientras le seguís, comienza a teclear.

Suspira tranquilo cuando el ordenador parece responder, y rápidamente introduce códigos que parecen producir una respuesta. Entonces se gira hacia sus compañeros.

- Parece que el módulo de residuos sigue aquí, aunque está casi lleno. He reconfigurado la cápsula para que no realice el protocolo estándar de descomposición, sino que se utilice como un módulo de retorno. Parece que el sistema ha aceptado los códigos y ha desactivado la incineración de la cápsula. A pesar de ello, para curarnos en salud, sería bueno asegurarse y desconectar los fusibles desde el interior.

Acto seguido, confirma una orden que estaba a la espera en la pantalla y la compuerta se abre, emitiendo el característico sonido del aire entrando en un compartimento vacío. Cuando la presión se estabiliza, una luz verde se ilumina en la pantalla. Entonces el astronauta os señala con la mano la caja en la que debéis trastear.

Siguiendo sus instrucciones desconectáis una pequeña pieza de metal y cerráis la caja de fusibles. El ordenador emite un mensaje de advertencia, pero Paolo no parece sorprendido. Entonces teclea un par de códigos más y las luces de la cabina se iluminan, mostrando numerosas cajas apiladas con restos de comida y botellas con un líquido oscuro que preferís no mirar en detalle. Hacéis espacio sacando los residuos del módulo y os introducís dentro. Por último, el italiano presiona la pantalla del ordenador y salta en la cápsula, mientras las compuertas se cierran despacio.

- Listo. Ahora, si todo va bien, deberíamos iniciar el trayecto a casa - concluye, aunque sigue sin tranquilizarse, como si la estación pudiera teneros alguna última sorpresa preparada.

La cápsula, con una pequeña ventana hacia el exterior, comienza a programarse automáticamente. Algunas luces se encienden en el panel de control y otras se apagan, mientras en el exterior se escuchan los golpes de las latas contra la compuerta recién cerrada. Tras ajustaros en los tres asientos localizados en la pequeña cabina, escucháis un sonido metálico fuerte, y notáis un movimiento ligero. Entonces veis por la ventana como la estación empieza a alejarse despacio. Desde el exterior, parece que la estructura no fuera a aguantar mucho tiempo, toda rodeada de escombros y con algunos módulos completamente destruidos. Durante un instante os parece ver un cuerpo congelado, flotando en el exterior, pero resulta ser tan solo un trozo de metal con forma alargada. Georgi suspira y deja de comprobar el exterior, por si la figura de Saint apareciera para recordaros lo que habéis estado a punto de hacer antes de intentar esto.

Cuanto más seguro veis el plan que habéis llevado a cabo, mayor es la certeza de que el camino que han seguido Saint y Hubert no les va a llevar de vuelta a casa. Apartando ese pensamiento de vuestra cabeza, os concentráis en la maniobra de separación. Paolo toma el control manual de la cápsula para apartarse de los escombros de mayor tamaño, y en unos minutos y tras solamente un par de golpes que os asustan pero no parecen graves, la cápsula se orienta hacia la Tierra. Por fin parece que volvéis a casa.

Y en la cápsula se impone el silencio.

La superficie azul se acerca despacio, muy despacio, mientras la cápsula gira a cámara lenta sobre sí misma, siempre enfocando hacia la Tierra. Todo parece ir bien, y os permitís relajaros y dejar atrás la idea de lo que pensábais hacer, para dar paso a qué podéis hacer una vez lleguéis y dónde vais a acabar. Iniciáis una conversación, cuando una sacudida os interrumpe.

La cápsula comienza a girar más y más rápido, y todas las luces del interior se apagan de golpe. En cuestión de segundos, la tierra gira frente a vosotros a una velocidad mareante, y os aferráis con fuerza a vuestros asientos, sintiendo una vez más como vuestros cuerpos se agitan y parecen estar en el límite de lo que vuestros huesos pueden soportar antes de hacerse pedazos. Sujetos con todas vuestras fuerzas, de repente notáis un impulso desde detrás, y la cápsula se precipita girando como una peonza hacia la superficie terrestre.

Sentís como si vuestros miembros se desprendieran del cuerpo, y creéis imposible manteneros conscientes. Sin embargo, y a pesar de que sería mucho más agradable, de alguna forma vuestras mentes aguantan sin caer en la inconsciencia. Sentís cada célula de vuestro cuerpo, cada parte de vosotros hacerse pedazos y recomponerse, una y otra vez, cuando un ruido como el de un rayo golpea vuestros oídos, haciéndoos sentir como si vuestros tímpanos se perforaran. Perdéis la sensación del tiempo y el espacio, y vuestros sentidos, saturados, se bloquean y desconectan del mundo exterior.

Recuperáis la percepción de lo que os rodea cuando un golpe os frena en seco, y los cinturones que os sostienen a las sillas se quiebran con la tensión, con lo que salís despedidos contra la parte frontal de la cápsula. Vuestros huesos parecen hacerse polvo con el golpe, pero por algún extraño motivo no habéis sufrido ninguna contusión grave. Y cuando vuestra cabeza deja de dar vueltas y os atrevéis a moveros y hablar, veis a través de la ventana que en el exterior la noche reina y que la cápsula está en el suelo, medio hundida en la tierra.