Partida Rol por web

Muy bien, tenéis hasta el domingo 14 a las 22:00 para jugar, alargar, dar forma a esa bola de nieve tanto como queráis. 

¡Que disfrutéis de este segundo reto!

-Una bola de nieve eeeeh...- dijo para sí mientras su pelo se iba apagando, el rojo desaparecía y se iba poniendo azul, las flores que se habían escondido volvían a asomar y el azul finalmente se apagaba también hasta quedar blanco como la nieve y como el caballero a su lado. 

-Buenass tarrrdess caballero.- ronroneó levemente recuperando su apariencia completa de persona y su altura que había reducido para conversar con la tetera.- Por favor, antes de empezar con la bola de nieve... ¿Me podría dar la respuesta del acertijo?- preguntó con media sonrisa.

-Soy Derby por cierto.- añadió tendiéndole la mano al darse cuenta de que no se había presentado. 

El caballero se había quedado muy pensativo cuando el Gato de Cheshire pronunció su adivinanza. Realmente le preocupaba que alguno de los presente pensara que podía haber participado en un robo, incluso en uno que tuviera a la Corte Roja como víctima. 

Pensando en las palabras del Gato, ignoró el resto de acertijos, historias y adivinanzas. Al fin, musitó. -Me pregunto para qué querría Camelia unas tartas de fresa- Eso es lo que le parecía más sorprendente de todo este asunto, puesto que una tarta, incluso roja como era una tarta de fresa, no parecía el abono más adecuado para una hermosa flor.

A su lado, una bella mujer de pelo blanco se presentó ante el caballero, ofreciéndole su mano. Cortésmente, el Caballero Blanco se inclinó ante ella con un tintineante sonido de hojalata, cogió la mano de Derby y la besó. -Yo soy el Caballero Blanco, servidor del Rey Blanco y la Reina Blanca. Es un honor conoceros- Se volvió a poner erguido y, con gran alivio por su parte, vio que su casco estaba sobre la mesa. Lo cogió y lo sujetó bajo su brazo, mientras contestaba a la pregunta que le habían planteado. -El viento es la respuesta tradicional al acertijo que formulé, y me vino a la memoria cuando hablé con el Hada de los Vientos. Me parecía un acertijo muy sencillo y fácil de adivinar- dijo, con bondadosa sonrisa -pero a la pequeña hada le gustó, y no tuve corazón para negarle su deseo de presentárselo al Sombrerero. Espero que al menos le haya gustado.

El Caballero Blanco miró a la mujer y parpadeó unos instantes, como tratando de recordar algo que había dicho. -¿Qué es eso que me decís de empezar con la bola de nieve?- El caballero miró a un lado y a otro, confundido. -No veo que haya bolas de nieve por aquí

El caballero blanco pudo ver como por unos segundos el pelo le centelleaba a Derby con colores y su sonrisa se ampliaba tanto que parecía ir a ocupar toda su cara como la del otro gato. Se sentía significativamente orgullosa de haber acertado el acertijo.

La gata rió risueña y negó con la cabeza ante la confusión de él. 

-Las bolas de nieve se hacen como la que nos mostró la liebre.- explicó.- No necesitamos nieve, solo letras y palabras.- añadió con un asentimiento.- Yo te digo una letra y tú me devuelves dos, después yo te paso tres y la bola va creciendo. ¿Entendiste? -preguntó antes de quedarse pensativa, le tocaba algo fácil y difícil...empezar esa bola.Estuvo varios segundos dándole vueltas en su boca, saboreándola y finalmente sopló.

-O 

Hizo un gesto con la mano hacia el caballero y esperó su respuesta. 

El Caballero Blanco se quedó mirando a Derby un instante y luego pareció entender. -Oh, ya veo. Una bola de nieve de palabras- Asintió, aparentemente satisfecho con la explicación, mientras veía la o de Derby flotar hacia él. -Ya he entendido la explicación. Voy habéis dicho "O"- metió un dedo entre el hueco de la o flotante y le dio vueltas antes de -y yo os digo... "bien"- La palabra salió de la boca del Caballero Blanco, y parecía tener un significado especial para él. Como si fuera un anhelo o una aspiración. O simplemente una parte de lo que el caballero era. Una porción de su alma, que se enredó con la o de Derby e hizo más grande la bola de nieve.

La liebre apareció dando un salto inmortal con tirabuzón invertido, y no es que no supiera si era liebra o liebro ¡Es que no sabía si le gustaba más la gata o el viejo! ¡Menuda tontería del lenguaje! -Ooooo nO sE pUEdE EmpEzAr dE fOrmA mÁs rEdOndA...

mientras olisqueaba al aire con la naricilla vio al caballero manipularla y al soltar la palabra soltó una risotada -qUIEn BIEn tE qUIErE tE hArÁ sUfrIr, dIcEn... pErO sE hA dEjAdO mÁs hUEcOs qUE lOs qUE lUcE sU ArmAdUrA, bOndAdOsO cAbEllErO... qUE nO Es dOn dInErO... "¿O lO vEs bIEn?" jAjejIjE... -y habiendo molestado un rato la liebre se fue rompiendo un plato.

Torció un poco el hocico, bueno, la boca. Cuando lo torcía se notaba que estaba acostumbrada a tener hocico. ¿no tocaban dos letras? pensó para sí. Sacudió la cabeza y se encogió de hombros, tampoco creía que fueran a cortarles la cabeza por hacer trampas. Ni que fuera una competición. ¿Lo es? De todos modos Derby quiso continuar con las tres letras que le correspondían. 

La liebre la sobresaltó. Igual si que no valían las trampas. 

-Tus.- no tuvo que pensarlo mucho, le salió aliento en forma de vaho que se adhirió a la bola de nieve previa, no era muy redonda pero tenía un buen brilo. 

El Caballero Blanco se dio cuenta al intervenir la Liebre de Marzo de que podía no haber entendido correctamente las reglas del juego. Al observar la mirada confundida que Derby le lanzó, se confirmó que había cometido un error, ¡su primera palabra era demasiado larga! Pensó en cambiar de algún modo las reglas, modificando el número de letras de su siguiente palabra, pero eso habría sido ilegal. Derby había dicho otra palabra, esta vez correcta en número y forma, y el Caballero Blanco, nervioso ante su intensa mirada, solo pudo balbucear: - Ojos

Junto a la hermosa y blanca felina fue apareciendo una cola tan blanca como ella, que fue llenandose de rayas en espiral, hasta dibujar la forma del gato, que miraba con deleite los ojos de Derby. -Quién fuera copo de nieve para confundirse y fundirse en vuestro suave pelaje, tan blanca y suave...- Dijo suspirando y ronroneando de puro deleite, antes de posar sus ojos en el Caballero Blanco. -No os sintáis celoso, mi buen señor. Que son vuestros ojos cual acero de lanza, y así penetran igual mi corazón...-

Miró entonces hacia donde la bola de nieve se formaba, y su alargada sonrisa se hizo si cabe más grande, pareciendo más sonrisa que gato. -Me parece que hay allí algo para mi, y con vuestro permiso o sin él, voy a tomarlo.- Y alzando su pata tomo las letras "bi", desvaneciéndose con ellas, para dejar lo siguiente:

O en tus ojos...

El Caballero observó la acción del Gato de Cheshire y abrió los ojos con sorpresa. Después, se tocó la barba con una sonrisa satisfecha. -Mejor, mucho mejor, sin duda- Miró al gato y le hizo una reverencia antes de bendecirle con las siguientes palabras: -Os doy las gracias por enmendar mi error. Que vuestro pelo brille siempre, vuestros bigotes siempre estén tiesos y no os falten pequeñas presas- Después se volvió hacia Derby, alegre y aliviado gracias a la intervención del mágico felino. -Os toca, mi señora.

Sintió los nervios del caballero y pensó que tal vez debió haberle avisado en lugar de dejar pasar aquel desliz, pero precisamente no había querido incomodarlo. Estaba pensando que hacer cuando el soltó la siguiente palabra, perfecta en forma y tamaño. Si seguían bien aquel bien solo seria una pequeña piedra de hielo que quedaría sepultada por la nieve y que no haría daño a nadie, siempre y cuando no se la lanzaran a la cara. 

Entonces apareció Chesire y se sintió contagiada de su ronroneo con tanta lisonjería. Por un segundo su pelo volvió a titilar amenazando casi con tornar rojo. Pero no cayó esa breva. Miró con sorpresa como el gato les arrebataba dos letra y la bola de nieve giraba redonda de vuelta hacia ella.

-Grrraci.a..ss- sus palabras casi se desvanecieron a la vez que la sombra. Volvió la mirada hacia el caballero y sonrió al verlo de nuevo animado al respecto.

-O en tus ojos...- repitió por unos segundos saboreando la nueva versión de la bola de nieve antes de darle una vuelta y devolvérsela aún más grande al caballero blanco. Su primer impulso fue una primera persona. Lloro. Pero negó para sí y dijo- Llora.

Al caballero no le pasó por alto la mirada que Derby intercambiaba con el Gato de Cheshire, y sonrió mientras apartada púdicamente la mirada. Ah, la juventud, el amor... Después, cuando Derby le lanzó de nuevo la bola de nieve hecha con palabras, el caballero se planteó qué podría decir para hacer la bola más grande. Una lágrima evocaba triteza y por tanto se planteó añadir la palabra "triste" a la bola de nieve. Pero, al mismo tiempo, se puede llorar de alegría, cuando la emoción embarga el corazón con un dulce dolor. Si había que elegir entre traer más dolor al mundo o más dicha, la respuesta estaba clara. Así que el caballero envolvió la frase con un -alegre- y se la lanzó de nuevo de vuelta a Derby Share.

Sonrió ante su palabra, le estaba gustando más este juego que el del acertijo. Observó flotar la bola de nieve unos segundos, redonda, perfecta, helada, entre los dos. Cuando la recogió le dio un par de vueltas mirando alternativamente la bola y al caballero hasta que encontró la palabra que estaba buscando.

-Nuestro.- dijo. Como la bola. Pensó.

El Caballero recogió la pelota y, la hizo girar en sus manos y la observó: un cúmulo de palabras superpuestas las unas sobre las otras, como una compañía de soldados, apoyándose los unos a los otros. Eso hizo que recordase los grandes momentos de su juventud, cuando entrenaba en el patio de armas del castillo del Rey Blanco.

-Recuerdo- dijo el Caballero, envolviendo la bola de nieve en la melancólica palabra.

Derby observó la bola fascinada, no era la primera que veía, pero siempre le resultaba curioso como las palabras, habitualmente de cientos de colores, se volvían blancas cuando se colocaban de la manera adecuada. Lo mismo ocurría con las formas, cada palabra, por separado tenía su forma, su sabor...su esencia... pero ahora todas, así redondeadas, formaban aquello que estaban creando juntos. La gata sopló haciendo rodar la bola.

-Aspirando.- dijo finalmente irónicamente tomando aire antes de añadirla a la bola y rodarla hacia su compañero. 

Cuando le llegó de nuevo la bola de nieve, el Caballero Blanco tuvo un deja vu, una sensación de haber vivido ya antes ese momento. Un instante de paz, jugando con la bola de nieve hecha de palabras, rodeado de personas que hacían lo mismo con sus propias parejas. Sintió que sería una imagen que quedaría por siempre en su memoria y le embargó una cierta paz. Y hasta un amodorramiento, como esa sensación de desvanecimiento que precede al sueño.

-Aletargado- dijo el caballero, antes de devolverle la pelota a Derby.

-Quizás deberíamos rodar ya hacia el otro lado.- expresó Derby mirando la bola. El tiempo parecía haberse detenido así que tampoco sabía cuanto les quedaba, su bola era pequeña pero muy redonda.- ¿Qué le parece?¿Damos la vuelta? -y sin esperar a la respuesta del caballero dio la vuelta hacia el otro lado soltando de nuevo una palabra de nueve letras.

-Filsófico

La liebre, que está muy loca, cada vez más loca, olió las palabras de Derby y se plantó con su naricilla olisqueando la bola -hUm mE lA cOmErÍA AqUÍ mIsmItO... -Pero como sabía que estaba destinada al Sombrerero se aguantó y sacó de uno de sus múltiples bolsillos un salero. Se puso a sazonarla al gusto agitando tan fuerte el salero con tan mala suerte que se le cayó la S y se le quedó un alero. Pero mira tú por donde la ESE se quedó prendida de la última palabra alargándola hasta once letras -hUmm sUprEmA... 

Disimuló el rubor que apenas había llegado a las puntas de su pelo. Había dicho nueve y eran diez, ahora once. Sacudió la cabeza, mejor nada de experimentos, no fueran a romper la bola a estas alturas, la recuperó de manos de la liebre. Contó con las garras por debajo de la mesa. clic clic clic 12,sí, perfecto. 

-Pensamientos-agregó con una amplia sonrisa.