Partida Rol por web

Un ronquido despertó a Mally de golpe, que no se explicaba quién era tan torpe. Se incorporó aplaudiendo, al menos no estaba lloviendo. 

- Estaba escuchando eran todos muy bonitos, no sé en qué momento han empezado los gritos. Perdonen al niño oruga, no es consciente de la tortura. Y no la paguen con mi querido conejo, solo es un poco añejo -agarró su taza de leche merengada, ay de una vaca muy salada, tolón, tolón qué diversión y miro a Cosinerra ensimismada, también a Ostara-. Me han hecho muy feliz con su poema, a mis sueños le han quitado la pena. 

Dio un sorbito a aquella delicia y le dio un poquito a Alicia. Ya llegaba, ya llegaba, la reina de corazones. Ya escuchaban, ya escuchaban, gritar a sus bufones. Mally se levantó de un salto al escuchar al sombrerero, era mejor que hablase si quería quedar entero. La reina de corazones tenía muy mala sombra, porque a todos la cabeza corta.

- Vamos, vamos, hay que organizarse, no podemos echar la merienda al traste. Cosinerra ha tenido una buena idea, esperemos que la reina el menú no lea. ¡Con tal de pasar este rato, yo perdonaría hasta a los gatos!   

Qué belles tan preciosas. Fue descifrándolos en silencio; Céfira, Cosinerra, la lironcilla dormilona, el Sombrero regresado, la liebre marzera, el conejo apeluchado…¡¿y la reina roja?!

Alicia casi se atraganta con su pedazo de pastel. Casi, casi…lo había olvidado. Tomó un sorbito de la leche merengada de Mally.– Gracias bonita.- y pensó de nuevo en la Reina Roja; firme, seria y siempre aguando la fiesta, con lo a gusto que estaban hasta ahora. Y ella con su paradoja a medias…por suerte supo que podía contar con los amigos que se habían congregado en aquella mesa. Se puso en pie y siguió a la lirona.– ¡Sí, vamos, vamos!  Menú y todo de rojo. ¡Vamos, vamos!- ya se parecía al conejo.

El sombrerero había calmado los ánimos y menos mal, porque el señor mayor con armadura la había tomado con él de una forma demasiado extrema. Batirse a duelo por una flor deshojada... A ver si demostraba la misma valentía contra la reina de corazones o solo tenía el arrojo suficiente para amenazar a un joven desarmado. Muy propio de un caballero, si señor. 

Stanley escuchó el plan de la cosinerra y le pareció bastante bien, pero antes mientras formaba poemas con Teapot, había pensado en la posibilidad de deshacerse de su mano derecha, "guillotinándola" y por fin ser libre, aunque manco, por supuesto.

La locura de ese chico era real. Y lo que parecía ser un plan acertado para él, podía salir bastante mal. Le dio un toquecito a su mano derecha. 

-oye, deja la diversión con Cosita. La reina de la guillotina se acerca, y necesito que estés tranquilo, o tendré que atarte para que no hagas ninguna tontería. ​

Tal vez sea mi oportunidad para deshacerme de Stan Jr. La reina disfruta guillotinando cabezas, por qué no intentarlo con mi mano... Yo no me atrevo a hacerlo.

Esperaría a que la reina se acercase a la mesa, y viendo con qué intenciones. ​​​

Lee mis pensamientos, conejito:

Lo bien que estarías ahora frito.

De verso libre dices que eres,

seco, forzado, triste, pareces.

Pues si al gato quieres tanto

esforzarte debieras, encanto

Tus palabras fluyen tan hábiles,

que diríanse vanas y fáciles.

Y puede que rime a lo tonto,

que no soy bueno, lo afronto.

Ripioso, puede, furioso, un poco.

Arde, infuso, éste señor barroco.

Una vez te encuentres tibio,

aleja de ti todas las prisas.

Te y pastas, amigos, brisas,

un cambio de ritmo sabio

La diosa Ostara había estado pendiente de los primeros poemas, al principio... ya que se distrajo en la composición de otro más, a la vez que atendía como podía al resto, es por eso que reaccionó tarde a todo lo demás. Eso sí, el gesto de las flores, no le dolió tanto a la mujer como a su querida flor, Camelia, estaba acostumbrada aunque de igual modo le pareció una atrocidad.

El sombrerero al menos si hizo algo bien, que fue calmar el ambiente. Hablar de la Reina Roja eran palabras mayores... prefirió no inquirir en dicho tema.

El conejo blanco dio su aporte también, pero tras un largo rato pensando, no supo a qué se refería. La diosa de la primavera parecía no estar en toda su fase consciente, parecía aún hibernar, ante ciertos aspectos. Lo mejor que podía hacer, era poner a prueba sus habilidades.

Con un movimiento de su mano, grácil y sencillo, hizo que los tallos de las flores arrancadas, se regeneraran y volvieran a salir flores en su lugar. Más bellas, más coloridas y más grandes. No le gustaba ver sufrir a Camelia, y mientras estuviera en su poder, ayudaría a aliviar las penas con flores, más y más flores.

- Bueno, antes de pasar al siguiente... me gustaría aportar un poema más.

"Una flor bella y rosada, que su suave perfume propaga.

Su busto es de color verde, pero el rojo le precede.

Te parece joven y bella, porque así es ella.

La más linda flor, gustoso notas su olor. 

En primavera está, tampoco en invierno se va.

En el verde césped ella florece.

Mi Flor: contigo reiré, donde estés te seguiré."

Entre los mimos de Céfira y la osada defensa del Caballero, Camelia se sentía el centro de atención. Y si había algo que la florecilla disfrutaba era tener las miradas y atenciones de todos sobre ella. Hasta la del chico que había arrancado la flor, que ahora se disculpaba. Así que, pronto se le fue pasando el susto y exhaló un suspirito feliz al ver que la diosa hacía crecer no solo la margarita deshojada, sino más y más flores, muchas. Y ya cuando llegó aquel poema se hinchó de orgullo y sus pétalos se abrieron en toda su hermosura. 

—¡Soy yo! —exclamó, por si acaso alguien no lo había notado—. Ah, mi diosa, muchas gracias. Qué versos tan bonitos y floridos. ¡Y para mí! —No cabía en sí misma de orgullo por haber recibido aquel halago de Ostara. 

Ya ni se acordaba del incidente de la margarita. Aquello era mucho más interesante y miró a Céfira con ojos brillantes, quería compartir su alegría con su nueva amiga. 

—¿Has oído? ¡Soy yo!

Pero en eso que le calaron las advertencias del Sombrerero sobre esa Reina Roja que tan cruel era con las rosas de su jardín. Recordaba lo que le había contado el Caballero, así que a él llevó su mirada. 

—Ahora podrás lucir tu gallardía contra esa terrible Reina. —Y luego miró a los demás—. Primero el banquete de la Cosinerra y luego, ¿qué? ¿Luego qué hacemos? ¿La atamos? ¿La trasplantamos?

Ella no podía enfrentarse a nadie en combate, eso estaba claro. No tenía fieras garras como las presumidas de las rosas, que siempre estaban enseñándolas. Por el lado bueno, Camelia ya venía con el color encarnado de serie, así que se libraría de que nadie quisiera echarle pintura por encima.

¿Banquete rojo? De qué me zuena ezo... Al Sombrerero le hacían los ojos chiribitas con la propuesta de Cosinerra así que se acercó a ella para ver que andaba tramando en una esquina de la mesa -Cozinerra, Cozinerra, Cozinerra. Ya te dije que te necezitaba como azezora... eza idea tuya es honestamente.... ¡Maravellízima!

Miró al resto de invitados -¿Qué os parece si le hacemos un menú a la carta... jojojijo a la carta-Se echó a reír de su propia tontería, dando unos pasitos alrededor de la mesa hasta que pudo contener la risa. Volviendo a recomponer el gesto se dirigió de nuevo a todos -Vamos a cocinar algo mágico, ingenioso, algo nunca cocinado que la Reina Roja nunca haya probado... ¡Y tenemos a nuestra querida Wonderchef para ayudarnos a conseguir cualquier ingrediente que ze nos ocurra!

¿Cozinerra? ¿Alguna recomendación de cómo empezar?

-¡Ah, sí, si, sí! Os voy a ponerr una reseta de muestra parra que hagáis vuestros platos más terribles, o sea, perfectos, y letales, o sea agradables parra la Reina Roja. Tooooodo con la mejor de las voluntades, ¿eh?. O sea, las nuestrras, ¡nuestrros pellejos!

Ahí va el plato que le voy a endilgar, o sea preparrar a la tipa esa:

RESETA: Tarta de Carne MUY roja "Red Queen Style":

Ingredientes:

- Carne picada de liebrre marserra, y si esta no se deja atrapar... Un buen filetón de Odio muy picadito. Un buen trosso por comensal.
- 1 kg de patadas (si son en la espinilla duelen más), si son durras no importa.
- Huevos de Colorres (Asul parra dar envidia, Verde parra dar selos, etc.) 
- Un bote de Cebollombitas pirotécnicas confitadas.
- Una pisca de pólvorra molida.
- Una pisca de Sal y otra de Entra.
- Tres dientes de leche de Ajo, los que el Hada de los Dientes no haya reclamado.
- Un kilo de pulpo de tomate bien maduro, del que da la tinta roja con la que la Reina escribe sus cartas.
- Una copa de Vino Perrosefue. A ser posible que ya esté agrio.
- Festones rojos muy jugosos, certezas madurras y florres rojas, parra adornar.

En una sartén grande ponemos aseite a calentar. Cuando esté bastante caliente añadimos las cebollombitas, cuidando de que no exploten, y los dientes machacados firmemente. Añadimos la pólvorra molida. Dejamos a fuego medio hasta que pierdan algo de color.
Entonces añadimos la carne picada, los huevos batidos y las piscas de Sal y Entra, todo bien mesclado. Cuando esté bien rojo añadimos el Vino y dejamos que se reduzca (hasta que casi desaparezca). Dejamos a fuego medio sin tapar.
Cuando ha espesado bien se retira del fuego y se resfría, dejándola reposar en cama y luego, ya restablesida, colocándola en moldes parra montar los pisos de la Tarta.
Haser finalmente un purré con las patadas, e ir mesclando con el pulpo de tomate que se habrá sofrito en su tinta. Ha de quedar una pasta cremosa parra cubrir toda la Tarta con una espatarántula. Adornar con los festones, las certezas y las florres. 

¡Y a servir a la mesa de la Reina Roja!