Partida Rol por web

—Vaikus, yo... no puedo irme sabiendo que las niñas están atrapadas, junto a Gaspar, Senés, Antón y Asunta... No puedo dejarles aquí. Ellos son importantes para mí, igual que lo eres tú y los demás —le puse una mano en el hombro y sonreí amablemente—. No puedo pedirte que te quedes con nosotros. Ésta es una decisión que debemos tomar cada uno por nuestra cuenta... Pero, si decides ir con Anea... cuídate, ¿vale? Aprecio todo lo que has hecho por nosotros, Vaikus. Es una pena que... Hoke no haya podido funcionar, pero estoy contenta de haber podido vivir al menos la ilusión de crear una sociedad justa con todos vosotros.

- No voy a pedirte que vengas conmigo, a la playa, que subas al Moraime y te salves. Entiendo que tienes tus razones para quedarte, el vínculo que tienes con ellos, sobretodo con ese chico, Gaspar. Ojalá todo esto de las bombas no sea cierto, o consigas esquivarlas. Aléjate de los asentamientos, vete a la montaña... por favor sobrevive.

Anuncia decide acompañar a Nara y Sunhee. Y juntas las tres parten en busca del camión que se llevó a sus amigos, en dirección Ponte Olveira, al sureste.

Declan emprende su camino en solitario, como ha hecho siempre, sin mirar atrás.

Xose se queda junto a la cabina por unos momentos, sin saber qué hacer ni hacia dónde ir. Piensa en su madre, en Baroña.

Vaikus dedica unas palabras a Sunhee, y luego hace igual que Declan, toma otro camino en solitario, en dirección a la costa oeste.

Así, los seis os separáis finalmente, tomando cuatro direcciones distintas. Cada uno de vosotros dueño de su propio destino, dejando atrás muchas cosas, muchos momentos, muchas personas. Cada uno de vosotros siguiendo sus principios, sus ideales, sus convicciones. Hoke no salió bien, el Inverno fue más fuerte.

Te quedas solo, el resto se van de aquí.

Con tu mochila a la espalda emprendes tu camino. Solo, dueño de tu destino y esclavo de los actos de tus antepasados. Te debes a los demás, vives para ayudarles a sobrevivir y así expiar los pecados de tu abuelo. Las palabras de Anea sobre el "Código Delta" se han quedado en tu cabeza. Puede que seas la cura, o puede que todo sea simplemente una mentira más de este mundo salvaje.

Las tres camináis durante horas, impulsadas y excitadas por el consumo de las pirulas amarillas. No conocéis sus efectos secundarios, pero os sentís más rápidas, fuertes, despiertas... notáis todo con más definición a vuestro alrededor, la luz, los colores, los olores, cada copo de nieve, cada pisada, cada rama al quebrarse a vuestro paso... avanzáis siguiendo unas huellas de neumático marcadas en la nieve del camino, alimentadas por la esperanza de volver a ver a vuestros amigos.

En unos pocos días, todo lo que habíamos construido en Hoke se había echado a perder. Tulio había confiado en mí de parte de Clemente, y aquel estaba muerto y éste loco y preso. Los habitantes de Hoke, presos en otro lado, y Declan huyendo a su vida solitaria de siempre. Y mamá. Enferma. Quizás ya había fallecido. No lo sabría, sin ir a Baroña, o sin que volviera Luska. Pero no había a donde volver. 

Pero quizás... Los chicos me habían salvado, de mi madre solo había dudas, y en el mejor de los casos, hasta pasado el invierno, no hubiera vuelto a Baroña. Decidí ir a por las chicas. Además, iban en dirección sur, que era mi vuelta a casa. Dos pájaros de un tiro. Pero antes, grité: 

¡DECLAN, VAIKUS, HAY QUE AYUDARLAS! ¡LO PROMETIMOS!

Quizás ya no me escuchasen, pero debía intentarlo. Entonces, corrí a por ellas. Ojalá fuera la elección correcta. 

Me dispongo a tomar dirección a Belir, porque quiero comprobar si las chicas resistieron bien el paso de la purga y porque no pienso acercarme lo más mínimo a la costa, puede que me encuentre con más ferrolistas creyendo que soy el nuevo mesías salvador. 

Tal vez, haga noche en Loroño y me iré encontrando, eso espero, con todos aquellos a lo que ayudé. Luego la Granja del viento, A torre y finalmente Belir, tengo ganas de estar con gente conocida y que se portaron bien conmigo. Ahora mismo eso es todo lo que espero, poder verlos y echarles una mano.

Anuncia, lo siento pero si quiero sobrevivir necesito ir corriendo, no puedo ir a tu paso. Lo siento mucho. Debes ir a la costa y subirte al Moraime. ¡Cuídate!

Dicho esto salgo corriendo siguiendo las huellas, mirando a Sunhee para que me siga.

¡Rápido Sunhee, no llegamos!

Me despedí de Vaikus y los demás con la esperanza de volver a verles. Sabía que sería difícil, pero... nunca se sabe la de vueltas que da la vida. Quizás en el futuro... si sobrevivíamos...

Antes de emprender la marcha, escuché a Nara decirle a Anuncia que montara en el barco. Yo sentí un poco de lástima... era verdad que Anuncia estaba mayor, y que si quería montar en el Moraime ahora era el momento de volver. Pero también sabía que Asunta estaba allí atrapada junto a Gaspar, y que Anuncia haría todo lo que fuera por rescatarla... al igual que nosotros lo haríamos por nuestro hermano.

—Anuncia, Nara tiene razón... tenemos que ir todo lo rápido que podamos —dije—. ¿Podrás seguirnos? Tú te conoces mejor que nosotras, sabes tus límites. Si crees que puedes seguirnos, vamos. Si crees que no, eres la persona idónea para tratar de frenar el bombardeo. Tienes experiencia en tratar con personas... sé que podrás al menos retrasarlo y darnos tiempo a refugiarnos antes de que caigan las bombas.

Aquella era una decisión difícil para Anuncia, ya lo imaginaba... pero estaba segura de que decidiría lo más correcto. Era una mujer mayor, pero inteligente y luchadora.

Tras llamar a Vaikus y Declan y no recibir respuesta de ninguna de las partes, echas a correr tras las chicas. Te encuentras con Anuncia, que parece triste y cansada:

- ¡Xose! Me han abandonado. ¡No me lo puedo creer! Me han dicho que soy una vieja, que soy un lastre, y han salido corriendo, ¡las dos chiquillas! Después de todos estos meses en Hoke, después de haberlas acompañado y apoyado tanto... no tienen vergüenza ninguna. Puede que sean los efectos de esas drogas ferrolistas que se han tomado para correr más. ¡Corre y alcánzalas!

Anuncia niega con la cabeza y pronto la dejáis atrás. Tras abandonarla por ser demasiado vieja y demasiado lenta, seguís vuestro camino durante algunas horas más. Llegáis a los alrededores de Ponte Olveira, que es algo similar a Moraime, con un alto muro que rodea al gran asentamiento, y torres de vigilancia. No sabéis cómo entrar. en las puertas hay frateres y mucho movimiento. Al poco llega Xose y se reúne con vosotras. Os lleva siguiendo desde la cabina de Bebé, pero no os ha alcanzado hasta ahora, habéis ido realmente rápido. Tras un rato con vosotras Xose se despide y emprende el camino a Baroña, a su hogar.

Pronto cae la noche, y dormís en un recoveco entre unas piedras en el monte. Seguís planeando cómo hacerlo, cómo entrar y rescatar a vuestros amigos, pero no es nada fácil. Ahí hay demasiados frateres, demasiados fieles a ellos, y están demasiado bien organizados y defendidos.

Poco importa si al final lo conseguís o no, poco importa si estáis aún en la montaña, a las afueras de Ponte Olveira, o dentro de ella junto a Gaspar y los demás, pues un día después veis una estela surcando el cielo, un cohete, un misil, que impacta a pocos kilómetros del asentamiento. La gran explosión, el muro de fuego que barre la zona, la onda expansiva que destruye todo a su paso... es apenas un instante, apenas os da tiempo a ser conscientes de que habéis muerto.

FIN

Tras despedirte de las chicas sigues caminando todo lo que queda de tarde, y todo el día siguiente. Estás extasiado, pero consigues llegar a casa antes de que anochezca. Has caminado casi setenta kilómetros en día y medio, esquivando a los frateres, a los zombis, y guareciéndote de la lluvia y las nevadas. Pero lo has conseguido. Tu madre te recibe, extremadamente contenta, aunque débil. Luska le entregó el álbum. Esa noche es la mejor de todas. Duermes en tu hogar, frente al mar. Ya todo quedó atrás.

Baroña

Sin embargo al día siguiente, a mediodía, ves varios destellos en el cielo, al norte, y también al este. Los misiles impactan el suelo a lo lejos, el temblor de la tierra puede sentirse aquí, como un terremoto, y también las ondas expansivas que rompen cristales y derrumban algunas casas. Una gran nube de polvo lo cubre todo en cuestión de segundos. Y luego nada. Calma.

FIN

Dejas atrás el lugar donde se estrelló el Bebé de Elica, pero aún no has caminado ni media hora cuando Anea y Vaikus salen a tu paso, armados:

- Aunque sea a rastras.- dice la capitana.

Es lo último que recuerdas, y un breve forcejeo que termina por dejarte inconsciente. Recuerdas la sensación lejana de ser movido, de ser llevado, pero como si fuese un mal sueño. Recuerdas el olor del mar, ajetreo, y algunas voces. Despiertas en una celda, solo, en el suelo, en lo que sin duda es el interior del Moraime, ya en alta mar. No sabes dónd estaréis, ni cuánto tiempo ha pasado. Tampoco si es de día o de noche. Estás muy desorientado, cansado, hambriento y con un fuerte dolor de cabeza. Junto a ti hay una manzana, pero tus cosas no están.

FIN

Me duele que las chicas hayan abandonado a Anuncia, y la verdad, algo ahí me hace añorar mi casa, mi lugar. Se que ella se puede defender, y le digo que la espero en Baroña, en mi hogar. Quizás no debiera haber salido de allí, pero lo hice, y ahora tenía que cerrar ese momento. 

Encontré a las chicas, y la verdad, les dije que se vinieran conmigo. Baroña no estába lejos y podríamos planear algo. Por te Olveira era una locura en ese momento, y creí ver en los ojos de las chicas que habían tomado algo, y sabía por haber visto a los Narcos de Arosa que aquellas cosas eran... Peligrosas. 

-Chicas, no deseo dejaros aquí, pero ahora mismo... No deberíais estar solas, con esa energía excesiva y tantos fráteres cerca. Yo me voy a Baroña, a pensar un plan, venid conmigo... -Aunque sentia que todo habia ya perdido él sentido, y ellas no vendrían. Así que me fui. Quedaba mucho camino por delante, y les dije: -Siempre os tendré conmigo, a los tres. Por favor... Cuidaos. 

Llego a casa, tras mucho tiempo fuera, y un esfuerzo titánico. Llego cuando ya todo está a punto de oscurecerse. Y veo el mar, mi mar, mi barca allá a lo lejos, mi casa. Corro. Casi nadie me ve, están en la celebración de la noche, preparándola, cuidándose en familia. Y allí está la mia. 

-Madre, volví. -La abrazo. Estamos solos. No traigo la medicina, pero si tiene el álbum. Lo vemos. Reímos, lloramos, comemos, brindamos. Está realmente enferma, y al final, parece que no podremos hacer nada por ella. No le cuento demasiado de mis aventuras. La apenarian, y lamentaría que no estuvieran allí las chicas. No quería que tuviera pena. Y quizás, quizás, el día siguiente fuera el fin del mundo. El día de Navidad, irónico. Pero que paz, en el hogar. Al fin. 

Al día siguiente, paseo con mi madre. Se la ve muy cansada. Poco antes del mediodía, paramos cerca de donde están atadas las barcas, el muelle tantas veces recorrido. Me sonríe. Cantamos algunas canciones de fiesta, pero al poco se ven misiles y explosiones. Era verdad. El estallido de luz llega antes que el sonido, y el polvo llega en breves instantes. Miró asombrado, paralizado.

Siento un empujón. 

Mi madre. 

Me ha tirado al agua. 

Buceo. Aguanto bajo la superficie, instintivamente, casi un minuto. Sin moverme, sin subir. Hasta que el mar no se agita. Subo... 

¿Qué mundo hallaré?

Final alternativo para Nara y Sunhee

Pronto cae la noche, y dormís en un recoveco entre unas piedras en el monte. Seguís planeando cómo hacerlo, cómo entrar y rescatar a vuestros amigos, pero no es nada fácil. Ahí hay demasiados frateres, demasiados fieles a ellos, y están demasiado bien organizados y defendidos.

Poco importa si al final lo conseguís o no, poco importa si estáis aún en la montaña, a las afueras de Ponte Olveira, o dentro de ella junto a Gaspar y los demás, pues un día después veis una estela surcando el cielo, un cohete, un misil, que impacta a pocos kilómetros del asentamiento. La gran explosión, el muro de fuego que barre la zona, la onda expansiva que destruye todo a su paso... es apenas un instante, apenas os da tiempo a ser conscientes de que habéis muerto.

Esa misma noche, mientras os acercáis con la intención de sobrepasar el muro para adentraros en el asentamiento, un pequeño motín estalla en el interior. Oís gritos, disparos, y del caos dominante decenas de personas abren las puertas y salen huyendo en todas direcciones. Los frateres y sus fieles luchan contra los amotinados, campesinos y rebeldes. Algunos de vuestros amigos han caído en la refriega o no les habéis visto escapar, pero otros consiguen salir por vuestro lado y les vais interceptando a las afueras. Estos son Gaspar, Asunta y Elica. No veis por ninguna parte ni a Antón ni a Senés, ni a ninguna de las niñas.

Sin esperar a dormir ni descansar, comenzáis a caminar por el bosque, hacia la costa, para reuniros con Xose en Baroña, quien os lleva medio día de ventaja. Al amanecer del día de Navidad alcanzáis la playa de Baroña. Habéis caminado sin descanso, por la nieve, esquivando frateres y zombis; estáis exhaustas.

playa de Baroña

Justo cuando veis el pequeño pueblo a lo lejos, varios destellos brillan en el cielo, al norte, y también al este. Los misiles impactan el suelo a lo lejos, el temblor de la tierra puede sentirse aquí, como un terremoto, y también las ondas expansivas que rompen cristales y derrumban algunas casas. Una gran nube de polvo lo cubre todo en cuestión de segundos. Y luego nada. Calma.

FIN

Declan y Xose fueron a Moraime para alertar a Clemente sobre la traición de Rut, y del hecho de que la seguridad de Hoke estaba comprometida.

Nara y Sunhee fueron con Anuncia a donde se estrelló el Bebé y recuperar cosas de utilidad.

Entretanto un grupo de frateres y mercenarios ataca Hoke. Saquean todo lo útil, queman lo restante y secuestran a los supervivientes (os secuestran). Todo ocurre en una noche, están bien organizados y se ve que conocían el refugio y que llevaban tiempo observándoos. Entre los frateres está Jose, vuestro "hermano" de Pedroso, vestido de frater, y dirigiendo la operación. Al final de todo os meten en un camión y tomáis el camino hacia el sur, hacia Ponte Olveira. Te da tiempo de tirar la llave de la Pulga, a modo de mensaje para tus "hemanas".

Una vez en Ponte Olveira estalla una revuelta, entre los prisioneros, los propios habitantes de la urbe, de los mercenarios y los frateres. Ves a Jose luchando contra los frateres, al parecer se ha sublevado contra ellos, y entiendes entonces por qué te ayudó durante el trayecto, diciéndote que estuvieses tranquilo, y dándote agua y comida. Conseguís escapar, uno; otros no. Al final salís tú, Elica y Asunta, y escapáis a la montaña, donde Nara y Sunhee esperaban el momento de intervenir, ya que encontraron la llave y siguieron las huellas del camión.

Juntos caminásteis durante un día y medio hacia el sur, hacia Baroña, el pueblo de Xose, hacia donde él se dirigió (lo de Moraime no salió bien, Clemente estaba prisionero, y Declan se despidió de todos una vez de vuelta en Hoke quemado, para seguir su propio camino). Las chicas te cuentan unas historias de una horda que arrasa el norte, de la Purga (un expectro medio zombi que al parecer puede comunicarse) que los dirige acompañada de frateres negros, y de un plan de bombardeo de los ferrolistas para acabar con todo. Mucha información en poco tiempo, y camináis con prisa, sin descanso y sin comida.

Una vez en Baroña, justo antes de llegar, en el horizonte veis las bombas surcando el cielo e impactando contra toda la región de la Zona y Touriñán. Ninguna cae obre Baroña, pero sí llegan aquí los temblores de tierra, la onda expansiva, y una gigantesca nube de polvo.

FIN