Partida Rol por web

Frank escuchó las palabras de Zoddert en silencio. Era una pista, una muy buena pista que, si no les había hecho dar con el asesino, probablemente sí que les hubiera acercado mucho a él.

-Everton, cuando dices "Eldron Ninbo", te refieres a Eldren Ninwë, ¿verdad? -preguntó el orco, pensativo-. Fue el candidato republicano con el que Woods, Vaamar y yo hablamos hará cosa de un mes. Recuerdo que creíamos que podía proporcionarnos alguna ayuda en el caso, pero más allá de dejarnos claro lo poderoso que era, no hizo nada más. -Dirigio una mirada a Celarian, introduciéndose las manos dentro de la gabardina-. A mí me encaja, pero no podemos guiarnos solo por indicios. Habrá que cotejar si tiene un GMC Lambda o Terrain. Y aun así, no estoy seguro de que fuera una razón de suficiente peso para detenerlo como sospechoso.

Jefferson se aproximó hasta Everton y le palmeó en el hombro, en un gesto de camaradería quizá demasiado humano.

-Bien hecho, compañero -dijo, con firmeza-. Puede que ahora vayamos sobre la pista correcta.

- Tienes razón, Frank. - Celarian chasqueó la lengua. Se trataba de un tick muy repetido en ella. - Detenerlo por pistas circunstanciales sería una temeridad. Más teniendo en cuenta quien es. Se trata de alguien demasiado poderoso. Debe tener buenos abogados. Cualquier paso en falso podría mandar el caso al garete. - Resopló. - Tenemos que andar con pies de plomo. ¿Investigamos al final la pista del vehículo? ¿Tenemos los datos de los propietarios de lambdas o terrains? No lo recuerdo...

-No recuerdo si alguno de los otros investigó los datos de los propietarios de esos vehículos. -El orco se encogió de hombros-. Aunque no debería sernos complicado obtener resultados al respecto.

-Yo no lo hice, estaba recibiendo un tiro y respirando con un aparato electrónico. Bufó el orco levantando los hombros como si la cosa no fuera con él.

-En cuanto los doctores me dejen salir de aquí por descontado que os ayudaré, pero dicen que si salgo por mi propio pié y me pasa algo será responsabilidad mía y el departamento de policía no se hará cargo de las consecuencias médicas, vamos que o me quedo aquí o si recaigo me arruino... 

-Como no me fío de que alguien vuelva a acabar el trabajo he pedido que me cambien de habitación cada día y siempre llevo conmigo mi revolver del 12, el condenado que entre aquí a buscar problemas saldrá disparado por la pared de un disparo de mi amiguito. Dijo sacando un robusto revolver de un tercio mas de calibre que el de dotación, sin duda eso daba unos pepinazos de escándalo y lo escucharían hasta en Liberty Island.

- Perfecto Zoddert. - Dijo la elfa. - Haces bien en no fiarte de nadie. Aunque la versión oficial es que fue un tema de una banda que te reconoció de cuando estabas infiltrado, no podemos descartar, por inverosímil que sea, que quien esté detrás de todo esto, no sea el asesino de elfos. - Se quedó un momento pensativa. - Tenemos una buena pista que seguir. Me gustaría seguir a tu lado, pero tenemos trabajo. Creo que podemos ir al departamento y comprobar las matrículas de los Lambda o Terrain. Tenemos que tener la lista por algún sitio. ¿Te parece, Frank?

-Me parece perfecto, agente Vaamar -dijo el orco, dándole vueltas al día en que habían conocido a Ninwë-. Regresemos al departamento para cotejar esos datos. -Se dirigió entonces a Zoddert-. Espero que puedas recuperarte pronto, compañero. Y si ves a ese orejas picudas entrar en tu habitación, pégale un par de tiros de mi parte.

- ¡Pues nada! - Celarian chasqueó la lengua. - ¡Vamos a ello! - Entonces se acercó a Zoddert y le tocó el hombro suavemente. - Y tú recupérate. Necesitamos ese cerebro tuyo de orco. Parece que funciona bien enlazando fechas y datos... Nos vemos... - Dijo antes de dirigirse a la puerta.

-Venga chicos hasta otra! si no he muerto! El orco finge morir de un ataque al corazón mientras sus compañeros abandonan la sala.

Zoddert empezaba a sentirse algo mejor. No había pasado ni veinticuatro horas desde que sus compañeros le visitaran y parecía que había empezado a recuperarse a pasos agigantados. Podía ser que fuera su cuerpo de orco, mucho más duro que el de un humano y por supuesto que el de un orejas picudas, o puede que fueran las ganas de salir de nuevo a la calle y resolver el caso. El descubrimiento que había realizado desde la cama del hospital le invitaba a pedir el alta voluntaria, aunque claro estaba, que no podía jugar mucho con su salud. Al fin y al cabo, había estado muy cerca de la muerte.

Lo que era cierto es que se comía la cabeza. Estaba cansado de tanta televisión. Llevaba ya demasiados días únicamente con aquel entretenimiento. No era del tipo de personas que se apasionaban con los libros. No es que no leyera, pero prefería hacer otra cosas. Necesitaba actividad física, necesitaba salir de allí. Las cuatro paredes en las que permanecía se le empezaban a hacer pequeñas y ya sentía cierto agobio.

Siempre las mismas caras, enfermeras, médicos y alguna visita muy puntual de algún familiar o amigo. Muchas menos de las que hubiera esperado y algunas más de las que deseaba. Necesitaba un trago, eso también lo tenía claro. Necesitaba codearse con la gente de Nueva York y por encima de todo, estaba ansioso por retomar el caso. No quería que Celarian o Raynor se pusieran las medallas sin él. No le importaba tanto que Frank se atribuyera el mérito. Había hecho buenas migas con él y además era orco. Pero de lo que no tenía duda, era de que Johnson iba a salir en todas las portadas si resolvían el caso y aunque él no deseaba la fama, quería ser parte de eso.

- Buenos días... - Dijo una voz femenina que acababa de entrar en su habitación. Sin embargo y aunque la puerta se abrió, Zoddert no vio a nadie, salvo a un carrito entrando en su habitación. - Vengo a hacer la habitación... - Dijo una mediana que no debía alzar más de un metro veinte del suelo e inmediatamente se puso a barrer la estancia.

Hola si! Adelante! Como si fuera tu casa! Total yo estoy hasta los grundals de estar aquí en vez de trabajando en pillar a un asesino de orejas picudas.

dijo algo airado el orco.

perdone señorita, pero un orco lleva muy mal el recibir un tiro por la espalda en acto de servicio. Menos mal que hay gente simpática como usted y alguna que otra enfermera que sino ya habría huido de aquí.

- Pues escuché que le habían disparado a usted, señor… - Miró la ficha del paciente que tenía a los pies de la cama. - …Everton. ¿Cuánto le queda de estar por aquí? ¿Se lo han dicho ya? – Ante el gesto contrariado del orco, aquella mediana supo de inmediato la respuesta. - ¡Bah, esta gente grande! ¡No miran para nada para el paciente! ¡Ni le han dicho el tiempo que tiene que permanecer aquí! Intentaré enterarme de algo, descuide señor Everton.

Acto seguido se puso a llenar un cubo de agua en el baño y empezó con sus tareas. De pronto empezó a entonar una vieja canción hobbit de bendición. Cuando se percató de que Zoddert la miraba, esta se llevó la mano a la boca avergonzada. 

- ¿Le importa si canto? - Preguntó y sin esperar respuesta, volvió a entonar la melodía por donde la había dejado.

Miro con indiferencia a la hobbit, sigo viendo la televisión esperando para poder salir de ese manicomio en el que me han postrado.

Tras limpiar la habitación de Zoddert, la hobbit se marchó deseando buenas noches al orco. Zoddert trató de relajarse tras tener que tragarse aquella molesta melodía hobbit. No es que la mujer cantara mal, pero ese desde luego, no era su estilo musical favorito. Cerró los ojos y trató de dormir un rato. Cuando estaba a punto de pillar el sueño se abrió la puerta.

- Señor Everton... - Se escuchó la voz de aquella molesta y entrometida limpiadora. - Ya sé algo sobre usted. - Dijo muy contenta. - Los doctores planean darle el alta mañana mismo. ¡Enhorabuena! - Le felicitó.