Niega con la cabeza a modo de "no importa, no intentes justificarte..."
Suspiro entre aliviado y disgustado conmigo mismo antes de acercarme a su cuello . Luego beso su cuello y comienzo a acariciar su cintura y costado, antes de seguir ascendiendo hasta sus pechos.
Solo necesito un poco de tiempo, nada mas.
Me pongo en pie y me despojo de toda mi ropa, antes de sentarme junto a Alesia e ir quitandole poco a poco la ropa que la cubre y que se interpone entre el roce de nuestras pieles.
El anciano sigue al regordete hasta la sala que le indica y, una vez allí, durante la espera, comienza a observar todo lo que hay a su alrededor, a fin de conocer gustos o tendencias y por si fuese útil llenar algún incómodo vacío de silencio. Observa los cuadros o esculturas o cualquier muestra de arte que haya a la vista, también le presta atencion a la decoración del lugar (cortinas, molduras, etc.). Hará eso hasta que sea recibido.
Ya volví al trabajo, así que estaré online casi todo el dia.
Vas descubriendo su piel con lentitud, fina... tersa... suave... su perfume te embriaga. Tanto tiempo deseando tener a tu merced y este es tu momento. Finalmente yaceis desnudos, piel con piel.
La habitación es especialmente sencilla, unos sillones de terciopelo negro y maderas doradas. El suelo cubierto por una alfombra espesa y las paredes adornadas con algunos cuadros de familias reales de este y de otros tiempos. La iluminación es suficiente para que sea un lugar agradable pero en ningun momento excesiva.
El hombre que te pidió esperar regresa al poco tiempo
- Si es tan amable de acompañarme... - empieza, esperando que le sigas
Te acompaña hasta una sala alargada y más lujosa, libros y mapas adornan esta ultima. Intuyes que será con el consejero del rey con quien hablarás primero y no con él en persona. Una vez llegais se retira tras darle la indicacion de que te esperan en el interior.
/Recuerda: mensajes solo al director por ahora
-Qué bonito lugar, ¿no es cierto Esteban?. Fíjate cómo el conocimiento, cuando está bien presentado adorna muy elegantemente. Dijo el inquisidor mientras caminaba por dónde le era indicado. Ahora sí seguro de que se encontraría con la persona que lo había convocado, hizo acopio de voluntad y concentración, elevando silenciosamente una plegaria mientras asía su medallón. Caminó, ansioso por que se revelen los secretos, de una forma grácil y elegante.
Perdón por el descuido, lo tendré en cuenta.
Mas tranquilo pese a mi reciente fracaso, me lo tomo con calma y recorro su cuerpo con la punta de los dedos, rozando aquí y allí con la uña, y observando en todo momento las expresiones de Alesia para saber que puntos son mas sensibles que otros.
Es posible que la vez anterior me venciesen las ansias, pero eso no sucederá esta vez.
Para tu sorpresa se te condujo frente al mismisimo rey, un chico especialmente joven que contaba con dos consejeros, a su derecha se encontraba el que te habia hecho llamar.
Se esperó a que presentaras tus respetos al rey antes de hacer intervención alguna.
Se estremecia a cada roce, que ella no hubiera tenido ocasión de terminar te estaba ayudando ahora. Era dificil determinar cuales eran sus puntos debiles.
Tirada de ingenio.
Tomás trató de disimular su sorpresa ya que, sin mucho preámbulo, estaba ante el Rey. Lo que trató de esconder, también, fue su orgullo, un pecado recurrente en él... Caminó hacia el jóven monarca y presentó sus respetos Buenos días Su Gracia, es un placer estar ante su presencia y lo acompañó con la gestualidad que mandaba el protocolo. Acto seguido hizo lo propio con los consejeros.
He acudido al llamado con la mayor presteza de la que he sido capaz. Imagino, por el carácter de la misiva, que lo que se trate ha de revestir confidencialidad, por lo que he sido discreto con respecto a mi viaje. El caballero que me acompaña es Estéban Ibáñez y es de mi entera confianza.
No hace falta decir que estoy a su entera disposición, Su Gracia dijo, haciendo una pausa.
Le miro a los ojos y a la tensión de su mandíbula y cuello cuando la toco, siguiendo las lineas finas y hermosas de su cuerpo. Lamentaba no haberla echo disfrutar antes, pero ahora me enmendaría...sin duda.
El joven rey hizo un gesto de aprovación con la mano, y fue el consejero que te habia hecho llamar el que intervino.
- Hemos capturado a un espia montaignes que creemos puede tener información vital sobre el enemigo y sus proximos movimientos.
Se adelanta un poco
- Su majestad cree que podeis ser de ayuda.
Te mira esperando.
Su cuello y sus muslos, especialmente la parte interior, parecian las zonas más sensibles.
Buena tirada.
Su Gracia me halaga en demasía, al tenerme presente en sus pensamientos. dijo con un leve movimiento de cabeza. Por supuesto que haré lo indispensable por servirle como crea conveniente, amen de aportar mi humilde colaboración al intento de redención de las almas impías.
Ahora dirigiéndose al consejero dijo: Supongo que habrá en los calabozos algún lugar preparado para estos menesteres, de todas formas me gustaría verlo antes de comenzar y corroborar que todas las condiciones sean favorables.
Comienzo a besar su cuello, lamiendo aqui o alli, acariciando su piel y buscando el contacto liviano y suave como una pluma. al mismo tiempo, juego con mi mano sobre sus muslos, antes de introducirme entre ellos y comenzar a seguir la linea interna de la cara interior de sus muslos, rozando aquí y allí con la uña, o siguiéndola con la punta de los dedos.
Alguna tenia que salir xDDD
La notabas llena de deseo, en realidad ya lo estaba antes cuando la dejaste a medias y ahora más aún. La noche estaba ya bastante entrada, en unas pocas horas estaría amaneciendo y vosotros todavia estabais despiertos (y para que negarlo, bastante entretenidos).
Pese a la pasión que notabas en ella, seguia siendo paciente, dejando que tu tomaras la decisión del cuando y del como.
El consejero asintió
- Contareis con los servicios de nuestro verdugo para lo que necesiteis, el os mostrará las herramientas.
Hizo un gesto a un siervo, adivinabas que para que hicieran llamar al verdugo
- ¿Alguna otra cosa que requirais?
He de necesitar algun manjar que tenga a disposición en la cocina, vino y la mesa servida para dos en el lugar del interrogatorio. También agua para que el prisionero se lave y una muda de ropa elegante. Necesito que el prisionero esté atado en el potro, el posición vertical y encapuchado, y que unos momentos antes de comenzar mi interrogatorio un verdugo encuentre motivos para azotarlo con un látigo 12 veces. Con eso estaría listo para comenzar.
Me deslizo poco a poco por su pecho, jugueteando con la lengua en sus sedosos senos, antes de seguir descendiendo y acariciar el interior de sus muslos con el bigote, previo paso a comenzar a jugar en su sexo con mi lengua, mientras recorro las piernas, llenándola de caricias.
Un hombre irrumpió en la habitación acompañado por el sirviente. Se inclinó ante el rey y sus consejeros y acto seguido te miró.
- A vuestro servicio.
Dedujiste que se trataba del verdugo.