Despiertas al dia siguiente, las ventanas estaban cerradas y solo entra un pequeño haz de luz. No sabes que hora puede ser, no sabes siquiera si no pasa ya del mediodia.
"¿Los Giovanni? Alguien más quiere matar al duque ya que nadie puede haberse enterado de mi trato con la duquesa."
Sin dar más tiempo a pensar y esperando sacar a la duquesa de un apuro, Luca penetró en la habitación abriendo la puerta de repente y mirando a ambós por un segundo, para terminar dirigiendose a la duquesa inclinandose en un profesional saludo
- Perdonad el mio retraso señora, dijisteis que queriais verme para ponerme al día dopo la cena.
La cabeza del chico iba a cien intentando procesar lo que acababa de decir sin pensar y buscando alguna forma ingeniosa de replicarlo, ¿habría sido apropiado?
Se giró y te miró con desprecio y rabia
- ¿Como os atreveis a irrumpir así? ¡Fuera de aquí ahora mismo! Recordad que no sois mas que un sirviente... - encolerizado
El chico echo la cabeza atras sorprendido ante aquella explosión de rabia por parte de su amo. Antes de responder pero, volvió la mirada de nuevo hacia la duquesa para comprobar si estaba tan sorprendida como él o si compartía la decisión del duque.
Tras unos segundos se inclinó ahora hacia el duque pidiendo disculpas
- Perdone, enseguida me marcho duque.
Dió unos pasos atrás y cerró la puerta delante suyo.
"Vaya... no me esperaba esto, pero al menos deseo haber podido distraer su atención de esa conversacion de la que yo solo habría podido salir malparado"
La duquesa no dijo nada, pero no parecia enfadada por tu aparicion, quizá en parte aliviada.
- ¿Esa es la clase de sirvientes que me traes? ¿Rebeldes sin educación?
La duquesa hablaba con toda la calma con la que se podia hablar en la situación
- Solo seguia mis ordenes, fui yo quien pidió verle... para ponerle al dia - te excusa
- ¿Al dia? ¿Al dia de que? ¿De tus encantos? - rudo
La trataba poco mejor que a una prostituta o a una esclava
Arqueó las cejas sorprendido ante aquella muestra de desprecio por su mujer
- ...questo si que es una muestra de educación...
No pudo evitar murmurar entre dientes, algo que enseguida vió que debería haberse callado sin terminar de saber si el duque lo habría oído o no.
Sin embargo, le sorprendió lo claras que tenía las ideas el duque sobre mi verdadero motivo de estar a sus servicios, sin duda era un hombre con buen ojo.
- Basta, ya es suficiente... - sus pasos iban hacia la puerta, de un momento a otro la abriria y serias descubierto al otro lado
El chico se aprisó a bajar nuevamente las escaleras y esperarse en un rincon para ver si la duquesa iba a su búsqueda.
Abrió los ojos y miró a su alrededor, no sabía donde se encontraba. Al incorporarse y ver bien la habitación, comenzó a recordar lo del día anterior. Se desperezó y se levantó para vestirse. Corrió las cortinas y miró por la ventana, ¿qué hora sería? Vaya vergüenza como hubiera dormido más de la cuenta.. Recogió sus cosas y cogió el collar para entregarselo al duque, salió de su cuarto en busca de algún criado que pudiera decirle donde se encontraba.
Se retira a su habitación, al igual que el duque.
Después de bacilar un segundo sobre si visitar o no la habitación de la duquesa, la razón triunfó e hizo que él también se retirara a dormir. Se preguntaba si lo propio sería quedarse en la hacienda a pasar la noche o si eso no figuraba en los planes de sus señores; así que fue a buscar a algún sirviente para pedirle si la duquesa había preparado alguna habitación para él. En caso contrario volvería a su hostal dónde le esperaba la media botella de brandy que había abandonado aquella mañana.
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Un sirviente te acompañó a tu habitación. La noche fue tranquila pero despertaste de manera desagradable.
Ya habia amanecido, quiza las agujas del reloj de la catedral rozaran ya las 10 de la mañana cuando el grito de una mujer, el sonido de cristales rotos y un golpe seco te sobresaltaron.
Tenias el collar en tus manos, quiza las agujas del reloj de la catedral rozaran ya las 10 de la mañana cuando el grito de una mujer, el sonido de cristales rotos y un golpe seco te sobresaltaron.
Las uñas pintadas indicaban que aquellos dedos que movían los hilos en la oscuridad eran de una mujer, y bajo los hilos estaba él. Con el horror dibujado en el rostro dirigió su mirada hacia sus brazos y el corazón se le aceleró al ver que al llegar a estos los hilos más bien parecían cuerdas que se ahondaban entre su piel y su carne y luego un grito y el romperse del cristal.
No le hizo falta más. Tal como escuchó el grito el chico saltó de la cama sin bacilar. La luz del sol entrando por la ventana fue lo primero en advertirle que no era media noche como tenía en mente; la comodidad de aquellas camas había echo que durmiera del tirón, aunque sin alejarlo de las pesadillas. Justo se enfundaba los pantalones cuando ya estaba saliendo disparado de la habitación cogiendo la espada en el revuelo a la busca del origen del espanto.
Levanta la cabeza al escuchar el grito, como si así supiera de donde provenía el grito y el ruido de los cristales, ¿se habría caído alguien?. Echa a correr hacia donde cree que proviene el grito.