Partida Rol por web

Un día más para ti en Numa, la capital de Vodacce. Tu vida monotona y sedentaria empieza a hacer de ti una mujer desgraciada, a tu joven edad ya te sientes mayor. Quizá dejarlo todo y empezar de nuevo fuera una buena solución. Suspiras.

La luz que entra en tu habitación te invita a levantarte y tomar algo para desayunar.

La luz de la ventana la hace despertarse, al abrir los ojos parece caer en la cuenta de donde está y no puede evitar poner cara triste. Últimamente su estancia en Numa no era nada agradable,  todo se había vuelto monotono y no tenía ilusión por nada ni por nadie, y eso no podía permitirlo, es demasiado joven como para tener una vida como una mujer adulta y casada.

Se levanta y se pone el batín encima de su camisón, se coloca las zapatillas y se mira en el espejo, suspira, aún tiene mucho que disfrutar y puede sacarse más provecho, algo que ahora mismo no hacía. Quizás debería cambiar su casa, irse a otro sitio, y empezar de nuevo, eso sería una gran idea.

Baja las escaleras hasta la cocina donde se prepara el desayuno como todos los días, la casera cada mañana le traía leche fresca y pan para desayunar, era una mujer muy amable y que la cuidaba mucho, es lo único que le gusta de este lugar y le daría pena dejarla.

Unta su pan con mantequilla y lo muerde mientras mira por la ventana como los niños corren y como todo el mundo vuelve a sus quehaceres rutinarios, ¿cómo pueden ser felices así? Envidiaba que pudieran conseguir la felicidad con tan poco y que ella no fuera capaz de conseguirla. Lo mejor sería que se fuera de allí cuanto antes.

Lo unico que creias bueno en este momento era tu desayuno, lo terminaste y aun mirabas por la ventana inmersa en tus pensamientos. Era facil decir que habia que dejarlo todo, pero no era tan facil hacerlo.

Coloca todo amontado al lado del fregadero y sube a arreglarse, hoy tenía una cita con un nuevo joyero que necesitaba algo de publicidad en la ciudad y que mejor que una cortesana para llamar la atención de compradores.

Se puso sus mejores galas, siempre iba ataviada con ropa de calidad, pieles y buenas joyas, algunas regalo de sus acompañantes. Lo mismo que su perfume, debía estar perfecta para el encuentro y que el vendedor viera en ella su gran oportunidad.

Pero no solo las luce, si no que sabe bastante sobre ellas y puede reconocer cuales son verdaderas y cuales burdas imitaciones.

Una vez lista, habían quedado en la posada donde el hombre se alojaba, habían reservado una sala a parte para tratar los negocios. Ella llegó puntual, un poquillo antes de la hora prevista y esperó en la barra a que el hombre apareciera. Mientras tanto seguía dándole vueltas a lo de marcharse, la verdad.. es que con lo que había conseguido en esta ciudad si se fuera lo perdería todo. Negó con la cabeza para quitar de su mente la idea, ahora debería estar despejada para los negocios.

Finalmente el hombre llegó

- Sois puntual... - comentó agradado

- Para los negocios hay que serlo si quiere dar una buena impresión - se incorporó y sonrió al hombre, inclinandose levemente para saludarle.

Avisó al tabernero de que les llevara el mejor vino de la zona y algo para comer, lo pagaría ella. Pidió al hombre que la acompañara a la sala donde hablarían de los negocios.

- Espero que disfrute de su estancia aquí.. ¿Le ha dado buena impresión la ciudad? - pregunta al hombre para romper el hielo.

- Una excelente ciudad, sin duda...

Al llegar a la puerta, la abrió para ti

- Gracias..- sonrie al amable caballero y pasa primero, toma asiento frente a él.

- Mi nombre es Adrianna Piero, soy cortesana en esta ciudad y algunos hombres me tienen en alta estima.. Podría lucir sus joyas delante de ellos o en pequeñas reuniones a las que asisto con gente de alta cuna. Sería una buena forma de promocionarle en esta ciudad, sabe bien que el boca a boca es lo que la gente cree más..

En breve les traen vino y comida para picar. Le sirve una copa de vino a él antes de servirse ella.

- Ha traido algunas para mostrarme?

- Oh, por supuesto...

Saco un paño de seda de su chaqueta y lo descubrió ante ti

La primera pieza era un collar de pequeñas piedras engarzadas en oro, algo discreto. La segunda era algo más discreta pero igualmente bella.

- Estas son mis dos ultimas piezas, esmeraldas - dijo señalando el primero - y zafiros - señalando el segundo

- Vaya.. son preciosos.. Puedo?? - pregunta antes de cogerlos

Los mira con detenimiendo, sobretodo las piedras para comprobar que sean de buena calidad, ella no puede permitirse el lujo de vender cosas como valiosas cuando en realidad no valen nada.

- ¿En cuanto estaría el precio de cada uno? - pregunta mientras los sigue mirando.

- Por encima de los 500 gremiales... - sabias que estaba observando tu reacción

Parece satisfecha con lo que está viendo.

- Bien..  - se coloca el collar por encima y se mira en un espejo, realmente sientan bien.. - me gustan..- le confiesa al hombre y lo deja sobre la mesa.

- Ahora falta llegar al acuerdo..150 gremiales para mi de cada collar y el resto para usted, de los collares que yo le venda. ¿Le parece bien? - pregunta.

- 500 es un buen precio para mi, lo que querais añadirle y ganarle no será asunto mio

- Bien pues.. - le entrega la copa a él y otra para ella, la levanta para brindar con él - espero que el negocio sea próspero - sonrie y bebe un trago del vino.

- Me quedaré con el de zafiros, me ha enamorado..  es precioso.. me lo pondré esta noche para una cita que tengo - espera que este se lo fie dejandole una cantidad minima.

- Vuestro en ese caso... - concedió, dejando a tu elección cuanto dejarias a cuenta, por ser cortés

Bebió.

Llegaste a la ciudad de Numa a media mañana, no tenias ni idea de con quien debias contactar.

Tras unas jornadas de viaje, el abatido espadachin se detuvo en la capital. Observó aquel lugar...se respiraba en parte, oscuridad y ese lado tan mistico que caracterizaba a Vodacce. Lo primero que hizo fue buscar una posada donde dejar el corcel, tambien necesitaba comer algo, por suerte se trajo el dinero del posadero, quizá le diera para algo. Si con tanto deseo le buscaban, seguro que lo encontrarían.

Una posada no fue algo dificil de encontrar, y el servicio a cambio de dinero tampoco.

Te sentaste, con un buen plato de pescado fresco delante.

Una vez tuvo todos los asuntos tratados sobre el hospedaje, Dante se sentó comodamente en una silla y empezó a despachar el pescado, estaba bastante exquisito, y la guarnición estaba bastante bien. Hacía mucho tiempo que no hacía eso, que no comía caliente.

Luego se relajó en la silla y bebió algo de vino. Era cuestión de tiempo que le encontraran esperaba...