El viaje en vaina continuó sin interrupciones mientras hablaban de dinosaurios, de incubadoras, turnos de limpieza y de cómo Eddie les iba a pagar a los demás. A este paso el sincronizado iba a quedarse sin su comisión de la recompensa, pero quizás por un bebé pterodáctylo merecía la pena. Todo se podía replantear.
Y entonces en el horizonte apareció.
Rushán.
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