Partida Rol por web

Año 706. 1º Regio
Noveno día del Quinto mes
Amanece

La bruma se desvanece y tus sentidos comienzan a captar el mundo que te rodea. Una emoción crece en tu pecho. Desde que naciste estuviste viviendo en una ciudad hermética, cerrada y limitada, sin embargo, lo primero que sientes es la inmensidad de un mundo inabarcable por tus sentidos. Ruidos y olores infinitos llegan a ti, hasta el punto de saturarte. Necesitas un tiempo para orientar tu pensamiento, tu conciencia, y enfocar el entorno.ç

Te encuentras sumido en la oscuridad. Intensa y pacífica. Eres consciente de todo tu ser, pero no puedes verlo en ese lugar. Tampoco encuentras nada a lo que agarrarte ni un suelo que pisar. Estás suspendido en ninguna parte. Así pasan los minutos en los que tu mente no deja de lanzarte hipótesis sobre lo ocurrido. Verdaderamente agobiante hasta que, como un faro en medio de la noche, escuchas una palabra. Transmutación.

Una luz comienza a brillar debajo de ti. Sientes que estás descendiendo. La penumbra ilumina tu entorno y distingues las paredes circulares... estás en un pozo. Pero no son paredes, son estantes lo que te rodea. Estantes plagados de libros y pergaminos de todos los grosores y tamaños.

Vuelve a mirar abajo y distingues que la luz viene de una puerta abierta. En medio hay una pasarela suspendida con alguien. Una persona, no, una mujer joven que no advierte tu presencia y tiene la mano extendida como si esperara que algo se posara en ella.

-Transmutación- La joven pronuncia la palabra con voz enérgica. En condiciones normales la orden activaría los mecanismos arcanos de aquel lugar y llevarían un libro hasta ella. Pero este día la situación dista mucho de la cotidianeidad a la que los lectores de Arkhania están acostumbrados. En lugar de descender un libro, aparece un individuo.

Extrañada por la tardanza alza la vista -¡Joder!- grita visiblemente sorprendida al percibir la presencia de aquel hombre extraño que suavemente posa los piés junto a ella. A punto estuvo de caer por la pasarela del sobresalto. Tras ello queda boquiabierta al tiempo que un libro de anatomía de los aparatos reproductores, consejos para un buen coito y posturas sexuales desciente hasta caer a su lado.

La muchacha sale de su asombro. Disimuladamente da una patada al libro que cae a la infinidad de aquel lugar para ser engullido por la oscuridad. -¿Quién eres?- Pregunta la joven frunciendo el ceño.

Al posar sobre la pasarela, recorrí la estancia con un largo y detenido vistazo, antes de centrar toda mi atención en la muchacha que se hallaba ante mí. Su rostro se me antojaba familiar, al igual que su asombro ante mi aparición, pues es el mismo que se reflejaba en el mio.

- Me llamo Yurik, y créeme cuando te digo que estoy tan sorprendido como tú por haber aparecido aquí, ante tí, en este preciso instante, lo cual me lleva a preguntarme si ha sido obra del alzar o del destino. Si no es indiscreción ¿Quién eres?-

-soy Agnel- pienso respondiendo en mi mente a su pregunta, pero mi voz no emite palabra alguna. Cierro la boca, trago saliba y asiento -Me llamo Agnel- miro su capa, miro su piel, su forma de andar... -¿De dónde has salido?- Pregunto mirando al infinito de esta extraña estancia -Esto... no... tiene ningún sentido- le miro de nuevo -Yurik- digo frunciendo el ceño y adoptando un gesto pensativo. Me resulta familiar. -Yurik- susurro ahroa más bajito, hasta que mis ojos se posan en el libro que trae consigo -¡Qué!- exclamo horrorizada -¿De dónde has sacado eso?- Le pregunto visiblemente molesta. La idea de escribir un libro había rondado mi cabeza desde la infancia. Tenía pensado el color de la portada, el tamaño exácto, los ribetes del canto, el adorno de las tapas... todo está en mi imaginación pero, inconcebiblemente, este recién llegado tiene la materialización física de mis diseño.

-Tengo... debo informar de esto a un superior. Eres un desconocido...- Las palabras transmiten el mensaje de lo que debo decir, no de lo que pienso realmente. Hasta que mi mente despierta se impone -Ese libro sólo estaba en mi mente, yo te he invocado... ¿te he creado yo?- Tras decirlo caigo en la cuenta de que resulta absurdo según los principios mayores de la magia.

-Deja de pensar. No tengo los conocimientos suficientes para enteder qué ha ocurrido. Necesito ayuda. Ayuda...¿será una amenaza?- Lo miro ahora con suspicacia y recelo.

-Vamos al Gran Salón.- Le digo dirigiéndome hacia la puerta.

Adopto una pose más relajada y muestro una sonrisa agradable y tranquilizadora, tras la comprensible y desconcertante reacción de mi anfitriona, -Los Principios Mayores de la Magia....pensándolo con detenimiento si tiene sentido, pero no de la forma ordinaria en que se ejecuta lo arcano. Me explicaré, según el Principio Mayor de la Voluntad, tu objetivo era  obtener la sabiduría sobre la transmutación, solo que en lugar de invocar un libro de ésta biblioteca sobre el tema en cuestión, has invocado una enciclopedia viviente, o lo que es lo mismo, un experto en la materia, a mí. De forma inconsciente has usado como Catalizador el libro que debería haber aparecido ante tí. Aunque esto es solo la mitad de la explicación, pues mi voluntad era la de encontrar una civilización y sus linajes, en el proceso, de algún modo, nuestras mentes han conectado, pues tu buscabas información que yo poseo y viceversa, señalando con la mirada el libro que sostengo, como experto transmutador mi deseo a materializado este libro que albergabas en tu mente, y como resultado de la conexión ambos hemos aparecido en esta sala frente a tí.-

Me acerco a ella hasta colocarme a su altura, - No tengo malas intenciones, y a pesar de todo, no creo comprender el porqué ha sucedido de esta manera, pero ahora que estoy aquí, quisiera quedarme, al menos por un tiempo, si me lo permitís, ha sido un placer conocerte y divertido debo añadir. La miro directamente a los ojos y de forma serena, adelante, presentame a tus amigos del Gran Salón, estoy abierto a sus propuestas y conjeturas, además no tengo intención de quedarme en esta sala todo el día jeje-

Los ojos de Agnel sostuvieron tu mirada. La mujer interiorizó tus palabras profundamente y sintió en ti un extraño equilibrio entre la sinceridad y la incertidumbre. Viste en sus ojos que creyó en tus palabras, pero también intuyó que no se lo estabas contando todo.

Aún así. Tomó su decisión...

-Vale- asiente mirando el libro. Lanza una mirada de reojo a la puerta y, ahí, aprovechando tu cercanía, posa sus dedos en índice y corazón en tu sién izquierda y sientes un chispazo que te hace retroceder. -Tranquilo. Soy cognoquinética. He introducido una sabiduría en tu mente que te ayudará dentro de poco. Lo notarás en cuanto se active. Lleva un tiempo.- Luego niega con la cabeza y se sonroja -no me mires así. Puedo transmitir los libros que he leído de una mente a otra pero aún no sé hacerlo con rescuerdos o experiencias.-

Acto seguido se dirige la puerta. -¿Vienes?-

Tras el chispazo comenzaste a ver signos, símbolos que fulguraban en la negrura de tu mente con luces metálicas acompañados de una leve sensación de mareo.

Agnel te hizo un gesto desde la puerta y saliste ensimismado, más atento de dar sentido a esos símbolos arcanos que tan familiar te resultan pero que no puedes conectar con tus recuerdos ausentes que de los que te rodeaba mientras cruzabas los corredores de piedra que te llevaron hasta el gran salón.

Un acóligo (o estudiante, no lo tienes muy claro), te conjuro hasta esta peculiar habitación. Tras la puerta se extendía un puente que llegaba hasta el centro de la misma. Al acceder descubriste que era un pozo. Se extendía arriba y abajo más allá de lo que alcanzaba la vista. Sabías, por las descripciones de Cyria, que esa biblioteca era especial pero estar allí, suspendido en medio de la nada, daba una sensación contradictoria de vértigo y paz.

La habitación cilíndrica sin suelo ni techo estaba recuberta de estantes atestados de libros. Era imposible contar los volúmenes que allí se podrían guardar. Sabías que se trataba de una estancia mágica en la que bastaba nombrar un libro o un área de conocimiento para que los libros salieran de sus estantes y levitaran hasta ti.

Tan sorprendente y tan denso el deseo de lanzar una moneda a ver si caía, subía o flotaba, pero no era momento de juegos y no lo haría sin un permiso del encargado del lugar justificando "curiosidad", una palabra de gran fuerza en un lugar como aquel.

Se acercó al centro de la sala y pronunció unas palabras - círculos para pergaminos de uso inmediato de defensa superior... - empezaría con algunos pergaminos defensivos, cuando terminara con ellos proseguiría con los curativos y tal ve alguno de apoyo.

Era importante incluir en el papiro una frase fácilmente legible por el lector para activar la magia, el resto lo haría el propio pergamino.

Tras tu orden, un tomo grueso y algo polvoriento salió de un estante muy superior a donde te encontrabas y cayó lentamente hasta situarse a tu alcance. Se trataba de un manual para realizar inscripciones de cualquier tipo de magia que desencadenaran conjuros de un nivel superior. Es un libro avanzado por lo que se necesitan conocimientos previos. Este manual enseña a añadir varios signos a las inscripciones de forma que los efectos de los conjuros de base, en tu caso los de protección, podrían ampliarse, duplicarse, prolongarse, etc.

Son signos complejos por lo que necesitarás tiempo para leerlos y memorizarlos.

La norma dicta que ningún libro sacado de esta biblioteca puede salir de la zona del Gremio de Hechiceros por lo que sabes que deberás tomar notas si quieres continuar con tu estudio en casa.

Cerca de la biblioteca no había ningún asiento, pero en el exterior, a pocos metros hacia la izquierda, está el Gran Salón. Donde los hechiceros se sientan a trabajar en las mesas del fondo, descansan junto al fuego o comen junto a la mesa del gran banquete (una mesa mágica sobre la que aparecerá el alimento que pidas).