Año 706. 1º Regio
Undécimo día del Quinto mes
En la mañana
Como no podía ser de otra manera, el gato remendado te lleva a la orilla del lago en la zona del Gremio de Mercaderes. Puedes ver las fábricas antes de perderte por lo que parece una tubería de desagüe, pero pronto descubres que es la entrada a un lugar muy diferente.
Pronto llegas a una red de cuevas que te es vagamente familiar pero no consigues ubicar. Su extensión es enorme. El gato continúa maullando de vez en cuando para atraer tu atención. -Maldito animal- piensas al sentir la pesadumbre de aquel lugar desierto y olvidado.
Así caminas pasando los minutos. Te es necesario recurrir a tus conjuros para poder ver en semejante oscuridad hasta que, por fin, llegáis a una gran edificación construida en la piedra. Allí, en la puerta, el animal se detiene y maúlla en forma de llamada o te bufa si osas adelantarte y entrar al templo.
Veo al humano aparecer con paso firme pero cauto -haces bien- mis ojos lo observan en la oscuridad hasta que Nexo (mi gato) me llama. Es entonces cuando salgo a su encuentro. -Tú debes ser Yurik Malakai- digo alzando un dedo escuálido hacia él. -Malhadra quiere verte- sentencié y el gesto del mago atrajo mi atención. -Ya lo sabe- pienso molesta. Por más que sirvo a esa mujer aún hay secretos que se me escapan. -Sígueme- le digo de mala gana.
Te adentras con ella en el templo y no tardas en escuchar una bella melodía, enigmática y atrayente. Su sonido viene de un recodo pero, antes de poder seguirlo o identificarlo, cesa.
Alguien se acerca y su melodiosa voz te sorprende. A diferencia de la elfa (delgada y demacrada) la mujer que aparece ahora es bella, sonrosada y risueña.
-¡Oh!- exclamo al verle -Un invitado- digo acercándome con una sonrisa -Nunca hemos tenido invitados... bueno, salvo padre cuando venía. ¿Quién eres?- Le pregunto realizando movimientos zigzagueantes.
A mi espalda puede ver la multitud de animales reanimados que me sirven como un enjambre y a los que estaba dotando de vigor con una nueva melodía. -¿Te gustan?- le pregunto cuando veo que mira al fondo. -Son mis criaturas. Aún estoy practicando. Pronto estaré preparada para hacerlo con seres inteligentes- Digo ilusionada con compartir mis conocimientos con él.
-Eso es lo que tú quisieras Mila.- Digo bajando las escaleras y me deleito al ver la sorpresa del mago al comprobar que estamos muy vivas -¿Qué esperabas? ¿Cuerpos esqueléticos? ¿Olor putrefacto?- Le pregunto sonriendo y apartando mis cabellos alborotados para que pueda ver mi cuello. Aparto la capa para mostrar la mayor parte de mi cuerpo. -No, aún no.- Le digo como anuncio de un capítulo que aún está por llegar. -Soy Isabella-
Te parece ver una especie de contorneo junto a Isabella, un alma quizás. Recuerdas lo que leíste en el libro. Ella es la primogénita de Malhadra en esta línea temporal y su madre la ha instruido en el manejo de los espíritus y las fuerzas incorporales.
Mila, al contrario que su hermana mayor, controla los no-muertos corporales con ayuda de cánticos, narrativa o música de flautas hechas con huesos.
Y aún queda la pequeña, la más excéntrica. Una maga que, mediante el canivalismo, adopta aptitudes de los no-muertos o de los seres que ingiere potenciando su propio cuerpo. Recuerdas que su nombre es Alana "Bebedora Sangrienta" Demos, pero no parece estar por allí cerca.
Tampoco ves a Malhadra pero en torno al lugar en el que te encuentras hay un sin fin de galerías, corredores, escaleras y balconadas. Podrían estar en cualquier sitio.
Seguí al gato hasta lo que parecía ser un templo (o una cripta), de entre las sombras apareció una escuálida mujer, sus rasgos parecían provenir de una elfa, aunque no sabría distinguir a simple vista si pertenecía al mundo de los vivos o de los muertos, quizás a ambos.
-Tú debes ser Yurik Malakai- dijo alzando un dedo escuálido señalandome. -Malhadra quiere verte- Asentí con la cabeza, aunque parece que se molestó por algo. - Tú debes de ser Gargex Silbania, una de los miembros del Gremio de Hechiceros, al cual acabo de unirme esta mañana tras haber superado la prueba, supongo que eso nos convierte en compañeros, espero que nos llevemos bien- tras la presentación nos adentramos en el Templo.
La cavidad y extensión de las grutas parecían no tener fin. - ¡Ah! El apasionante mundo de la magia y los entresijos que aguarda esperando ser descubiertos, estudiarlos minuciosamente y desarrollarlos en su máximo esplendor y potencial.- Miré a las bestias reanimadas, y posteriormente fijé mi vista en el ente que aguardaba tras Isabella. -Individualmente aún no habéis alcanzado el potencial de vuestra madre, pero juntas podréis alcanzar logros mayores, me lleve una mano a la barbilla, Con el recipiente adecuado como componente para el ritual,...
Si además de usar como catalizador tu melodía o cántico, añadís las artes espirituales, encerrando un ente incorpóreo a un cuerpo, dotándole de conciencia, no sólo tendréis un fiel siervo que obedezca vuestros designios, sino que podrá actuar por voluntad propia, sin malgastar vuestra concentración y dedicación, para ordenarle lo que debe hacer.-
Por unos instantes más aguardé sumido en mis propios pensamientos y en las distintas combinaciones posibles, -Ops, casi se me olvida para qué había venido, por cierto, soy Yurik Malakai, un viejo amigo de vuestra madre Malhadra Demos, he venido a hablar con ella. Si alguna es tan amable de indicarme el camino o acompañarme para que no me pierda, os estaría agradecido- dije mostrando una sonrisa complaciente.
Las hijas se mostraron coquetas y ambas parecen querer acompañarte hasta Malhadra con entusiasmo. Dan un paso hacia delante pero algo las detiene y su semblante se torna sombrío, observando un punto tras de ti. Es en ese momento cuando intuyes que allí hay alguien más, alguien a quien no has detectado. Sigilosa como la muerte.
Al girarte ves a una chica de baja estatura y pelo corto. No es tan agraciada como las otras dos pero, sin duda, pero sus ojos insanos revelan que son parte de una mente muy diferente a las demás. En ella hay algo que la diferencia del resto de sus hermanas.
A lo largo de los años sabes cuando alguien puede representar un peligro, no por su fuerza, su destreza en la batalla o su poder arcano, sino por su mente maquinadora.
-Yo le llevaré- mi voz es un susurro sutil. No hay autoridad, no hay firmeza, no hay emoción. Simplemente una frase afirmativa como aquel que al ver las nubes negras cubrir el cielo azul dice con certeza "va a llover". Es una posibilidad altamente probable y decirlo en voz alta la hace verdad absoluta. Siempre ocurre así. La realidad es subjetiva, manipulable. La realidad no es más que un delirio colectivo.
Sin decir nada más. Camino rodeando el cuerpo del mago sin alterar el semblante, sin acercarme. Paso entre mis hermanas que guardan silencio y subo las escaleras. No me giro para ver si Yurik me sigue o no, no es necesario gastar energías en esas nimiedades. Tampoco me molesto en si conoce mi nombre, no me he fijado en sus ojos, ni en su porte, actitud o personalidad. Tampoco he prestado atención a sus palabras. Sólo... -¿A qué sabrás tú?-
En el transcurso del camino hasta madre no pronuncio más palabras, no es necesario. Tampoco escucho lo que él tenga que decirme. Halagos o cumplidos superfluos que no nos van a llevar a ningún lado. Pero casi puedo percibir el sonido de su mente al pensar, al intentar medirme, catalogarme. -¿Por qué las hermanas mayores dejan que la pequeña decida?- Pregunta probable pero patética -Has venido a hablar con mi madre y yo te llevo porque soy la más indicada. No intentaré caerte bien, no quiero conocerte, no quiero que me caigas ni mal ni bien. No eres más que otro punto en el infinito... insignificante... cotidiano... no eres diferente.-
Guardo silencio y sigo. Pero los engranajes de la mente de este humano me irritan. No deja de pensar, no calla, no cesa. Si no puede maquinar con lo que tiene al lado, proyecta el momento que está por venir, como si pudiera predecir lo que va a ocurrir, imagina situaciones futuras e intenta sacar el máximo beneficio. -Me molesta- él me mira -La comida- me excuso con la verdad, al menos parte de ella -la comida me ha sentado mal. Malhadra está en esa sala.- Y tras haber cumplido con mi cometido, sin más, me quedo ahí, quieta, en silencio, mirando al humano... al menos creí haber estado en silencio -crewcrewcrew...el sonido de tu mente, crewcrewcrew, no cesa, crakcrakcrak tus huesos al quebrar, crakcrakcrak tarde o temprano caerás, crewcrewcrew, crakcrakcrak...-
Efectivamente, tras pasar el umbral, ves a Malhadra sentada en su trono.
Puedes ver que las llamas azules brotar de ella. Esas llamas que en un futuro darán vida a los devoradores de magia y muerte. Sin embargo, todo en ella es diferente. Aún está viva. Su tez rosada lo demuestra. Se comporta como una reina más que como la nigromante que recuerdas. Muestra gran parte de su cuerpo: atractivo, sugerente y sensual.
Lo sospechaste en los templos de Unrir pero ahora lo compruebas -Está ciega-. Sus ojos están cubiertos por dos parches de cuero gris con forma de manos y de sus cuencas (vacías) parece manar la sangre.
Adviertes que su trono está decorado con relieves grotescos de cabezas cegadas que gritan agónicamente. Sin embargo, ella está sumida en el más absoluto silencio.
No obstante, parece percibir que estás allí.
Alana me condujo a través de las profundas y oscuras cavidades de la cripta hasta llegar al lugar donde se encontraba Malhadra, allí, sentada en su trono aguardando. Estaba ciega, quizás ese fue su precio.
Salí del umbral de la entrada a esta nueva estancia aguardé silencia unos instantes, no podía verme pero sin duda intuía mi presencia.
- Extraño concepto el del tiempo. Recuerdo la primera vez que vi una versión de ti, anciana y decrépita, pero con un dominio sobre la magia y la muerte como nunca había visto. Recuerdo también la primera vez que vi esta versión de ti misma, una niña de de apenas 8 años de edad, cuyas primeras palabras que me dirigió fueron si quería jugar con ella y sus amigos al escondite, en la mansión del antiguo Sumo Maestre.
Pasaron los años, entrasteis los siete en la universidad y os instruí en las artes arcanas, os dejé al mando de Arkhania cuando tan sólo eráis unos adolescentes con un gran potencial y una causa común, que os inculque y comparto.
Hace tres días que regresé a este tiempo, y aquí estas ante mi, en tu trono, con la belleza de una flor madura, más fuerte, y con tres hijas. Y no sólo habéis venido sola, sino junto a Cyria y las demás.
Entiendo el motivo de por qué están aquí las que murieron, sin duda un capricho de Tiempo, pero aquellas que no, ¿Cual fue la causa que os condujo a venir a este tiempo? ¿Donde están los otros peregrinos? ¿Que ha sido de Arkhania?-
Malhadra se recostó en su asiento y cambió el cruce de sus esbeltas y lisas piernas. Su actitud no era sensual sino seria, decidida. En ese momento uno de los rostros de su trono abrió los ojos y, con gesto doloroso dejó escapar un lamento antes de hablar -Uaaaah ninguna de nosotras murió.- Otro rostro exlamó con agonía -¡Los gobernantes fueron asesinados!¡Matados! Aaaauuuuaaaah- un tercer rostro, con ojos anormalmente grandes cobró protagonismo en la misma forma que sus predecesores -Nadie quería volver, pero acorraladas nos vimos obligadas a tomar la única salida posibleeeeaaaah-. Las voces gritaban tanto, expresaban tal sufrimiento, que resultaba muy molesto atenderlas -Arkhaniaaaauuuuuaaaaaah- dijo una cuarta -cuando abandonamos Arkhania todo era igual. Sus traiciones, sus engaños, las ansias de poder de sus habitantes que aprovechan cualquier oportunidad hasta sus últimas consecueeeenciaaaaaaash-
-Eslenaaaa- Sentenciaron todas al unísono –Eslena Trierios. La hermana de Cyrano. La torturadora.- gritaron al tiempo que los ojos se giraban hacia ti acusadoramente. Tras ello los rostros quedaron petrificados con esos gestos atroces y retorcidos.
Malhadra deshace el cruce de sus piernas y se levanta del asiento. Acostumbrada a verla demacrada o siendo una niña, te sorprende apreciar lo alta que es. Su esbelta figura desciende con firmeza la escalinata que la separa de ti y pasa por tu derecha sin decir ni una palabra. Te giras y la sigues de cerca, en silencio. Notas una leve intrusión en tu mente, una voz distante, lejana e incomprensible pero que reconoces como la suya. Su contacto es tan sutil, tan débil que debes hacer un esfuerzo para entenderla. -Lo hemos descubierto, el verdadero enemigo. Aquel que susurraba al oído de Eslena, aquel que lo orquestó todo llevándonos irremediablemente a este punto no es otro que el heraldo del Don del Tiempo, su juguete, su capricho que es su divertimento. El hijo de Nek Zeros vendrá y acabará conmigo aquí y allí. Lo he visto. Hagamos lo que hagamos siempre nos lleva ventaja. Es por eso que, pese a haber viajado antes, has llegado después. Es por eso que su padre, el ahora llamado Víctor Vargas, sigue estando bajo su influencia. Nosotras no le traicionamos, él decidió no escapar del influjo del Tiempo porque entendió que era un callejón sin salida. Entendió que la única forma de sentir control es actuar en contra de tu naturaleza, de lo que se espera de ti. Víctor Vargas es un siervo leal del Don del Tiempo.- Llegáis hasta la entrada -Nek Zeros Hijo no está solo.- Te advierte para terminar -Nuestra única esperanza para destruir a Tiempo es la inspiración.- El sutil y muy leve contacto telepático concluye dejándote con tus pensamientos. Se refiere a Unrir como el agente inspirador y que, probablemente, ya han urdido el plan.
Te acompaña a la salida en un claro gesto de que poco más tiene que añadir. Aquí, en las profundidades, se encuentra Malhadra Demos. Reina de nadie. -¿Por qué?- Hay algo más, algo que no te ha contado... o sí. Sus hijas están aquí, una elfa nigromante también y, sin embargo, no has visto más que un puñado de animales muertos. Es cierto que Necrópolis se sitúa muy por debajo de donde os encontráis pero, aún así, no hay esqueletos vigilantes, no hay muerte acechando en las esquinas. No es más que una red de cavernas sin más sentido que el de un hogar presuntuoso y enorme donde unas muchachas coquetean con la magia sin salir al exterior. -¿Por qué?-