Esta noche tuviste un sueño extraño...
Te encontrabas otra vez en el barco en llamas en el que estuviste a punto de morir hace ya dos decanas. Veías la cara de tu capitán, tu amigo, y oías el rugir de las llamas. Hasta aquí, nada raro: ya has tenido esta pesadilla otras veces. Sin embargo, anoche el sueño se alargó y llegó hasta ese crítico momento que has recordado tantas veces, pero con el que no habías soñado nunca: el momento en el que Él se te apareció. En ese momento del sueño, todo sonido se apagó, todo se fundió a negro, todo, menos unas llamas que siguieron tremolando en silencio frente a ti.
TÚ YA SABES QUIÉN SOY, afirmaron las llamas con silbidos y leves rugidos que entendiste perfectamente. DILO.
Puedes añadir cualquier detalle o escena al sueño antes de este momento en el que hablas con las llamas. Al amanecer y mientras desayunas con tus amigos, no recordarás aún nada de este sueño. Lo recordarás cuando lo terminemos.
El tiflino, por primera vez en mucho tiempo, sintió una mezcla de miedo y respeto, pero no, no podía ser.
Lo último que había escuchado de sus padres (adoptivos) era que no conocían a sus padres. ¿Cómo iba a tener idea él de lo que pasaba?
Sin embargo, recordó los anhelos constantes de su niñez de probar su valía. De algún lado tenían que venir esos instintos.
Y aún así, no supo contestar la pregunta...
-No...no..no sé -diría en el sueño un Rotryn que se veía visiblemente mas joven, casi quinceañero.
Entonces abrió los ojos.
¡No pudiste abrir más los ojos, joven Rotryn! Eran tus ojos ya abiertos los que contemplaban aquellas llamas en medio de aquella negrura insondable. En el barco, el fuego te había hablado, sí, pero la bodega en llamas había seguido ahí, a tu alrededor, un horizonte de dolor a punto de devorarte. En el sueño, en cambio, a tu alrededor sólo veías una negra nada y un silencio magnífico, terrible, rotos sólo por esa llamarada frente a ti y por su crepitar.
RECUERDA TU PACTO, te ordenaron las llamas del sueño, insensibles a tu miedo y a tus titubeos. ¡RECUÉRDALO!
¡No fue un consejo, ni un aviso! Tu patrón -era él quien te estaba hablando, lo sentías en tu sangre- quería que en ese preciso momento recordaras vuestro pacto. Él te había concedido los dones de los que ahora disfrutas, salvándote así la vida, pero… ¿Qué fue lo que recibió a cambio, mi buen tiflino? ¿Le hiciste alguna promesa? ¿Te comprometiste a algo? ¿O le diste algo suficientemente valioso? Algo tuviste que hacer para que él te diera todo aquello. Todo el mundo sabe que el fuego no es un patrón generoso.
Tus poderes no son un regalo. Nacen de un pacto. Un pacto siempre tiene un beneficio y un coste. Para ti, Rotryn, el beneficio fueron tus poderes de brujo, y la salvación, pero... ¿Cuál fue el coste? En los cuentos y las antiguas leyendas e historias, el coste suele ser algo muy preciado o un compromiso terrible: en la mitología cristiana, por ejemplo, era común que el pacto consistiera en entregar tu alma al Diablo (como Fausto), pero no todos los patrones quieren lo mismo. Un rey de las hadas puede adorar la música y concederle a alguien un talento sobrehumano con el laúd con la promesa de que el beneficiado realice ante él algún día la mejor ejecución de laúd jamás realizada, so riesgo de un destino aciago. Un antiguo poder puede exigirle a su elegido que haga algún ritual con el que poder volver a alzarse y dominar el mundo.
Así que… ¿Qué fue lo que tu patrón recibió a cambio, mi buen tiflino? ¿Aceptó alguna promesa? ¿O le diste algo valioso? ¡Sorpréndeme!
No necesitas hacer memoria: ¡por supuesto que recuerdas el pacto! Esa presencia te ofreció la vida a cambio de que le sirvieras, y tú… no aceptaste. ¿De qué te iba a servir sobrevivir sin venganza? Venganza contra los que habían causado la muerte de tus amigos, el fin de tu vida feliz, la elección ineludible entre la muerte y un pacto infernal. ¡Le pediste poder, poder para llevar a cabo tu retribución! Y las llamas sonrieron.
SERÁS EL FILO EN LA GARGANTA DE MIS ENEMIGOS
...había proclamado tu nuevo patrón, antes de que perdieras el sentido y te despertaras sin saber como en la arena de la playa. Desde aquella noche, menos de una decana antes de llegar a Puerta de Baldur, no has vuelto a oir la voz de tu enigmático patrón, pero el poder que corre por tus venas es la prueba de que el Pacto es muy real. Surgen muchas cuestiones: ¿quién y qué es tu patrón? ¿Quiénes son sus enemigos? ¿Cuál es el alcance de sus planes? ¿Cuál la naturaleza del pacto? ¿Qué pasaría si te negases a cumplir tu parte? ¿Hay otros como tú? Preguntas y más preguntas. ¡Pero qué más da todo eso! ¡Estás vivo y hay futuro! Eres poderoso, cada día más. Encontrarás a tus victimarios y les harás pagar. Entonces, con tus poderes, vivirás sin miedo a todos los que te han despreciado y odiado por tu aspecto. ¡Serás libre al fin!
He recogido aquí lo que hemos hablado en el off topic.
Las llamas tremolan. La oscuridad a tu alrededor desaparece. En su lugar, ahora ves el Amplio. Es el Día del Retorno: la gente corre y abre la boca como gritando asustada, pero no oyes nada. No oyes nada en absoluto. Hay varios cuerpos caídos, inertes, y la mercancía está desperdigada por el suelo. Entonces… ¡Te ves a ti mismo! Estás lanzando un rayo brujo contra el asesino del duque. La imagen cambia: ahora lo estás lanzando contra la abominación en la que se convirtió el duque.
SÍ
...oyes decir al fuego a tu espalda. Por su tono, parece satisfecho. La imagen desaparece, vuelve la oscuridad. En las llamas, ahora ves un rostro: el de un anciano de cabellos largos y blancos, con arrugas, pero de mandíbula firme y cuadrada, afeitada, y mirada profunda y decidida. No lo habías visto nunca tan de cerca, pero lo reconoces: es el difunto duque, Abdel Adrian.
VÁSTAGO DE BHAAL
La imagen es consumida por las llamas. Aparece otro rostro, de otro anciano: esta vez es un mestizo orco de edad imposible, su piel llena de cicatrices, sus ojos enloquecidos por la agonía, el miedo, la sed de sangre, la determinación. Es el asesino del duque.
VÁSTAGO DE BHAAL
Las llamas tremolan de nuevo y se tragan al mestizo.
BHAAL
La calavera llena toda tu visión, opresiva, terrible, terrorífica. Quieres desaparecier para que esos ojos no te puedan ver. Es como si la presencia en las llamas quisiera aplastar la calavera contra tu cara para que la mires.
¡BHAAL! ¡BHAAL!
...dicen las llamas con… ¿Cierta inquietud? ¿Temor, incluso?
AVERIGUA
...te ordena, imperioso.
Bhaal fue durante siglos, o milenios, el dios de la muerte y del asesinato. Lo fue, pues se dice que Cyric, un mortal, lo asesinó durante los Trastornos, hace un siglo, cuando los dioses caminaron por Faerûn prisioneros en su forma mortal. Desde aquella, Cyric, autoproclamado dios de las mentira, ha ocupado su trono y ha adoptado a sus fieles.
El tiflino vuelve su rostro con miedo al final.
Los mensajes se tornaban crípticos.
"Debía eliminar a los vástagos de Bhaal?", pensó.
"Eso me deja una gran tarea por delante!", reflexionó mientras pensaba en una forma de identificar a los demás vástagos de Bhaal.
"Necesito una señal, una contraseña...algo para identificarlos!!", pensó.
Los mensajes de tu patrón son crípticos y las dudas te asaltan, como es comprensible, pero si querías preguntarle, ya es tarde: a medida que las llamas se alejan lentamente de ti hacia la infinita negrura, el sueño se va desmoronando a tu alrededor.
INVESTIGA... descubre... averigua...
Las palabras de tu patrón se quedan grabadas en tu mente. La negrura te envuelve del todo y te sumes en un sueño incómodo: las imágenes y las palabras del sueño, tan real, se te repiten durante toda la noche, mezcladas sin orden ni concierto, hasta que logras relajarte y todo se difumina en el olvido.