Una extraña sensación me atenaza las entrañas. ¿Miedo? Es lo más probable, pero más al fracaso que a la muerte o el dolor. Hemos hecho lo que hemos podido, pero la ciudad es un entresijo de peligros que nos superan una vez más.
El desánimo parece calar hondo en mi mente pero debo de sacudírmelo de encima, la misión apenas ha empezado. No voy a morir aquí como una rata, mientras esta gentuza...
Una rabia contenida parece sustituir a la desazón. Pero tómatelo con calma, clérigo de Torm, ahora mismo eres menos que nada, una piltrafa.
«Gracias por la bienvenida», pienso. ¿O tal vez lo he dicho en voz alta? No lo sé, estoy confuso. Aguardo a que mis sentidos regresen, no voy a darle a éstos miserables la satisfacción de escucharme balbucear como un viejo loco o un borracho.
Le guiño un ojo al tiflino. Está peor que yo, si cabe, pero al menos no me verá desfallecer. Quiero que crea que hay esperanza de salir de ésta.
Si temes al fracaso, Caedwyr, ¡teme a la muerte!, pues aún estáis lejos de alcanzar la victoria. El desánimo, por su parte, es un veneno letal, pero sé que tu corazón, con el apoyo de Torm, podrá resistirlo. En cuanto al dolor… Bien: puede que estemos a punto de descubrir su efecto. Guarda la rabia para combatirlo. ¡Y resistid, aventureros! ¡No todo está perdido!
—¿Qué dice? —pregunta Tajada a uno de sus subalternos.
Has balbuceado algo ininteligible, clérigo.
—Está muy débil —contesta la mujer, delgada, alta y con su pelo castaño en una coleta alta.— Cringe le ha dado una buena tunda. Dejémosle de segundo plato.
—Este está más fresco —añade Cringe tocándote con el pie, Rotryn.
Tajada responde con un lacónico «Bien» y gira sus cuencas vacías hacia ti, tiflino. Entonces, Cringe te obliga a sentarte en una banqueta frente a Tajada, te desamordaza y se coloca a tu espalda con la daga desenvainada. Tú, Caedwyr, puedes verles perfectamente a los dos.
—Verás, cornudo: ayer matasteis a dos de mis hombres, llevasteis a otro al calabozo, y apalizasteis al resto. Hoy venís a interrogar a mi alquimista, espantándola. ¿Dónde consigo yo ahora otra alquimista? —Habla con burlón, pero con calma.— No sabemos quiénes sois, de dónde habéis salido, para quién trabajáis, qué pretendíais, ni qué queréis, en general... Y no pienso pagarle a ese gordo seboso tocaniños del Infrasótano... —Se refiere al Conseguidor, claro.— ...ni un meco para averiguarlo. Tengo mis propios métodos para que la gente me cuente lo que quiero saber.
Uno de los hombres muestra nada accidentalmente una gran zurrón de cuero que no habíais visto. Al moverlo, escucháis sonido de metales.
—Soy todo oídos —te anima Tajada, señalándose el conducto auditivo.
Rotryn está desamordazado y los criminales esperan que hable.
Telcar: Caedwyr también puede hablar. Si quieres que hable, simplemente descríbeme lo que Caedwyr trata de decir y ya veo yo lo que consigue articular.
El tiflino se encontraba extrañamente sereno, miró a Tajada con cara de pocos amigos y le dijo:
Por supuesto que los encontraron... - respondió sardonico el tiflino.
Los dejamos ahí para darte un aviso... y veo que el aviso te llegó...- continuó hablando.
Debia ganar tiempo, aún no sabía si sus poderes funcionarían después de no haberlos usado un rato, pero claro, esto no parecía ni por lejos un descanso reparador.
Le dio una mirada rápida a Caedwyr, las cosas no se veían bien, y el tiflino lo sabía.
Estaban a merced de un maldito, y las opciones eran pocas...
Asi es que necesitas un alquimista ehh? Y supongo que no nos dirás para que? - siguió hablando.
O su majestuosidad huesuda tiene algún plan menos apestoso que este cuarto? O que este otro animal atras mío?
Giró un poco su cabeza para no perder por el rabillo del ojo a Cringe, ahora en su espalda...
También le enseñaste a sentarse, hacer gracias, o "pedir" como lo hacen las mascotas?
Estaba jugándose la vida, pero esperaba que el otro se descolocara. Vería como aguantaba la presión.
Vamos compañero... despierta... te necesitamos.. - pensó.
Los hombres de Tajada atienden entre incrédulos, divertidos y estupefactos a tus bravuconadas, Rotryn. Dos de ellos lanzan un par de miradas nerviosas a su jefe, que no parece perturbarse en absoluto: su ánimo es prácticamente indescifrable, una de las bazas que probablemente le han llevado a donde está ahora. Puedes llegar muy lejos si los demás no pueden ni intuir cuáles son tus cartas…
Entonces, oyes un bufido de exasperación a tus espaldas, ves las estrellas, y todo se vuelve negro de nuevo.
Tirada oculta
Motivo: [Rotryn] Inconsciencia, horas
Tirada: 1d4
Resultado: 4
XD
La cara del tiflino en un instante muestra una sonrisa de extrema suficiencia y satisfacción astuta y al siguiente se queda neutra como un muñeco de trapo. El golpe ha sido un revés de Cringe con el pomo de la daga contra su sien. Probablemente nada letal, pero a tu amigo le va a salir un buen chichón. Quizás esté mejor con la boca cerrada, de todas formas.
—¡Maldito, Cringe! —protesta Tajada levantando los brazos con incredulida y hartazgo—. ¿Cuántas veces tengo que decirte que no hagas eso en medio de un interrogatorio?
—Sí, Cringe, tío, ya te vale... —le reprocha el enano, que acude a comprobar el estado de Rotryn.
—¡Dijo que era apestoso! —gimotea Cringe, cabreado.
—¡Todos somos apestosos, Cringe! ¡Yo soy apestoso también! —se enfurece Tajada—. ¡Mi último baño fue por el cumpleaños de Gladis!
—Eso fue un detalle —reconoce la mujer, sonrojada.
El grupo discute un rato acerca de hábitos de limpieza y defectos de unos y otros. Tajada parece exasperado, paseando inquieto de un lado a otro. Asistes en silencio, aún no muy capaz de hablar con soltura: te duele la cabeza a horrores, y el cuello. Además, te ruge el estómago: no habéis comido nada. Alguien pregunta qué hacer ahora. La discusión se detiene.
—Esperar: no quiero jugar con uno sin que el otro lo vea. No es eficiente. Y este parece aún bastante atontado —explica Tajada, que se coloca de nuevo la capucha y se prepara para irse—. Avisadme cuando estén despiertos y espabilados. Gladis: quédate con Cringe.
—¿Y si aparece el Puño? —pregunta Cringe, que aparentemente será uno de los que se queden.
—Los matamos bien muertos y nos piramos —responde Gladis, que está amordazando al brujo inconsciente. Tajada no dice nada.
Cuando Tajada ya no está, Gladis deja las armas sobre la mesa, saca una baraja de naipes de un bolsillo y hace un gesto burlón a Cringe, que procede a sentarse con ella. Parece que la cosa va para largo.
Parece que el brujo te ha conseguido algo de tiempo, clérigo. Si nada lo impide, en 2 h recuperarás espontáneamente 1 PG y dejarás de estar aturdido, ergo podrás actuar con normalidad. 2 h después, Rotryn recuperará espontáneamente la consciencia y 1 PG. Será entonces cuando, salvo que ocurra algo, avisen a Tajada. Durante estas horas, que dan para un descanso corto, en principio no puedes recuperar PG, porque estamos usando la regla opcional de «Dependencia del kit de curandero» y -aunque tienes el material- en principio no te darán oportunidad de cogerlo, y mucho menos de usarlo. Tampoco recuperas usos de conjuro, porque eso requiere un descanso largo.
¿Qué haces, o intentas? Puede ser algo ahora mismo, en algún momento durante la tarde (ya es por la tarde) o durante la tarde.
Por cierto: ¿cómo es Gladis?
Ay, Rotryn, Rotryn... La sangre demoníaca debe de hablar por ti, amigo.
Con lo ojos entrecerrados, contemplo a la mujer, Gladys. Espigada y cruel, eso parece definirla a la perfección. Sus maneras desenvueltas entre sangre y desperdicios demuestran a las claras qué tipo de personaje es y ya deseo verla colgada de una soga. Pero me parece demasiado confiada, una rufiana con ínfulas, excesivamente segura de sí misma pese a que su situación puede cambiar en cualquier momento...¿acaso no se ha adueñado el caos de esta ciudad, de las calles y estamentos que deberían de tener sólidos cimientos? ¿Tan seguros se sienten, pese al escándalo que ha tenido lugar?
Al menos parecen temer al Puño, eso me sorprende pues no pensaba que esos militares a sueldo pensasen siquiera arrimar el hocico por estos lares. Poco a poco voy recuperando una cierta claridad de pensamiento, pero no la suficiente cómo para encontrar soluciones a nuestra situación desesperada. Aún así, parece claro que creen que el Puño podría aparecer en cualquier momento...¿por qué no nos han trasladado, entonces? Seguimos en las estancias de Ysrra...
Tajada, el carnicero (sonrío para mis adentros, sin rastro de humor), increíble que estemos aquí ahora a su merced. No creo que se pueda tratar con esa calaña, solo merecen ser ajusticiados. Debemos salir de aquí, pero actualmente parece imposible.
Eres un mal compañero, Rees. Espero que al menos hayas tenido la decencia de informar a nuestros contratadores. No tienes más que decirles dónde estamos, y al menos así tu deuda quedará saldada en una pequeña parte. No te ejecutaré cuando te vea, al menos.
Atado como un pollo, no tengo mucho qué hacer. Mi mente trata de recordar si el favor de Torm todavía me pertenece. ¿He utilizado todos los dones? ¿Podré curarme a mí o a Rotryn en cuanto pueda liberarme de estas ataduras?
Con mucha sutileza trato de debilitar el nudo de las muñecas.
En realidad no veo mucha alternativa, estamos jodidos, pero mi mayor esperanza es que estos tipos nos mantienen en el mismo sitio y Rees (Yssra lo dudo, pero quizá el enano dueño de la tienda...) haya hecho algo una vez fuera de aquí.
Mi duda inmediata es si he utilizado mis dos conjuros de nivel 1 (creo que solo 1 lighting bolt), y si es así ver qué puedo hacer con ello. Si puedo aflojar mis ataduras, también veré opciones, pero heridos y sin armas no veo como podremos eliminar a Cringe y Gladys, y tampoco convencerlos de nada pues ya se ha visto que somos enemigos irreconciliables y no tenemos mucho con lo que negociar (en el caso de que un justiciero como Caedwyr accediera a ello, que quizá sí por un bien mayor).
Parece que no eres el único que ha tenido alguna vez ganas de colgar a la confiada Gladis: en un momento que se ha apartado el pañuelo mugriento, ves en su cuello las marcas de que la tipa ya ha montado en el «caballo de madera». Al menos, una vez.
Por lo demás, cuando lo piensas un poco no te extraña tanto que vuestros captores teman una aparición el Puño: si bien la protección de la compañía no se extiende a los arrabales, su propósito de acabar con la Cofradía puede llevar a una patrulla a investigar una situación extraña si dan con ella. Porque la gente en la calle seguro que notó el combate. Probablemente, por eso no os han sacado de aquí. ¿Cómo, a pleno sol sin ser vistos? O esperan a la noche, o tendrán que interrogaros en la casa de Yssra. Y no parece que vayan a esperar.
A poco que te recuperas de la paliza, notas en ti parte de la energía milagrosa que tu dios te otorgó por tus oraciones matutinas. ¡Oh, sí! ¡Torm aún cuida de ti! [1] Incluso notas cómo las fuerzas vuelven a tu mente y tu cuerpo. [2] Además, antes de que Rotryn recobre la consciencia, y mientras Gladis y Cringe hacen guardia -a su manera-, también consigues aflojar el nudo que te aprieta las manos. [3] Un pobre avance, dada la situación, pero, en tus esfuerzos… ¡Encuentras algo! Algo pequeño, no más grande que la palma de tu mano. ¿Algo que se le cayó a alguien, al atarte quizás, mientras estabas inconsciente? ¿Algo que se le cayó a Yssra al huir, o de la casa? No puedes verlo sin arriesgarte a que te descubran, pero puedes tocarlo. Puedes incluso guardarlo entre tus ropas. [4]
—Me aburro —se queja Cringe, que a estas alturas ya se ha demostrado un poco idiota—. ¿Cuánto más hay que esperar a que estos dos trozos de mierda espabilen? —añade levantándose de la mesa y estirándose.
Su repentino cambio de actitud, y las miradas burlonas y despreciativas que te lanza, te ponen en alerta.
—Lo que haga falta —responde Gladis, que también parece haber perdido interés en el juego y recoge las cartas, seria pero indiferente.
—A lo mejor podemos apresurar la cosa —sugiere el primero, agachándose frente a Rotryn.
—Ojo con lo que haces —le amenaza Gladis, aún a lo suyo, pero algo más atenta al hombre.
—Tranquila, no soy tonto. —Empieza a dar palmaditas en la cara del tiflino.— Eh. Eh, demoño. Despierta. Vamos, despierta.
La cabeza de Rotryn se yergue. Está consciente, pero débil y aturdido.
Motivo: [Caedwyr] Aflojar el nudo (DES)
Tirada: 1d20
Dificultad: 15+
Resultado: 19 (Exito)
[1] Te queda 1 uso de conjuro de nivel 1.
[2] Consigues aflojar tus manos. Podrías desatarte si quisieras, con algo de tiempo y llamando la atención.
[3] Consigues +1 PG. Te pones a 1 PG. Ya no estás aturdido.
[4] Encuentras algo. ¿Qué es? ¿Qué clase de objeto? ¿Qué haces con él? Libertad total.
Unas leves bofetadas te sacan, Rotryn, de la inconsciencia. (¿También del mundo de los sueños?) Por desgracia, son las roñosas y callosas manos de Cringe las que te están abofeteando, aunque lo hagan con cuidado. Lo primero que ves al despertar es su estúpida cara sonriéndote con maldad.
—¿Ves? Despierto —comenta, dándote una última palmada (más fuerte) y poniéndose en pie.
Mientras Cringe deja el apartamento, tú, Rotryn, observas a tu alrededor: del grupo que había aquí cuando te dejaron KO, sólo Gladis -la mujer- y Caedwyr permanecen. El clérigo no parece haber hecho ningún avance: se le ve más despierto, pero sigue en el mismo lugar, atado de pies y manos. La luz del sol que entra por las ventanas os habla del avance de la tarde, y vuestros estómagos rugirían pidiendo comida de no ser porque se temen lo que os espera. Te sientes aturdido.
—Tajada os va a sacar todo lo que quiera saber —afirma Gladis, muy segura, sin lanzaros más que un par de breves miradas directas a los ojos.
Vuestro destino le resulta indiferente.
@Rotryn: Tienes 0 PG y estás aturdido (no puedes moverte, en combate no puedes realizar acciones ni tienes reacciones, fallas automáticamente todas las salvaciones de Fuerza y Destreza, y los enemigos tienen ventaja al atacarte; puedes hablar, aunque con dificultad). Faltan 2 h para que recuperes espontáneamente 1 PG y dejes de estar aturdido.
Al cabo de un rato largo, Tajada y algunos de sus rufianes aparecen de nuevo en la vivienda de Yssra. Primero, os colocan a ambos en sendos taburetes. Obviamente, piensan que estáis retenidos por las cuerdas, aunque tú, Rotryn, conseguiste debilitarlas con tus zarpas y tú, Caedwyr, aflojaste el nudo mientras aguardabas. Con Tajada y sus cinco secuaces en la sala, de poco o nada os sirve ahora.
Tajada se quita la capa, aunque conserva los guantes, la capucha y ese asqueroso y escalofriante mandil que parece que lleva a todas partes. ¿Siente frío o calor? ¿De que criatura es la sangre del mandil? Pero las preguntas las hace él. Primero sin violencia, pero con dureza: quiénes sois, de dónde habéis salido, para quién trabajáis, qué pretendíais interrogando a Yssra, cuáles son vuestros objetivos. No parece satisfecho con vuestras respuestas. Después, acompañadas de puñetazos y patadas: quiénes sois, de dónde habéis salido, para quién trabajáis, qué pretendíais interrogando a Yssra, cuáles son vuestros objetivos. Aguantáis bien la paliza, por supuesto, a costa de perder algún diente y romperos alguna costilla.
Pero Tajada apenas ha empezado, como rápidamente comprendéis. A una orden suya, sus secuaces te cogen, Caedwyr, y te colocan boca arriba sobre la mesa central, extendido, brazos y pies atados ahora cada uno a una pata. Mientras tanto, Tajada se inclina sobre la cama de Yssra, donde uno de sus hombres ha desplegado el contenido de aquel zurrón ominoso. El surtido de instrumental metálico que veis allí parece más el de un cirujano que el de un carnicero, aunque no faltan también algunos grandes cuchillos. Como tristemente no tardas en descubrir, joven clérigo, la habilidad de Tajada también supera con mucho la esperable en un carnicero. El hijo de mil demonios del Abismo se lo toma con calma, pero no tarda en desmostrarte que es capaz de infligir horribles tormentos sin causar daños permanentes. Varias veces pierdes el sentido, pero son más las que rezas a tu dios para que te lo quite, sin conseguirlo.
Tú, Rotryn, contemplas la escena horrorizado, sabiendo que, si algo no ocurre pronto, tú serás el siguiente. Para tu infortunio, no ocurre nada y, tras uno de los desmayos de tu socio -quizás satisfechos con lo que le han sacado, o para darle un respiro, o porque tú ya te has respuesto completamente de la tunda de antes y para que él te vea sufrir-, es a ti al que ponen sobre la mesa. El procedimiento es el mismo. Para qué recrearnos. Las preguntas no cambian: quiénes sois, de dónde habéis salido, para quién trabajáis, qué pretendíais interrogando a Yssra, cuáles son vuestros objetivos.
La tarde avanza. ¿Cuánto tiempo pasa? ¿Una hora? ¿Dos? ¿O quizás el cuarto de hora más largo de vuestras vidas? Perdéis la noción del tiempo.
La "prueba contra tortura" una tirada de salvación de CAR a dificultad 20:
- Con un éxito, podéis dar por sobrellevado el interrogatorio sin soltar información importante.
- Con un fracaso por encima de 10, os dejo a vuestro criterio lo que le decís o no decís, pero tiene que haber una consecuencia negativa: podéis ponerla vosotros o podéis dejármela a mí, y quizás la dejo para más adelante.
- Con un fracaso por debajo de diez, soltáis alguna información relevante sí o sí.
(Lo hago así porque tengo entendido que la tortura es un método de interrogación muy poco efectivo: el interrogado dice lo que sea para evitar el dolor, incluso mentir. Así que podéis mentir, revelar información, perseverar en el silencio o una mezcla de todo. También guiaos por la situación y por vuestros personajes.)
@Telcar: ¿qué encontraste antes, qué clase de objeto? ¿Qué hiciste con él? ¿Sobre qué o quién te gustaría que te diera información?
Con mucho el peor momento de su vida. Algo en mi interior se rompe y sé que no volveré a ser el mismo. Si sobrevivo y tengo la oportunidad, Caedwyr devolverá con creces el tormento sufrido.
Pese a mi resistencia, no puedo evitar revelar datos. Tampoco estoy seguro de que me importe, pues lo que esos miserables puedan saber no les va a servir de mucho.
—Saber quién está detrás de la muerte de Adrian, eso es lo que queremos —digo con voz rota—. Alguien muy importante nos ha contratado para ello. Todo para lograr que esta ciudad se libre de la escoria que la carcome por dentro...
La mirada doliente pero a un tiempo extrañamente fría se pierde en la nada. Un nuevo odio visceral me sostiene pese al dolor.
Motivo: Resistencia al interrogatorio
Tirada: 1d20
Dificultad: 20+
Resultado: 16 (Fracaso)
Me olvié aplicar el BC, con lo cual es 18. A un paso (otra vez) de lograrlo.
El tiflino soportó estoicamente mientras miraba a su compañero sufrir. Sin embargo, cuando fue su turno, no se tomó precauciones y cual demonio empezó a proferir insultos contra los que estaban cerca.
-Todos ustedes moriréis en mis propias manos. ¡Esta tiranía se acaba hoy!
...decía. O:
-No diré nada... ¡Tus métodos no me convencerán, maldito!
El tiflino hablaba con la resolución del que aún piensa que saldrá ileso. Soportó el interrogatorio con creces. Al ver al clérigo en tan precaria situación, inundó su carácter con dureza y valentía, una valentía que no sentía hace años. Sus facciones duras por un momento aparecieron serias e inflexibles y su torturador pudo ver en ellos una voluntad inquebrantable, algo que al parecer no era muy común con sus víctimas. Como fuera, el tiflino sólo dijo en medio del interrogatorio:
-Lo que deseas saber de mí ya lo sabes, y nada más importa. Suéltanos antes de que tu situación empeore, engendro.
Motivo: Interrogatorio
Tirada: 1d20
Dificultad: 20+
Resultado: 20(+5)=25 (Exito)
Inmóvil en el suelo, Caedwyr, luchas por mantenerte consciente, sin conseguirlo del todo. Tu cuerpo sangra por numerosas heridas, duele, no tienes fuerzas, aunque algo te dice que no morirás. Sabes que Tajada se ha asegurado de ello. Maniatado y amordazado, oyes ahora como se ocupan de tu compañero. Sus gritos de dolor y odio. Sonríes, al comprender que no le están sacando más que insultos, pero un fogonazo de vergüenza y rabia te quita toda satisfacción cuando recuerdas que tú sí has hablado. Vuestros torturadores ahora no sólo saben que investigáis la muerte del duque, sino para quién, porque tus palabras han sido un eco fiel de la muy pública retórica anti-Cofradía de Escudoargénteo. Intrigado, Tajada ha querido saber por qué investigarle a él, o a Ysrra, pero, por suerte o por desgracia, no tenías nada que contarle: sólo has estado cumpliendo órdenes, ¿no? Al menos, eso es lo que dijiste. De ti mismo no has revelado más que tu nombre de pila, tu fe, el templo del que procedes. Tus padres están a salvo.
En cuanto a ti, Rotryn, quién sabe si por la sangre demoníaca que tan abundantemente corre por tus venas, por la dura vida entre piratas, por lealtad a tu socio o por algún extraño fuego en tus entrañas, no consiguen sacarte ni un solo dato de interés. En cambio, durante todo el interrogatorio no dejas de soltarles insultos, amenazas, desafíos y negativas, hasta caer inconsciente, exhausto por sus perrerías y por el esfuerzo propio.
Pero Tajada también tiene un límite.
—¡Estoy harto de este chiflado! —estalla Tajada, frustrado tras lidiar contigo, Rotryn, arrojando sus herramientas sobre la cama—. ¡Y del otro! ¡Matadlos! ¡Matadlos y que los cerdos se los coman!
De pronto, alguien llama a la puerta. Tajada, conteniendo su furia, se gira y se queda quieto. El silencio es total. El enano abre la puerta y dos hombres entran en la estancia llevando a un tercero por los brazos: le han dado una buena tunda. La puerta se cierra tras ellos.
—Le hemos cazado husmeando, jefe —informa uno de los dos hombres, un fortachón—. No quería contarnos por qué.
—Y le habéis animado a hablar, ¿verdad? —comenta Tajada burlón, acercándose, agachándose junto al prisionero y cogiéndole del pelo para levantarle la cabeza caída.
Le reconocéis: ¡es Gadryck, el encapuchado que os ayudó en el Amplio!
—L-los Héroes del… del Amplio… —consigue vocalizar, escupiendo espumarajos de sangre y algún trozo de diente-. T-tengo que hablar con… c-con los He-héroes… Rilsa…
—¿Rilsa? —interrumpe Tajada, en un tono muy diferente: hay incertidumbre en su voz—. ¿Rilsa Rael, de Pequeño Calimsham?
Gadryck parece asentir, pero le fallan las fuerzas y desfallece. Tajada le deja. Durante un rato, permanece pensativo. Sus hombres se miran confundidos. Finalmente:
—Por la noche, llevadlos a las viejas cuadras. A los tres. Puede que su vida valga algo.
Si la tortura fuera una experiencia más común, probablemente existiría un refrán acerca de que «el tiempo vuelva cuando no te están torturando». Pero no, lo habéis tenido que descubrir por vuestra cuenta, durante el anochecer. Ahora han pasado ya unas horas desde que visteis a Tajada por última vez, marchándose de la casa de Yssra. Estáis en las «viejas cuadras». Pese a que os pusieron un saco en la cabeza antes de moveros, diríais que aún estáis en el Paso, en la mitad norte. El edificio es una vieja construcción de madera, amplia, fría, húmeda, llena de telarañas e infestada de ratas que corretean en las sombras. Probablemente por eso ya no hay animales aquí, aunque el pestazo persiste. No os han dejado luz. No sabéis dónde están vuestras cosas. Del piso superior del edificio os llegan voces de gente de juerga. Poco después de que os tiraran aquí, una mujer -una joven iluskana, triste y llena de moratones- se ocupó de vuestras heridas, limpiándolas y vendándolas.
Al cabo de un tiempo difícil de determinar, que pasáis descansando y recobrándoos de la exhibición de Tajada, la puerta de la cuadra se abre. Vuestro carcelero -el enano de la casa de Yssra- deja tres mendrugos de pan rancio y una jarra de agua sucia junto a ella. La razón del tercer mendrugo se aclara cuando, de un fuerte empujón y con una sonrisa nada simpática, hace entrar a Gadryck. El pobre muchacho cae entre vosotros, al límite de sus fuerzas. La puerta se cierra y quedáis a solas los tres.
Preguntadme lo que sea. Lo que sea. Lo que necesitéis. Ya veis que he dejado muchas cosas de vuestro entorno, de la elipsis, en el aire para que podamos añadirlas en función de lo que necesitéis saber o deseéis.
Las curas equivalen a usos del material de curación: si descansáis, podéis recuperar vuestro dado de golpe (DG) en PG (es decir: 1d8+2 PG cada uno); si conseguís descansar 8 h, recuperáis todos vuestros PG y DG. (Si no me decís nada, asumo que recuperáis 1d8+2 PG cada uno y consumís vuestro DG. Me parece natural que intentéis recuperaros.)
Espacio reservado por si en algún momento Gadryck vuelve a ser un PJ y tengo que poner en situación al jugador.
Le echo una larga mirada al tiflino.
—Has sido un valiente, amigo. Tienes mi respeto, algo que aún tengo que ganar para mí mismo. Tal vez recupere parte de él cuando vea oscilar de una soga a Tajada y sus secuaces, o tal vez su destino sea una pira de fuego purificador. Tú mismo podrías prender la mecha, ¿eh?
Dejo escapar una risa cascada. Me pregunto si alguna vez me recuperaré de esto. No, claro que no, pero lo que sí puedo es sepultar el dolor bajo una montaña de odio…¿me permitirás la licencia, mi Señor?
Le hablo a Torm, por supuesto. No ha debido resultarle fácil soportar el sufrimiento de su fiel servidor, no, claro que no…¿verdad?
Todavía duele, pero ya pienso en venganza. Cuantos enemigos nuevos en tan poco tiempo, lo difícil que es intentar hacer lo correcto cuando te rodean los despojos de las razas de Faerun.
La llegada del nuevo desdichado rompe el hilo de mis pensamientos. Me suena su cara.
—Te conozco. Eres aquel misterioso muchacho…¿Gadryck? Bienvenido a nuestra humilde morada.
Repentinamente perdió la conciencia.
Iba caminando sobre flamas frías en un terreno muerto. Las llamas azuladas se enroscaban en los pies del tiflino, sin hacerle ningún daño.
Siguió caminando.
Las llamas repentinamente desaparecen y el terreno vuelve a ser baldío y muerto.
Siguió caminando.
Aparecen nuevamente llamas, pero esta vez las llamas que aparecen cambian a un color rojo y amarillo intenso, y causan llagas y dolor al tiflino. Dolor excruciante. El tiflino ahoga un gemido de dolor, pero las llagas del fuego en su piel parecen perfectamente reales en dolor e incluso huele a carne chamuscada.
Luego, el tiflino siente que las llamas se retiran, dando paso nuevamente al terreno yermo y muerto.
El tiflino sigue caminando.
Desde el terreno surgen ahora una especie de lianas negras, que ondulan al paso de los pies del tiflino. Las lianas repentinamente empiezan a bifurcar en sus puntas, separándose cual dedos de las manos, y empiezan a sujetar los pies del tiflino mientras este ahora lucha por zafarse. Las manos negras empiezan a tornarse más densas, mientras el tiflino siente como le aprietan la abrasada y adolorida piel causando incluso más dolor.
El tiflino empieza a gemir de dolor, cuando repentinamente el dolor empieza a aliviar levemente. Las manos, ahora frías al tacto, tocan su herida piel, mientras el tiflino sorprendido mira con ojos desorbitados como incluso algunas heridas se cierran. El poder de su cuerpo, que por momentos perdía su fuerza por las heridas abiertas, empieza nuevamente a acumularse, y el tiflino empieza a sentirse un poco mas recuperado.
Lentamente, intenta abrir sus ojos y ve a una joven limpiando sus heridas con un trapo, lo cual explica la sensación de alivio. Pero el poder aún no se acumula lo suficiente y el cansancio vuelve a cerrar los ojos del tiflino. El corto sueño es intranquilo, pero cumple su propósito: el tiflino está listo para pelear.
Al fin, abre sus ojos para darse cuenta que la puerta se ha vuelto a abrir y un joven pálido es echado dentro de la pseudo prisión donde se encuentran. Está encerrado, y Caedwyr también, lo cual es suficiente para insuflar valor en su dolorido pero semi recuperado cuerpo.
A las palabras de Caedwyr, el semblante del tiflino se endurece y le dice:
-Fui probado una primera vez en fuego y no salí tan bien parado como tú en esta tu primera vez.
Su mirada se pierde un poco en el vacío y el brillo anaranjado de sus ojos disminuye mientras dice:
-Hemos sido probados nuevamente, pero esta vez emergeremos victoriosos, pulidos por el fuego cual serpiente ardiente para demostrar a Tajada y su séquito maligno que las pagarán, y muy caras... No te preocupes por eso: el dolor puede hacernos perder a veces la cabeza. Te recuperarás, lo sé... Tengo Fe en ti, sacerdote, y sé que tu dios también.
Mira de soslayo al recién llegado y le dice:
-Gadryck, ¿no? ¿Qué te hace venir a visitar a dos extraños en sus vacaciones?
Una sonrisa irónica asoma en sus labios mientras (aunque no lo necesita) ilumina levemente la habitación con sus ojos para ver como y donde están.
-Arriba ahora, sacerdote, si puedes levantarte: tenemos que recuperar nuestras cosas y enemigos de los que vengarnos. Tú, Gadryck, nos ayudarás si lo que buscas es venganza.
Master: Rotryn también ha cambiado. El dolor lo ha endurecido y le ha hecho recordar y retomar su propósito de venganza.
Pensaste que todo sería más fácil, ¿verdad, Caedwyr? Que llegarías a tu vieja ciudad con tu fe inquebrantable y el favor de tu dios, que los maleantes huirían despavoridos ante ti, las mujeres te amarían... Pensaste que todo sería como en las historias de aventureros que se cuentan por Faerûn. Como en las historias del propio Adrian: el Bien prevalece, la Justicia triunfa, el Héroe gana. Pero quizás no estás en una de esas historias. Quizás estás en otro tipo de historia: una historia en la que el Mal es la norma y el Bien un sueño; donde la Justicia adopta formas desagradables; donde el Héroe no es el caballero de brillante armadura, sino el tipo corriente capaz de dar a las malas personas su merecido. Al precio que sea. Quizás Puerta de Baldur necesita un héroe así. Y quizás tu sufrimiento es parte del plan de Torm para que te conviertas en el héroe que esta ciudad necesita. ¿Quién sabe?
Y tú, Rotryn… Tú no vienes de la ingenuidad, sino del dolor. Tus sueños de fuego son la prueba. Tú nunca quisiste ser un héroe, sino vivir en paz, sin ser presa de los que son más fuertes que tú. Y quizás creiste que con tus actuales poderes todo sería diferente, que ya nadie podría hacerte daño de nuevo… Pues, bienvenido a la realidad, brujo: aún eres débil. Muy débil ¿Así pretendes vengar a tus camaradas asesinados? Oh, no tienes que sentirte culpable: sé que no les has olvidado. La fama, el aplauso de las gentes, la atención de los poderosos... Es normal que las busques: son cosas agradables. Los dioses saben que has sufrido mucho. Pero en cualquier momento te verás las caras con quienes causaron tu ruina y tendrás la oportunidad de hacerles pagar. Y entonces… ¿Serás capaz, con tus actuales fuerzas?
Lo olvidaba: Rotryn, por ser brujo y realizar un descanso corto, recuperas todos los espacios de conjuro. Puedes volver a lanzar conjuros. Te lo anoto.
Si queréis recuperar PG, en vuestro próximo post tirad 1d8+2 cada uno y anotadlo en la ficha (ahora tenéis 1 PG).
Solo tenéis la ropa que lleváis puesta: ni armadura ni nada. Ojo con esto, porque sólo podréis realizar los conjuros y trucos que NO requieran un componte material. (Los componentes necesarios los tenéis en la descripción de los conjuros.)
Gadryck -que ha quedado recostado en el suelo- se da la vuelta hasta ponerse boca arriba. Igual que en casa de Yssra, no lleva la capucha puesta y podéis ver sus orejas: ¡es un mestizo! (Su perilla descarta la posibilidad de que sea un elfo.) Su pelo es rubio oscuro. Por lo demás, su aspecto es bastante peor que el vuestro: puñetazos y patadas le han abierto cejas, pómulos y labios, y tiene un ojo morado e hinchado.
Ante vuestros irónicos saludos, os mira atónito -o eso creéis- y luego ríe fugaz y sinceramente, hasta que la tos se lo impide.
—Buen humor... Eso está bien... —Tose, pero sonríe.— Dicen que es la mejor medicina.
Con esfuerzo, se arrastra hasta la pared más cercana, donde se incorpora hasta quedar sentado. Se coloca la capucha, volviendo a ser el que conocisteis.
—¿Entonces es vuestra morada o estáis de «vacaciones»? —os comenta, continuando la broma—. Pensé que vuestra morada era Roca del Draco —añade pícaramente. ¿Será cierto que trató de encontrar la manera de sacaros de allí, como dijo la muchacha calishita que os visitó en la Roca?— Seguro que allí estaríamos mejor… ¡Mirad cómo tratan al mensajero! —El dolor le obliga a cambiar de postura.— Pero bueno: os he encontrado. ¿Dónde están Zhork y la elfa?
La última vez que le visteis o supisteis de él, la elfa no estaba con vosotros.
Con la mirada, sigue tus movimientos, tiflino.
—¿Piensas pelear contra ellos? —te pregunta, Rotryn, con tono burlón—. ¿Contra todos ellos? Yo de ti buscaría mejor una manera de salir de aquí… O puedes esperar a que te lleven ante Rilsa. —Se mueve de nuevo. Tose.— Si puede, nos ayudará. Quiere hablar con vosotros. Quiere vuestra ayuda.
Motivo: Recuperacion hp
Tirada: 1d8
Resultado: 2(+2)=4
Recupero 4 hp + 1 que tenía antes quedo en 5 hp.
Me pregunto: ¿estamos en un sótano de madera? ¿De concreto? ¿Se puede taladrar, abrir, quemar? ¿Nos puedes dar más datos, querido máster?
Las cuadras en las que estáis son un gran edificio de gruesas paredes de tablón, compuesto principalmente por un amplio espacio en la planta baja -en la oscuridad, no es posible ver el lado opuesto-, semejante a un granero o a un almacén, y dividido con vallas para poder separar a los animales antes de llevarlos a matar. En lo alto y a lo largo de algunas paredes hay ventanucos de ventilación -demasiado pequeños para un hombre- por los que entra la exigua luz de la noche en Paso del Draco. En una de las paredes se alza un portón cerrado, mientras que en otras dos hay sendas puertas -una de las cuales es la que ha usado vuestro carcelero-. Todo parece cerrado. El suelo -bajo la capa de mugre, mierda y paja podrida- parece ser tierra prensada, pero debajo en algún lugar está la estructura del colosal puente de piedra -si es que seguís en él-. Por aquí y por allá, acumulados contra los postes de madera que soportan las grandes vigas del techo, o colgados de ellos, abundan los viejos aperos de ganadería, sucios de mierda y sangre resecas, oxidados, algunos incluso rotos. Hace tiempo que el lugar no se usa para su propósito original. Del piso superior llegan risas y parloteos.
Motivo: [Rotryn] Investigación
Tirada: 1d20
Resultado: 13(+1)=14
No es un sótano, sino una planta baja cerrada. Es de madera. Con recursos (tiempo, medios, esfuerzo) sus paredes se pueden atravesar, sus puertas se pueden abrir y el edificio se puede incendiar. ¿Alguna duda más? Aquí me tenéis.