Partida Rol por web

Pequeña charla mantenida entre el Paladin de Tyr, pasando aparentemente por una crisis de fe, y el Clèrigo del Caballero Rojo.

Todo esto, mientras Durbara, Arshade y Lorethel buscaban agua...

Entre la ida de las mujeres, y la vuelta de la enana, casi una hora y media demoraron entre las curaciones a Hugash, y el amarrado de Samir.

Tras realizar esas dos tareas, la charla se desarrollo apaciblemente hasta la irrupción de la enana.

Muchachos, atemporalemente, para no tener esperando a la peña ni apurarlos con una  charla que promete, les pongo esta escena sòlo para ustedes dos, independiente de los acontecimientos que continúan desarrollàndose en la escena principal.

Me siento al lado de Magnus, junto a la fogata a punto de apagarse. Mi cara miestra preocupación, y no era para menos.

- ¿Alguna vez has sentido como si... siguieses una fe con la que no encajas del todo? - hago una pausa - Con todo lo ocurrido, sé que Tyr me exige que actúe de una manera concreta... debí reprobar el enfrentamiento entre Durbara y Crotar, y que el semiorco terminara muerto a manos de la enana... pero en vez de hacer eso me entristeció el suceso, pues Durbara solo se defendió... Me pregunto si es que no... valgo como paladín...

Magnus estaba tratando de buscar una solución al problema que tenía entre manos, pero no estaba seguro de cómo proceder. Todavía lamentaba cómo se habían desarrollado los acontecimientos.

En ese momento se le acercó Nathan. Posiblemente la persona en la que mas confiaba de todos. Aunque no esperaba la pregunta que le hizo, comprendia su problema. Conocia un poco la doctrina de Tyr, y la de sus paladines. Solían ser muy extrictos con sus normas y su forma de ser. Podría decirse que incluso intransigentes en algunas cosas. Aunque suponía que todas las doctrinas eran parecidas en eso.
Aparcó por un momento el problema actual y meditó unos instantes antes de contestar.

¿Sabías que yo empece como seglar de Tempus? Bueno, no es del todo cierto eso de seglar, novicio más bien. Pero empecé mis caminos de la fe en el templo de Tempus de Tantras.

- ¿Tempus? ¿El Señor de la Batalla? - miro a Magnus con sorpresa e interés - Vaya... cuéntame más acerca de ello... si no os importa, claro

Magnus se alegró de dejar por un momento los problemas actuales y recordar el pasado. Además, la historia le podría venir bien a Nathan.

Bueno. En realidad acabé allí por culpa de un amigo. Eramos unos crios y nos encantaba pelear. Soñabamos con un mundo de aventuras. Los clérigos de Tempus son buenos guerreros, no en vano es el señor de las batallas.
Como te decia, mi amigo se unió a sus filas, y como no quería quedarme solo ingresé yo también, para disgusto de mi madre, aunque a mi padre le pareció bien. Pues Tempus tenía una gran influencia en la ciudad. Y si un hijo suyo conseguía un buen puesto le haría quedar bien.

A mi todo eso no me importaba. Simplemente creía que había logrado encontrar mi lugar. La fe me ayudó a superar algunas cosas malas que me pasaron. Pero en realidad no estaba a gusto con la doctrina, ni con la severidad de Tempus. Me gustaban las batallas sí. Pero no enzarzarme en ellas porque sí. No pelear sin importarme por quién o para quién. Pues Tempus es caotico, busca las buenas batallas, pero no le importan las causas. Y en una batalla lo que verdaderamente importa es por quién y para qué peleas.

Como te decía, me estaba planteando dejar la iglesia, por más que me doliera en el alma, cuando conocí a una persona excepcional y que cambió mi vida. Había entrado a la capilla para rezar por una respuesta y allí había un clérigo del Caballero Rojo. No sabía qué dios era, y cuando le pregunté me miró extrañado y me respondió con calma y paciencia. Me abrió los ojos a una nueva forma de pensar. De ver las cosas.
Siguiendo un impulso, esa misma noche me marché con él, siguiendo su doctrina. Y así he acabado. No lamento la decisión que tomé, he sufrido sí, pero no me arrepiento.

Lo que quiero decir, es que a veces nuestra fe flaquea. Es normal, pues sólo somos humanos. No hay de qué avergonzarse. Lo que importa es cómo salgamos de la prueba. Pero sobre todo, lo que no tienes que hacer es mentirte a tí mismo. Pues de ti no puedes esconderte.

A medida que Magnus explicaba su pasado mis ojos se iluminaban más y más, y cuando concluyó empecé a meditar en ello.

- Recuerdo que mi padre adoptivo me decía que no me veía mucho como paladín de Tyr, que yo era demasiado bondadoso y paciente para ello. No, no soy una persona severa e intransigente, pero aun así no tolero las injusticias... quizá sea ésa la forma en la que pueda servir a Tyr, y puede que hasta el momento haya actuado correctamente... es posible que mis creencias no difieran tanto de Tyr, y por mera inseguridad haya dudado... o quizá mi padre tenía razón cuando me sugirió seguir a Ílmater...

Magnus escuchó con atención a Nathan. Aunque no se había dado cuenta, él ya había llegado a una conclusión.

Tyr es un dios fuerte y justo. Su dogma es revelar la verdad, castigar al culpable y ser siempre justo en tus acciones. El que otros la sigan de una manera no quiere decir que sea la correcta.

Si en verdad quieres servir a Tyr, creo que tienes un corazón lo suficientemente noble como para hacerlo. No creo que te gustase servir a Ilmater. Demasiado sacrificio, pero de los demás. Tú prefieres preocuparte de ellos y que no les llegue a pasar nada, no ayudarles depues de que les haya pasado.

Despues se levantó y se estiró. y con una sonrisa le comentó al joven paladín.

Y si no, siempre te puedes unir a la fe del Caballero Rojo. No tenemos muchos paladines en nuestra orden.

- Tienes razón... prefiero evitar que a los demás les pase nada en vez de estar enmendando los destrozos - suelto una leve carcajada pero posteriormente me reprimo - Perdón, pero es que has trabajado más que un clérigo de Ilmater...

Posteriormente me incorporo. Me encuentro mucho mejor y con mi fe hacia Tyr renovada, y ahora esa fe es inquebrantable.

- Gracias, ahora entiendo que estoy hecho para servir a Tyr... aunque no descarto unirme al Caballero Rojo si en un futuro me llegase a gustar preparar estrategias en la batalla...

Magnus asiente ante las palabras de Nathan. No le cabe ninguna duda de que su crisis de fe ha desaparecido.

Si he podido ayudarte me alegro. Los clérigos deberían estar para eso. Para ayudar, y las heridas del alma son tan importates de curar como las del cuerpo.
Y ahora veamos lo que podemos hacer para que no perdamos a nadie más.