Partida Rol por web

De alguna manera me siento triste por el vendedor de tostadoras.

-Mira tío, podrías ser un agente durmiente. Conocimos a un tipo, un policía que acabó matando a todos sus compañeros de toda la vida, porque sí, por un impulso. Uno con hermanos idénticos, como tú.

No eres culpable de nada pero tendrías que ser el primero en desear estar aquí encerrado, para que el resorte no salte y no acabes haciendo mal a nadie sin querer.

Sospecho que sabe lo que es. Pero si no es así, al decirle esto, quizá se sienta un poco mejor. No sé.

Miraba a Todd con curiosidad. ¿Cómo podría distinguir a un humano de una tostadora? En la primera guerra humano-cafeteras era muy fácil, las cafeteras brillaban con su acabado cromo acerado. Pero ahora que se parecían a los humanos, tenían piel y se comportaban como humanos, incluso tenían recuerdos humanos. ¿Qué podían hacer? Habría algo en su sangre, en la composición de sus tejidos, en su ADN que les permitieran distinguirlos. Era algo que tenía que hablar con el doctor.

Rebusco en su botiquín personal y le paso a Todd un par de pastillas para el dolor de cabeza. Ten esto. Racionalízalas. No tengo muchas.

Lo del calcetín me vale-Stan se descalzó de uno de los zapatos y se sacó el calcetín con tomate para ponerlo en la boca de Todd-Lo siento, tío, pero te lo has ganado.

Todd se resistió y puso cara de asco cuando notó el sabor a queso de la tela en la boca. Stan hizo un gesto a Karen y tomó el frasco de pastillas.

Gracias, pelirroja. No puedo tomarlas a palo seco, voy a por agua. Vuelvo ahora.

Este es un canal seguro. ¿Información vital que solo se puede entregar en mano? ¡Qué conveniente! Mira, deja de tomarme el pelo. No vuelvas a llamar, los canales deben mantenerse libres para las llamadas realmente importantes. Fin de la comunicación.

Dualla acababa de colgar a Gaheris. Puede que ni siquiera creyese que fuese un sargento de verdad. Gaheris trató de volver a llamar, pero en el Battlestar Galáctica ya no le cogían.

Mientras, sin Todd distrayendo con su palabrería ni Stan estorbando con su voluminoso cuerpo, Dido se fijó en el monitor que mostraba imágenes de la bodega. Fue un movimiento rápido y no llegó a verle la cara, pero alguien acababa de entrar en el raptor de Kat.

Mierda. Exclamó de improviso la enfermera al escuchar la contestación. ¿Y ahora qué? Robamos una nave y nos colamos en el hangar de la nave de guerra más poderosa de la flota. Las opciones eran pocas, también podían intentar descifrar el contenido y comunicarse con Galáctica ya con la información vital extraída, o seguir intentando llamar otra vez. 

 Frustrado y cagándome en los muertos de la tal Dualla, corté la transmisión y miré a los presentes:

 -  ¡Me cago en la puta!. ¿Alguien sabe de alguien de por aquí que conozca a alguien a bordo de la Galáctica y podría ponernos en contacto con esa persona?.

Hicieron un repaso mental por las opciones que tenían.

-El Galáctica ya no les cogía las llamadas, pero ellos seguían llamando al Olympic Carrier: lo hacían cada treinta y tres minutos para comunicar las coordenadas de salto. Tan solo tenían que pasar de la sala de comunicaciones al puente de la nave, en la que el camarero Platodeus esperaba la recepción de los códigos.

-También conocían al Presidente Billy, en el Colonial-One. De hecho en la discusión con Amarak era la segunda opción a la que enviar las pruebas.

-Podían intentar llamar también al Capitán Simpson y que fuese él quién llamase al Olympic Carrier. También conocían al piloto de la Reina Astral, Hoban Washbourne.

-En la nave también contaban con algunas celebridades o personas influyentes, como el actor Rudi Biante, el escritor Martin Zemus o el empresario Rick Walters.

-Jugando fuerte, con algunas mentiras, podrían llamar la atención del Battlestar Galáctica. La Teniente Valerii "Boomer" seguía desaparecida, le habían escuchado y podían intentar disimular su voz. También podrían pedir ayuda al afamado terrorista Tom Zarek llamando al Reina Astral, era alguien que sabía hacerse escuchar.

Entre el calcetín y la pastilla el problema de Stan quedó solucionado, era bueno poder ayudar aunque fuera en algo tan simple. El verdadero problema lo tenían al comunicarse con el Battlestar Galactica que no parecía querer recibir su llamada.

-Eso es un problema. ¿Qué vamos a hacer ahora?

Jisoo echó un vistazo dentro de la sala que había abandonado Stan para comprobar que Todd seguía allí y no intentaba escaparse. Después entre todos repasaron todas las opciones disponibles.

-Yo llamaría al Presidente Billy, nos conoce y además tenemos que decirle lo que pasó en el Reina Astral. Él puede ordenar al Battlestar Galactica que nos reciba o quizás prefiere que le llevemos las pruebas a él.

Había otras opciones, era verdad, pero si Billy hacía de intermediario nadie se opondría a su autoridad.

Busco un teléfono y marco el número del presidente Billy. Es un zagal que nos debe una cena... Tiene que funcionar. Espero a que se ponga insistiendo, si no se pone él, que es un asunto personal.

Mi idea es pasarle el teléfono a Jisoo en cuanto el presi se ponga. No sé, me la imagino con él. A Jisoo le pega ser la primera dama.

Karen suspiro pesadamente. El destino de la humanidad y todo parado por la maldita burocracia y la inteligencia militar. ¿A donde iba a llegar el mundo? Asintió a la propuesta de llamar a la presidenta, ella se había quedado sin ideas.

 Me recosté en el asiento, mientras asentía conforme ante la sugerencia de Makami. Esperaba que esta vez tuviéramos más suerte y menos embrollo...

Dido no tenía el teléfono privado del Presidente Billy. Algún día seguro que lo tendría, ella era así de popular, pero de momento tenían que llamar por radio a la Colonial One. La operadora de la nave presidencial fue mucho más receptiva que Dualla y les pasó con el Presidente sin ponerles pegas. Pero tardaron un minuto en poder hablar con él, y en la imagen del videorreceptor apareció la mesa presidencial con media docena de manos adecentándola y retirando papeles. Junto a Billy, a la izquierda de su sillón, había un hombre en pie, en pose molona y con aire intelectual.

Billy estaba desaliñado, pero todos lo estaban. Esta crisis de los treinta y tres minutos les estaba pasando factura a todos.

¡Chicas! Me alegro de veros. Esto está siendo un lío. Un soberano lío. Todavía os debo una cena, lo sé. Os lo compensaré pronto. ¿En qué puedo ayudaros?

Gaheris reconocío a Gaius Baltar de la tele. Era un tipo famosillo, habitual tertuliano y divulgador científico. Sin embargo, la mayoría de las cosas que dice le suenan incomprensibles. Es un poco pedante.

¡Oh! ¡Se acuerda de nosotras!

Jisoo se puso algo colorada y se le dibujó una risa tonta en la cara mientras hacía un tímido gesto de saludo con la mano. Tampoco es que fuera tan raro que Billy se acordara de ellas dadas las circunstancias y lo escaso de la actual población, pero a Jisoo aquellas palabras le hicieron sentirse especial.

-No te preocupes Billy. Que diga... Presidente Billy. Todos sabemos que las cosas no van muy bien, por eso te llamamos.

En ese punto Jisoo dirigió la mirada a sus compañeros para que fueran poniendo al día al Presidente, tanto de lo sucedido en el Reina Astral como en la petición de ir hasta el Battlestar Galactica. Sobre todo esto último podía ser de gran importancia dependiendo de los datos que el Doctor consiguiera sacar. Aunque el asunto de descubrir que Danna era también una colaboradora Cylon y que parecía tener cierto mando, una vez que la habían descubierto y ahora estaba encarcelada, podía ser interesante. Con ojos curiosos miró a la pantalla, aunque no reconoció al hombre que salía junto a Billy.

Hablo rápido, me muevo por instinto, me he vuelto una aguerrida soldado.

-Señor presidente -siempre quise decir eso- en funciones -esto otro es para que no se lo tenga demasiado creído- ejem... para cobrarnos la deuda antes de palmar tenemos que ir a tu nave y pedimos permiso para hacerlo.

Pienso que si los zylon nos han infiltrado en esa mesa ha de haber al menos un traidor.

-Nuestra vida es muy movida y hemos estado a punto de morir como diez vedeces estos días, ya sabes. Así que queremos ir ahora contigo y almorzar o cenar o lo que te dejen, cuando se pueda, aunque sea tomar un café o una bolsa de galletas Io-reo. Seguro que te despejará un poco, te lo garantizo -esto último ha sonado un poco a una propuesta de sexo límite antes de morir, no sé si me paso un poco pero algo me dice que este tío no se ha comido un torrao y que esta insinuación tan vedada moverá algún pequeño resorte en su cerebro de empollón para no decirnos que no-  Eso si ese zoquete aereloniano de gafas que tienes pululando a tu alrededor no pone algún pero tonto para hacerse de notar. Sí, sí, me refiero a Gaius Baltar... Era amigo de mi pá, sabes, al ser un paisano le acogió en su cuarto en la residencia universitaria...

Eso último lo digo con un toque de paleto acento Aerelonio para poner a Baltar a la defensiva y que no se oponga a nuestro viaje. No quiero hacer mención a la grabación porque se me ha ocurrido que puede servir para desenmascarar a alguien cercano, alguien que está ahí, viéndonos, y que puede negarnos el acceso al presidente.

Ah, unas Io-reo, me apetecerían mucho. Tengo que ver si quedan en la Colonial One.

Billy no era pardillo solo por su ausencia total de sexo, sino por su incapacidad para leer entre lineas y reconocer un doble lenguaje.

Sin embargo, no creo que sea seguro reunirnos dadas las circunstancias... ¿Usted que opina, Doctor Baltar? ¿Doctor Baltar?

Gaius Baltar tenía la mirada fija, meditabundo, como si estuviese escuchando a otra persona. Era evidente que un hombre adulto de la brillantez de Baltar no iba a caer en las provocaciones de una niñata pre-universitaria.

¿Doctor Baltar? Estábamos debatiendo la posibilidad de que las chicas vinieran a hacernos una visita.

¿Eh...?

Baltar miró alternativamente al Presidente Billy y a la videopantalla. Gaius debía de ser superlisto, porque era Doctor y porque siempre estaba meditando en cosas de listos. Era normal que no fuese capaz de seguir una conversación mundana entre gente mediocre, el Doctor Baltar era como esos niños con déficit de atención que se aburren en clase porque no supone un desafío.

Señoritas... Debería darles vergüenza. El Colonial One no es una nave de recreo. Aquí reside el corazón de nuestro maltrecho Gobierno en el mayor momento de crisis en la Historia de la Humanidad. Nos enfrentamos a la extinción de nuestra propia especie y a la desaparición del legado cultural concebido a lo largo de los siglos. Y ustedes quieren venir a tomar té y galletitas... ¡Qué decepción! En cualquier momento el Comandante William Adama podría llamar para debatir con el último presidente de las Doce Colonias el futuro de la humanidad. Estamos en crisis. Este es un lugar de trabajo. ¡No disponemos de tiempo para menudencias...!

El Doctor Baltar abandonó en seco su discurso. El silencio se hizo eterno. Todos esperaban que el asesor presidencial terminase su alegato. Finalmente, tras el impás, Gaius Baltar volvió a hablar.

Otra cosa muy distinta sería una reunión de trabajo para tratar un modo de afrontar la situación. Si se tratase de una reunión de trabajo, no me opondría a que esas chicas viniesen.

Guau, sí que es superlisto. Seguro que el Doctor Baltar ha leído el lenguaje corporal de Dido y Jisoo y se dió cuenta de que lo que querían tratar es un tema serio.

En cualquier caso, se requeriría una buena razón para subir al Colonial One-dijo, dando un jarro de agua fría a las esperanzas de Dido de comer galletas Io-reo en la Colonial One.

Billy parecía animado a quedar con ellas, eso estaba bien e hizo sonreír tímidamente a Jisoo, aunque luego se impuso su responsabilidad como presidente de toda la humanidad restante y concluyó que no era seguro para pasar después la pelota al hombre que salía a su lado en la pantalla, no hacía falta ser demasiado observador para darse cuenta que era una persona inteligente, o al menos lo parecía.

Espero que lo primero, si Billy se apoya en su consejo.

Le sorprendieron las palabras de Dido y que parecía conocer a aquel tipo, no la hacía el tipo de chica que se movía entre gente tan importante.

-¿Lo conoces?

Parecía que tenía alguna conexión con el padre de su amiga y eso quizás les pudiera ayudar un poco en la misión que debían llevar a cabo. Sin embargo cuando el tal Gaius Baltar tomó la palabra no les concedió ni una oportunidad, al menos al principio, después su discurso se suavizó dejando lugar a un resquicio que debían aprovechar.

-El Doctor Amarak ha descubierto algo importante, íbamos a llevarlo a la Battlestar Galactica pero no nos permiten acercarnos. Por eso llamamos a Billy, al Presidente. -No quería decir más sobre el asunto ni dar más detalles, seguían sin fiarse de la mayoría de la gente y eso la angustiaba un poco, se estaban jugando el futuro de la humanidad y no sabían en quien podían confiar.- Si no nos permiten ir a la Colonial One y enseñarles el hallazgo e informar de lo ocurrido en la Reina Astral, al menos consigan que los de la Battlestar Galactica nos reciban, es información importante y son las naves más seguras de la flota. Y Billy, nosotras tenemos unos cuantos paquetes de Io-reo, te guardaremos alguno.

Al final llenar su bolso de galletas podía resultar útil, aunque ahora mismo le daba igual ir a la Colonial One o a la Battlestar Galactica, solo quería que la información que habían conseguido quedara en buenas manos y fuera útil para ir descubriendo a los traidores cylon.

Sonrio a Jisoo. No iba a añadir nada pero adecido una frase que sirva de cortina de humo para que no piensen que podremos tener la identidad de un infiltrado. Carraspeo.

—Es una cuestión de crucial importancia estratégica.

 - Señor presidente, soy el Sargento Gaheris Kanos, de las antiguas fuerzas de Cáprica. Le aseguro que lo que mis compañeros le dicen es muy cierto. Le daríamos más detalles, pero por seguridad, es mejor no entrar en detalles en una línea que podría estar comprometida. - Le informé, con aire marcial. - Solo le diré que la información es vital para la supervivencia de la raza humana y no le estaríamos molestando en caso contrario.