Partida Rol por web

Su... Su amigo dijo... Es obvio que usted está afectada, y no está en condiciones para tomar decisiones. Pero recuerdo que su compañero habló de una carga máxima. ¡No debimos traerla al raptor! ¡No fue un acto juicioso!

La voz de aquel hombre sonaba lejana, como en una noche de borrachera.

Una carga máxima para poder despegar en un planeta con gravedad, no afecta en el espacio. Por las barbas de Zeus, recoger a esa chica no va a hacer que nos estrellemos.

¿Cómo puede estar tan segura? Científicamente hablando, la velocidad de entrada para aterrizar en el hangar de una nave... Fuerza es igual a masa por aceleración. ¡Y tanto que depende del peso extra que llevamos! Vamos a morir todos por culpa de los ochenta kilos que debe de pesar el culo de esa chica. ¡Boom! Nos convertiremos en un bonito manchón en la pista de aterrizaje...

Dido abrió los ojos y empezó a escuchar con más claridad. Estaba rodeada de niños. Un puñetazo directo a la barbilla de su reloj biológico. Entre los dos asientos de la cabina del raptor se asomaba el hombre llorica que le acababa de llamar culo gordo, de espaldas a Dido, que hablaba con la piloto.

Se dió cuenta de que no estaba tumbada totalmente en horizontal: su cabeza estaba más alta. La nuca de Dido descansaba sobre las rodillas de una mujer.

Por los dioses de Kóbol, al fin abres los ojos. Me llamo Jessica, soy de Geminon. Te recogimos en el espacio, de una cápsula de salvamento. Moviste los labios, tratando de decirnos algo, pero estabas tan débil que no llegamos a escucharte.

¡Ya me he cansado de usted, señor Baltar! Le aseguro que pilotar con una persona más a bordo no es más peligroso que hablarle a la piloto del raptor cuando realiza una delicada maniobra de aterrizaje. Así que le recomiendo que cierre el pico antes de que nos matemos todos.

Vuelo 798, iniciamos maniobra de acercamiento...

No tengáis miedo, niños-dijo una ancianita que formaba parte de los pasajeros de la nave-. ¿Queréis un caramelo? ¿Tú quieres un caramelo, bonita?-preguntó a Dido.

La vieja metió la mano en uno de los bolsillos de su bata.

No le haga caso, señora-dijo el mayor de los niños a Dido-. Esa vieja chocha no tiene caramelos de verdad. A mí ya me engañó una vez, y me dió un tornillo en vez de un caramelo. No está muy bien de la cabeza.

Mientras aterrizaban, Dido rebuscó en su traje espacial roto, comprobando que la pistola que había encontrado ya no estaba con ella.

Las palabras llegan a mí sacándome como de un sueño. Abro los ojos y pestañeo un par de veces hasta asegurarme de que estoy viva. Sonrío a la chica que me ha cedido sus rodillas. Me recreo observando su amable cara, me siento como drogada.

¿Es Gaius Baltar el que habla? ¡Dioses, no me lo puedo creer? ¿Qué dice de mi culo? ¡A mi culo no le pasa nada, sólo que no soy una de esas famélicas que tanto se llevan! Vuelvo a cerrar los ojos. Resolpo. Sí, definitivamente, estoy viva.

—Vengo del Olympic Carrier —. Gritaría, pero no quiero desconcentrar a la piloto. — Sabotearon nuestro motor de salto y los zylon nos dispararon. Estamos encallados en Minos. Necesitan ayuda urgente... Hay más de mil vidas en juego...

Me incorporo como puedo y me pregunto quién tendrá la pistola. Espero que la piloto. Le digo amablemente que no a la anciana con la cabeza. Debe ser muy duro sobrevivir a esa edad.

Sonrío al niño. Estoy ansiosa de hablar con los militares. Cada minuto cuenta.

El raptor da un latigazo al aterrizar. Dido lo lleva de la manera más estable posible: tumbada. Los demás tienen más problemas con su equilibrio. Uno de los niños incluso se cae sobre la pasajera del Olympic Carrier, quizás para tocar teta. Al final todo se estabiliza. En la carlinga, Boomer aprieta el botón que abre la compuerta lateral del raptor.

¡Apartaos!

La piloto se pone en pie, evita a Gaius Baltar, casi pisa a Dido, pero finalmente es la primera en salir. En el hangar de la Colonial One, un par de tripulantes se acercan para ayudar a los refugiados a bajar. Boomer los ignora, y avanza con decisión a un tipo de aspecto militar.

¡APOLO!-le llama.

Boomer, me alegro de verte...

Apolo y Boomer se alejan del raptor para hablar en privado sobre la situación, pero siguen en el hangar si es que alguien quiere acercarse a interrumpirles.

Los pasajeros van bajando del raptor, incluyendo Dido.

Bienvenida a la Colonial One-le dice a Dido una azafata desanimada.

Wow, la Colonial One... ¡Cómo en las películas! Estaba en la nave del Presidente de las Doce Colonias. Pero no tenía claro que ese fuese su lugar. Si supiese pilotar, Dido podría robar el raptor y volver a la Olympic Carrier. Aunque quizás sea algo más complicado que conducir el tractor de casa...

En ese momento, y por un segundo, en el otro extremo del hangar, Dido cree reconocer una cara familiar. Se trataba del tipo ese que conoció en la cola de embarque... el que vendía aspiradoras, o algo así. Pero si iba en el Olympic Carrier, ¿cómo y cuando llegó al Colonial One?

El hombre, fuese quién fuese, terminó de subir unas escalerillas y entró en un pasillo saliendo del ángulo de visión de Dido. Mientras, los refugiados eran conducidos a una compuerta que recordaba la de la bodega de carga del Olympic Carrier. La azafata le hizo un gesto para que Dido fuese hacia la bodega con los demás refugiados rescatados por el raptor de Boomer.

¿De verdad estoy en la nave presidencial? ¡Guau! ¡Qué pasada! Miro pasmada con la boca abierta hacia los lados. Todo es bonito en esta nave. Todo clase business.

Supongo que habrán venido a traer a Gaius Baltar a una audiencia con el presidente. Me alegro que se haya salvado un genio como ése. Nos hará falta. La verdad es que creo que tenía razón cuándo decía que mi culo ponía la nave en peligro. Pero ¡no es tan gordo! ¡Sólo soy un poco atlética! Ah, ese tema me pone nerviosa. Deja de pensar en tu culo, Dido, y ponte a trabajar.

Si no me mandan para otro sitio trataré de abordar a Gaius y preguntarle si recuerda a mi padre de los viejos tiempos, cuando empezó en la universidad de Cáprica.

Saludo a la azafata, no me extraña que tenga mala cara. Le sonrío un poco tratando de decirle algo así como ¡Mientras hay vida hay esperanza! y camino junto a ella unos pasos.

A lo lejos descubro una cara conocida y como es imposible que se haya teleportado el vendedor de las tostadoras doy por hecho que será su hermano gemelo. ¿Qué posibilidades hay de que dos hermanos gemelos sobrevivan a algo así, en dos naves diferentes? ¡Qué cosas!

Le pierdo de vista. Luego le buscaré para decirle que su hermano está vivo. Quizá sea alguien influyente o conozca a alguien que pueda presionar para que den prioridad al rescate de la Olympic Carrier. Ahora esa es mi prioridad. Por eso antes que nada corro a interrumpir a los dos militares. Si quieren pasar de mi tendrán que hacerlo a la fuerza.

—Ey, por favor, por favor, escuchen, es urgente... ¡He dejado atrás a mil y pico civiles que necesitan ayuda o morirán! Les rescatarán ¿Verdad?

Tranquilícese. Estamos ayudando a todas las naves que podemos. Si me cuenta la situación...

El piloto mira por encima de Dido (no es extraño, teniendo en cuenta la planta que se gasta el maromo). En cuanto vió algo tras la refugiada, levantó la mano, como si estuviese pidiendo la cuenta de un restaurante.

¡¿GAIUS BALTAR?! ¡Aquí! ¡Venga por aquí!

Mientras el científico se les acercaba, Boomer informó sobre Dido, en tercera persona, como si ni siquiera estuviese allí.

Encontramos a la chica en una cápsula de salvamento cerca de Tauron. Era la única señal en el D.R.A.D.I.S., así que asumo que todos los demás supervivientes de su nave estarán muertos, Capitán Apolo.

En el breve tiempo en el que la piloto dijo esa frase, el Doctor Baltar cubrió la distancia que les separaban y se unió al corrillo. Si Dido quería decir algo, sobre la cosecha, sobre las amistades de su padre o sobre el Olympic Carrier, el mejor momento era este.

—No, no, no, eso no es así. No es que estén muertos, mírenme... vengo de allí. Es por el virus informático. Afectó a todos los sistemas de la nave. Pero están ahí, esperándonos. Yo reparaba daños leves—. No quiero que piensen que el rescate no sería a tiempo por culpa de los daños en el casco así que ni nombro lo de los problemas con el aire o la temperatura— en la cubierta cuando me rajé el traje espacial y tuve que improvisar. ¡Uno de nuestros pasajeros es nada más y nada menos que el mismísimo Rudi Biante!

Me cierro en banda. No es que no crea en mis argumentos, pero me agarro a ellos como a un clavo ardiendo porque no puedo ni imaginar que estén muertos. Lo de nombrar a Rudi Biante es por asociación, no puedo pensar en el roto sin pensar en Rudi y estoy hablando muy rápido.

—Son civiles, y estoy dando un aviso de emergencia de una nave colonial civil que necesita rescate —. No tengo ni idea de si tendrá base real lo que estoy diciendo o si es cosa de las pelis pero sigo—. La ley les obliga a mandar al menos una nave de reconocimiento. Por favor, por favor.

Veo al doctor Baltar llegar en mi último ruego. Con su opinión sobre mi rescate no me extrañaría que suelte algún argumento en contra de ir a buscar una nave ruinosa en pleno combate. Decido arriesgarme para dejarle un poco aturdido. Trato de evitar que opine.

-Yieee... Baltru. ¡Pasiano! ¡Qué casualiá! —. Exagero hasta el extremo el acento de mi tierra, imitando un poco a mi abu. En mi pueblo es por todos conocido que el Doctor Baltar disimuló su acento Arelonio para medrar en Cáprica así que pienso que hablarle así de cosas que seguro que le incomodan le obligará a ponerse a la defensiva o a evadirse de mi conversación.—¡Mi pá te conoce! Sempre cuenta que te echó un cable cuándo arribaste de Arelon a Cáprica sin ná "con una mano delante y otra detrás" y que dormiste unos días en su ratonera! ¡Tie el viejo munchas, munchismas gestas diveltidas de vosté Señor Gaiu...—Utilizo el nombre con el que le conocía mi padre.—... Baltasar! ¿Te acueldas de Virgilio Isolda "el Gordo"... Es mi pá!

No... No sé de qué me está hablando, señorita. Llegué a Cáprica con una beca de estudios bajo el brazo. No creo que mi situación se pudiese catalogar de precaria. Y... creo bastante obvio que alguien como yo no se mezclaría con alguien apodado "el Gordo", gracias. Si algún día pisa una biblioteca, le sugiero que lea mi biografía oficial, escrita por mí mismo: "Gaius Baltar: culmen de la genialidad humana". Eso le evitará decir algunas barbaridades sobre mi persona que no vienen a cuento.

Por mucho que me gusten las películas de Rudi Bianti, hay más naves que necesitan nuestra ayuda. La Olympic Carrier será socorrida a su debido tiempo, y no antes que otras naves que corran más peligro.

El Doctor Baltar giró la cabeza, y se quedó mirando al vacío, como si estuviese hablando con alguien al que solo él podía escuchar. Tardó en reaccionar, pero cuando lo hizo apoyó a Dido.

Capitán, creo que el rescate de la Olympic Carrier tiene prioridad. Sí... eso es... ¿cómo? Ah... Desde el punto de vista de la eficiencia, lleva menos tiempo buscar una nave que sabemos que está perdida, que mandar al raptor a ciegas, sector por sector, escaneando el espacio vacío con el D.R.A.D.I.S., es decir... Mandemos a la Teniente ahora mismo a por el Olympic Carrier, y estaremos ahorrando muchos minutos que permitirán maximizar el número de vidas humanas salvadas.

Apolo dudó. Sin saber más detalles de la situación del Olympic Carrier, era imposible saber si tenía más o menos prioridad. Seguramente, si a Dido se le hubiese escapado que la nave estaba cómodamente aposentada sobre la superficie de Minos, sin emitir ninguna señal que los cylons pudiesen localizar, habría sido el último rescate en ser realizado.

Está bien, Doctor Baltar. La Olympic Carrier será la máxima prioridad. Teniente Boomer, vuelva al sector en el que encontró la cápsula de salvamento y rastree la zona buscando a la Olympic Carrier. Evalue los daños y comuníquese por canal interno para informar. Doctor Baltar, usted acompáñeme a ver a la Presidenta de las Doce Colonias...

¿La Presidenta? ¿Qué ha pasado con el Presidente Adar?