Partida Rol por web

Esbozo una mueca cuando veo que el celador no acepta el soborno. ¿Pero qué le pasa a todo el mundo hoy? Joder, qué sensibles. Me encojo de hombros y me guardo el billete en la cartera, sonriendo de nuevo hacia Conrad, como si no hubiese pasado nada.

Supongo que ahí va nuestra última carta de averiguar algo. Como a Lorna no se le ocurra hacer algo desde fuera que llame la atención del celador y lo empuje a salir, iremos listos. 
Me cruzo de brazos y miro hacia la habitación contigua, donde el paciente sigue sin dar señales de vida ante las palabras de la hermana de Brian. Te toca, rubia. Y más te vale que la legalidad funcione. Afortundamente la grabadora en mi bolsillo aún corre.

 ¿D-d-disculpe...? ¿ha dicho sacerdote? ¿Cómo sabe usted lo del sacerdote? ¡Quién se lo ha contado! 

Bien hecho.

-¿Quién se lo ha contado a usted? -Pregunto, sin perder la sonrisa.

Douglas miro extrañado al celador, que narices sabia él de las investigaciones de Gallaher y por todos los demonios porque narices se había puesto tan nervioso, estaba asustado, lo bastante para hacerle tartamudear de golpe.

- Hemos venido a ver al señor Gallaher, es normal que estemos informados sobre lo del sacerdote -
Dijo Douglas clavando sus ojos, en Conrad a través de sus lentes, Conrad llevaba poco tiempo con el teniente Gallaher, solo desde la agresión al otro celador, poco tiempo, y Gallaher no estaba muy hablador, que rayos sabia y como rayos se había enterado.
- Algo le tiene muy - asustado era más que obvio pero Douglas quería evitar ofenderle, se quedo callado unos segundos y continuo -preocupado- dijo con amabilidad- y no parece de los que se preocupan fácilmente -
Douglas echo un vistazo a través del cristal y luego al pasillo.
- Trabajando en un sitio como este, estoy seguro que no es facil preocuparle - Douglas sonrió acompaño su tono amable con una sonrisa afable.
- Por favor díganos que es lo que le preocupa, le doy mi palabra, puede contar con nuestra discreción-

Justo cuando termino de hablar y estoy concentrada en las posibles reacciones del teniente Gallagher, llega la interrupción del celador que me coge desprevenida. Respiro profundamente antes de volverme hacia él. «Raro, muy raro», resuena en mi cabeza. Me cruzo de brazos mientras mis compañeros le preguntan. Hasta un él parece conocer esa noticia, y aunque me resulta curioso que el director del centro no comentara nada, este hombre que tengo delante de mí parece ocultar más de lo que había creído en un principio.

—Sí, nos hemos informado previamente antes de venir— respondo a la pregunta del celador.

Permanezco en silencio esperando a que responda a las preguntas de mi compañeros, no quiero presionarlo, pero con ese comportamiento parece tan sospechoso. «Me pregunto qué más sabrán que no nos hayan dicho, ¿será verdad todo lo que nos han contado hasta ahora?», demasiadas preguntas rondan mi mente y de momento tengo pocas respuestas. 

«Paciencia, al menos todavía puede hablar, lo tiene fácil», me digo a mi misma. 

Ves que efectivamente Gallagher tiene unas hojas con unas ceras en una mesa pero está pisando un papel. 

Ves que efectivamente Gallagher tiene unas hojas con unas ceras en una mesa pero está pisando un papel. 

Ves que efectivamente Gallagher tiene unas hojas con unas ceras en una mesa pero está pisando un papel y parece que está rallado.

Conrad da un pequeño paso hacia atrás y os mira desconcertado, enarca una ceja y se dirige a Douglas al hablar. 

Anoche... lo vi. se gira a coger su taza de café y da un sorbo, Lorna entra en la habitación justo a tiempo de escucharlo y el hombre pega un respingo al verla aparecer por la puerta. Juraría que vi a un sacerdote con su sotana y todo, de madrugada... 

Anoche... lo vi. Juraría que vi a un sacerdote con su sotana y todo, de madrugada... 

Qué cojones...

Enarco una ceja, mirando hacia mis compañeros. Creo que estamos en el lado incorrecto de la consulta. Me rasco la nuca en un gesto de preocupación, y finjo inclinarme hacia el cristal, junto a Yvainne. Muevo los labios de forma imperceptible, de espaldas a Conrad. Después, me vuelvo y me cruzo de brazos. Resoplo.

-Las guardias nocturnas son la hostia -murmuro, agitando la cabeza-. Uno acaba desquiciado. Estuve trabajando en una residencia de ancianos, no de celadora, sino de recepcionista. A veces me quedaba hasta tarde. Y es muy duro. Y más cuando tienes pacientes seniles, al final les acabas cogiendo cariño, y cuando mueren... es un palo tremendo.

No levanto la mirada del suelo, y frunzo el ceño. Tengo los ojos enrojecidos, y debo parpadear un par de veces antes de hablar.

-Lo siento. Creo que me he estado comportando un poco como una capulla porque... -trago un nudo que se me ha formado en la garganta-, porque este sitio me recuerda... 

Me froto los ojos con una mano.

-Joder. Conrad. Señor Walters -inspiro hondo, y me fuerzo a mirarle y encogerme de hombros-, ¿puedo invitarle a un café en la máquina? Creo que nos sentaría bien... tomar un poco el aire. Y volver a empezar. ¿Le parece bien? -Alargo una mano para acariciarle el brazo- Por favor.

-Su pie. Hay un papel.

Lorna se reincorporó al grupo, expectante por alguna novedad.

-Hola, ¿me he perdido algo?

Conrad: Anoche... lo vi. Juraría que vi a un sacerdote con su sotana y todo, de madrugada... 

Una sonrisa incómoda se dibujó en su rostro y miró de reojo al resto del equipo, aunque se le fue diluyendo poco a poco.  

"¿Qué...?"

Entornó la vista algo confusa, tratando de relacionar a un sacerdote con todo aquello. El resfriado le había dejado la mente algo espesa, pero tardó unos instantes en caer en la cuenta. 

"¿Pietro Bellini?, ¿el párroco que asesinaron? pero espera, está diciendo que... oh..."

Una leve sensación de angustia le recorrió la garganta. Estaba segura de que debían de hablar de otro sacerdote, y si se referían al párroco, probablemente no serían más que imaginaciones. Como fuese, sus pensamientos se interrumpieron en cuanto Rosemary habló.

Rosemary: Las guardias nocturnas son la hostia. Uno acaba desquiciado. Estuve trabajando en una residencia de ancianos, no de celadora, sino de recepcionista. A veces me quedaba hasta tarde. Y es muy duro. Y más cuando tienes pacientes seniles, al final les acabas cogiendo cariño, y cuando mueren... es un palo tremendo... Lo siento. Creo que me he estado comportando un poco como una capulla porque... porque este sitio me recuerda... 

 La escritora parecía extrañamente afectada, más que en cualquier otro momento del viaje.

"Vale, esto ya es muy raro"

-Imagino que no ha respondido ni nada, ¿no? -preguntó para desviar su propia atención. 

Mi expresión no varia, pero la respuesta del celador trastoca mis pensamientos. Muevo los ojos hacia Rosemary y hago un casi imperceptible gesto de entendimiento. Sé a que se refiere. Luego empieza a contar una historia que no hay quien se la crea, ya he perdido la cuenta de todas las cosas extrañas que hace esta chica. O quizás sí, me pregunto si será cierta.

«Imposible», me corrijo. Observo pensativa al celador y tomo aire.

—Si necesita un café no se preocupe por nosotros, voy a hacer algunas preguntas más pero presiento que obtendré el mismo resultado— le digo encogiéndome de hombros—. Creo que podremos unirnos en unos minutos.

—Señorita Duverger, por favor, venga— le pido haciendo un gesto con la mano—. Creo que me podrá ayudar en un pequeño detalle.

Necesitaré al ayuda de los tres, y aun así, no parece la mejor de las ideas.

Douglas volvió a mirar por el espejo, ignorando a Conrad por unos segundos, fijandose más detenidamente en el señor Gallagher, la vista no le habia jugado una pasada, había visto bien, sonrió que alguien no hablase no queria decir que no se comunicara.

La sonrisa se le borro de golpe al escuchar al celador.

Cita:

Se giró de golpe para mirar al celador, que narices pensó. Su mente empezo a pensar en una explicación lógica.
- Tal vez ... leyó usted la noticia en losnperiodicos-
Douglas sonaba nervioso muy poco convencido, más interesado en dar una explicación racional para tranquilizarse a sí mismo.
- Se le olvido y la cabeza le jugó una mala pasada-.
Era más plausible que la alternativa penso Douglas, mientras se volvía para mirar al teniente Gallagher estirando el cuello para intentar ver mejor.

Un sudor frio le recorria la espalda, por dios que no tuvieran que entrar, cualquier cosa menos eso.

Conrad se frota la nuca y mira extrañado a Rosemary. 

Si, bueno, si me trae un café se lo agradecería pero no puedo abandonar mi puesto de trabajo. 

Si necesita un café no se preocupe por nosotros, voy a hacer algunas preguntas más pero presiento que obtendré el mismo resultado— le digo encogiéndome de hombros—. Creo que podremos unirnos en unos minutos.

Mira a Yvaine y añade. Lo siento señorita me temo que todos los días le han realizado varias preguntas y no ha respondido a nada. 

- Tal vez ... leyó usted la noticia en losnperiodicos-
- Se le olvido y la cabeza le jugó una mala pasada-.

No entiendo ... ¿qué tienen que ver los periódicos?... en fin, pueden ustedes quedarse cuanto quieran, ya les digo que durante las revisiones ordinarias no responde a estímulos, tampoco es que haya estado presente, obviamente.  

Observo la situación, quizás con un poco de vergüenza, el señor Walters tiene razón. No debe abandonar su puesto y tal vez podamos aprovecharnos de su presencia. Espero a que todos terminen de hablar y cuando lo hacen, me aclaro la voz llevándome la mano a la boca.

—De acuerdo, no más preguntas— le digo Conrad—. Pues como tenemos que proseguir con nuestro trabajo, necesitaremos que nos abra la puerta para comprobar si responde a los estímulos básicos y dar por completado todo esto. Quizás percibamos algo más, siempre es correcto dar otro enfoque.

—Normalmente no trabajo con pacientes que se puedan mover— añado mirando hacia el teniente—. ¿Me podrá ayudar, señor Walters?

—También necesitaré su ayuda señorita Stonewall— digo volviéndome hacia ella y moviendo los ojos hacia el suelo de la habitación donde se encuentra el teniente Gallagher.

Tras eso camino hacia la bolsa que había dejado en suelo y la abro. No puedo evitar pensar que quizás es muy mala idea acercarse a él, sé perfectamente que no tengo la fuerza del anterior celador, ni siquiera practico deporte. Solo espero que ninguno de ellos sufra daño por mi decisión.

Me encuentro con la mirada perdida en el interior de la bolsa de color negro, tardo un tiempo más largo de lo habitual en meter la mano.

—¿Alguien quiere guantes?— pregunto mientras saco un par que si nadie los quiere, será para mí.

Si, bueno, si me trae un café se lo agradecería pero no puedo abandonar mi puesto de trabajo.

Joder, este tío no se va ni aunque le tirara café hirviendo por encima. Mantengo mi sonrisa falsa, esperando que a alguien se le ocurra algo más inteligente que a mí.

Yvainne: Pues como tenemos que proseguir con nuestro trabajo, necesitaremos que nos abra la puerta para comprobar si responde a los estímulos básicos y dar por completado todo esto. Quizás percibamos algo más, siempre es correcto dar otro enfoque.

Menos eso...

Vuelvo la cabeza bruscamente hacia ella, abriendo mucho los ojos como diciendo "no lo hagas", pero ella está demasiado ocupada sacando algo de su mochila.

Yvaine: También necesitaré su ayuda señorita Stonewall

Me cago en dios.

Joder, cómo me apetece un cigarro. Mientras la hermana de Brian saca un par de guantes de su bolsa y habla con el resto, me muevo disimuladamente hasta el fondo de la habitación, de forma que el celador me dé la espalda. Y fingiendo que voy a dejar la mochila en esta habitación, extraigo con rapidez un tubo pequeño, del tamaño de mi mano, y le quito la tapa antes de metérmelo en el bolsillo de la chaqueta.

Dejo la mano rodeando el tubo de spray de pimienta, esperando a que el señor Walters nos dé permiso para entrar en la habitación del paciente.