Partida Rol por web

Dingwall: Señorita Duverger, por favor, venga. Creo que me podrá ayudar en un pequeño detalle.

-Claro, por supuesto -dijo.

"Bueno, no creo que sea nada raro en plan entrar dentro de..."

Dingwall: [...] necesitaremos que nos abra la puerta para comprobar si responde a los estímulos básicos y dar por completado todo esto. Quizás percibamos algo más, siempre es correcto dar otro enfoque.

"¡Joder!"

Lorna sintió un escalofrío recorriéndole por la espalda. Aquel hombre encerrado le estaba inspirando un miedo extraño; temía lo impredecible que pudiera ser, y en cierto modo era una forma de tener miedo a lo desconocido. Aquello le traía muy malos recuerdos. Sin embargo, había aceptado el trabajo y tenía que seguir adelante con ello. 

Dingwall: ¿Alguien quiere guantes?

 -Yo, por favor.

Aunque se los pusiera, esperaba no tener que necesitarlos en ningún momento. 

No lo digas penso Douglas, ni se te ocurra fue lo segundo que se le paso por la cabeza, después de escuchar a la señorita Dingwall.
- Yo también entraré -

Eres rematadamente idiota, sentenció para sus adentros, mientras tragaba saliva y notaba como las rodillas le flojeaban.

- Ta-también que-querría guantes, por favor -

Douglas se recoloco las gafas y sonrío intentando mostrar cierta calma, aunque era imposible disimular su nerviosismo.

Ahora podria estar cenando como un rey en casa de la señora Geer, en vez de meterme en la habitación de un loco peligroso, rematadamente estupido, Douglas se maldijo a si mismo mientras esperaba, esos segundos que se hacían eternos, para entrar.

- ¿Van a entrar? -  Conrad niega con la cabeza - Está bien, les abriré. Se descuelga unas llaves que llevaba atadas al cinturón y escoge la adecuada para abrir la celda. La puerta, acolchada por dentro, pesa bastante y tiene que hacer bastante fuerza para abrirla. 

Os hace un gesto para que entréis. Allí está el paciente lo veis desde otro ángulo pero sigue sin fijar la mirada, ni decir nada. Se mantiene sentado en la cama. Ahora sí veis claramente que está pisando un papel y que sí parece que haya algo escrito en él. La comida hace ya unas horas que dejó de ser apetecible pero no la ha tocado. Ni siquiera ha sacado los cubiertos de plástico del envoltorio. 

Con la mano metida en el bolsillo del abrigo, y un gesto mucho más decidido que el de mis compañeros, soy la primera en irrumpir dentro de la celda-habitación del loco de la pradera, y echar un vistazo en su aburridísimo interior. Tengo tantas ganas de llevarme algo a la boca que hasta lo intentaría con la comida de hospital pocha que tiene este tío encima de la mesa.

-Buenas - le saludo alzando la mano libre, mientras me aproximo al enfermo desde el lado en el que está pisando el papel.

Con disimulo, apoyo la punta de mi pie en el mismo folio, e intento arrastrarlo hacia mí para liberarlo del pie del señor Gallagher.

Reparto guantes de latex para Douglas y Lorna, luego me pongo los míos y me acerco a la puerta.

—Gracias— le digo al celador antes de traspasar el umbral.

Recorro la habitación con lentitud, observando a mi alrededor y fijándome en la disposición de los objetos que hay en ella. Cuento las ceras que hay sobre la mesa y luego avanzo hasta situarme al lado de Rosemary. La miro de reojo y realizo un pequeño asentimiento. Después de ello, me inclino hacia el teniente. Siento como el corazón se me acelera al verle tan de cerca, me preocupa lo que le hizo a aquel hombre, sin duda mucho más fuerte que yo. Tomo aire, haciendo acopio de toda mi voluntad para mantenerme relajada.

—Señor Gallagher, ¿qué tal se encuentra hoy?— le pregunto, mientras empiezo a recorrer su cuerpo con mis ojos y haciendo así una primera observación visual—. ¿Me permite?— pregunto acercando mis manos a su rostro, con la intención de levantarlo para ver mejor su cara, sin embargo me detengo antes de hacerlo. Como si estuviera esperando a que el hombre me diera su permiso.

Muy a su pesar, Lorna se puso los guantes y entró junto al resto en la cámara del señor Gallagher. Avanzó unos pasos por la sala, aunque menos que el resto y mirando de reojo a la salida y al señor Conrad, que en aquellos momentos ya no tenía tan claro si quería que se quedase vigilando o se marchase de una vez para poder fotografiar aquel esperpento. 

La presencia tan cercana de aquel hombre helaba la sangre; le recordaba a aquella escena en El Exorcista, cuando durante un instante el padre Karras veía a su madre fallecida sentada en la cama... ¿Por qué me haces esto Dimmy?

"Joder, no pienses en eso ahora"

Se refregó los ojos y miró a sus compañeros. Parecía que, mientras Dingwall trataba de comunicarse con él, Rosemary le estaba tratando de quitar algo que tenía bajo el zapato. Lorna en cambio se mantenía hierática, pensando que en cualquier momento Gallagher se iba a abalanzar sobre Dingwall gritando como un poseso. 

Douglas se puso los guantes, y esos segundos eternos pasaron volando y de golpe estaba dando un paso tras otro dentro de la celda del señor Gallagher. Así muere la gente con decisiones condenadamente estupidas, pensaba Douglas a cada paso que daba, hacía el señor Gallagher.

No era el único que había visto los papeles, penso al ver como Rosemary se agachaba para recogerlo con mucho cuidado. 

Y como el estupido idiota que era Douglas se acerco para ayudar a su compañera.

Yvaine Dingwall está a punto de tocar el rostro del detective, cuya piel parece ahora completamente apergaminada y debilitada, como si hubiese envejecido más de veinte años respecto a las fotos que habíais visto de él. Sus ojos, vidriosos estaban perdidos en un horizonte más allá de las paredes de la habitación. La deshidratación de su cuerpo era notable.

Rosemary empuja el papel con su bota y el pie del detective se mueve unos centímetros. 

La pupila de Gallagher se dilata y se posa por primera vez en los investigadores.

Yvaine se detiene a escasos centímetros de su piel, con dedos temblorosos, cuando todos sus instintos se disparan. 

Yvaine siempre había tenido premoniciones cuando algo iba mal. Era como un cosquilleo, una sensación de vértigo que casi le hacía perder el control de su cuerpo. Ahora ese instinto estaba disparado, desatado, la sensación de que algo horrible, peligroso e imparable iba a ocurrir, tenía que contener las ganas de vomitar.

Los ojos del Gallagher cambian de color, los iris se inyectan en sangre como si fuese el torrente de una presa rota, sus conjuntivas blancas se oscurecen como la noche, y las pupilas se dilatan hasta casi ocupar todo el ojo.

Sus labios empiezan a temblar y sus facciones cambian cuando su boca se abre famélica, enseñando unos dientes antinaturales, afilados y cuya mandíbula se abre hasta romperse la articulación. Su rostro ya no es el de un ser humano.

Antes de que nadie pueda emitir sonido alguno, Gallagher se levanta como un rayo, coge a Yvane por el cuello y la levanta en el aire con fuerza como si no pesase nada, como si cogiese un pequeño animal del cuello y la estampa contra la pared, haciendo que su cabeza golpee la pared con un sonoro golpe seco. A su vez emite un alarido que resuena en toda la sala, un sonido desgarrador y demencial. Los cristales irrompibles tiemblan como si fuesen a estallar y los oídos de los investigadores duelen como si sus tímpanos fuesen explotar.

La presa de la mano de Gallagher sobre el cuello de Yvaine es tan férrea y poderosa que los golpes y movimientos de la chica apenas le inmutan. Los pies de Yvaine se zarandean a un pie del suelo suplicando por buscar un apoyo ante la inminente asfixia.

Ante el caos de la escena, el sonido del alarido de Gallagher se detiene y todos pueden liberar sus oídos asustados. Los ojos de Gallagher miran el cuello de su presa y comienza a acercar sus dientes húmedos hasta que se detiene y comienza a ladear la cabeza para mirar la puerta abierta y el atónito gesto asustado del celador que está afuera sujetándose los oídos.

ME.CAGO.ENLAPUTA

Me agacho para recoger el papel del suelo, y cuando noto un movimiento sobre mi cabeza, alzo la mirada sólo para ver al estático señor Gallagher levantar a Yvainne por el cuello y estamparla contra la pared.

Vale. He visto muchas mierdas en mi vida. Muchas.

Pero nada como esto.

Y yo, que siempre me vanaglorio de mantener la sangre fría en los momentos clave, me quedo parada en el sitio, sintiendo que el vello de todo el cuerpo se me eriza de puro terror, y un sudor helado me empapa la espalda. Hasta que ese hijo de puta mira hacia la puerta.

-Ah no, ni se te ocurra -murmuro, sacando el spray antivioladores del bolsillo, dispuesta a dejar ciego a ese bastardo. Yvainne ya tiene los ojos cerrados por el dolor, así que será aún más fácil.

La mirada del teniente Gallagher y la mía se cruzan. Las sensaciones que fluyen por mi cuerpo y el imposible cambio que sucede en sus ojos me alertan, y sin embargo, no soy capaz de reaccionar. Siento un fortísimo golpe en la sien y como mi rostro está apoyado en el suelo mientras me debato entre la delgada línea entre la consciencia y la inconsciencia. Muevo la mano intentando levantarme sin éxito y vuelvo a caer contra las frías baldosas, notando como el frío recorre mi piel de una forma extrañamente reconfortante. No soy capaz de situar nada a mi alrededor y solo la calidez de la sangre que noto en la parte trasera de mi cabeza me mantiene aun en este mundo.

Entonces el grito estremecedor de aquella bestia me arranca súbitamente de mi aturdimiento haciendo que me incorpore levemente a pesar de las vueltas que me da la cabeza; pero no me da tiempo a levantarme del todo, cuando aquel ser me toma por el cuello y me alza con una facilidad pasmosa. Me retuerzo intentando liberarme hasta que noto como empieza a faltarme el aire. No digo nada o simplemente no soy capaz de decirlo.

«Joder… que estúpida», alcanzo a pensar mientras todo mi cuerpo intenta resistirse. E incluso mi cabeza se llena de recuerdos, momentos importantes que rememoro de nuevo; «pobre, ¿para quién eran?, ¿puedes escucharlos?» y la imagen ficticia de ese macabro sello en el asfalto. «Lo siento en la naturaleza, flores manchadas de sangre, lo siento en el aire y...». Intento respirar de nuevo, pero el oxígeno no alcanza a llenar mis pulmones. Hago acopio de toda mi fuerza y es ahí cuando mis manos se dirigen, si no lo hacían ya, hacia el punto en que mi cuello entra en contacto con el agresor.

Lorna, en su empeño de tratar de relajarse, había dejado la mirada perdida, y apenas pudo reaccionar cuando todo ocurrió. Desde su perspectiva no veía el rostro del señor Gallagher, pero sí notó a través del de Dingwall que algo iba mal.

"Mierda..."

Cuando este se alzo y la cogió por el cuello a la forense, Lorna dio unos pasos para intervenir, pero entonces vio lo que había dejado patidifuso al resto: los horribles y grotescos ojos del señor Gallagher y sus dientes afilados. Se negaba a creer lo que estaba viendo, y durante un momento pensó que era fruto de su imaginación, pero en cuanto el rugido la ensordeció empezó a asimilar lo que estaba ocurriendo. 

Impotente por el miedo, Lorna se quedó mirando aterrada aquella visión tan espantosa como familiar, incapaz de hacer algo por el momento.

Douglas se quedo parilazo, sin poder moverse, sin poder respirar,  se quedo ahí quieto viendo como su peor pesadilla, su infierno personal volvia a ocurrir.

El joven estaba en shock no pensaba en salir corriendo, ni en nada simplemente no podia. Cuando el alarido de Gallagher resono por toda la habitación, Douglas salio de su trance. Dio un respingo y su cerebro lo proceso todo de golpe.

Ahora si quería huir, lo intento dando un paso atrás, pero sus rodillas le fallaron y cayo al suelo de culo.