Master Mind

 Me llamo...

Él dijo que ha pasado una semana desde que me vendieron mis padres, y que hoy era el día donde me vendería a mi...

 En algún sitio oculto a los ojos de la ley, un gran grupo de personas se reunían frente a un escenario. Desde sus asientos, observaban con expectación tras aquellas máscaras que usaban para ocultar sus identidades. La naturaleza de aquella reunión no era otra que una subasta anónima, una donde en lugar de objetos valiosos se comerciaba con las vidas de aquellos que eran incapaces de defender la suya...

 Sobre el escenario, un hombre enmascarado y con ropas de anfitrión presentaba a nada más que un niño de no más de 10 años, esposado con las manos delante de si y la mirada agachada, inmerso en sus pensamientos.

 - ¡La subasta empieza en 5 piezas! - anunciaría el presentador tras haber expuesto lo que para muchos era un chico con un poder de lo más útil y poderoso...

Fila 4, asiento 2: 6 piezas...

 - ¡6 piezas!

Luego Fila 6, asiento 4: 8 piezas...

 - ¡8 piezas!

 - ¡10 piezas!

 - ¡15 piezas!

 - ¡20 piezas!

 La subasta continuaba en aumento de forma energética, con muchas personas dispuestas a dar grandes cantidades de dinero por hacerse con aquel chico y su poder que, a ojos de ellos, les aseguraría estar cinco pasos adelante de cualquier otra persona o situación.

 - 250 Piezas.

 Entonces, en la primera fila un hombre disparó la oferta: las miradas corrieron y los comentarios perduraron algunos segundos antes de que dominase el completo silencio. Desde su posición en el escenario, el joven alzaría la vista para visualizar al comprador enmascarado.

El de su derecha no tendrá tiempo para ofertar...

 Y tal como sus pensamientos dijeron, aquel que estaba junto al gran comprador se puso en pie dispuesto a enfrentar su oferta.

 - ¡25...!

 El ruido de su voz se acallaría por el ruido seco de una mano apoyándose firmemente sobre un costado de su rostro, y en un instante todos podrían escuchar un breve pero audible sonido metálico, similar al que provocaba una medalla al ser recorrida por los rayos del sol, y aquel caso no era muy distinto al ejemplo, puesto que antes si quiera poder procesar el ataque de su cercano el último pujador había acabado siendo victima de su quirk.

 El silencio dominó nuevamente la sala. En las subastas clandestinas existían ciertas reglas para mantener el orden y dar confianza a sus compradores, pero incluso en esos círculos existían aquellos con la influencia y el poder para saltarse esas normas...

 - 250 piezas... Y el peso de un hombre en oro - declararía el comprador con una sonrisa de satisfacción, apartando la mano de la estatua dorada de lo que alguna vez fue una persona.

 - ¡Vendido!

...

...

...

 Luego de los procedimientos de compra-venta manejados entre el subastador y los representantes de los compradores, el pequeño profeta era escoltado junto a su comprador por un grupo de guardaespaldas al servicio de su dueño. Desde que le habían quitado las esposas no había quitado su vista de encima de aquel hombre, quién mientras andaba le daba la espalda a su recién adquisición: no obstante, estaba lejos de restarle atención, dedicándole unas palabras mientras llegaban al coche en plena noche lluviosa.

 - Podremos conocernos mejor una vez volvamos a casa...

 - Por ahora, me basta conque te dirijas a mi como "Padre".

Este hombre... Pondrá a toda la ciudad bajo sus pies...