Partida Rol por web

Ciudad de Cuervos

Ambientación

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16/12/2010, 15:30
Director

 Información para inspirarse (por si hace falta).

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16/12/2010, 19:50
Director

 En el segundo año del segundo milenio, quinientos años antes de la ascensión al trono del benévolo Emperador Karl Franz, tuvo lugar una época como ninguna otra. Al igual que ocurrió justo antes del nacimiento del divino Sigmar, unas alas de fuego en el cielo anunciaron el advenimiento de grandes hechos: la llegada de la Plaga, el estallido de la guerra, el comienzo de la Pestilencia y el Hambre.
  Aunque su impío nombre ha sido borrado de los registros de la Gran Biblioteca de Altdorf y sus ruinas arrasadas por Magnus el Salvador del Imperio, os contaré la historia de la ciudad maldita, destruida por la ira de los dioses. Os contaré la historia de Mordheim.

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16/12/2010, 19:51
Director
Sólo para el director

Escuchad mi canción: ¡ah, como suena mi flauta! Escuchad mi llamada, mortales, y no penséis en lo que os espera en las sombras hacia las que os atrae mi canto de sirena.
Venid, hombres, venid, ratas, venid, criaturas de la oscuridad. No oigáis los gritos de aquellos que han marchado por delante de vosotros, no miréis al borde del abismo hacia donde os llevan los pasos de este baile. Danzad al son de mi flauta, incluso si vuestros pies están en carne viva y sangrando.
Sonreid conmigo, incluso si es la sonrisa de las calaveras y vuestra piel se despelleja. Reíd conmigo, aunque os atragantéis de bilis. Por que todos sois mis marionetas, y os guiaré en una alegre danza.
La alegre danza de la muerte.

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16/12/2010, 19:53
Director

Han pasado casi veinte siglos desde que Sigmar Heldenhammer purgó nuestras tierras de las monstruosas hordas que en ella habitaban. Y de ese modo se fundó el más grande de todos los reinos humanos, el Imperio. Hoy nuestros  pensamientos se centran de nuevo en Sigmar, el Dios de las Batallas: Sigmar, el Padre de los Hombres, mientras el milenio cambia y el momento de su segunda llegada se acerca. En los templos a lo largo y ancho de nuestra tierra las multitudes se reúnen para oír los muchos y maravillosos hechos que seguro ocurrirán con el regreso a su gente del dios viviente.

La Crónica de la Marca de Oster– anotación del año 1.999

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17/12/2010, 01:29
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Viejo Mundo:

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17/12/2010, 01:29
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El Imperio:

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17/12/2010, 01:29
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Mordheim:

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17/12/2010, 01:44
Director

Nunca se había necesitado más al Padre de los Hombres que en el postrer año del último siglo del segundo milenio. El Imperio, antaño tan poderoso en armas como en espíritu, es ahora un reino desgarrado por la guerra y debilitado por la corrupción. Ningún Emperador gobierna en estos días siniestros y terribles. En vez de eso, el Imperio está dividido en muchas tierras, desde la Marca de Oster en el frío Norte hasta Wissenland en el lejano Sur, desde Marienburgo en la orilla del Gran Océano Occidental hasta  Sylvania, que se halla bajo la sombra de las Montañas del Fin del Mundo.
Cada señor combate contra sus hermanos dentro de sus fronteras y contra sus vecinos en el exterior. Así es como los señores del Imperio se disputan la corona, mientras los bandidos y rufianes campan a sus anchas. Nadie sufre tanto como los pobres, así que no es de extrañar que se entreguen a la desidia, la bebida y a todo tipo de vicios. La suya es una existencia miserable: asesinados por la espada y el fuego, aplastados por el peso de los impuestos y robados por los hinchados mercaderes que se enriquecen aún más con los efectos del desorden.
Fue en la ciudad de Mordheim, en las tierras de la Marca de Oster, el primer día del año mil novecientos noventa y nueve de la era de  Sigmar, cuando la Vidente de las Hermanas de Sigmar observó por primera vez en el cielo nocturno la largamente esperada señal. Fue el profeta Macadamnus de Greill quien lo había predecido más de quinientos años antes cuando escribió:

Y será allí, en la ciudad de las hermanas, donde regresará en alas de fuego.
Desde su trono reinará, en carne incorruptible, por toda la eternidad.
Y no existirá la muerte para quienes allí se reúnan con él.
Los Señores del Norte gobernarán juntos las tierras del mundo.

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17/12/2010, 01:53
Director

Sólo entonces se hizo claro que la ciudad a la que se refería no era otra que Mordheim. Esta ciudad era el hogar natal de la Sagrada Orden de las Hermanas de Sigmar, las “hermanas” de las que hablaba la profecía, y también la tierra del Imperio situada más al Norte.
Respecto a las “alas de fuego”, y su significado también era muy evidente para todos. Recorriendo el cielo nocturno se hallaba el propio signo sagrado de Sigmar, el cometa de doble cola cuya aparición hacía dos mil años se decía había predicho su nacimiento. Noche tras noche el brillo del cometa aumentaba. Día tras día la gente afluía a Mordheim cuando la noticia del inminente descenso de Sigmar envuelto en alas de fuego se extendió a lo largo y ancho de todo el Imperio.
A medida que pasaba el último año del siglo veinte, el cometa aumentaba de tamaño hasta que no volvió a hacerse de noche en las calles de Mordheim. Su fuego brillaba en el cielo hasta el punto de que el propio sol parecía algo frío y apagado en comparación. Bajo el portentoso orbe, las gentes de Mordheim parecieron olvidar cualquier sentido de la modestia y se entregaron a una incesante orgía de depravaciones ¿Quién sabe cuántas almas se hallaban apiñadas en aquella ciudad? ¿Cuántos cientos de miles se habían reunido allí procedentes de todo el Imperio, hasta el punto que todas las calles de cada distrito resonaban con la incesante música de los festejos? En las afueras de la ciudad, más allá de las murallas, los recién llegados se empujaban, se aplastaban y danzaban. Nadie buscaba refugio o descanso, ya que en aquellos días nadie se detuvo a dormir, si no que bailaron, comieron, bebieron y se entregaron a  placeres indecentes.
Más tarde se dijo que los demonios salieron de las sombras y se mezclaron con la multitud, aullando de placer y apareándose tanto con varón como con hembra. Pero nadie puede estar seguro de lo que aconteció, ya que sus mentes se nublaron para siempre por el horror de aquellos días.

Y de ese modo, en la víspera de su destrucción, se reunieron en Mordheim todos los pecados de los hombres, como una pústula  reúne todos los venenos del cuerpo, lista para ser extirpada por el bisturí del cirujano.
Bernhardt Hal
General de los Cazadores de Brujas

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17/12/2010, 01:53
Director

Pero no fue Sigmar, si no su castigo, lo que llegó a la ciudad de Mordheim a primera hora del primer día de la nueva era. Mientras la procesión de maldades llegaba a su momento culminante, el Martillo de Sigmar cayó en la tierra y acabó para siempre con la vida de cada hombre, mujer y niño que se hallaba en la ciudad. Con un rugido diez mil veces más fuerte que el trueno, la tierra pareció alzarse para encontrarse con el fuego, destruyendo edificios, derribando murallas y abatiendo árboles en una llamarada explosiva. En la distante ciudad de Altdorf, los templos se estremecieron, y sobre las calles situados bajo ellos cayeron pedazos de edificio. Más allá de las fronteras del Imperio, parte de las fortalezas subterráneas de los Enanos, que habían permanecido en pie durante
generaciones, se resquebrajaron y se derrumbaron.
De Mordheim no quedaron más que ruinas quemadas. La ciudad estaba tan repleta de gente que no todo el mundo pudo entrar, y unos cuantos de los participantes en las orgías que quedaron fuera de las murallas de la ciudad lograron sobrevivir al cataclismo. Estos supervivientes huyeron tan lejos como pudieron, llevando consigo a todo lo largo y ancho del Imperio las nuevas del divino castigo de  Sigmar. Pero ni siquiera estos escaparon indemnes, ya que después muchos murieron, con sus cuerpos retorcidos y deformados desde su interior por las mutaciones, y sus mentes torturadas por los recuerdos de lo que habían presenciado.

Una cortina de humo se cernió sobre las ruinas durante siete días y siete noches, y un gran calor quemó como un carbón ardiente de los hornos del inframundo.

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17/12/2010, 01:53
Director

Una nube de vapor envolvió a la ciudad después de su destrucción. Esta miasma relucía con una espectral luz verde, y estaba tan caliente que nadie podía acercarse. Finalmente, este vapor se dispersó de algún modo y las ruinas se enfriaron. Unos cuantos de los más pobres regresaron para buscar objetos valiosos abandonados en la precipitada huida o tesoros que pudieran haber escapado de la ira de Sigmar.
En el nuevo año empezaron a circular extrañas historias sobre una piedra maravillosa que se había descubierto entre las ruinas, un oscuro fragmento que brillaba y era capaz de realizar milagros. Poco tiempo después se encontraron más piedras, de todas las formas y tamaños, a las que se les atribuían poderes del tipo más extraordinario. Según contaban estas historias, curaba a los enfermos, gracias a ella los ciegos podían ver, altos árboles podían crecer del suelo en un sólo día, y los muertos podían alzarse y hablar de nuevo.
La más asombrosa de las historias hacía mención a la transmutación del plomo en oro, una hazaña llevada a cabo por encargo de Siegfried, el Conde de Reikland, por su alquimista personal van Hoffman. Los rumores de este descubrimiento se extendieron como el fuego a través de todo Imperio, y todo tipo de personas se dirigieron a las ruinas de Mordheim en búsqueda de la piedra bruja, como se llamó a las extrañas piedras.
Y por esto, las ruinas de Mordheim atrajeron la atención de los Señores del Imperio y de mucha más gente, ¡ya que estaba claro que allí habría muchas riquezas y poder! Para algunos era la promesa de riquezas en forma de oro con el que podrían pagar a sus ejércitos y cumplir sus ambiciones imperiales, para otros era la ambición de un poder mágico, otros eran atraidos por la simple codicia o por razones más siniestras que los leales hombres de bien apenas podían imaginar.
Después llegaron las noticias sobre monstruos que acechaban entre las ruinas, gigantescas ratas del tamaño de un hombre,  muertos vivientes, demonios y criaturas mutantes que antaño pudieran haber sido hombres. Sobre tales cosas se hablará más aquí. Todos llegaron a Mordheim con sus sueños, aunque pocos se imaginaron que en poco tiempo sus actos decidirían el destino del mundo.

Cielo, Tierra e Infierno serán indivisibles, a partir del séptimo tañido de la campana de los Siete Emperadores.
Cuando la tierra de Sigmar arda en llamas, y los muertos caminen al lado de los demonios, las bestias y los hombres.

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17/12/2010, 01:55
Director

Durante el año de locura anterior a la destrucción de Mordheim, la Marca de  Oster quedó completamente en ruinas, ya que todos los asuntos de estado quedaron completamente desatendidos. Las granjas fueron abandonadas cuando la gente se marchó a la ciudad, los herreros dejaron que se apagasen sus forjas, e incluso los mercaderes y los prestamistas dejaron de hacer negocios. Por ello,  incluso antes de la devastación, las tierras de la Marca de Oster habían caido en la anarquía y su gobernante, el Conde Steinhardt,  había abrazado los impíos placeres que prevalecían en aquellos últimos días. Él, junto a la mayoría de la nobleza de aquella tierra, pereció bajo el purificador fuego de Sigmar, y quedaron pocos que lamentaran el fin de la antigua y honorable línea de los Steinhardt.

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17/12/2010, 01:56
Director

Primero acuden a Mordheim:

Hoy día, las tierras de la Marca de Oster sólo existen de nombre. Salvajes merodeadores recorren sin problemas el territorio abandonado y en ruinas.
Ejércitos extranjeros marchan a través de él sin ser desafiados, y los pocos hombres honrados que allí permanecen, un penoso puñado, deben soportar los constantes ataques de ladrones y bandidos. Y sin embargo, siguen llegando hombres a la Marca de Oster; de hecho llegan desde todos los rincones del Imperio, como carroñeros a un cadáver. Son atraidos por el misterioso influjo de la piedra bruja, ya que las propiedades mágicas de esta piedra la han convertido en algo más valioso que su propio peso en oro. Sin embargo, aunque las recompensas por sus empresas pueden ser grandes, y se han ganado muchas fortunas en un sólo día, los  peligros son mayores que los beneficios.
Cuando los buscadores de tesoros entraron por primera vez en Mordheim lo hicieron sin ninguna precaución, y a menudo solos o por parejas, ya que poco se imaginaban los terrores que acechaban en las siniestras ruinas de la ciudad. Muchos se desvanecieron sin dejar rastro. Otros regresaron terriblemente heridos o con la mente destrozada, balbuceando incontrolablemente sobre extrañas criaturas bestiales. Algunos hablaban incesantemente sobre demonios y criaturas del infierno. Unos pocos regresaron de las ruinas con las manos vacias y riendo enloquecidamente y sin parar hasta el día de hoy. En poco tiempo sólo los más inconscientes se  aventuraban a solas en la Ciudad de los Condenados. En vez de ello, los buscadores de tesoros prefirieron reunirse en grupos armados o bandas, lo mejor para protegerse mutuamente.
Los monstruos no eran los únicos peligros para los aventureros, ya que el mismo aire de Mordheim era venenoso para aquellos que  permanecían allí demasiado tiempo. Incluso la piedra bruja que buscaban demostró ser la muerte de muchos de ellos, ya que su   poder mágico era capaz de quemar la carne y provocar horribles cambios en la mente y el cuerpo. Muchos que entraron en  Mordheim como camaradas se enfrentaron en abierta discordia y asesinato por los vapores del aire y las energías mágicas de la  piedra bruja. Otros no necesitaron influencia mágica alguna para matar a sus compañeros. El mismo descubrimiento de la valiosa  piedra era  suficiente para enfrentarles como salvajes que se disputan una reluciente baratija mientras a su alrededor se encuentran tesoros mayores. Muchos más regresaron de sus incursiones aparentemente indemnes, pero en poco tiempo enfermaban y morían, o desarrollaban unas deformaciones tan monstruosas en sus cuerpos que sus camaradas los abandonaban para que muriesen, o los mataban directamente para evitarles la vergüenza.

¡Entrar a través de las puertas adornadas por gárgolas de este sitio es como pasar a través de las puertas de la propia  muerte!
Últimas Palabras de un Aventurero Desconocido

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17/12/2010, 01:58
Director

Después acampan:

Debido a la enfermedades existentes en el interior de la ciudad, más allá de sus murallas aparecieron numerosos primitivos asentamientos de tiendas y campamentos a medida que los grupos de aventureros construían refugios para pasar una semana en las montañas. No hace falta decir que la gran rivalidad entre los habitantes de las diferentes tierras del Imperio ha significado que estos asentamientos están apartados unos de otros y protegidos con primitivas fortificaciones contra los ataques de los vecinos. Algunos, como por ejemplo Refugio de Sigmar, son bastante seguros a pesar de su desorganización, disponen de guardias pagados  que mantienen la paz, y proporcionan un lugar de mercado para los vendedores de armas, vivanderos y demás comerciantes cuyas  mercancias de segunda clase adquieren unos altísimos precios en los campamentos de ansiosos aventureros que rodean las ruinas. Otros, como por ejemplo Nido de Asesinos, son poco más que una guarida de bandidos donde incluso los mutantes andan  con completa libertad y hombres encapuchados venden cadáveres a los Nigromantes a cambio de oro.
Estos refugios, por muy viles que sean, son seguros comparados con las ruinas de la propia Mordheim, donde permanecer una hora  de más puede significar la muerte... o algo aún peor. Las bandas de mercenarios que se atreven a aventurarse en su interior son  realmente valientes o están poseídas por una especie de locura desesperada.
Los aventureros mercenarios encuentra empleo rápidamente en las bandas que atraviesan las puertas de Mordheim cada día. Sin  embargo, una vez se entra por esa puerta, todas las leyes habituales de la conducta humana cesan de tener aplicación o cualquier  tipo de significado. Uno puede herir y matar a su libre albedrío, y cada rival se convierte en un enemigo letal. Los hombres que  están jugando a los dados y bebiendo juntos una tarde pueden encontrarse librando un combate a muerte con dagas y espadas a la mañana siguiente. Esa es la ley de Mordheim, donde no existen más leyes que la regla natural de matar o morir, ya que sólo los  más fuertes están destinados a vencer y llevarse el premio mayor.

¡El Conde de Middenland tantas monedas de oro! ¡El Conde de Reikland tantas más! El Gran Teogonista ofrece las  bendiciones de Sigmar, ¡aunque yo preferiría su oro!  Cada poder del Imperio quiere piedra bruja para algo, y hará cualquier cosa para apoderarse de ella… ¡cualquier cosa excepto venir aquí y cogerla ellos! Así que bebed, amigos míos, porque mañana haremos el trabajo sucio para ellos y  después… ¡haremos que nos paguen!
Fernando Pavaroti, Capitán Mercenario

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17/12/2010, 02:00
Director

Y después buscan obtener más poder ...

Ningún Emperador gobierna el Imperio, y ninguno lo ha hecho en los últimos cuatrocientos años o más. Entre los Condes del Imperio hay muchos que se ceñirían la corona si tuvieran el poder necesario para imponerse sobre sus vecinos. Según la antigua tradición, el Emperador es elegido de entre los gobernantes de las tierras del Imperio, quienes son conocidos como Electores, por lo que los aspirantes buscan el apoyo de sus iguales para obtener la mayoría necesaria. Además, existen otras autoridades, quienes, aunque no pueden ser elegidas para ceñirse la corona, también son Electores, y deben ser tenidos en cuenta, ya que su influencia es muy grande. El más notable es el Gran Teogonista de Sigmar, el jefe espiritual de los creyentes de Sigmar, cuyos templos se hallan en todas y cada una de las ciudades de cualquier región del Imperio.
El descubrimiento de la piedra bruja en Mordheim ha creado una enorme confusión, ya que ofrece una oportunidad de romper el punto muerto entre los pretendientes al trono. Cada Conde ha organizado bandas de aventureros mercenarios para recuperar cuanta piedra bruja puedan.
De todos ellos, los gobernantes de Reikland, Middenland y Sylvania son los máximos pretendientes al trono, mientras que Lady Magritta, la candidata más popular entre los estados menores y los gremios de comerciantes, ha sido descalificada por el Gran
Teogonista de Sigmar siguiendo la doctrina de la ascendencia masculina por la que ninguna mujer puede ceñirse la Corona de Sigmar. Por ello, los ojos de estos grandes rivales se han fijado en Mordheim y en su extraña piedra bruja, que tiene el poder de transformar los metales comunes en oro.

¿Quién es el Señor de la Marca de Oster? Quien no es ni Señor ni Emperador, ya que cada villano es un príncipe en una tierra donde el poder yace con impaciencia a los pies del rufián, del noble y de la bestia.
La Crónica de la Marca de Oster
– anotación del día del Solsticio de Verano del año 2.000

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18/12/2010, 00:58
Director

Los Condes no son los únicos que desean el poder. El Imperio ha sufrido desórdenes durante muchos cientos de años, y durante ese tiempo, la influencia de los mercaderes y los templos ha crecido enormemente. En la ciudad de Marienburgo, el mayor y más próspero puerto del Viejo Mundo, los mercaderes han florecido como en ningún otro sitio, y en la actualidad, los Burgomaestres de esa ciudad poseen un poder mucho mayor que muchos nobles de nacimiento. Los más influyentes son los Comerciantes Libres, una sociedad secreta compuesta por los miembros más acaudalados del gremio de comerciantes, cuya ambición es colocar a la Dama Magritta de Marienburgo en el trono del Imperio. Los ciudadanos de Marienburgo son muy conocidos por la riqueza de sus trajes y vestidos, su enorme afición por las joyas y por su forma de comportarse altiva y afectada, y muchos se burlan de ellos llamándoles “petimetres”. La verdad es que hay muchos más que envidian la riqueza y seguridad de Marienburgo en esta época de desórdenes
civiles. El poder de los Condes ha declinado tanto como ha crecido el poder de los gremios de comerciantes. Existen muchos  plebeyos ricos a los que les gustaría ver el fin de las antiguas formas políticas, y la aparición de una nueva asamblea gobernante, que le diera a las clases comerciantes la autoridad politica correspondiente y apropiada a sus riquezas.
El descontento general es tal que algunos de los más enriquecidos buscan obtener poder ¡aunque sea de la manera más siniestra! Confían en la magia negra, la más siniestra de todas las artes mágicas, reconocida por toda la gente de bien como la mismísima encarnación del mal, y cuya práctica ha sido castigada desde hace mucho tiempo con la tortura y la muerte.
Aunque pocos se atreven a decirlo, es de todos sabido que existen brujos a lo largo y ancho del Imperio, que se encuentran en secreto para adorar a los dioses oscuros, y que rebuscan entre las casas en ruinas para robar los cadáveres. En sótanos  escondidos, estos agentes de la corrupción invocan demonios para que cumplan sus órdenes, mientras los nigromantes envían de noche a sus agentes no-muertos para que maten y roben.
Se cree que los brujos caminan abiertamente en la Ciudad de los Condenados, y que buscan la misma piedra bruja, cuyos poderes pueden multiplicar enormemente la capacidad de sus negras artes. En consecuencia, los Templarios de Sigmar llegan a Mordheim, con sus carruajes cargados con jaulas, braseros, cadenas e ingeniosos instrumentos de tortura, para llevar a cabo la tarea que Sigmar les ha encargado allí donde es más necesaria. Les llaman los Cazadores de Brujas, sobre todo por aquellos que les temen y les odian, y también se llaman así ellos mismos, ya que se enorgullecen de su persecución de los herejes.

Los restos y cenizas grasientas de las piras cubrían el campo hasta donde llegaba la vista, y los humos de las hogueras cubrían toda la extensión de las calles. Su hedor se quedó en nuestras bocas durante muchos días.

El Diario de Selestian Bran

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18/12/2010, 01:01
Director

Detrás de los Cazadores de Brujas se encuentra la mayor autoridad espiritual de todo el Imperio, el Gran Teogonista de Sigmar. Él tambien ambiciona el poder temporal, y le ha denegado la corona a Magritta de Marienburgo, y se dice que la desea para él mismo. La destrucción de Mordheim ha creado una atmósfera de terror religioso, ya que ¿quién puede negar que ha llegado la hora del  juicio de Sigmar, y que su gente ha sido encontrada culpable? Desde el día de año nuevo, miles de devotos se han reunido en los lugares sagrados para ponerse en paz con su dios y aceptar el castigo. Muchos suplicantes han entregado todos sus bienes a los templos y se han echado al camino como penitencia. Grandes muchedumbres de pedigüeños viajan por las tierras del Imperio, azotándose a sí mismos y a sus compañeros de viaje para expiar los pecados de todos los hombres. El Gran Teogonista ha enviado a sus Cazadores de Brujas a Mordheim, aparentemente para purificarla de la maldad que allí existe, pero también se dice que para reunir piedra bruja para sus propios intereses.

Grita del demonio el negro hermano, mientras los carroñeros alrededor de los muertos se dan la mano. Codicia, ambición, astucia y odio hiriente, Todos pasan por la puerta ardiente.
Todos la Corona de Sigmar se ceñirían, salvo aquél al que todos derrocarían.

La Profecía de Cassandora
– Vidente de las Hermanas de Sigmar

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18/12/2010, 01:08
Director

De los otros pretendientes al trono, el Conde de Sylvania, el Conde von Carstein, es el más poderoso, pero es tal su reputación que pocos se sienten tentados por su oro. Se dice que practica ocultas herejías de la clase más abominable, que se bebe la sangre de  las personas y que alza a los muertos de sus tumbas mediante la maligna nigromancia. Sus lacayos son extraños y escurridizos, y aunque acechan entre las sombras y se esconden de la limpia luz del día, también se les puede encontrar en Mordheim. Pocos  sospechan la verdadera naturaleza del Conde, excepto quizás los Cazadores de Brujas, que no confían en nadie, pero de momento, al menos, sólo es otro pretendiente al trono de Sigmar.
¿Quién sabe las ambiciones que alberga el corazón del Gran Teogonista de Sigmar? Tras denegarle la corona a la Dama Magritta de Marienburgo, se ha embarcado en una lucha contra los gremios de mercaderes y en especial contra la sociedad secreta de los  Comerciantes Libres de Marienburgo, cuyos miembros ocupan posiciones de autoridad a lo largo y ancho de todo el Imperio. Al mismo tiempo que ha proclamado una santa cruzada contra los mutantes y los brujos, el Gran Teogonista ha enviado a la Orden de los  Templarios, más conocidos como los Cazadores de Brujas, para que registren Mordheim en busca de piedra bruja. Sus sermones  predican sobre la redención, la venganza de Sigmar y el amor al templo, pero muchos sospechan que busca más el poder terrenal que el espiritual.
¿Y qué ocurre con las retorcidas ambiciones de los Comerciantes Libres y de todos aquellos que, como a ellos, el viejo orden no es más que una argolla y unas cadenas que impiden que se cumplan sus deseos? Muchos se han convertido a los cultos secretos a los dioses siniestros, que llevan a cabo las más terribles de las herejías y practican las artes de la brujería que la misma naturaleza  abomina por ser la propia materia del Caos.
Las ambiciones de estos adoradores del Caos les han llevado en secreto a Mordheim, donde adquieren la piedra bruja. Allí han  encontrado un jefe, un Emperador Oscuro, aunque nadie puede decir si es un hombre o un demonio. Es conocido como el Señor  Oscuro, el Amo de los Poseídos, y se dice que habita en el interior del pozo de Mordheim, en las profundidades del cráter donde los fuegos de la furia de Sigmar todavía arden y un venenoso vapor se filtra desde profundas fisuras. Procedentes de este reino dentro del reino llegan criaturas demoníacas de apariencia retorcida y maligna, seres de aspecto odioso y gran fuerza física, que han venido a infestar las ruinas de la Ciudad de los Condenados.

Dentro de la ciudad no quedó nada, ya que fue completamente devastada, quemada y en ruinas. Donde cayó el golpe del martillo de Sigmar ahora se extendía un pozo, los bordes del cual estaban demasiado calientes para tocarlos, y allá donde la propia roca se había fundido en el horno de la furia de Sigmar, sus pendientes eran tan transparentes y suaves como el  cristal.
Cuando la capa de gases desapareció, lo que tardó muchas semanas de tan espesos y venenosos eran los vapores que del pozo surgían, los curiosos pudieron ver aquí y allá, como insectos atrapados en ámbar, los rostros de los muertos  mirándoles con terror desde sus tumbas vítreas, en las mismas situaciones que estaban en aquella funesta noche de depravación y festejos.

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18/12/2010, 01:11
Director

¿Qué ocurre con las Hermanas de Sigmar, las antiguas enemigas de la Orden de los Templarios (cuyo fanático credo niega la divinidad de las mujeres en los templos de Sigmar)? Inflexibles en sus puntos de vista y sordos a cualquier razonamiento, los Cazadores de Brujas las maldicen abiertamente por ser unas herejes y una afrenta a Sigmar. Pero la propia Hermandad posee cierto poder, ya que sus novicias son las hijas de las casas más nobles a lo largo y ancho de todo el Imperio. Sus claustros han proporcionado un refugio a muchas que de otro modo podrían haber sido problemáticas o embarazosas para sus familias. Estas dos agencias del culto de Sigmar lucharán codo con codo en Mordheim, pero también son sus propios enemigos más letales, ya que su rivalidad es de una naturaleza implacable y sagrada, a la que ninguna palabra de perdón puede dar fin.
Las Hermanas de Sigmar ocupan una posición única en Mordheim, ya que su convento, el Templo de la Roca de Sigmar, se halla  sobre una alta y rocosa isla en medio del río Stir, que cruza Mordheim y divide la ciudad en dos. Aunque la destrucción de Mordheim dejó pocos edificios en pie, indudablemente es un milagro que el Templo de la Roca de Sigmar y sus habitantes sobrevivieran sin daño alguno. De hecho, mientras los demás caían en la depravación y en la degeneración, la Hermandad mantuvo su santa vigilia y elevó una plegaria ininterrumpida a Sigmar, y gracias a ello escaparon a su castigo. O eso dicen, ya que desde luego no quedaron testigos para discutirles lo que decían. Los Cazadores de Brujas desprecian estas afirmaciones piadosas y a su vez mantienen que fue un pacto con los demonios lo que le permitió a la Hermandad traicionar a Mordheim y sin embargo escapar a la propia destrución.
Incluso hoy día, las Hermanas parecen estar benditas, o favorecidas por algún tipo de poder diabólico, ya que la gran altura de su refugio les permite estar alejadas de los venenosos gases y proclaman que son capaces de resistir los contagios sin sufrir daño  alguno.
Y qué ocurre con los otros habitantes, los monstruos y los deformes, los mutantes y los demonios ¿En qué agujeros viven y a qué vienen? Todo esto continúa siendo un misterio hasta hoy día, pero a su debido tiempo todos los misterios deben quedar  esclarecidos. De momento dejaremos a un lado las extrañas criaturas en forma de rata que acechan en las ruinas, como harían muchos de los osados aventureros mercenarios si pudieran, ya que tienen su historia propia, y la mayoría de los hombres niegan su existencia o las colocan entre la otras criaturas monstruosas y deformadas de las que no hay escasez en la Ciudad de los Condenados.
Y de este modo quedan establecidos los actores principales en esta escena de destrucción: los aventureros mercenarios de Reikland, Middenheim y Marienburgo, pos lacayos no-muertos del vampírico Conde von Carstein, el Culto al Amo de los Poseídos, los Cazadores de Brujas del Gran Teogonista, las santas Hermanas Sigmaritas, y los más misteriosos de todos, las criaturas de las ruinas.