El Capitán asintió gustoso y por un buen rato, se dedico a atacar su plato con ganas. Cada tanto un marinero vestido de siervo atendía las necesidades de cada uno, ofreciéndoles cerveza muy aguada, o vino, o ron, a gusto del comensal. La comida llego mientras sentían el sonido del bamboleo constante.
Uno de los sirvientes llego y le susurro algo al oído del Capitán, sin embargo el fino oído del hombre de Montesco pudo dilucidar rápidamente de que se trataba.
“Capitán, ya es hora” y el Capitán asintió.
- Maese Montesco. Deberá disculparme, pero debo subir a cubierta, es bienvenido a acompañarlo si lo desea, o a quedarse, como os parezca mejor.-
Tal vez la perspectiva de revisar las cosas del camarote era buena, pero segundos después, Alessio se encontró subiendo las escaleras para llegar a cubierta. Allí se encontró haciendo equilibrio, y sosteniéndose a la baranda para no caerse, al parecer el mar había llegado con una tormenta. Y no demasiado lejos, el centro del huracán. Con dificultad, viendo a través del viento, vio el borrón rojo que llamaba la atención del resto, el Capitán estaba al lado del timón, dirigiéndose hacia el eje de la tormenta misma.
Llego hasta las cercanías, y el Hannibal no podía estar mas contento, soltando una carcajada que desafiaba el ruido de las olas.-¡ Tal vez estemos a tiempo de hacer de vos un buen hombre de Mar, Maese Montescoooo!
Luego de ese grito, se mantuvo impertérrito, sostenido únicamente entre sus piernas, habiendo dejado el duro timón a dos marinos que les costaba manejarlo, y sintió el viento en la cara, luego a regañadientes, rebusco algo en sus bolsillos, algo que le costó a Alessio ver a través de la lluvia. El bamboleo hacia difícil mantenerse en pie, y mantener la comida en su estomago, pero el joven no quería perderse lo que iba a continuación.
El Capitán saco una especie de círculo de metal verdoso, rugoso, que podía ser también un trozo de roca hueca circular, o de coral, no era claro. Lo que si era, es que el Capitán veía a través de el, y que ese círculo iluminaba su ojo, como si proviniera luz de allí.
Sin dudarlo, gritaba indicaciones en medio de la tormenta, cuando, acercándose peligrosamente a la masa de agua que única cielo y oleaje, se abrió una especie pasaje, circular, y el Mac Lir paso a través de el, cerrándose a un escaso metro del último palo y jarcia de la embarcación, cuando esta hubo cruzado.
El paisaje era ahora tranquilo, suave, y no lejos del Mac lir había un acantilado. Hacia frio, y las aguas eran mas grises que azules o verdosas. Recobrando el timón, el Capitán lo llevo haciendo maniobras, hasta el otro lado, pasando entre dos estructuras de roca con la precisión de un cirujano, enviando a alguien a la parte frontal del barco ¿Proa?, con una cuerda con pesos para medir la profundidad del suelo.
Del otro lado había una embarcación, pequeña, de dos velas, de un tercio del tamaño del Mac Lir. El Capitán mando a hacer señales con banderas y del otro lado hicieron juego de luces, y se aproximaron.
Unos marineros subieron con el equipaje de Alessio y se lo entregaron a otros marineros. Una especie de sargento, al que llamaban el contramaestre, los reto e insulto diciéndoles que era material frágil, aunque lo cierto es que lo habían transportado con cuidado.
- El Capitán que con vos va es de confianza, un contrabandista de la peor ralea. Como puede ver, lo dejo en buenas manos. Manténganme informado, Maese Montesco.- El Capitán le ofreció la mano, al tiempo que traían una caja alargada.- Un regalo de último momento, espero sea de vuestro agrado.
Alessio se despidió, y cruzo la tabla que unia ambas embarcaciones. Se cambiaron cajas de un lado a otro, en un proceso que duro pocos minutos. Cuando llego a cubierta, retiraron la tabla el Mac Lir empezó a maniobrar para tomar rumbo distinto.
Eso, si, no vio ningún capitán a bordo, ni nada, excepto gente que se ocupaba de sus tareas. El Contramaestre del lugar gritaba ordenes y la embarcación puso rumbo norte.
Toda la experiencia en el Mac Lir me parecia ahora una especie de cuento. Uno de esos que se suelen contar a los niños para aterrarlos con historias aleccionadoras. En las que la magia siempre estaba presente. Habia presenciado algo realmente extraño que pocos vivos habian tenido el placer de experimentar.
Fantasee entonces en como sería poder realizar magia de ese nivel...y sus posibles aplicaciones en la busqueda del beneficio y de la estabilidad familiar. A que Dios oscuro habrá que rezar para ser poseedor de tal poder...
No abri la caja que me tendio el capitan, en muchos sitios abrir el regalo delante del anfitrion es una grave falta de educación. Y visto que yo aqui era solo un invitado primero y luego uninstrumento para la vengaza del capitán, intente ser todo lo cauto que podia dada la situacion anomala por la que estaba pasando. Acostumbrado a tener el control era muy dificil para mi comprender que en estos momentos solo podia dejar que el viento y la tormenta me arrastrasen a su antojo.
Me despedí del capitan sintiendo por primera vez que había conocido a un persona única...extraña y despiadada a partes iguales, pero con la conviccion clara de la venganza.
Mi equilibrio habia mejorado despues de pasar todo este tiempo en el barco asi que no me costo nada moverme por la tabla y supervisar como mi equipaje llegaba a mi nuevo medio de transporte...primero un comerciante, luego un pirata y ahora un maldito contrabandista...bueno al menos no era una galera de esclavos pensé con alivio.
El Mac Lir se alejaba y yo nuevamente estaba sólo, con una misión más, aparte de las de mi familia...
Empecé entonces a investigar ese barco extraño buscando al famoso "capitan"
El barco en el que viajaba, uno pequeño, y fácilmente direccionable, se movía con gracia, y a diferencia del Mac Lir, aquí parecía que todos colaboraban en el funcionamiento del mismo. El movimiento de este, era tal que incluso algunos marineros, que parecían más monos por cómo se movían sobre cubierta, debieran agarrarse de alguna jarcia o de la borda. Fue por eso, que luego de dejar las cosas en lo que le indicaron era su camarote, subió a cubierta, pues el mismo era pequeñísimo e incomodo, y se encontró rápidamente teniendo que hacer equilibrio.
De no ser quien era, alguien de entrenamiento completo, pronto habría caído al agua, pero su oído se habia adaptado rápidamente a los cambios y movimientos y se encontró pronto haciendo equilibrio en el constante vaivén de las olas, que movían el barco a su merced. No obstante, a veces habia cambios abruptos y en esos momentos tropezaba, y debía hacer pie de nuevo, fue en una de esas ocasiones que se choco con una mujer, lo cual no era raro, ya que le contenido de este barco era mixto en proporciones similares. Esta tenía una camisa blanca y un pantalón, con una faja de seda como cinto, y era de atributos fácilmente llamativos, que la camisa blanca traslucida por la humedad no facilitaba ocultar. Su piel era muy morena, y ambos chocaron de espaldas. Esta le sonrio y le paso una gruesa soga, que le costaba abarcar con las manos, y ambos, sin que mediara palabra, empezaron a tirar.
- Soy Adasca. ¿Cómo te llamas?- grito para hacerse oir, la mujer.
Luego de la respuesta, tuvieron una jornada de varias horas que dejaron las manos de Alessio hechas una porquería, pero el tiempo se le pasó volando, cuando otros vinieron a renovarlo. Hizo de todo enrollo cuerdas, aseguro nudos, tiro de las jarcias para ampliar o cerrar los velámenes. Al poco tiempo se encontró con que la labor había aflojado y el mar estaba calmo, y el sentado en un barril mientras le pasaban una copa burda de ron, y comida que consistía en pescado seco, pan duro y queso riquísimo, como si fuera de calidad y no la comida común de marino.
Era mucho el tiempo que no sentía la camarería de ser uno más entre muchos y hacer todos una labor conjunta y no esperar un dagazo en la espalda y se sentía bien, el aire limpio en los pulmones.
Se encontraba hablando con la mujer, una verdadera belleza oscura de ojos claros, y pelo trenzado cuidadosamente, cuando se acerco el contramaestre, que habia gritado tacos motivacionales, insultando a las madres a los padres y a los hijos por venir, entre ellos varias veces a Adasca y esta vez con deferencia, le comento.
- Capitana. Estamos llegando a Castillo Brisa. ¿Cómo procedemos? –
- Utilicen el fondeadero usual. Pasamos a racionamiento absoluto. En esta ocasión, debere quedarme unos días. Si nos atrapa el hielo, tardara entre una semana y diez días en descongelar. Espérenme 10 días, y si no, zarpen sin mi.
- ¿Cuántos con usted?-
- Con cinco bastara. No me des a los mejores, los necesitaras aquí.
Adara se paro y alguien le entrego medias, botas, una chaqueta y un sombrero, así como un saco cargado y un cinto de armas con un sable enjoyado colgando. Se vistió frente a todos, aunque era más que nada ponerse mas ropa encima, botas y armarse.
Bajaron a una chalupa, mientras le pasaban a Alessio sus pertenencias inclusive la caja cerrada, ahí luego de dar instrucciones, la mujer se giro
- No parecéis noble en absoluto por como os desenvolvéis en cubierta, Maese Alessio*- sonrió con todos sus dientes blancos, raro en marineros. en lo que realmente son buenos es tirando el contenido de sus estómagos en la mar, y poco mas. Lo suyo es mas mandar que hacer. Os felicito.
*No sabe tu nombre si tu no se lo dices, especulo que se lo dijiste, y si no reemplazar por el que le hayas comentado.
Tras dejar el Mac Lir y a su extraño capitán todo parecia como una especie de sueño neblinoso, habia presenciado tantos prodigios en tan poco tiempo que supongo que mi mente se habia embotado un poco, haciendo que la rutina o lo que para mi era mas conocido fuese ahora la novedad. Tormentas marinas, hechiceria, espadas que se rompen al toca a un hombre... podian ser bien el argumento de algun cuento de taberna, de esos que explican una y otra vez los viejos por unas pocas monedas.
Este barco era mas adecuado al contrabando que para el asalto y todos sus marineros parecian moverse con el mismo interes, me recordaba a mi familia y a los gremios de ladrones que funcionaban practicamente igual, todos desde el mayor al menor de los integrantes participaban para hacer que el barco o en mi caso los contratos llegaran a buen puerto.
Subí a cubierta pues encerrarme en ese extraño y pequeño receptaculo que habian llamado camarote me producía una sensacion de agobio semejante a estar enterrado vivo en un ataud de agua. Preferí salir y ayudar a la tripulación, siempre es interesante conocer de primera mano a aquellos de los que dependes, y en estos momentos yo era solo un pasajero en el barco así que mi necesidad era mucho mayor.
Con especial satisfaccion descubri una joya oscura en ese mismo barco que me llevaba al castillo Brisa, la joya que respondia al nombre de Adasca resultó ser la capitana del barco tambien, cosa que me hizo admirarla mas aun, no solo por su belleza sino por la especial devoción que ponia su tripulación a sus ordenes. Siempre he creido que tus subordinados deben seguirte al mismo infierno si se les pide, en este caso era así con Adasca.
El tiempo se fue escurriendo entre mis dedos como la arena de un reloj roto, entre camareria y trabajo honrado...aprovechando muchas de mis cualidades, que aunque no eran exactamente creadas para tal efecto en medio de un barco podian ser adaptadas. Hice nudos, me movi en equilibrios y en general ayude al resto.
Admire la perlada dentadura de la capitana al hacer su divertida confesión.
-Oh mi señora por quien me tomais?...yo solo soy un humilde comerciante, la nobleza es una enfermedad con la que no ha sido tocada mi familia, aun asi parece que vos sois una reina en este barco- dije riendo mientras la chalupa seguia su curso alejandose del barco principal
Parecía que mi escolta llevaba tambien a la capitana pero la frase que pronunció sobre que partiesen sin ella me pareció algo significativa. Dada la naturaleza de mi misión 10 dias podian llegar a ser insuficientes, mas aún si el invierno llegaba con fuerza. Palnificar una venganza es algo en lo que no nos tenemos que apresurar, debe ser meditada, debe ser efectiva y sobretodo debe ser paciente. Espero que Adasca no quiera que nos apresuremos en esto... cuando se trata con nobles siempre todo es muchisimo mas lento y estaba seguro que en ese castillo habria suficientes nobles aburridos como para hacer mi trabajo interesante.
*Le he dado mi nombre verdadero
** Cuando estuve en el camarote revise la caja que me entrego el capitan del Mac Lir para ver su contenido, luego la volvi a cerrar. Depende de lo que sea me la equipare cuando llegue al Castillo Brisa no antes :)
La embarcación en la que se movía, era suficiente para ocho hombres, pero si la mar hubiera estado revuelta, hubieran terminado todos en el fondo de la misma. Al poco rato, Adasca se acomodo sin hacer mover la chalupa, en la proa de la misma, la mitad de su torso por encima del agua, la otra mitad, trabada contra los bordes, su mirada escrutando la oscuridad. Fue haciendo gestos y luego dijo con voz fuerte.
- Remad, ¡Ahora!- Como antes, la tarea también debía compartirla Alessio, haciendo que tuviera que remar, tarea por demás agotadora, aunque cuando logro sincronizarse con el resto, fue menos pesarosa.
Doscientas remadas después, cuando los brazos del joven Montesco estaban por explotar, Adasca dio orden de frenar, utilizando el impulso que habían generado. Antes de que se dieran cuenta un banco de niebla los invadió, impidiendo verse unos con otros, pero cada tanto, aunque más lejana, se escuchaba la voz de ella, confiada, segura.
- Falta poco. Aguantad.-
Los remos se guardaron, una mano le indico como guardar el suyo, y la chalupa se freno. Habían tocado tierra. En efecto, cuando hizo las veces de bajar, uno de sus pies toco arena, hundiéndose un poco, aunque no arena agradable de mar, más bien de esa arenisca gris y negra, producto de roca. Desgraciadamente el otro se hundió en el agua, mojándole el mocasín y haciendo que un poco de agua ingresara en el pie, mojándole la media. Era por eso, se dio cuenta que esta gente usaba botas hasta los tobillos.
Le pasaron su equipaje, el cual debió equilibrar y cada uno llevaba lo suyo, y se dio cuenta de que estaba frente a una enorme cueva. Lo llevaron a ella, mientras los otros hombres, una y otra vez sacaban cosas de la chalupa, y otra más llegaba, más lento que ellos y también se ponían a descargar, llevándolas al interior de la cueva, bien al fondo lejos del mar. Luego tapaban con unas mantas lo que fuera que habían descargado, de tal forma que aun viéndolo el mismo, no podía haber imaginado que donde antes había mercancías y mantas ahora no fuera un poco de roca.
La Capitana indico a sus hombres volver a las chalupas, excepto a su sequito y a Alessio mismo, y emprendieron un camino por la playa. Los llevo un par de horas, y al tiempo una pared rocosa apareció, la cual tras correr una buena cantidad de helecho, encontró un pasaje allí. Los marineros que iban con adasca iban a los topes de equipos y bolsos y al poco tiempo una escalerilla facilito la subida. Finalmente, en medio de la escarbada roca, se encontró una especie de llamador muy rustico, que tocaron tres veces. Luego se sentaron a esperar, en medio de la hendidura que permitía el paso de un solo hombre por decenas de cientos de metros.
Quizás el ánimo era de conversar y hablar, pero el frio, y la caminata y el viaje en chalupa, y la navegación por mar en la goleta de contrabandista habían acabado con las fuerzas de Alessio, y solo quería descansar. Se dio cuenta, contento, que todos estaban en su condición, de agotamiento, y descansando. La capitana saco una bota de cuero, y luego de beber primera, paso la misma. El licor olia asqueroso, y sabia peor, nada cerca del excelente vino que le había dado el Capitán Hannibal, pero hizo su efecto, sintió como le recorría el cuerpo y la sangre latía con más fuerza, calentando su interior.
A la hora y algo, todos abrigados con mantas y pasándose cada vez mas pesarosamente la bota, se escucho el rechinar de hierros, y con ruido de cadenas y poleas, el hielo de la roca se partió, mostrando una puerta de hierro oxidada, reforzada con pesada madera. Tardo diez minutos en abrirse, pero mostro el paso de la misma, un pasillo oscuro. Adasca saludo al individuo que apareció detrás de ella, con la mano y dio la señal de ingresar. Todos lo hicieron, y la puerta se cerro casi de inmediato, soltando las cadenas al parecer. Un fanal de contrabandista de esos que se abre a un solo lado, indico un camino a seguir, esta vez, de piso bien trabajado con baldosas. No tuvieron que caminar mucho. Al poco tiempo, se abrieron a un balcón enorme.
La vista era importante, daba al Este, a un terreno verdoso aun, que llegaba el invierno, Y más abajo, el castillo, con una torre visible más al este, del mismo tamaño que esta. Unos guardias llegaron a recibirlo, y Adasca y Alessio fueron separados de sus hombres. Los llevaron por un pasillo, iluminado con antorchas, ya en el interior de un castillo, donde el frio no se sentía con tanta fuerza, aunque recién llegaba el invierno. Por el camino, le llamo la atención, que no todos los guardias que veía al pasar eran de librea, con el casquete y lanza, relativamente pulcros, si no que algunos eran lo que se podía llamar, mercenarios de la mas baja ralea.
Cruzo el Castillo, en silencio, solo un siervo que lo guiaba, dos que llevaban el equipaje de ambos, y les asignaron un cuarto a cada uno, en el segundo piso de la Torre Este. El cuarto era amplio, de dos habitaciones, y un baño, con un balcón. Una chimenea en el dormitorio, aunque no demasiada leña para el fuego. El Siervo le indico. “Haga un uso moderado de la misma, mi señor. No abunda” Aunque la cama lo llamo de inmediato, estaba agotado mas allá de lo concebible. Se dio cuenta que habia dormido hasta el anochecer, y eso que había llegado casi despuntando el alba.
Mientras despertaba, renovado y con hambre de comerse un lobo, golpearon la puerta de su habitación. Era uno de los marinos de Adasca.
- El Duque pregunta por ambos, pero eso será mas cerca de la noche. Gustaria ir a beber y comer algo antes? La Capitana esta en “la Taberna” -
Lo que contiene la caja, la cual tomaste los resguardos para abrirla como si te la hubiera enviado el mismísimo Carlos, contiene una larga funda de cuero, y al lado un muy largo estoque, con una guarda trabajada. Es de buen acero, al parecer, aunque no has tenido la posibilidad de probarla. La Guarda recubre tu mano, y esta considerablemente enjoyada y decorada, como si perteneciera a algún noble de riqueza importante. Es una hoja que llama la atención.
Complete mi improvisado bautismo nautico con una clase de remo, una de esas que poca gente olvidaria. Era una que complementaba a una leccion de como ser el perfecto contrabandista. Se notaba que mi maestra podria escribir varios tomos explicando los pormenores de dicho arte.
Como anecdota decir que estaba disfrutando de la leccion, pues aunque yo soy hombre de tierra, tengo que reconocer el trabajo bien hecho y la profesionalidad con la que mi bella Adasca estaba cumpliendo su cometido. Como fantasmas en la niebla nos adentramos en la peligrosa costa buscando un punto para desembarcar...
Maldije por dentro mi suerte por no haber escogido unas botas de caño alto hasta las rodillas para enfrentarme a las labores de la marineria...pero hombre de ciudad como soy no podia imaginar que mi zapato acabaria mojado completamente por el agua de mar. Un contratiempo incomodo y una leccion aprendida. Mejor aprenderla así que no cuando tuviese que huir por una playa mientras me persiguen. Debia hacerme con un par de botas de ese estilo.
Con una excelente profesionalidad comenzaron a descargar entonces las mercancias, todo en un perfecto orden y silencio, acostumbrados a estas lide solo pude que maravillarme y intentar si no ayudar, al menos no molestar a mis improvisados camaradas.
Y entonces fue la espera y el cansancio acumulado los que atenazaron mi alma, el vino pudo al menos atenuar esa sensacion de agotamiento pero ese frio era intenso y mis ojos acostumbrados a la noche podian observar que ese mismo cansancio hacia mella en el resto de nuestra alegre banda.
La puerta se abrió ante nosotros, como las puertas de las cuevas de ladrones se abren en los cuentos para niños. Camine junto a la capitana, a su lado entendiendo que el resto de nuestro viaje seria sin mas ayuda que nuestro ingenio y el ocasional uso del acero templado. Y entonces abandonamos el mar y llegamos a un suelo mas conocido para mi. Las baldosas y la roca trabajada eran mucho mas comodos de pisar para mi que esa madera oscilante mecida por la marea. Me costó un poco acostumbrarme a que el suelo no se moviese, pero poco a poco mi cuerpo recordaba su entrenamiento y mi paso se hacia mas agil y seguro.
Al menos no teniamos que acarrear el equipaje pensé con alivio. Cuando nos asignaron los aposentos lo siguiente que hice fue dormir como un condenado. Hasta que se solicito mi presencia en la taberna...
-Claro algo de comer siempre es bienvenido en estos tiempos y creo que he dormido suficiente por dos o tres vidas- dije de mejor humor por volver a estar en mi elemento natural. Me preparé y comence mi viaje hacia la taberna
Renovado aunque con algo de frio, Alessio se arreglo un poco antes de salir, preparándose para lo que viniera en cuenta. Ir a un local a conocer gente era mejor que ir directo con el señor de aquí sin estar preparado.
Bajo las escaleras, y fue guiado por un sirviente hasta dos niveles más abajo. Allí, quizás lo asombro ver una clásica estructura de taberna en el interior de un castillo, pero asi era, con un cantinero grande y varias mesas desocupadas.
En una, una belleza pelirroja se encontraba como decidiendo que hacer y Adara, la capitana interactuaba con un hombre de aspecto comerciante, con un sombrero que en algún tiempo fue azul.
Continua en el Post de la Taberna.
Espero te haya gustado tu introducción.
Me ha encantado la introduccion y sobretodo su calidad.
Eres un gran narrador, mi enhorabuena :)
¡Vaya, muchas gracias! Eres muy amable.