Partida Rol por web

 Sus palabras acaban por tranquilizarme. Era cierto, me preocupaba bastante por el dinero. Tenía que confiar en que ella hiciese lo correcto dentro de sus posibilidades y dejarme llevar.

Acabé sonriendo – Dicho así parece que me quieras convertir en tu esclavo sexual... - Me reí - ¿Y sabes? No me importaría – Le saqué la lengua para provocarla – Bueno, al menos como juego – Aclaré lo que realmente no necesitaba aclaración.

Se ríe cuando bromeas y da un par de palmadas a su lado en la cama para que te sientes a su lado.

-Nada como un esclavo... La esclavitud la prohibieron por degracia- te saca también la lengua, bromeando ella, y se sienta en tu regazo. -Me agrada mucho que estés aquí, sinceramente... Y me gustaría repetir.

 Se sentó en mi regazo y la acogí de esa forma, con una mano en su espalda y la otra pasando por encima de sus piernas hasta su cadera.

- ¿Ya tan pronto? Pero si lo acabamos de hacer... - Bromeé con ella, pero luego añadió más serio pero sin dejar de ser juguetón – Sería genial, yo también lo deseo. Te daré mi teléfono y dirección, con permiso para llamarme a cualquier hora – Le sonreí y le di un pequeño beso en la nariz.

Se ríe con tu broma y te da un pequeño mordisco juguetón como respuestas. -Que no se te olvide, prometo llamarte pronto- confirma Rose, que se lanza a besarte de nuevo y se levanta al sonar la puerta por el servicio de habitaciones. Vuelve empujando el carro con dos campanas metálicas para los platos calientes y otra de cristal que alberga en su interior una tarta.

Coméis y das cuenta del plato, que está delicioso. Nunca habías probado un risotto con el toque y el olor de la trufa, pero no te importaría volver a repetirlo pronto. Rose te sonríe al saber que te gusta. Tras lo cual coméis la tarta y dejáis la comida de lado para otros menesteres.

Pasáis un par de horas más juntos, recorriendo y explorando la piel del otro centímetro a centímetro. El apetito que Rose tiene por ti parece no tener fin y te incita a repetir y a pasar un buen rato ambos. Ella parece encantada con el resultado de haberos conocido y no es para menos, dándole igual las diferencias sociales o de dinero. 

Finalmente caéis rendidos en la cama y tú estás abrazándola, mientras ella dormita sobre tu pecho, complacida. De repente recuerdas que tienes que ir a tu tratamiento, como si de un piloto automático se tratara y se encendiera en tu cabeza. Sabes que alguien te espera fuera para llevarte a él y de forma inmediata, no puede esperar.

 Y para que no se me olvidara, mientras ella atendía al servicio de habitaciones, busqué el bloc y el boli que solía haber en todo hotel que se precie y dejé allí a notados mis datos.

Luego degustamos aquella cena buenísima y de “los postres” en sentido literal y figurado. Rose parecía insaciable y a mi personalmente me encantaba eso. Una mujer que me demostrara tanto deseo por mí. Me hacía sentir más que bien y me empujaba darlo todo por ella.

Ya medio dormido se me encendió aquella alarma. Me hacía sentir confuso, pero era algo que no podía evitar. Me levanté de la cama intentando no despertarla y fui de nuevo al bloc. No me podía marchar sin más, o al menos así lo haría con la conciencia medio tranquila.

Tengo un asunto urgente que atender, volveré en cuanto me sea posible. Te quiere, Walter

Me vestí y fui a atender aquella “llamada”

Llegado el momento,  yo ya me encuentro esperando en la puerta de la habitación, apoyada en la pared de brazos cruzados. De modo que Leo, me podrá encontrar ya allí cuando salga. Como me gustaría que en estos sitios dejaran fumar. Un cigarrillo de espera no me hubiera venido nada, pero nada mal. No tuve que intervenir, como suele ser habitual, así que la espera a veces se hace un poco pesada. Pero el trabajo es el trabajo.

Cuando sale el activo, compruebo que esté bien. Después le sonrio amable.

- ¿Estás preparado para tu tratamiento? - le pregunto, siguiendo con el protocolo.

 Me sentía como en una nube, pero de genial. Aunque ahora me sobrevenía otro sentimiento: Me sentía confuso.

Afuera de la habitación me esperaba una mujer que me resultaba muy muy familiar, todo en mi cabeza me decía que debía de confiar en ella. Le sonreí en respuesta y añadí – Si. ¿Pero sabes? Me siento genial, he conocido a la mujer de mi vida – Me inspiraba tanta confianza la mujer que me estaba esperando que no dudaría en contarle mis secretos más íntimos.

Le sonrío a Leo, acompanándo la sonrisa con un gesto de que me siga.

- ¿Si? Eso suena muy bien. Cuéntame de ella ¿Es guapa? Seguro que si  - le sigo un poco la bola, mientras comienzo a encaminar mis pasos hacía la salida de aquel hotel caro. Debe estar confuso, y lo menos recomendable es acrecentar esa confusión si le llevo la contraría, o le fastidio el cuento de hadas que tiene en la cabeza. Mejor seguir la corriente, si.

 Mi cara se iluminó de alegría cuando me preguntó por ella – Oh si, se llama Rose y es maravillosa – Mientras iba siguiendo a esta mujer. En cierto modo me fui refugiando en mis recientes recuerdos mientras los iba relatando.

- Es guapa, culta, inteligente, cariñosa... - mis ojos brillaban

– También es rica – Bajé los ojos – Aunque eso es lo de menos, no me importaría vivir de forma humilde, de hecho lo preferiría, a eso de que de tiene que marchar por negocios – Bufé – Pero no importa – Sonreí de nuevo – Lo superaremos todo

Sigo para la puerta sin perderle de vista y sin dejar de sonreirle. A esta cliente le iban los cuentitos de hadas...Ojalá fuera tan sencillo en la vida real. Pero nada que ver.

- Claro que lo superareis, si os amais. Te mereces lo mejor - le asiento, para encenderme un cigarro ya en la puerta. Uff bendita puerta, necesitaba un cigarrillo ya.

Mi “compañera” parecía pesativa o ocupada mentalmente, pero sus palabras eran muy agradables – Si, eso espero ¡Y gracias! - Amplié mi sonrisa y luego el que se quedó un poco pensativo fui yo – Quizá es un poco pronto como para decir que nos amamos – Habló mi precaución ahora, más que mis penasmientos – Pero si, si dos personas quieren todo se supera.

Llegamos fuera del hotel y no sabía muy bien que dirección tomar. De nuevo un poco de confusión.

En la puerta espera un furgón negro. Jill abre la puerta corredera del lateral y deja subir primero a Walter, mirando a ambos lados antes de subir ella. El coche conduce a buena velocidad para completar el tratamiento del fotógrafo.