Estás sentada como cada sábado por la mañana en la terraza del Larry's. Has pedido un tardío desayuno o brunch, en términos modernos. Para ti es el desayuno, pues apenas hace un par de horas que te has despertado y no has comido aún nada de nada. Unos gofres con fruta y un zumo de naranja. Comes con tranquilidad y parsimonia, no tienes que trabajar, por lo que puedes tomarte todo el tiempo que quieras. En tu ipod suena algo de música que te ayuda a despejarte. Sacas de tu abrigo un libro que ha pasado por épocas mejores, la Iliada de Homero. Era raro que alguien como tú leyera algo así, pero qué podías decir, adorabas todas las mitologías y la griega era tu favorita. Dejas de nuevo el abrigo en la silla contigua a la tuya. Era principios de primavera, pero aún soplaba una brisa que te hacía pensarte mejor eso de ir de manga corta por ahí.
Te dispones a abrir el libro, quitando el marcapáginas que dejaste. Más que un marcapáginas es una flor seca que cogiste el otro día en el parque cuando fuiste allí a leer, te maravilló que ya empezaran a salir de nuevo las rosas. Dejas la rosa sobre la mesa y al levantar la mirada, allí está él. Debe de ser ÉL. Sí, él en mayúsculas. Es guapo, gracioso, sus movimientos son tan naturales... Te quitas los cascos del ipod y escuchas su risa. Es música, pero música de verdad, de la más pura. Sin duda aquello era un flechazo a primera vista.
Me quedo boquiabierta y notó como me cosquillea el estomago. Cierro el libro con decisión,olvidando el marcapáginas sobre la mesa sin apartar la vista de ÉL.
Con disimulo mientras hago como que apuro mi zumo lo sigo con la mirada para ver a donde se dirige.
¡Oh dios mio, oh-di-os-mi-o! pienso mientras lo observo y metida en mis pensamientos donde ya me veo de blanco reparo en la risa ¿de que se rie? ¿con quien se ríe?
Él va hablando animado con alguien por el móvil, quizás bromeando. Toma asiento en una de las mesas y cuelga, guardándose el aparato en el bolsillo. Lleva un traje de dos piezas de pantalón y chaqueta, por lo que debe ser un hombre que se gana bien la vida. Bajo el brazo lleva un pequeño libro de bolsillo sobre la mitología clásica, que abre quitando el marca páginas y comienza su lectura mientras espera que un camarero se acerque.
Esta es la señal Me levanto cojo mi bolso me lo cuelgo, tambien recojo mi plato y mi zumo, y avanzo decidida hasta la mesa más cercana a él. Dejo mis cosas con tranquilidad y cuando me acomodo abro mi libro por una página aleatoria dejando bien visible la portada en su dirección.
El hombre parece enfrascado en su lectura pero, por unos segundos, levanta la vista de su libro y te ve. Se fija bien en ti y te bulle la sangre por ello, casi sientes como tus mejillas arden por el rubor. Esboza una sonrisa encantadora en tu dirección y te deja sin aliento. Parece dispuesto a levantarse y decirte algo cuando, aparece el camarero para tomar la comanda. Él centra su atención en él y pide su desayuno.
¡Mierda!Decido dejar abandonado lo que quedaba de mi desayuno, me levanto y me acerco hasta quedar a la altura del camarero y le digo Otro zumo, por favor Le sonrío a ÉL y me siento a su mesa sonriente. Cuando se va el camarero me lanzo a hablar Buenos días, no he podido evitar ver su lecturalevanto mi libro para que se vea la portada No es muy común encontrar a alguien que le interesen los clásicos Sonrío y le tiendo una mano Me llamo Sara Evans ¿y usted?
El hombre mira con cierta sorpresa la forma en que te lanzas sobre su mesa y acosas a su camarero. En cuanto este se marcha, rompe a reír de buen humor. Tu impulso de levantarte y sentarte frente a él ha sido inesperado, pero bien acogido. Cuando miras la portada del libro ves que es "los mitos griegos" de Robert Graves. Te suena que el libro es bastante conocido por recrear narrativamente los mitos griegos, como el nombre indica.
-Soy fanático de la cultura clásica y de su arte, incluso tengo alguna pieza de colección- entrecierra levemente los ojos, esbozando una amplia sonrisa y observándote analizador. Acaba estrechando la mano que le tiendes.- Soy Robert, Robert Adams. Ahora que nos conocemos, por favor, deja de tratarme de usted. Sé que tengo una edad, pero me haces sentir más viejo.
Suelto una risita algo nerviosa como respuesta. No habia planeado que hacer ni decir una vez llegados a este punto lo cual se notaba un poco.
Está bien te llamaré Robert entonces, ¿y a que se dedica alguien amante de la cultura clásica como tu?
-Me puedes llamar Robert, está bien- sonríe conforme, aún analizando cada uno de tus gestos.- Soy el presidente de una empresa internacional, nos dedicamos a administrar suministros energéticos- dice, tratando de no darme mucha importancia.- Y tú, ¿en qué trabaja alguien tan lanzada y dulce, Sara?
El camarero deja en la mesa su café y tu zumo. Él abre el sobre de azúcar y lo vierte con cautela en la taza, pero apartando sus ojos de ti el mínimo tiempo posible.
¡Vaya! suena importante sonreí ya más segura de mi misma después de que Robert no llamara a alguien para que me echara por acosadora.
No puede evitar soltar una risita nerviosa al escuchar los cumplidos Pues me dedico a organizar bodas y celebraciones de ese tipo Después de un silencio añado ¿qué más te apasiona aparte de la cultura clásica?
Siento la tardanza :(
-¿Bodas y celebraciones?- mira de reojo tus manos, buscando algún tipo de anillo o compromiso. Sonríe levemente y luego sus ojos te analizan de una forma que no comprendes del todo, con cierta incredulidad.- Me gusta la cultura y el arte, en todas sus formas... Literatura, teatro, pintura, escultura... Aunque yo no consigo hacer nada por mí mismo, nací con dos manos izquierdas se podría decir... Y no, no soy zurdo- bromea y da un trago a su taza de café.