- Hace tiempo que no venía a pescar por esta zona- comenta educadamente Oulard con la Sra. Conneau y su sobrina para entretenerlas con algo de charla- Recuerdo que el ambiente resultaba mucho más fragante, incluso en otoño. Esta riada debe haber arrastrado basuras desde la ribera. Los turistas no cuidan en absoluto de conservar la más mínima higiene; al parecer vacaciones debe significar pérdida de decoro cuando se viaja para determinado tipo de personas.
Como pequeño acicate el doctor había acariciado la idea de aprovechar el viaje y recoger algunos ramilletes de romero o salvia para sustituir la lavanda que tenía en su despacho. Lamentablemente el olor le hizo plantearse que esa posibilidad no estuviera dentro de lo posible.
Este olor es francamente insoportable— respondió la joven mas acostumbrada al olor a polvo de los libros viejos y manuscritos que a los de los campos y cenagales. —Espero que la casa de mi hermana esté alejada de sitios como estos... y que esté mejor pavimentado—añadió tras golpearse la cabeza con el techo en un bache.—Sabía que tenía que haberme traido esos pantalones franceses*
La chica interrumpió su discurso al darse cuenta de que eso no haría gracias a su tía y continuó hablando, cambiando radicalmente de tema.
Ohh veo que por aquí hay mucha salvia. Para los akkadios eran señal de fertilidad y las mujeres lo tomaban para que nacieran niños vigorosos
Coco Chanel hacia pantalones femeninos en 1928
Marchaud siguió conduciendo y no dijo nada. Parecía ensimismado en sus propios pensamientos. Prefería no distraerse en conversaciones banales y dejar a su subconsciente trabajar.
Motivo: Descubrir
Tirada: 1d100
Dificultad: 55-
Resultado: 3 (Exito)
Se me paso ocultar la tirada. Sorry :)
Ciertamente el olor era muy desagradable, así que Bella trasteó en el bolso, sacando un viejo abanico con el que empezó a airearse la cara para poder quitarse el hedor. Entonces escuchó el comentario de su sobrina abriendo la boca rápidamente para preguntarle algo, pero su sobrina fue rapida, callándola de inmediato con un inteligente comentario sobre la fertilidad y los niños. Aún así, todavía no había nacido quien pudiera quitarle la última palabra a Bella Conneau, por lo que siguiendo abanicándose, observó el paisaje, realizando un pequeño y sutil comentario intrascendente - Dudo mucho que unos pantalones faciliten la concepción de vigorosos niños, por mucha savia que haya.-
-En fin...- concluyó Bella, girándose hacia el buen doctor.- Vos parecéis una persona versada en la pesca. ¿Creéis que este olor es por la podredumbre de algún estanque sucio o tal vez es normal en esta zona?- Abanicándose aún con más fuerza, le dijo.- No recuerdo que en ninguna carta Dionisia se lamentara de este olor. És más, siempre alababa el buen clima de la zona...- comentó con cierta extrañeza.
Mujeres vistiendo pantalones... no sé donde iremos a parar... ¬¬
;-)
- Ciertamente no, Sra. Conneau- el médico arrugó la nariz un momento para enfatizar el hecho, puesto que siendo el olor desagradable tan sólo constituía un matiz en el ambiente. Repugnante, pero tan sólo un matiz.- La zona de los lagos se caracteriza por unos aromas silvestres mucho más placenteros. Como bien indica esto debe ser consecuencia de algún efecto de la riada provocada por la tormenta.
Aunque ignoro cuál- meditaba Oulard interiormente - la Guardia Forestal y los servicios de limpieza cuidan que el estado de éste área se mantenga inmaculado por el bienestar del turismo.
Compartes con los demás la sensanción de un mal olor que inunda la zona.
Pues es un olor bastante desagradable, es raro. Dice el joven mirando el cielo. Espero que no llueva, mejor nos apuramos, ha comenzado hacer frío.
¡Maldito olor del demonio! – Marchaud de pronto estalló. A veces podía ser bastante rudo. – ¡Jamás he olido nada parecido! – Él era un hombre de ciudad, no muy acostumbrado al ambiente rural, y desde luego nunca había olido nada semejante.
Señor Marchoud por Dios....tenga cuidado—exclamó la chica tocandole el brazo desde el sandwich donde estaba aprisionada. Casi nos saca de la carretera...¡ y ya ha atropellado tres ardillas!
La joven parecía agobiada, mas no era por el viaje en coche sino porque se sentía dentro de un bocadillo. Se sentía sucia del calor y los mosquitos. Además, las ropas de su tía y de Oulard la hacía tener la sensación de que se cocía en un abrigo de piel de mapache en lugar de llevar un agradable vestido veraniego. A todo eso había que sumar la preocupación por su hermana.
El fuerte olor a pescado podrido le había revuelto el estómago al inspector. Había en ese olor algo más, algo que no sabía identificar y que se pegaba a las paredes de la garganta dejando un regusto en la boca que no se iba.
Al escuchar las palabras del doctor sobre la crecida del río decidió no darle más vueltas y centrarse en el caso, tenía muchas piezas que no terminaban de encajar bien y eso, para un hombre tan metódico como era él, no le terminaba de gustar y le dejaba peor regusto que el fuerte olor.
El detective privado conducía como uno de esos pilotos de prototipos de las 24 horas de Lemans, más interesado por la velocidad que por admirar el bello paisaje de los preciosos bosques ingleses.
El olor era solo un detalle incomodo de todo el trayecto.
Nuevamente suben a los dos autos, pues como saben los policías van en su coche, y la señora y señorita en el coche del investigador Marchaud.
Durante el camino varios se sintieron mareados por el mal olor y las curvas en viaje a la reserva.
Mientras toman la curva para la reserva es evidente que varios árboles han caído en terrenos cercanos. Es más, desde ese punto es evidente el porqué no hay comunicación telefónica pues un gran árbol ha destrozado los cables de comunicación. No parece que nadie se haya preocupado en repararlos. Curiosamente nadie habla en el trayecto, y la razón es que no quieren provocar un vómito o una vergüenza.
El olor desagradable se hace más evidente en algunos momentos, hasta aquellos con la nariz torpe se dan cuenta.
Justo cuando piensan que ese viaje no tiene fin, ven a lo lejos un campanario que se alza sobre la montaña, y tras de él por fin ven el gran lago de la reserva.
Continuamos en la otra escena.