Partida Rol por web

En la vida había ciertas verdades inamovibles para tía Bella. El Imperio británico seguiría siendo Imperio. El té maltés seguiría siendo el té por excelencia, y la comida grátis nunca, repito, NUNCA, debía desaprovecharse. De esta última verdad Bella les estaba dando un claro ejemplo a sus comensales.

Cuando habían llegado a la mesa, antes de sentarse incluso, Bella ya tenía preparadas unas tostadas con mantequilla. Posteriormente dio cuenta de los pastelitos de cereza como si no hubiera mañana, para continuar un concienzudo e inmisericorde asedio contra los bollos y el pastel de manzana. La tercera taza de té no era más que el preludio de una nueva declaración de guerra contra las galletas saladas. Evidentemente tía Bella también creía que un perfecto tránsito intestinal era esencial para una buena salud, por lo que pronto su bolso aumentó de peso gracias a las numerosas piezas de fruta que fue colocando sistemáticamente en el interior.

Parecía ser que lo único bueno de ese asalto gastronómico era que la había mantenido callada lo suficiente como para que sus contertulios de mesa hubiesen podido mantener una civilizada conversación. Pero esa paz no duraría mucho. Tía Bella ya había derrotado sobradamente las defensas que fortificaban el plato del pastel de manzana, y poco quedaba de él.

-Sí, Katharina tuvo una noche un poco ajetreada.- dijo Bella, a la vez que mandaba una rápida y significativa mirada a su sobrina, dándole a entender que tenían pendiente una conversación.- Gracias por su interés, Sr. Marchaud, pero creo entender que es más un tema de mujeres y no suele ser muy correcto hablar de ello con varones.- Insinuó Bella. Los vómitos y los mareos de su sobrina la noche anterior empezaban a fraguar ciertas sospechas en la mente de Bella.

-Respecto a lo que hemos averiguado...- continuó tía Bella, mientras diezmaba los restos del pobre y derrotado pastel de manzana.-... en resumidas cuentas, parece ser que Dionisia sí estuvo en el apartamento y encontró algo que la hizo irse bastante apresuradamente, creemos que a la casa del lago.- carraspeando brevemente y tomando un sorbo de té, evidentemente incómoda por explicar lo que cualquiera facilmente podía imaginarse, continuó.- Respecto al "bueno" de Edd Pyro... bien, ya puede usted imaginarse para qué usaba ese apartamento. Intentamos hablar con una antigua vecina de la casa, pero al parecer nos fue imposible puesto que estaba de vacaciones. En fin, creo que la opción más viable es dirigirnos a la casa del lago, aunque supongo que antes deberíamos recoger a nuestros aguerridos y bravos representantes de la ley.-

Inspector, puedo llamar  y solicitar los informesDice el hombre. Inmediatamente llamaré y establecere su pregunta inspector, y así podemos comenzar el viaje.

El joven inspector vuelve a los pocos minutos.

Inspector Durant, tuve suerte de que alguien me contestara el teléfono, la señal estaba espantosa. Dice  claramente. El encargado confirma que el señor Bradbury se comunicó con ellos, sobre el informe,  me dijeron que el encargado no se encontraba, que lo mandarían por correo  y que llegaria de dos a tres días señor

Señala el auto

Si creen que estamos listos podemos comenzar el viaje.

Tras desayunar ápidamente y sabiendo que el tiempo es oro se montan todos al auto del investigador Marchaud, y conducen por muy poco cerca a la estación de policia donde pueden ver a tres hombres conversando cerca al auto oficial: El inspector Durand, El doctor Ourlard y el inspector Lewis. Ellos ven cuando se acercan, se bajan del auto y van hacia ellos.

En ese momento mientras conversan ven acercarse un auto y apearse cerca de ustedes. Es el señor Jonas Marchaud quien conduce, luego de parquearse cerca, las personas que ocupan el auto bajan y van a vuestro encuentro.

Buenas dias señor y señoras. Dice el Joven inspector. Veo que estamos listos para el viaje. Espero que el personal de bomberos haya desatascado la vía como prometio.

-¿¿Perdón??- Exclama Bella asustada.- ¿¿El personal de bomberos?? ¿Qué ha ocurrido?.- Dijo mirando alarmada hacia las vías del tren, como si una tromba de agua fuera a aparecer al momento. Instintivamente se sitúa protectoramente delante de su sobrina, agarrándola del brazo y alzando el paraguas a modo de advertencia hacia los hombres.-Espero que no haya ningún peligro del que no nos avisaran.-

La edad...

Tía. Recuerda que nos quedamos aquí porque las vías estaban atascadas y no se podía acceder allí. O al menos me quede yo por eso.

A Katharina la sorprendía la amnesia selectiva de su tía que prefería olvidar las cosas que la avergonzaban y claro, que tu sobrina se levantase y con formas más varoniles que las de un granjero de Texas asegurase que la daba igual que si hacía falta iba andando...bueno, es algo que Bella seguramente "olvidase" de cara a la galería pero la recordase continuamente.

La chica aún se sentía avergonzada por la actitud en el desayuno de su tía. Ni que hubiese vivido una crisis financiera o algo similar. La actitud rapiñadora la hacía replantearse los motivos por los que su tía ponía tanto empeño en buscar personalmente  a su hermana en lugar de dejar a la policía campar a sus anchas. Y el amor familiar, aunque existía, no parecía el principal motivo...

- La eficiencia del personal del cuerpo de bomberos no tiene parangón señoras. Llegaremos pronto al lago.- el doctor, afable como siempre recurrió a los modales tras tranquilizar a las damas- ¿Han pasado bien la noche? La jornada de ayer debió haberles resultado emocionalmente conflictiva, aunque espero que su conversación con el encargado del hotel no las incomodara aún más.- Recordaba, no sin cierto humor, a las dos mujeres sintiéndose incomodadas ante las respetuosas respuestas que desesperadamente proporcionaba el encargado del hotel a su aluvión de interrogantes mientras él abandonaba el hotel y se encaminaba hacia la comisaría.

Buenos días. Señora Corneau, señorita Arrichet- saludó el inspector a las dos mujeres inclinando la cabeza. Dirigiéndose después a su acompañante.- Señor Marchaud.¿Como se encuentran esta mañana?

Yo también lo espero Tom- le dice a su ayudante, para después volver a hablar con la señora Corneau- Tenemos muchas cosas que hacer en el lago. Entre ellas encontrar sana y salva a su sobrina.

Muy bien Señor Durand, deseando partir cuanto antes y poner fin a este entuerto. ¿y usted? – A continuación se dirigió al resto de contertulios – ¿Queda algún asunto por aclarar, o podemos partir inmediatamente?

- No lo creo, a menos que sus pesquisas de ayer tarde tuvieran algún fruto que deseen compartir. Por mi parte el papeleo oficial y la distribución de material a los distintos departamentos ya ha sido tramitado. En pocos días se nos harán llegar los resultados.

Creo que. Dice el joven un poco inseguro. Será momento de iniciar el viaje. Mira al investigador Marchaud. Veo que tiene su vehiculo asi que podremos escoltarlos, el viaje dura tres horas, así que os  recomiendo que preparen todo lo que sea necesario.

Mira al inspector.

El vehiculo tiene combustible necesario, así que partiremos a sus ordenes.

Mientras que la señoras se suben en el vehiculo del investigador  Marchaud, el personal de policía constituido por los inspectores y el joven Lewis parten.

A la salida del lugar  pueden ver  la parte campestre del sector. Campesinos que trabajan en las tierras con trajes humildes.

El ganado y las cabras se ven en el lugar. Es evidente que por la lluvia se ha formado un desagradable barro en todo los terrenos de cultivo. Una vida simple alejada de la vida rápida de Londres y de otras muchas ciudades y pueblos.

Se ven una que otra casa sensilla, niños que caminan para la escuela, y hombres que usan la bicicleta para desplazarse. Sin embargo, luego de una hora de viaje, ya no se ven casas, ni gente.

Pueden notar a su alrededor fosos de agua y arboles caidos, destrozados. Todavía a esa hora de la mañana, se ve algo de niebla al rededor del bosque.

En algunos parajes de la via se puede observar el río. Parece existir mucha paz.

Mientras avanzan pueden ver pedazos de leña rota  en la vía. La cantidad de leña va en aumento hasta que llegan a un sector donde ven varios hombres con hachas descansando, y un hombre que habla con otros. Los vehiculos paran de manera natural y Lewis se baja para hablar con ellos. Luego de hablar poco con uno de los hombres pasa por los dos vehiculos y anuncia

"el cuerpo de bomberos ya despejo la vía, pero me advierten que debemos tener cuidado con el barro, el terreno de acá a la reserva es un poco inestable "

Bella esperó educadamente hasta que le abrieron la puerta del vehículo. Con cierta aparosidad, entró en el reducido espacio, colocando su bolso firmemente sujeto entre sus manos, sobre sus rodillas. Durante el viaje estableció el mínimo de conversación educada que se esperaba de una dama, con preguntas formales tales como comentarios sobre el paisaje, observaciones sobre el tiempo y preguntas concernientes lugar a donde se dirigían. Evidentemente Bella se lo estaba pasando en grande.- Casi parece una excursión al campo entre amigos.- en palabras suyas.

Cuando el vehículo paró, observó detenidamente a los hombres que portaban hachas. Revolviéndose nerviosa en su asiento, finalmente se tranquilizó al ver al Inspector Lewis hablar con esos hombres. Entonces escuchó las palabras mágicas de "barro" e "inestable", aquello cambiaba los planes de un tranquilo paseo hasta la casa del lago.- En fin, mientras no tengamos que salir afuera para empujar, me doy por satisfecha.- Y visto que el camino podía hacerse más árduo, optó por lo más sensato.- ¿A alguien le apetece una galletita?- preguntó sonriendo educadamente, mientras abría el bolso y revolvía en el interior.

Kathe suspiró con pesadez. Su tía y las provisiones. Dios santo...¿Cuando iba a terminar aquello?

Conduzca despacio entonces. Quiero encontrar a mi hermana, no acabar en una cuneta—apostilló la chica con calma mientras trataba de mirar por la ventanilla del coche apretujada entre su tía y uno de los hombres en el asiento trasero. Aquello era realmente incómodo y esperaba que no la volviesen aquellas sospechosas nauseas que la habían venido el día anterior. ¿Acaso...? No, era una tontería, pero si fuse verdad...¡sería terrible!

Oulard se veía satisfecho durante el viaje. La húmeda niebla y el fresco olor de la vegetación tenían un efecto revitalizante para él; el silencio quebrado por el traqueteo mecánico del motor le llenaba de paz y le traía recuerdos de sus muchos excursiones de pesca. Decidió que cuando el área fuera segura otra vez volvería con Helen a pasar unos días en cuanto se hubiese jubilado. Quedaba tan poco.

A medida que se acercan, sienten un leve olor espantoso, no parece ser que se encuentre cerca, ni lejos, simplemente está en el ambiente, es un olor pútrido, muy distinto al de las cañerias o desperdicios humanos, pero ciertamente es un olor parecido al pescado con otra cosa que no saben que es.

Justo en ese momento sienten  el sonido de ruedas de madera y de caballos que estaban  detrás de ustedes. Se escucha que uno de los trabajadores dice "llego el transporte, maldita sea si que se demoró, nos vamos, mi mujer me va a matar" Y varios de los hombres con hacha y en sus trajes de trabajo se suben a la carreta.

Uno de los hombres dice ambos vehiculos. Sigan, si vuelve a llover no se detengan, estas vías se convierten en un infierno con la lluvia.