Partida Rol por web

⇔POST EN CONSTRUCCIÓN ⇔

⇔EN MANOS DEL DESTINO ⇔

La mañana llega pronto para algunos, pues el estrés acumulado buena parte del viaje en barco os deja el cuerpo francamente agotado, y sólo un buen descanso os hace evidente este hecho. Sin prisa, pero sin pausa, pues Tarben, aunque no recuerda un sueño como tal, sólo retazos inconexos, sí queda con la sensación de que, sea lo que sea esta cerca de producirse, y no deberíais retrasaros, y asi os lo hace saber mientras Bonen, el eficiente hijo de Uther, con su sonrisa de perlas perfectas, os sirve un suculento desayuno a base de frutas y vegetales, entre los que sorprenden varios tipos de algas, lácteos y carne y pescado ahumado, todo regado con una sidra ligera.

Tras realizar los despachos y visitas pertinentes, a media tarde dejáis la Villa, en dirección Suroeste, hacia Solace, la "ciudad en los árboles", como se la conoce, pues buena parte de ella se posa sobre la ramas de un bosque de Wallenwoods, los imponentes árboles exclusivos de esta zona del continente, al norte de la cual están las montañas hacia la que las visiones de Tarben os dirigen. Partís acompañando a una Caravana de Comerciantes que llevan bienes de Solamnia para mercadear en Solace. El calor en esta zona del continente está atenuado, ligeramente, por la brisa que sopla casi siempre, y que hace de la vista de la campiña a punto de la siega, un autentico espectáculo para la vista!! Charlando con los guardias de la Caravana, os informan de algo, cuanto menos, inquietante, y es que, el transito por los caminos, antaños seguros, ahora no están del todo garantizados, sobre todo, cerca de Solace, donde, hace unos años, el Alcalde fue asesinado, y ahora, un antiguo Caballero de vuestra Orden, que dejó la Caballeria, ejerce el puesto, por petición popular, pues fue él, como Sheriff de la Villa, el que desentrañó el misterio, y dió con el traidor: un inflitrado de lo que quedó de la hueste de los Caballeros de Neraka que servían a Beryl, la Verde, que controlaba todo el Bosque de Qualinesti, y que falleció a manos de Laurana y el Lider de los Caballeros Negros en la Capital élfica, en secreto en desacuerdo con el trato que la Suma Dragona daba a los elfos.

Tras un primer día, el sueño, nada placentero de Sir Tarben, os apremia aun mas, así que, apretando el paso, os despedís de la Caravana, y seguís camino solos, con el cosquilleo de que lo que habeis venido a buscar os espera cerca. Vuestros caballos, entrenados y criados en la Caballería del Duque de Thelgaard, aguantan el ritmo sin rechistar, aunque no podeis forzarlos, pues la carreta, aunque ligera, que dirige Asthor, no podría serguir el fuerte ritmo.

Tras tres dias de ritmo alto, Tarben, sin motivo aparente, os hace parar, erguido en su garañón y, sin pensar, saca el Cristal de Roca que le dió Lord Fashtel, y colocandolo con un catalejo, lo usa como tal: - Veo una estela de luz pura que nos guía hacia allá...!!, dice, abriendo el camino, ya fuera de los caminos, camino de las montañas que ya os quedan al oeste. A media tarde de ese dia, habiendo cruzado trochas que usan los animales de la baja montaña, descubrís una un poco mas ancha que parece, aunque no es muy evidente, estar "modelada" por seres inteligentes, aunque los olores que Zoak detecta, no auguran que podais compartir campamento con tales criaturas: - Goblinoides..., gruñe en bajo, el astado, mirando en derredor.

A partir de ahí, bajais el ritmo en pro de que no os ataquen con sorpresa, pues varios hallazgos durante ese dia y el siguiente, os confirman que la zona de montaña es territorio goblinoide, como detectó el minotauro el dia anterior. Al final del segundo dia de viaje por la montaña, las cuestas se empinan aun mas, y con cierta inquietud, por estar donde estais, decidís ocultar la caverna en una pequeña oquedad del risco, ocultando la entrada con el propio follaje prealpino, y removiendo la tierra, para que no se vean los surcos de las ruedas acercarse al mismo.

Decidís hacer noche en una pequeña zona plana entre dos picos, con arboles de la familia de las coniferas (os informa el Mago, que como ya supisteis en "La Crisis", es un estudioso de la Botánica, y conoce bien estos bosques, pues ha vivido casi toda su vida en Solace), donde un pequeño lago de montaña, a los pies de una catarata, os provee de agua fresca de montaña, mientras el blando terreno, con rocas que facilitan vuestra ocultación, un lecho de hierba en el que descansar, y dar de comer a los caballos. Las guardias de la noche son tensas, pues, a lo lejos, se escuchan tambores, aunque dificiles de localizar, dado el eco que rebota en las paredes del valle:

Tarben se despierta varias veces en esa noche, sudando, aunque, pese a estar en el mes conocido como Julio, en la lengua comun, la altura hace que el frio de la noche pugne por quebrar los huesos desde dentro: - Será mañana, lo presiento... os informa, abstraído, mientras mordisquea una ración de viaje en el desayuno, preparaos, pues el enemigo está cerca..., dice, pasando un trapo mojado en un aceite especial, por el filo de su imponente espada.

Tras los preparativos, recogeis el campamento, y seguis camino, por el camino que asciende aun mas en la montaña, a traves de una trocha que nace tras la catarata. Los vistazos de Tarben a través de su cristal se hacen mas frecuentes, mientras, la mayor parte del tiempo, teneis que ir a pie, guiando a vuestros caballos por terreno escarpado. Hacia el final de la tarde, Tarben observa uno de los picos a vuestra izquierda con mirada critica:

- Allí!!, dice pronto, en aquella terraza!!, señalando, en efecto, una terraza que hay sobre una zona boscosa, a unas dos millas de distancia, subiendo mas de 1000' en la montaña.

Hacia el final de la tarde, moviendoos con cuidado en direccion a la terraza, volveis a escuchar los tambores, y algunas columnas de humo negro, que enseguida se disipan con el frio aire de montaña, empiezan tambien a aparecer por ambos lados. Atravesando un pequeño bosquecillo de cedros, ya entrando la zona menos escarpada que ocupa la terraza, veis una vereda, bastante ancha, dada la localización. Tarben os dirige hacia allí, tras confirmar que no hay enemigos, y podeis ver tierra removida, y lo que parecen huellas, algunas de ellas bastante grandes. Abriendo profundamente sus ollares, Zoak gruñe en bajo: - Otra vez esas asquerosas criaturas goblinoides..., y no han pasado por aquí hace mas de una hora, quiza dos. Cuantos??, dice, haciendo la pregunta que todos os haceis, al menos una docena..., dice, ominoso, como midiendo vuestras fuerzas. Tarben, se agacha, cristal en mano, y poniendo la mano en el suelo, dice unas palabras, con los ojos en blanco. En ese momento, el cristal brilla un poco con luz blanca y un zarcillo de humo negro, con pulsaciones moradas, surge del suelo, intentando como abrazar la mano del Clerigo, junto al cristal. Enseguida la retira, con lo que el zarzillo de humo vuelve a filtrarse en el suelo. Girando la cabeza hacia vosotros, dice: - Nigromancia... Los Siervos del Dios de la Muerte están aquí, señalando las huellas, acompañando la mano hacia la continuación de la vereda, que asciende hacia la vereda.

Con cuidado, seguis la misma, atentos a cualquier ruido, para meteros tras los cedros, y 300' pies mas adelante, parece que la vereda llega a una parte alta tras la que, sin duda, descenderá hacia la terraza...