Partida Rol por web

ASALTO 2:

Ixir, que fue el primero en llegar junto a la vasija bajo la presión de una de esas rápidas criaturas reptiloides, cogió la saca reciebiendo una cuchillada de las letales cimitarras que de forma tan diestra manejaban los assathi. La hoja se hundió de forma dolorosa en la peluda piel del rátido, haciéndole emitir un sonido más próximo al de una rata pisada que al de una criatura bípeda. Aún así, reaccionó gracias a sus entrenados reflejos respondiendo el acoso lanzando un mordisco. La criatura, miró a los hojos de Ixir, estaba plenamente convencida de su superioridad, con lo que a pesar de los intentos por parte del reptoide por evitar que el hombre serpiente le arrebatara la saca, no pudo hacer nada. El mago reptil, situado a escasos metros de distancia de la pareja, viró sobre sus pies y  huyó por la puerta corriendo a la mayor velocidad que sus piernas y el miedo le permitían,

Por su parte, Rythen seguía su duelo contra el arquero reptiliano. Esta vez su flecha se hincó entre las escamas de la criatura, que emitía una sarta de siseos y expresiones en una lengua demasiado antigua y oscura para ni tan siquiera pensar en ella. El reptil fijó su humeante proyectil en el arco y lo dejó salir tras tensar la cuerda. Por suerte, la peligosa punta de la flecha topó con un inesperado obstáculo impidiendo su avance... Se clavó en la madera de una de las columnas de descarga del la edificación.

Mina no cesaba de llorar. A lo lejos, Arlen continuaba gritando por la vida de la muchacha. El fornido guerrero intentaba llamar la atención del guerrero reptil, pero éste... fiel a una crueldad propia de los adoradores de los titanes descargó su furia con un golpe que dejó en una situación demasiado crítica a la bella hija del Rivermaster. Acto seguido, como si de un campesino que sega cereales se tratara, se fijó en su nueva víctima... el elfo maldito. Rythen quedó sorprendido ante la irrupción de tan inmundo ser, pero para su suerte, junto a él, pasó el Buscador de Enigmas llamándole la atención.

En el centro del Descanso del Caminante, tenía lugar el combate má encarnizado. Un intercambio de golpes entre la criatura más robusta y el veterano Arlen. Esta vez, ungido por la rabia, encontró el hueco entre la defensa del assathi y borbotones de sangre verde oscura mancharon la hoja del malogrado vigilante de Vesh, mientras Talbot intentaba distraer su atención de forma poco fructífera. Sea como fuere, la disciplina del hombre-serpiente le impendía darse por vencido, propinando un duro y profundo corte en el torso del guerrero.  

ASALTO 3:

El robusto humanoide serpentino que se encontraba frente a Arlen intentó acabar con el veterano guerrero, pero éste fue rápido en esta ocasión e interpuso la hoja de su arma frente a la peligrosa cuchilla del Assathi. Ambas armas chirriaron con furia mientras los dos luchadores, cubiertos por la sangre de sus heridas, se contemplaban el uno al otro con ojos fieros. Mientras tanto, Talbot intentaba sin mucho éxito, llamar la atención de la criatura, pero ésta, continuaba obcecada con el curtido posadero. Arlen, lazó una estocada con la afilada espada corta, pero su oponente rehuyó pesadamente de la seguramente mortal consecuencia de ser alcanzado por el acero que exsoldado empuñaba.

En la esquina noreste de la estancia, Ixir intentó recuperar la saca del ánfora, pero su rival la aferraba con fuerza, mientras sus ojos de reptil lo contemplaban con aires de superioridad. Acto seguido, el assathi giró y comenzó a correr con la velocidad propia de una criatura acostumbrada a merodear por los pantanos, saltando por encima de mesas y barandas con una agilidad impropia para una criatura que debía pesar cerca de 100 kilos.

Una flecha silbó y con un sonido sordo volvió a hendirse entre las escamas del assathi arquero. El duelo entre él y Rythen, estaba a punto de llegar a su fín, puesto que la balanza hacía rato que se abía decantado de lado del elfo. Igualmente, el reptiliano que de forma cobarde había sumido a Mina en el sueño de Nemorga, llagó con fuerza dispuesto a virar la situación en favor del escamote de simientes de Mormo. Todos su intentos fueron en vano, puesto que la agilidad del elfo maldito, le permitía esquivar los mandobles del assathi con una facilidad pasmosa. Una nueva flecha volvió a sonar, y Rythen curvó su cuerpo hacia atrás dejándola pasar... ¿Qué poco sabía de las costumbres élficas y sus duelos de honor?. Ya de niño, los elfos de Termana se disparaban flechas los unos a los otros, aprendiedo a evitarlas y en algunos casos, a cogerlas al vuelo y redispararlas... Por algo eran la raza asesina de titanes.

Por su contra, Sargs corrió como un poseso hasta Mina y tras recitar una breve salmodia, canalizó las energías curativas. Como juez de Nemorga, el sacerdote sabía que esta pobre criatura era una víctima colateral de toda esta escaramuza, con lo que no podía permitir que su alma cruzara las puertas de la muerte... Su dios jamás lo pemitiría. La muchacha abrió los ojos y sonrió al ver que se hallaba de nuevo en el Descanso del Caminante.

ASALTO 4:

El rátido intentó seguir al reptiliano, pero su enemigo se movía con una rapidez y una habilidad superior a la de Ixir, el cual no pudo alcanzarlo cuando salió por la puerta de la posada. El rátido maldijo entre dientes no ser más veloz, pero la criatura ya se encontraba en el exterior dispuesto a perderse en la oscuridad de la noche. Por unos segundo se sintión instado a seguir, pero cierta sensación de miedo afloró en el corazón de Ixir, puesto que su oponente era muy superior a él como había demostrado...

Rythen disparó una nueva flecha, pero esta vez falló, ya que el enemigo que poseía trabado en meleé, aprovechó el que su defensa tenía puntos débiles, para mojar su hoja con la sangre del elfo. Acto seguido, el arquero assathi disparó contra Rythen, pero este pudo evitar que el proyectil lo alcanzara. Donde no tuvo tanta suerte, fue cuando el que estaba trabado volvió a acometer con furia, hundiendo su arma hasta casi segar la vida del elfo. Mientras este caía pesadamente sobre el suelo de la posada, el reptiloide lamía la hoja impregnada de la sangre cálida y dulce de un "Asesino de Titanes".

En otro punto, Arlen, Talbot y su assathi se debatían en un combate que no acababan de decidir, en el cual las hojas entrechocaban cada vez con movimientos más y más pesados.

Sargs, contempló la caída del arquero elfo y se apresuró hasta él dispuesto a sanarlo, Tras él, Mina intentaba esconderse bajo el resguardo del Sacerdote de Nemorga. Cuando llegó hasta Rythen, sus manos brillaron en un fulgor blanco dorado y la magia divina insufló de nuevo vida en el cuerpo del arquero.

- Aunque tu raza esté condenada, todavía no es tiempo de que cruces las puertas de Nemorga.- exclamó al tiempo que observaba los efectos de su salmodia.

ASALTO 5:

Las hostilidades proseguían en el interior del Descanso del Caminante. Algunas de esas criaturas habían logrado escapar y lo que era peor... se habían llevado esa siniestra vasija de plomo. El combate cada vez se volvía más intenso y cruel. Dos assathi, los más fornidos, habían decidido sacrificar sus vidas en pos de facilitar una buena retirada a sus congéneres. Estaban heridos, pero aún así, no le habían perdido la cara a la lucha. Morirían dando su último aliento por los planes de su estirpe.

Ixir corrió y se situó a la espalda del malherido y agotado hombre-serpiente que blandía su peligosa cimitarra contra Arlen y Talbot. Esto lo cogió por sorpresa, pero la criatura, en un acto de grácil destreza, pudo evitar el osado ataque del rátido. respondiendo con un fallido ataque contra el semielfo, el cual no tuvo problemas en evitar el mando ble lanzado a la ciega. Por su parte Arlen, comenzaba a notar el cansancio en sus robustos brazos. Eran demasiados años sin guerrear, sin hallarse en una situación de dicha magnitud.

A escasos metros de esta escaramuza, Sargs y Rythen se debatía contra otra de estas criaturas de recias escamas. El sacerdote invocó la presencia de una criatura celestial. Se trataba de un primate que apoyaría a ambos en la ardua tarea de acabar con la vida del assathi. Por su parte, el elfo tras recibir graves heridas en su cuerpo, comenzaba a errar disparos que en otra ocasión habría acertado.

ASALTO 6:

Talbot tiró a fondo en esta ocasión con su bello estoque con cazoleta de cisne, de forma certera, hundiendo su acero entre las escamas del hombre-serpiente que entre quejidos y espasmos cayó al suelo muerto. Ixir, no perdió un segundo y extrayendo una daga de una canana cruzada sobre su peludo torso bajo su raída capa, se dispuso a atacr al único assathi que quedaba en la posada, pero su lanzamiento salió demasiado desviado. Mientras el combate proseguía, Arlen convocó la magia de un tatuaje que portaba en su pecho, y su corpulencia y musculatura creció desmesuradamente. Sin perder un instante se dirigió al cuerpo a cuerpo.

Rythen cargó una nueva flecha y la disparó sin piedad a distancia ultracorta, provocando los gemidos de dolor por parte de la criatura que de forma inútil se entretenía con el mono invocado por el sacerdote de Nemorga. Finalmente, Sargs intentó aprovechar el desconcierto para nuevamente herir a la criatura, pero esta vez, la simiente de los titanes reaccionó a tiempo y pudo detener el mandoble del "buscador de enigmas".

ASALTO 7:

La criatura fue rodeada por los improvisados defensores de la posada Descanso del Caminante, sufriendo alguna dolorosa punzada, ya que le era completamente imposible defenderse de todos y cada uno de los ataques lanzados. Incluso Arlen,  imbuido por una poderosa magia, se movía con mayor soltura al tiempo que lanzaba mandobles con más fuerza que un troll. Por suerte para el solitario hombre-serpiente, la espada corta que enarbolaba el posadero no llegó a alcanzarlo, puesto que de forma indudable, habría supuesto su más funesto final. 

ASALTO 8:

El hombre-serpiente se debatía por su vida rodeado por los defensores del posada el "Descanso del Caminante", pero a pesar de esquivar sendas estocadas de Talbot y Rythen, la simiente fue incapaz de evitar que la extraña espada corta del rátido hallara un punto débil entre su armadura de escamas, hundiendo su hoja demasiado profundo como para sobrevivir al daño ocasionado.

Por fin el combate había finalizado. Arlen se encontraba agotado, además de herido. Mina aterrorizada y colapsada por todo lo que la noche había devenido.

Una vez el último enemigo dentro del "Descanso del Caminante" hubo fenecido, Sargs descargó una brizna de los últimos poderes que le concedía Nemorga sobre el vapuleado Ixir. Acto seguido se volvió hacia Arlen y le comentó:
- Será mejor que tranquilices a Mina. El shock de esta noche ha sido grave para ella.

Una vez atendidas las prioridades de la situación, y tras asegurarse que el resto de los defensores del "Descanso del Caminante" no corria un riesgo inminente, se asomó a la puerta en un vano intento de descubrir la ruta de huida del resto de los Assathi en la negrura de la noche ....

Rythen envaino el sable, limpiando su fina hoja en los ropajes del reptiloide ser muerto. Su rostro era de una amragura extrema, y asi lo expreso:

- Malas cosas han pasado hoy aqui. Y esperemos no vayan a peor...ese anfora...en esas manos...

El elfo se retiro hacia la puerta, junto a Sargs, mirando a lo lejos, sabedor sin embargo, que no lograria ver nada ya...

Arlen abrazó a una desconsolada Mina. Tanto la muchacha como el valiente posadero, tenían el cuerpo cruzado por las heridas proferidas por las reptilianas criaturas. Arlen intentaba mecer a la pobre muchacha, buscando consuelo, pero a duras penas conseguía que dejara de llorar. - ¿Me haríais el favor de vigilarla un segundo?... - preguntó a Rythen, mientras que ascendía las escaleras de la posada.

Al cabo de un instante, descendió transportando en sus manos un odre con algún tipo de líquido brillante, que resplandecía con cierto titileo. Se aproximó hasta Mina y le dijo - Bebe... Te encontrarás mejor.- y tras ingerir el líquido que había en ese reciiente, las heridas de la muchacha comenzaron a cerrase. Acto seguido, el posadero miró a los que allí estaban presentes y de forma solemne dijo:

- No dejaré que esas criaturas posean el ánfora. Di mi palabra y la cumpliré.- comentaba mientras buscaba respuesta en los demás - La muerte de mi hermano y estos valientes vigilantes no será en vano.- sentenció con firmeza.

La negrura de la noche fuera de la posada ocultaba la huida de los ladrones Assathi, ..., por el momento. Sargs regresó al interior de la posada.
Con todos los ocupantes fuera de peligro, Sargs se dirigió a uno de los cadáveres Assathi, extrajo su espada y la hincó en el cadaver impregnándola de la envenenada sangre del reptiliano ser. Acto seguido envainó la espada y esperando unos instantes para volverla a extraer después completamente limpia. Sargs la estudió para comprobar que no quedaban restos, y acto seguido volvió a enfundarla.

Entretanto, Arlen había bajado de nuevo, administrado la poción a Mina y proferido su juramento, cuando Sargs añadió:
- Mantengo mi palabra que te comenté antes del combate: Cuenta con mi ayuda para ayudarte y acompañarte dónde los designios te guien. - Sentenció.

Arlen entró en una puerta lateral y extrajo un par de sacos de gran tamaño, capaz de albergar el cuerpo de un hombre fornido. Abrió su embocadura e introdujo el cuerpo de uno de los Assathi. Mientras introducía el cadáver de la criatura, la túnica de tela del hombre serpiente se dejó entrever una recia armadura: - Escamas de serpiente enorme- afirmó el posadero. Todo aquello lo había cogido desprevenido, pero en él, había años y años de experiencia en combate. Luego arrastró el saco al exterior de la posada y cuando llegó al margen del río,  lo lanzó a las profundas y oscuras aguas del río Eni. Tras esto retornó a la posada y dirigió su mirada a Mina:  - Será mejor que vuelvas a tu hogar- la muchacha intentó replicar, pero el guerrero mantuvo su mirada austera y espartana, con lo que la hija del Rivermaster comenzó a dirigirse a la puerta.

- Ixir. Acompáñala- el rátido no dudó obedecer. Antes de salir por la puerta, Mina volvió su cristalina y triste mirada al posadero que estaba de espaldas. Éste, sabía que estaba siendo observado, pero no se giró a corresponder esos sentimientos. Era un guerrero. Simplemente no se lo podía permitir.

Cuando la muchacha y el reptoide abandonaron la posada, Arlen asestó dos golpes secos con la espada corta al cuello del hombre serpiente, arrancando su cabeza de cuajo. Introdujo el cuerpo decapitado en el otro saco de gran tamaño, y la cabeza en una pequeña barrica de licor. Acto seguido salió con el saco, repitiendo la acción anterior. Una vez dentro de la posada de nuevo, miró a Cormath, Sargs y Talbot:

- Mañana partiré con la primera luz del alba. Quien quiera seguirme,... será bien recibido. - y tras estas palabras comienza a subir las escaleras, deteniéndose en la mitad del tramo. - ¡Ah!... podéis pasar la noche aquí.- prosigue su camino.

El elfo permanecia en la puerta de la posada, repasando los acontecimientos recientes, tal como hacia cada vez que se topaba con algo...extraño, o significante para su busqueda. Tal vez este acto en el teatro de su vida significaba mas de lo que en apariencia parecia? Quien lo sabia...el no, desde luego, pero pensaba averiguarlo.

Su oido agudo captaba los comentarios del posadero, y las afirmaciones del sacerdote. Cuando la muchacha asustada salia por la puerta, el le cedio el paso cortesmente, saludando levemente con la cabeza. Luego de un rato saboreando el freco de la noche, y la quietud de la villa, que parecia ajena al horror aqui acaecido, entro en la posada, y con movimientos acompasados, recogio sus enseres (que eran escasos), y se dispuso como para partir en el acto. Dirigiendose al sacerdote, espetó:

- Os esperare fuera. Dormire a la manera de los elfos, y estare en el dintel de la posada. La vigilia sera mia toda la noche, pues mi corazon aun se inquieta con lo sucedido. Partire con vosotros, desde luego. Descansad, sacerdote, mañana empieza la caceria...

Dicho esto, se encamino hacia el exterior, se sento con las piernas cruzadas frente a la puerta, y el arco sobre las rodillas, con una flecha a mano. Sus ojos miraron hacia el horizonte, y quie viese aquella figura inmovil, no sabria discernir si vivia, dormia, o era una estatua de carne.

Sargs asintió ante los comentarios de Rythen y replicó:
- Yo me quedaré aquí. Descansa. Mañana empezará lo que me imagino será una dura persecución que se alargará muchos días. Un sexto sentido me lo advierte ....

Dicho esto se quedó mirando a Talbot Cormath, el único ocupante que restaba en la sala aparte de él mismo, fijamente antes de comentarle:
- Voy a recogerme a descansar. Necesito orar para que mi señor me otorgue las bendiciones para el nuevo día. Se quedará aquí con nosotros y nos acompañará en el día de mañana en nuestra búsqueda?

Sargs esperó tranquilamente la respuesta de Talbot antes de irse a descansar ....

Sargs se acercó a Talbot y le comentó al oido:
- Nos acompañará en nuestra búsqueda, ...., mi "señor"?
 

El semielfo miró al sacerdote con su rostro inmerso en una mueca de desdén, a lo que siguió una contestación firme:

- ¿Por qué no habría de seguiros? Seguramente más adelante necesitéis mi habiliad- afirmó entre susurros con tono desafiante el joven Talbot. -Hasta mañana caballeros. Espero que pasen mejor lo poco que resta de noche. - se despidió del resto de personas de la posada.