Partida Rol por web

-¡NOOOOOOOOOOO!- Su grito quedó ahogado por el moneda de silencio que portaba en su mano. Mientras estuviera ese conjuro en funcionamiento no podría curar al Sr. Carsson. No soportaba ver el estado en el que se encontraba su supuesto padre por lo que, sin más tardar, deshizo el conjuro que había lanzado sobre la moneda y que tan bien les había ido, y la dejó caer al suelo sin pensar en su valor. En su lugar agarró con fuerza el símbolo del Débil y miró desafiante a Klemsa. 

- Amantísimo Padre, no abandones ahora a tu Paladín y revigorízalo para que luche por tu fiel servidora.- Su voz volvía ser la misma de siempre una vez deshechos del silencio. Sintió una enorme sacudida de energía divina y toco a Rhylen con su regordeta mano. Inmediatamente sus heridas comenzaron a cerrarse.- Acaba con ellos.- Le animó a luchar un poco más a pesar de que casi había perdido toda esperanza. Sin embargo, fue justo en aquel preciso momento cuando le pareció ver el rostro de Tanyl al final del pasillo. Jamás pensó que se alegraría tanto de ver al hechicero. Pero, ¿dónde estaba Krant?

Y al salir de aquella densa niebla mágica el joven hechicero vislumbró la pelea a muerte que se libraba frente a él. Maldijo entonces el alocado consumo que había efectuado de su magia con tanta rampa arriba y abajo.

Pero aún le quedaba un hechizo ofensivo con el que ayudar a sus compañeros.

Conjuró unos proyectiles mágicos que fueron a golpear la espalda desprotejida de Numb. Esperaba llegar a tiempo.

-¡¡ARGGGGGGGHHH!!, entonó un grito sordo a la par que llevaba su la mano libre al estómago. Tras asestarle dos profundos cortes, Rhylen había cometido el error de infravalorar al enemigo y centrarse más en impedir que Numb entrase en la sala que en contemplar una posible replica de Klemsa.

Craso error, el viejo guerrero vio como sus rodillas comenzaron a temblar a la vez que su mano se ensangrentaba más y más ante la imposibilidad de parar la hemorragia… Aquella herida podría ser mortal, y no quedarían ahí todos sus infortunios. Rhylen veía impotente cómo Numb se iba haciendo paso poco a poco a través del portón. Su falta de fuerza hacían imposible aguantar la puerta mucho más, hasta que por fin un fuerte empujón de Numb desplazó varios metros a Rhylen permitiéndole la entrada. - ¡Arg!... Mierda…, se lamentó dolorido. – Puede que muera hoy aquí… ¡¡PERO PIENSO LLEVARME A TODOS CONMIGO!! ARRRRRRGGGGG, exclamó, ahora sí audible, a la vez que se lanzaba furioso contra Numb  aunque aquello le supusiese una gran pérdida de sangre. - ¡Hijo de putaaaaaa!  La daga del guerrero se incrustó en el ojo derecho de Numb, un segundo empujón con su mano izquierda hizo que se clavara tan profundamente que, tras sacarla, Numb cayó al suelo entre pequeños espasmos.

Rhylen no se pararía a presenciar a su víctima, ni siquiera se percataría de la presencia de Tanyl al fondo del pasillo aportando su granito de arena. No, el guerrero, fuera de sí, se giró ahora hacía Klemsa para asestarle un nuevo tajo en su ya malherido hombro.

Aquel tremendo esfuerzo, dadas sus circunstancias, iban a hacerle caer desfallecido. Sin embargo, y una vez más, la salvadora de Rhylen se encontraba de nuevo a su lado. Consciente de su delicada situación, Alétheia no dudó ahora en pedir auxilio al Débil a viva voz y transferirle al guerrero una energía más que necesaria.

Aquello cambió el rostro de Rhylen. Puede que continuase estando herido, pero a pesar de ello estaba pleno de confianza. – Prepárate, bastardo…y fíjate bien en tu amigo… ¡pienso hacer lo mismo contigo!, dijo desafiante.

...to locos! - Cuando el sonido volvió a reclamar el espacio perdido en la pequeña habitación de guardia, Klemsa se vio a sí mismo gritando como loco por todo aquel sinsentido. Numb se desplomaba en aquel momento con la cuenca de uno de sus ojos vacía y con el rostro empapado en sangre. ¿VIEJO DESGRACIADO QUÉ HACES? - Confiado por haber esquivado el último ataque de Rhylen y creyéndose mejor luchador que Numb, Klemsa no estaba dispuesto a seguir el camino de su compañero. ¡Mírate viejo, estás medio muerto! ¡Rendíos ahora y el padre Egarthis será clemente! - Marcada la advertencia sobre los dos compañeros y con Rhylen parapetado en el hueco de la puerta, el heraldo enfocó sus iras sobre el objetivo más voluminoso y cercano: Alétheia. Si conseguía acabar con la invocadora del poder de aquel falso dios su compañero no encontraría más remedio que rendirse. ¡AUXILIO AQUÍ! - El grito de desesperación coincidió con una estocada lateral que dibujó un siete en el pómulo izquierdo y cortó un tirabuzón pelirrojo de la tupida cabellera de la Pitonisa del Débil.

Esto les tendrá entretenidos un rato jejeje... Animado y contento Tras lograr inutilizar la cerradura y haciendo un gesto a Wenton para que lo acompañara - Por aquí Wenton, vamos.... Togo se dirigió rápidamente hacia el pasillo de las celdas a ver qué es lo que estaba sucediendo allí.

Wenton no se lo pensó dos veces. La seguridad con la que aquel niño hablaba y el miedo que el panadero tenia a volver a quedarse solo le hicieron seguir a Togo como si de un perrillo faldero se tratase. Cuando ambos doblaron la esquina vieron desplomarse el cuerpo de uno de los heraldos en la puerta de la sala de guardia. Rhylen se encontraba gravemente herido pero aún permanecía en pie bajo el quicio de la puerta. Más al fondo, y sólo visible a ráfagas, el voluminoso cuerpo Alétheia aparecía cada vez que intentaba esquivar las estocadas del rival oculto.

Hostawen no tardó en aparecer por detrás de Tanyl. Corriendo y echando miradas a la espalda, la elfa cerraba la comitiva cargada con una escala de cuerda que venía arrastrando desde el pasillo oculto tras la pared.

-¡¡APARTATE DE ELLA!!, gritó Rhylen a la vez que se aproximaba a Klemsa tratando de intimidarle con varios movimientos con su daga. – Por mucho auxilio que pidas, no saldrás hoy de aquí con vida… ¡te lo aseguro!, dijo posicionándose frente a él. Ambos se encontraban heridos y a un paso de caer, una acción errónea podría determinar el final de uno de los dos. Rhylen flexionó las rodillas, parecía estudiar los movimientos de su adversario, esperaría a que este atacara y luego, con suerte, podría darle el golpe de gracia. - ¡Vamos, chico!... ¡Ataca!

¡Sí! - Como si le hubiera insuflado nuevas fuerzas a Rhylen, el viejo acabó con Numb con la daga que le había tallado Hostawen y la ayuda de la magia de Tanyl. ¿Premiaba así el Débil a toda la expedición de Kassen por trabajar en equipo?

-¡Ay!- Se llevó la mano al moflete y vio que tenía sangre. Klemsa era otro de los malvados heraldos de aquella secta y no iba a tener piedad de él. Le lanzó una torpe topetazo con el taburete, más intentando frenar sus ataques que intentando hacerle un verdadero daño. Ya se ocuparía el Sr. Carsson de acabar con su miserable vida.

Hostawen se acercó algo confusa por lo que allí ocurría. Según vio nada más doblar la esquina Rhylen luchaba como un jabato y Alétheia la santa le curaba por medio de las invocaciones al Débil. Tanyl y Togo le apoyaban y Hostawen sólo podía mirar la escena por lo saturado del pasillo. Tras ver cuánto la necesitaban, Hostawen corrió a ayudar a Rhylen como fuese. Necesitaba todas las armas posibles o fallecería allí ante sus ojos. No podía perdonárselo. -Tú quédate aquí, ya has hecho suficiente...- dijo a Rakna al pasar cerca del lobo que descansaba completamente abatido sobre el disco de Tenser.

Desde su posición observó satisfactoriamente como Numb caía y las heridas del viejo se iban sanando en parte. Pero parecía que aún quedaban enemigos dentro del estrecho habitáculo.

Tanyl se acercó a la puerta, pero Carsson bloqueaba su visión.

¡Deja pasar anciano!- espetaba al guerrero mientras sacaba de su mochila mágica la varita que le hubiese cedido la pitonisa unos días antes.

La incorporación de Tanyl a la lucha añadía un inconveniente más a la situación, ya de por sí precaria, de Klemsa. El heraldo veía como más acólitos se apiñaban a su alrededor y, contra toda lógica, ninguno venía a ayudarlo. ¡Pero qué estáis haciendo estúpidos! - De no haber estado tan preocupado por su salud, Klemsa se hubiese llevado las manos a la cabeza, pues aquello se había convertido en un sinsentido. En un segundo pasó por su cabeza la imagen de sí mismo leyendo con tranquilidad recostado contra la pared y con un pie sobre la mesa. Aquella calma era lo que le había hecho amar aquel turno de guardia, sin duda el mejor puesto en todo el templo, sin embargo ahora, inexplicablemente una revuelta salida de la nada estaba a punto de llevárselo por delante. ¡AYUDAA! - Gritaba mientras lanzaba cuchilladas al aire a diestro y siniestro. Tan mala suerte tuvo el ya castigado Rhylen que una de aquellas estocadas desesperadas acabó alcanzando su rostro por debajo de su ojo derecho y estando a punto de sacárselo..

- ¡Ríndete!- El heraldo resistía el ataque de sus compañeros y gritaba en busca de ayuda. Alé estaba preocupada por si aparecía Krant por el pasillo.  Intentó acabar con la vida del Hermano Klemsa con un golpe de taburete pero de nuevo fue demasiado lenta. En el Templo del Débil, donde reinaba la paz y la armonía, los taburetes sólo servían para asentar las posaderas.

Rhylen esperaba expectante la acción de Klemsa para esquivarlo y tratar de contraatacarle duramente. Sin embargo la aparición de Tanyl distrajo al guerrero hasta el punto que Klemsa consiguió alcanzarle el pómulo en uno de sus intentos hacia viejo guerrero.

Con la cara ensangrentada, dio un paso para recomponerse a la vez que lanzaba varios tajos al aire sin éxito alguno. Debería estar más atento la próxima vez… Mientras tanto, el tiempo tan escaso del que disponían continuaba pasando y el resto de sus compañeros comenzaban a llegar desde el fondo del pasillo. 

El viejo guerrero parecía estar desorientado, no daba ni una. Una buena noticia para Tanyl, sin embargo; podría seguir usando magia.

Con la varita en mano, dió un paso lateral para no obstruir la entrada al resto de compañeros y activó la palabra comando para descargar los proyectiles sobre el hombre que se tambaleaba delante suyo.

Togo  no pudo alegrarse más cuando tras girar la esquina y salir de la extraña niebla que envolvía al lugar vio a su querido señor Carsson, pues aunque no había tenido apenas tiempo de pensar en ello, la verdad es que ya lo daba por muerto. Pero eso no era así, el anciano estaba enfrascado en una pelea haciendo honor a la condición de héroe  y que  Togo tenía en tanta estima. Como a cámara lenta debido al mágico silencio que reinaba en el lugar, el mediano observaba la bravura y valentía que el viejo derrochaba combatiendo contra Numb y otro heraldo. De pronto el sonido propio de la pelea se adueñó del pasillo y la imagen se tornó  más cruda y desagradable al escucharse los impresionantes sonidos de las armas perforando y cortando carne humana, sangre cayendo a borbotones, gritos y bramidos encolerizados, cuerpos cayendo a plomo... El momento se tornó dramático cuando el heraldo  que luchaba tras la esquina logró herir a Aletheia primero y al anciano después, dejando a éste último casi al borde de la muerte. Rhylen devolvió el golpe y Tanyl avanzó para ayudarle descargando dos proyectiles mágicos sobre el guardián, pero nada fue suficiente para derribarlo. El enmascarado rival permanecía en pie a duras penas, pero aún le quedaban fuerzas para blandir su daga y  amenazar  la vida al señor Carsson. Cuando parecía que el heraldo iba a rematar al ya mal herido anciano, un rápido silbido seguido de un golpe seco se escuchó  tras la esquina de la entrada.  Al ver el peligro que corría su afamado sr Carsson, Togo se había contagiado de la valentía del viejo guerrero y en un alarde de coraje impropio de un ser de su tamaño y fragilidad se acercó con rapidez al lugar de la refriega. Y Girando con maña  su estimada Tremolina, consiguió colar una de sus balas por el único hueco existente entre la pared y Tanyl, logrando impactar con precisión en la frente del guardián que, tras tambalearse ligeramente,  cayó redondo al suelo.   

El que Klemsa cayese inconsciente después del impacto de la bala de plomo, los compañeros pudieron recobrar el aliento tras el esfuerzo y los duros combates. Volvieron a verse las caras y lo que era más importante, todos estaban allí. Afortunadamente, aunque el plan no había salido en absoluto como lo habían imaginado en un principio, habían logrado juntarse de nuevo en la pequeña sala de guardia. De no ser porque Tanyl afirmaba que él había entrado en el complejo del templo a través de un pequeño túnel que desembocaba en esa habitación, nadie habría pensado que tras una de aquellas paredes se escondía una puerta. Los acontecimientos que se sucedían más allá de la puerta que Togo acababa de bloquear obligaban al grupo a actuar con rapidez. Debían salir de allí como fuese y evaluar las opciones que tenían si realmente querían hacerse con información relativa al paradero de las joyas o a la implicación de las autoridades en lo que respectaba al la orden del Dios Viviente. No era difícil imaginar que si Krant había ido a dar la alarma, a éstas alturas muchos de los acólitos y sacerdotes estarían haciéndose con las armas de la armería para ir a la caza de los fugitivos.

Mientras se intercambiaban saludos y bromas, Alétheia se apresuró a registrar a Klemsa mientras Rhylen hacía lo propio con Numb. El primero tenía en su poder tres llaves: una que por su forma y tamaño debía corresponder a la puerta que daba a esa habitación desde el pasillo de las celdas, otra, plana y de extraño aspecto, que debía ser el medio para abrir la puerta secreta y una más que abría el cofre que reposaba junto a la pared. Numb también tenía un manojo de llaves; concretamente las que abrían las celdas y una más que era la que permitía abrir y cerrar la puerta que debía vigilar.

¡Vamos!, ¿a qué esperáis? ¡Tenemos que salir de aquí! - Wenton Grompus, que se mantenía junto a Rakna y lanzaba miradas de pavor hacia atrás, apremiaba al grupo a que avanzase. ¿Por dónde vamos? - Preguntaba el panadero. La respuesta llegaría en forma del sonido provocado por la sección de piedra que se deslizó hacia un lado cuando Togo, tras hacerse con la llave que sostenía Alétheia, la introdujo en una pequeña ranura casi a nivel del suelo que para él era tan evidente como una palanca del doble de su tamaño. 

Al abrirse, la puerta dejó a la vista un oscuro corredor que se internaba en la oscuridad. Se mostraba ante los compañeros repleto de telarañas en la parte superior y, desde algún lugar perdido en la negrura reinante, llegaban los chillidos de las ratas huyendo despavoridas. Aquel pasillo, como confirmó el semielfo, conducía al Lamento del explorador y no tenía más de cien pies de largo. Cuando llegasen al final deberían subir por una escalera de mano y abrir una trampilla que los llevaría al almacén de la taberna.

La oportuna aparición de Tanyl, que con sus proyectiles mágicos castigaba a Klemsa, no fue la única de la que tanto Rhylen como Alétheia fueron descubriendo. El resto de sus compañeros al completo llegaban desde el fondo del pasillo acompañados del panadero Wenton, al que Rhylen personalmente ya había dado por muerto. – Están todos… pero… ¿y Togo?, comentaba con la pitonisa.

La aparición del mediano no se hizo esperar. Con su pequeña estatura y su gran habilidad para pasar desapercibido había conseguido llegar casi hasta la posición del guerrero sin que se diese cuenta para, nada más llegar, hacer uso de su honda. Si la aparición del hechicero había sido oportuna, la del pequeño Togo no se quedaba atrás y con su acción conseguía acabar con Klemsa y dar por concluido el combate… al menos por ahora…

-¡Bien hecho, pequeñajo!... arrg…, celebró su aparición para después quejarse de sus múltiples heridas. - ¿Estáis todos bien?, preguntó sin dar casi tiempo de responder pues era evidente que se encontraban mucho mejor que él mismo. – Vamos… tenemos que marcharnos de aquí. Ya habrá tiempo para ponernos al día… Hay que encontrar esa maldita puerta…

Mientras sus compañeros se ponían manos a la obra, Rhylen aprovechó para registrar uno de los cadáveres e ir guardándose todo lo que podía serles de valor a aquellos malditos acólitos, incluyendo por fin una daga de verdad y no el sucedáneo que había llevado hasta ahora.

Cuando por fin la puerta secreta fue descubierta y abierta gracias a una de las llaves de Klemsa, Rhylen al igual que el panadero apremió a los suyos para no perder más tiempo y salir cuanto antes de aquel maldito lugar. – Vamos… démonos prisa, no creo que tarden en llegar…. ¿Alguien necesita un arma?, preguntó a la vez que ofrecía la misma daga con la que había dado muerte a Numb. – Bien…¡seguidme!, ordenó con decisión a pesar de su delicado estado…