Partida Rol por web

Me erguí cuan largo era, haciendo visera sobre mis ojos, mirando hacia la espesura, hacia donde habían desaparecido a la carrera la extraña sureña y su aun mas extraño leopardo, no para protegerme de la luz, si no de los pertinaces cristales de agua-hielo que caían sobre el dosel de arboles del bosque:

— No te preocupes: no llegarán lejos... — dije, en mi mas que justo oestron, mientras echaba mano de mi ocarina, y me la llevaba a los labios. Entoné una clara nota aguda, como el canto del petirrojo, seguida de otra mas profunda y grave, mas larga, como la llamada del estornino, para acabar con un ulular aun mas largo, como el de la lechuza mocha. Los equipos de guardias exploradores estarían pendientes sin duda, pues se dirigía hacia territorio del Reino del Bosque.

Tras el grito y la exclamación de Raban, le miré, perplejo:

— Melones?? — le pregunté, enarcando una ceja — Dices "gordos"??

Por mi parte, no tenía ninguna intención de perseguir a aquella intrusa en el bosque. Teniamos una misión que, a juzgar por la vehemencia de mi tio, el rey Thranduil, era de vital importancia. No me distraería con otras cosas, así que, poniendo una mano sobre el hombro del adan, dije:

— Continuemos camino. Tenemos aun muchas leguas que andar.

Al principio Raban se mostró reticente a hacer caso omiso de la intrusa, haciendo como un ademán de seguir en la dirección en la que parecía que se había ido. Pero era absolutamente imposible. Ni conocía el bosque ni había llegado a ver a la mujer y ni siquiera sabía por dónde se había ido.

Resopló un poco haciendo ver su enojo, pero sabía que mientras estuviera en el bosque estaba en manos de a donde el elfo decidiera ir, hacía mucho tiempo que no tenía ni la menor idea de por donde estaba.

Deseaba encontrar cualquier camino que pudiera llevarle de vuelta a la civilización, mandar a la mierda al mago pardo y hablar un poco con aquellos que le habían dado la misión a Alina, si bien con el tiempo su sed de venganza se iba apagando.

- Un melón es un amigo, ¿no es así como se dice?. Con lo fácil que es hablar la lengua normal los elfos siempre tienen que complicar las cosas.

Se dejó guiar una vez más y siguió al elfo allá donde quisiera llevarlo.

Enarqué una ceja ante la respuesta del humano, hasta que, en un momento, y pese a las limitaciones de mi pobre oestron, entendí lo que quería decir:

— Ahh, mëllon!! Quieres decir mëllon!! Amigo en la lengua de mi Pueblo!!

Era curioso ese descendiente de los edain: rudo, tosco, pero aún así, utilizando su exiguo tiempo para aprender todo lo que podía. Pese a que aún respirar el aire puro no había templado el disgusto que Raban me había ocasionado en las estancias del Rey Thranduil, no pude menos que sonreír ligeramente, y asentir:

— Venga, continuamos camino... — dije, levantando la cabeza, ladeandola ligeramente para escuchar los sonidos del bosque, antes de continuar camino hacia las antiguas Estancias de mi Pueblo...

De pronto Raban se quedó parado.

- No.

Era lo suficientemente claro como para que no hubiera dudas de interpretación de ningún tipo.

- No va a pasar otra vez, no dejaré a una chica sola en mitad del bosque.

Si le había entendido, bien, en caso contrario, pues cada uno a la suya. No iba a obligar al elfo a seguirle pero tenía claro que no iba a dejar que a una chica le pasase lo mismo que a Alina.

- Vamos por ella y luego te seguiré donde quieras.

Quedé congelado en mitad del movimiento destinado a ponerme en camino de nuevo, cuando la palabra de Raban — No — cortó el ambiente. Aún de espaldas, dejé que el descendiente de los edain de antiguo continuara con sus exigencias, unas exigencias sin duda dictadas por las prisas que su condición mortal le imponía:

— Crees que es Alina, pero no la has visto, pena y culpabilidad te hacen salir corriendo tras ella – dije, aún de espaldas, antes de girarme de nuevo hacia él: —  Está armada, y tiene amigo felino, al que sin duda has escuchado. No está perdida, huye porque esa pantera me ha detectado. Crees que necesita nuestra ayuda?? O quizá tenga respuestas sobre Alina...?? — agregué, en mi más que justo oestron, enarcando una ceja ante esa segunda posibilidad.

—  Bien, te acompañaré — accedí, tras pensarlo durante unos segundos mas, pese a que notaba la prisa en la mirada de Raban: quizá la joven humana tuviera noticias sobre el Mal que moraba en el sur. Además, el humano no lo sabía, pero si había alguna patrulla de los míos por allí, ya la había avisado de su movimiento había el norte, por lo que no debería ser difícil interceptarla -  Vamos.

Entonces me dispuse a abrir camino, arco y flecha en mano, hacia el lugar donde había visto a la chica y el felino por última vez. Una vez allí, no me costaría seguir el rastro que ambos habrían dejado en su huida precipitada hacia el norte.

Raban asintió al elfo y le mostró su agradecimiento.

- Se que no es Alina, pero creo que debemos investigar.

Ves perfectamente el rastro, que para un experto se llamaría destrozo. No ha tenido en cuenta que las hojas se caen, se marcan al pisarlas, las ramas se quiebran al arrastrarlas o empujarlas, y las garras del felino dejan una garras marcadas tanto en el barro como en la madera.

Incluso si cerras los ojos piensas que podrías seguirla.

Ves perfectamente el rastro, que para un experto se llamaría destrozo. No ha tenido en cuenta que las hojas se caen, se marcan al pisarlas, las ramas se quiebran al arrastrarlas o empujarlas, y las garras del felino dejan una garras marcadas tanto en el barro como en la madera.

Incluso si cerras los ojos piensas que podrías seguirla. Incluso porque puedes oler tanto al felino como el sudor de la mujer, que se entremezcla con arena, sangre y más cosas que ahora mismo no eres capaz de discernir o entender … pero hay más olores.

Raban señaló un claro rastro que se internaba en el bosque. La maleza pisada y las ramas rotas marcaban un pista dejada por alguna bestia despreocupada de que la siguieran.

Sonrió.

- Hasta yo puedo seguir ésto sin esfuerzo. ¡ Vamos !

Raban siguió esa pista tan clara mirando al frente por si podía ver a la chica o a la bestia.