Estabas vestido, pero despojado de "los trastos de combate". Todo estaba por allí al lado.
Alina estaba junto al fuego, tostando el pan, y tras untarles algo como mantequilla, les espolvoreaba unos granos menudos que no adivinabas a saber qué eran. - Andá, has despertado. Y palmeó el tronco sobre el que se sentaba, para que la acompañases. Alargó la mano, pasándote su última producción culinaria.
Al principio no te diste cuenta, pero te tiraban las vendas que rodeaban tu torso. Luego, mientras te acercabas, te diste cuenta que estabais bajo un enorme árbol. Fuera del arco que este cubría estaba lloviendo. No solo es que fuera noche profunda, sino que además, estaría en capotado por el super chaparrón que caía. Bajo aquella copa no caía agua ninguna, excepto por el tronco, que escurría como un riachuelo, formado un "foso" alrededor del tronco de un par de pasos. La luz de aquella hoguera no era capaz de iluminar todo bajo el árbol, y los caballos no estaban lejos, pero al filo de donde la luz era capaz de llegar.
- Por lo que veo perdí el conocimiento... - Raban esbozó una medio sonrisa. - Una vez más, gracias. No se que es lo que haría sin tí.
Observó los alrededores. La copa del árbol era lo suficientemente frondosa como para guarecerles de la lluvia. Raban no tenía ni idea de dónde estaban, seguramente bastante dentro del bosque.
- ¿Dónde estamos? ¿Qué te decía la nota aparte de que siguieramos? ¿Alguna indicación más?
Se acercó donde Alina preparaba el pan tostado, dándole un beso y tomando una de las tostadas.
- Marchaos. Inspiró profundamente y repitió: - Decía: "Marchaos". Esta última palabra sonaba como una orden. No como advertencia o amenaza. Parsimoniosamente cortó otra rebanada de la hogaza de pan, la pinchó en el palo y mientras comías la tuya, empezó a tostar otra.
- Me la dio Hrothgar. Es de confianza por lo que algo grave debe estar sucediendo. No me gusta eso de que me persigan sin saber quien ni porqué, aunque lo último realmente me da igual. - A lo largo de su trayectoria en el gremio, Raban se había hecho los suficientes enemigos como para no preocuparse de contarlos.
La realidad es que salvo casos puntuales, uno tenía que considerar a todo el mundo como enemigo. Hrothgar era una de esas pocas excepciones por lo que Raban consideraba el tema muy serio. En otras circunstancias simplemente hubiera arrojado la nota a la hoguera.
- Tenemos que disfrazarnos, cambiar, camuflarnos. No se si será prudente volver, pero necesito algo más de información para poder enfrentarme a lo que nos amenaza. - sintió un tirón en el costado - Tampoco es que esté en mis mejores momentos. - Esbozó una sonrisa.
Lo extraño era que Alina estuviera implicada. Alina era la chica de Raban... y al menos de media docena más. Tras su primer amor que murió en el incendio, Raban tenía endurecido el corazón y era muy difícil llegar a él. Alina era lo más cercano a una amiga y en el lecho ya le había confesado alguna cosa. Esperaba no haber hablado de más, eso se suele pagar muy caro.
Pero Alina era cuidadosa en ese aspecto. En su oficio, hablar de más significa la muerte o la ruina.
- ¿No hay algo que recuerdes que pueda darnos alguna pista?
La mujer te miró y se estremeció. Esperabas que fuera de frio. Te acarició el rostro y con una alegría fingida te confesó: - Sabes que te has hecho demasiado importante en la "Ciudad de los Descarriados" y muchos puestos podían peligrar. Quitó la mano. Susurraba y te pasó otra tostada ya, terminada, más.
- Ahora, por lo que se, tienes ... rectificó ... tenemos que entregar este cargamento a un viejo conocido.
¿Me he perdido algo? ¿Qué cargamento? Estoy con el móvil ahora, lo mismo está pero no lo veo.
Ya decía yo.... a la tarde continuo que estoy en el trabajo
Raban se encontraba mucho mejor tras comer un poco y el descanso. Alina, entre otra cosas, era muy buena cocinera y sabía darle un toque especial hasta las tostadas. Raban siempre había confiado en ella y se preguntaba qué es lo que había ocurrido para que una mujer como ella eligiera la prostitución. Era hermosa, pero había algo más allá que no encajaba.
- Pues por mi parte, estoy listo. Vamos a recoger todo esto y cuanto antes salgamos al camino y entreguemos la mercancía esa, antes se disiparán nuestras dudas.
La tomó por la cintura y le dio un beso. A Raban era a uno de los pocos que Alina consentía que la besara.
- No se que haría sin ti. - dijo con una sonrisa mientras empezaba a desmontar la tienda.
La lluvia caía copiosamente fuera del círculo del árbol. Sería incómodo, pero también borraría sus huellas.
XX Enero 1700 T.E. Entrando al "Gran Bosque Verde" conocido como "Bosque Negro". En el Râd Angaladadh desde Buhr Widu. XX:XX (Noche profunda). Cielo totalmente encapotad. Sin viento. 10ºC.
Se dejó besar, y no era un beso lascivo como otras veces. Era tierno. Era de cariño. Puso, mientras la tenías entre tus brazos, los brazos entre vosotros, y sus manos tocaban la parte alta de tu torso, casi en los hombros. Te miró con cariñó y te contestó: - Casi te diría de que esperar a que empezara el día y cesara la lluvia. Se safó de tu presa y tras acariciarte los labios con una dedo, mientras se alejaba, añadió: - Además, te vendría bien descansar.
Raban dudaba. La noche y la lluvia podía esconderles si bien se hacía incómoda e incluso peligrosa. Por el día sería más cómodo, sobre todo si dejaba de llover, pero dejarían huellas que hasta un niño podría seguir.
- No se, Alina, por la mañana será más peligroso y dejaremos huellas. - pero Raban estaba cansado y reponerse le vendría muy bien - Pero confío en ti. Además, no creo que venga nadie por aquí con este tiempo.
Así que decidieron esperar al amanecer aprovechando el tiempo en reponerse y prepararse para el resto del viaje.
2 Enero 1700 T.E. Entrando al "Gran Bosque Verde" conocido como "Bosque Negro". En el Râd Angaladadh desde Buhr Widu. 07:00 Cielo totalmente encapotad. Sin viento. 6ºC.
Por la mañana, al despertar, la lluvia ha cesado. Todo al vuestro alrededor es una charquera inmensa, e incluso el propio camino, firme y duro, está inundado por múltiples lugares. Algunos, incluso en decenas de metros, y seguro que llegan hasta las rodillas o más. La escarcha cubre las plantas que no han tenido la suerte de tener árboles que les cubriera. Vosotros, helados, pero felices por estar juntos os desperezáis como un gato y podéis descubrir que los caballos pastan cómodamente. El fuego, en brasas, aún desprende algo de calor, y se puede retomar la hoguera en breve.
- Por fin dejó de llover. El anuncio fue dado con alegría por la mujer, y a ti te pareció la mejor de las noticas.
- Alina ¿te imparta avivar las brasas un poco mientras yo recojo?
Raban estiró las mantas que les habían servido de cobijo por la noche. Estaban bastante secas lo que daba idea de lo frondoso del árbol bajo el cual se cobijaban. Acercó los caballos y los cepilló un poco, quitando la poca humedad de su pelaje. Siempre prefería tener los caballos cómodos ya que en más de una ocasión le habían salvado la vida.
Tras colocar todos los enseres en los caballos, se acercó a donde Alina había calentado un par de tostadas después de avivar los rescoldos de la hoguera de la noche anterior. Una vez hubieron desayunado, ayudó a la mujer a subir al caballo mientras él hacía lo mismo con el otro animal.
- Hora de partir. - Con un ligero movimiento de las riendas llevó de nuevo su caballo al camino.
Supongo que me he recuperado de mis heridas.
2 Enero 1700 T.E. Entrando al "Gran Bosque Verde" conocido como "Bosque Negro". En el Râd Angaladadh desde Buhr Widu. 07:40 Cielo totalmente encapotad. Sin viento. 6ºC.
Tras un rato ya desayunando, unos cuantos metros más a delante (aún estabais montando) cae un arco de un árbol y este aterriza en el camino.
Si, porque te han tratado y curado, pero la cicatriz no te la quita nadie (por ahora).
Al ver caer el arco, por un instante Raban pensó en saltar a por el suyo y otear las ramas en busca del dueño del arma caída. Pero era inteligente. No iba a enfrentarse a un personaje desconocido que había permanecido en el árbol sin que ellos se hubiesen percatado. Además, habían estado a su merced posiblemente toda la noche.
Miró arriba, pero el árbol era tan tupido que la protección que habían tenido durante el aguacero ahora se volvía en su contra.
Por tanto Raban no hizo ni ademán de moverse, pero alzó la voz.
- El pan aún está caliente. Baja, recupera tu arma y desayuna con nosotros.
Lo mismo eran una docena, así que no hizo ningún gesto agresivo e indicó a Alina que se moviera muy despacio, sin ademanes amenazadores.
Las cicatrices son muchas veces la única recompensa que Raban ha recibido de muchas misiones.
El caballo mira en una dirección. El de guerra (solo estáis montando ese. El resto tienen trastos de carga y van bien llenitos)
Mientras terminas de decir eso (lo del pan), baja un elfo, del reino del bosque, y por el broche que porta, ha de ser familia real.El elfo te comenta:
No lo terminas de entender, pero dice algo de orcos, te saluda amablemente y parece que dice algo de ayudaros.
ALTO
Seguiremos en otra escena.