Partida Rol por web

Al buscar a gatas la flecha, en plena oscuridad de la noche, y con el miedo del ataque de los murciélagos a tus espaldas, caes por un terraplén, haciéndote bastante daño y quedando inconsciente sobre unas piedras. Oyes a tus compañeros, que siguen luchando allá arriba. Apenas puedes moverte, estás conmocionado.

Un rato después, no sabes exactamente cuánto, abres los ojos, despertando de un profundo y extraño sueño. Dos figuras oscuras se acercan a ti. Son vampiros, y uno de ellos es quien os ha hablado antes. Ves que te dice algo, pero no puedes escucharle. Notas un fuerte dolor en la cabeza, y todo se mueve despacio a tu alrededor. Luego notas algo frío, unos dedos, sobre tu cuello. Estás mareado, todo te da vueltas. Notas un intenso placer que recorre tu cuerpo, como cuando yacías con la Hernania, o con la Lumira, aquellas cosas que te hacían esas mujeres... sonríes. Notas algo caer en tus labios, es lo más sabroso que has bebido en toda tu vida. El placer da paso al dolor, y pesado dolor, centrado en tu corazón.

Más tarde, crees que ha pasado una eternidad, abres los ojos poco a poco. Te notas raro, como con resaca, como aquellas mañanas tras pasarte la noche bebiendo con Genaro en la taberna del pueblo. Te duele todo el cuerpo. Abres los ojos y ves una habitación muy oscura. Estás en una oscuridad absoluta, pero ves la habitación. Piensas que es otro sueño. Te incorporas. Miras tus manos. Estás sentado dentro de un ataúd. Pero no estás muerto. ¿Estás muerto? ¿Ha sido un sueño?

-¿que coño...?

Miro frenético alrededor, sin atrevereme de salir del féretro en que me encuentro; intento encontrar un sentido a todo, pero... solo "no veo" oscuridad... a ver si me explico... tengo los ojos abiertos, de hecho, me los he tocado para asegurarme y todo, y no hay antochas, velas, ni candiles, pero.. veo, y no lo entiendo.

Intento recordar, y lo que me viene más a la cabeza, es el inmenso placer que he sentido... necesito más... y... aquello que probé, ese líquido, néctar, ambrosía... lo que fuese... quiero más de eso... Joder, mataría por ello... me doy cuenta de que me estoy excitando solo de pensar en ello... es extraño, yo no soy... no era así

Estoy más desorientado que antes, si cabe; ya la cueva me da igual, solo pienso en el placer, la sensación, pero también una desazón, un vacío, un algo que no puedo explicar, como si todo me importase una mierda... ¿que cojones me ha pasado? ....

Pero tras un rato de... disfrutar... con el recuerdo del placer anterior, y de sufrir... por no disfrutarlo ahora mismo, empiezo a ser consciente de mi soledad, y de una... indiferencia..., en el sentido de que... es raro... ¿no debería tener miedo?... porque no lo siento, es como si... estuviese a gusto, pero no quita que me gustaría tener algún tipo de compañía... saber..., joder, si, eso es lo que me pide el cuerpo.... "saber"

-¡Hola!

Exclamo, por si hubiese alguien cerca,.... si no reponde nadie, me echo otra siestecita, a ver si recupero el hilo del sueño anterior, salvo la parte del dolor... un dolor que no entiendo... por cierto, que tengo algo de hambre

- Estaba esperando a que te despertaras. Sé que tendrás muchas preguntas que hacerme, pero poco a poco. No hay prisa, tenemos tiempo. A partir de ahora vas a ser siempre joven, vas a tener para siempre este aspecto, y los años no pasarán por tu cuerpo. Vas a ser más fuerte y más rápido que cualquier mortal, y llegarás a hacer cosas que ahora no puedes ni imaginar. Y lo más importante: tendrás toda la eternidad. Te hemos elegido para que nos acompañes.

Cuando oigo la voz del señor Conde Rochester, lejos de asustarme, me siento reconfortado por su presencia, aunque no le he sentido acercarse, pero está ahí, y me habla como quien habla a un ser querido... Cuán diferente es a como tratan los nobles que he conocido a sus súbditos...

-Si, su Señoría, muchas gracias... hay cosas que no alcanzo a entender, pero... solo se que me siento feliz ante vos, feliz y agradecido.

Es tan extraño... me siento... feliz..., tanto por sus palabras, como por el mero hecho de oirle...

Se me enciende una lucecita en la cabeza; cuanto me ha contado me parece asombroso, maravilloso... no conoceré el sufrimiento y seré feliz a su servicio, lo se, lo siento en el tuétano de mis huesos. Me siento más joven y fuerte de lo que era, el pecho hinchado de alegría, que parece que me va a reventar, pero... el gozo queda momentáneamente eclipsado por la lucecita, una lucecita que me ordena hablar, ser sincero y... leal, como buen súbdito.

-Mi señor, antes de preguntarle nada, tengo que avisarle: Sir Vormund está bajo aviso, y está esperando apoyo de algún tipo por parte del Rey. Sabe de su sublime naturaleza, y sabe que la plata le puede dañar, como se vió ahí fuera pues ... me avergüenzo de ello, ví con mis ojos como los arqueros emboscados acababan con dos, y como el guantelete de plata de Sir Rimald también era efectivo. También está sobre aviso un cazador, un tal Ringelf, creo. Mi señor, son ladinos y desean vuestra muerte, y no dudarán en emboscaros. Poseen más flechas de plata, pero al margen de ello, solo la armadura argentárea, y la espada y guanteletes s del mismo material, al menos, hasta donde yo se.

... y ... ¿me dejo algo más que decir?... debo recordar y decírselo...

-Se nos ordenó haceros perder el tiempo, hasta una tercera noche; no se el significado concreto de tal retraso, pero es extraño. Por lo demás, la atalaya está terminada, y el campamento, fortificado. ¡Me temo que os esperan, mi Señor, para haceros caer en una celada!

- Tu muestra de lealtad me complace, Joshua. Ahora yo debo ser sincero contigo. Soy el Conde Rochester, Señor del Condado de Rochester, cuyo castillo fue asediado y conquistado por el viejo Rey del Barro, el antepasado del que hoy ocupa el trono. Era un rey muy ambicioso y carente de escrúpulos, y a causa de que sus dominios se anegaban frecuentemente, decidió arrebatarme mi hogar sobre la colina. De aquella masacre sobrevivimos unos cuantos, y nos vimos obligados a refugiarnos aquí. Desde entonces aguardamos el momento de recuperar lo que es nuestro, pero éramos pocos en número para hacerlo. Por eso llevo años agrandando mis huestes. Y tú ya eres uno de nosotros, y a partir de hoy el Castillo de Rochester también es tu hogar. Todo estaba listo, hasta que la expedición de Sir Vormund se adentró en el bosque y empezó a perturbarlo todo. Pero eso ya no importa, ahora seremos más, y más fuertes.

- ¿Te ves preparado para ofrecerles la oportunidad de todo esto a tus compañeros?

-Si, mi señor, pero.... no lo entenderán, os lo aseguro... son tercos, aferrados a una forma de vida que no les permitirá abrazar el cambio, ni aun siendo a mejor o justo. No será fácil...

Se que algo ha cambiado dentro de mí, pues según pasan los instantes, tengo.. como llamarlo... ¿"perspectiva"?, pienso como más rápido, veo las intenciones de la gente de forma clara...  y son taaaaan básicos,.... son... como hormiguitas que, siempre en fila, van de un lado a otro, haciendo sus cositas, pero sin romper la fila

-Mi señor, sería menester abordarles uno a uno, sin posibilidad de que tuviesen el apoyo de los otros, y a ser posible, empezando siempre por el más débil, pues una vez el más fuerte se vea solo, se dará cuenta más fácilmente de cuan inútil es resistirse a lo inevitable...

Entiendo perfectamente que desea convertir al resto, llevarlos a un estadio superior del ser humano; entiendo también que le repugne matar por matar en este caso, pues... pierde unos refuerzos que le pueden ser preciosos en futuros menesteres, pues, de matar a estas huestes, pues nada, mortus est et non respiram.... 100 almas menos del enemigo... Pero... ¿y si los convierte? .... 100 almas menos para el enemigo, y 100 nuevas tropas para nuestra causa, por lo que nuestra ventaja se incrementaría en 200!! ... y yo que antes no sería capaz de pensar en esto...

Cuan maravilloso es ser vampiro.... como me gustaría poder llevar este gozo al resto!!

-Mi señor , ordenadme lo que deseéis que haga por vos

- Vuelve a la atalaya y convence a tus amigos para que se unan a nosotros. Conviértelos tú mismo. Recuerda estar aquí antes de que amanezca.

Hago una humilde reverencia y abandono la estancia en la dirección que mi Señor me marca.

Gozoso parto a cumplir su encargo, si bien no tengo claro como gaitas hacerlo... pero por lo menos, encuentro mis cosas básicas a la entrada, las que tenía cuando fuí convertido...

Bien... con esto me tendré que apañar...