Partida Rol por web

Al fundirse las tres mentes en una sola, las tres dejáis de ser vosotras. Sois algo más. Es una sensación conocida. Variscita ya vivió esto, pero ahora es distinto. Al fin y al cabo, eres otra gema. Sois otra gema. Algo más, y con suerte algo mayor. Os unen lazos de familiaridad, de unión más intensa que la simple cercanía. Podríais estar destinadas a ser lo que sois en este instante.

Los pensamientos y las sensaciones se funden en una sola dirección. Sientes la fuerte presencia de tus hermanas. Piedra Lunar está mucho más determinada ahora que cuando formó Variscita. Turquesa, pese a ser una gema discreta, tiene una fuerza de voluntad poderosa. Vuestros tres seres encajan a la perfección y se complementan como piezas que fueron separadas.

Sois la unión de la fraternidad.

Turquesa está maravillada y confusa. Piedra Lunar os intenta transmitir tranquilidad y cercanía. Como cuando Variscita empezó a ser, sientes que tus hermanas esperan a que tomes la iniciativa. Tu fuerza les inspira, igual que su prudencia puede inspirarte a ti.

- Constancia.

Me dejo fluir en las sensaciones.

- Empuje.

Sumo mi fuerza a la que ya impera.

- Táctica.

Aporto de lo que más puedo beneficiar al grupo.

Piedra Lunar se deja llevar por el empuje de Heliotropo, igual que cuando formaban Variscita, pero ella también aporta fuerza y determinación. Sin embargo, es evidente que tiene la mente puesta en la seguridad de vuestras amigas. Cuando encontréis a Morganita, tendréis que acabar con todo esto. Hay que salvarlas cueste lo que cueste.

Turquesa, sin duda, fluye con vosotras dos porque aún no se acostumbra a esta extraña sensación. Sabe lo que está ocurriendo, pero solo de forma intuitiva. Notáis como su principal motivación es comprender lo que ocurre, y también saber qué podéis hacer en esta nueva forma. Saber quién es Amazonita. 

Al tocar la puerta y concentrarse en los alrededores, Amazonita descubre que sus poderes son mucho mayores de los que esperaba. Es como si pudiera saber exactamente lo que hay más allá de los muros, como si pudiera ver a Morganita sentada en el sillón antes siquiera de abrir la puerta.

Oye lo que está pensando. Morganita desea un cambio, y ya ha conseguido uno. Desea destrucción y la ha cometido ya. Desea el encuentro que está a punto de darse, pero no tanto como lo desean vuestras compañeras, o la propia Piedra Lunar.

Un atisbo de desolación cruza vuestra mente al notar una esencia dispersa. No hay tiempo que perder; Amazonita cruza sin pensar más.

Sensación: Asco, repudio.

Directiva: Ocupémosnos de Ónice, que Esfena y las demás se encarguen de Morganita.

Concepto/Complemento: Además somos las únicas capaces de detenerla sin dañarla.

Piedra Lunar desea salvar a Ónice por encima de todo, pero no está dispuesta a hacerle daño. Sabe que, con vuestro poder, podéis intentar ayudarla igual que cuando intentasteis sacarle información a Jade. Pero, esta vez, será sin dolor. Piedra Lunar está más que segura de que, uniendo vuestras fuerzas, podéis ser muy poderosas.

Al empezar la batalla, Turquesa siente algo de miedo, pero en seguida se concentra sabiendo que está con vosotras. Además, continúa estando interesada por los poderes que habréis logrado recabar entre las tres. Es un buen momento para ponerlos en uso y ayudar a Ónice para, idealmente, acabar el conflicto sin que reciba daños.

Cuando Amazonita se concentra sobre Ónice, las emociones, los pensamientos y las sensaciones de la guerrera son de repente más que accesibles para ella. Es como si pudiera vivir su realidad desde su propia gema, sabiendo exactamente qué está sintiendo en cada instante.

El brillo rosado de su gema es como un parásito que le anula toda voluntad. Ahora mismo, Ónice es como una marioneta movida por algo ajeno a ella. Un vínculo invisible la ata a Morganita, aunque el daño está hecho ya. El poder de Morganita permite suprimir completamente la personalidad de una gema para que, al reformarse, adquiera una actitud completamente distinta, amoldada a los intereses de la gema rosada.

Sin embargo, el poder de Amazonita os permite saber que, aunque esté siendo controlada, Ónice sigue siendo ella misma en el fondo de su ser. Solo tenéis que acceder a esa parte y expulsar al intruso. Como si hilarais de nuevo un tejido deshecho, empezáis a recuperar fragmentos de su verdadero ser, el que está enterrado. Veis pensamientos y vivencias que la identifican como Ónice, emociones que pueden volver a salir a la luz. Y así, empezáis a tirar de todos eso para desatar el ovillo que Morganita ha intentado hacer desaparecer.

Piedra Lunar siente profundo pesar al ver de qué trata el poder de Morganita, pero se siente bien cuando empezáis a ayudarla.

Aquello debía terminar con Morganita, la destrucción de una esencia era algo espantoso realmente. Heli desea tomar aquella influencia parasitaria, destrozarla en retazos y lanzarla nuevamente a su dueña original.

Salvar a su amiga es, también, quitar un soldado a aquel monstruo.

Y antes de ser derrotada por Esfena que lo vea, que vea como las salvajes de la tierra pueden deshacer su influjo sin dificultad.
Pero una idea nace de aquel pensamiento ¿Qué pasaría si la energía volviese de forma tosca a su usuaria original? ¿Podría aturdirla como para que sus aliadas tuvieran la lucha más fácil?

Cualquier cosa que pueda ayudar a Ónice es válida. Si podéis arrancar a la guerrera del influjo maligno de Morganita y además causarle algún percance a la tirana devolviéndole su propio poder, Piedra Lunar está más que dispuesta a hacerlo. Pero hay que hacerlo con precisión y cooperación absolutas para que vuestra amiga no salga perjudicada también...

La batalla es más rápida y caótica de lo que había esperado Turquesa, sobre todo ahora que vuestros sentidos están aumentados de formas insospechadas. Esto hace que pierda un poco la concentración, confundiéndose momentáneamente respecto a vuestro objetivo común. No obstante, si lo que intentáis con Ónice puede acelerar el fin de esta batalla tan cruenta, ella os apoyará. 

El mejor plan siempre puede fallar, y eso es lo que había aprendido de la batalla. No obstante no era momento de perder el tiempo analizando lo ocurrido sino que debían solucionar aquello. Ónice está, al parecer, a salvo pero aún no hay señales de nuestra hermana.

Quizás podamos...

Ahora que ya no hay peligro, tanto Turquesa como Piedra Lunar pueden concentrarse en encontrar a Alabastro. Su ausencia es preocupante, cuanto menos, sobre todo después de haber visto lo que Morganita les ha hecho al resto de vuestras amigas. Ámbar y Obsidiana habían sido tomadas como rehenes, mientras que Ónice había sufrido una esclavización. Pero, ¿dónde estaba vuestra hermana?

Uniendo vuestras voluntades, es evidente que vuestra mejor baza es usar el poder de Amazonita. Con unos minutos de concentración, lográis empezar a sentir todo lo que acontece en la estación espacial, dibujando una especie de mapa mental de todos los lugares. Detectáis que hay varias gemas en algunas salas. Tienen la misma huella que las guerreras de Morganita, así que deben de ser sus secuaces, que aún no se han percatado de vuestra presencia. Alertarlas sería un error, ya que su superioridad numérica es evidente. Incluso con una fusión como Esfena os sería difícil vencer a tantas guerreras.

Por otra parte, Alabastro no aparece por ningún lado. ¿Dónde está? Al no encontrarla durante la primera búsqueda, empezáis a buscar más detenidamente. Sin embargo, no debería ser así. Ya la conocéis, y tenéis un vínculo mucho más fuerte con ella que con las guerreras enemigas. Debería ser fácil detectarla, aunque no tuviera su forma física.

Una posibilidad aterriza en vuestra mente al mismo tiempo: ¿y si no está en la estación? Pero, entonces... ¿dónde? El temor comienza a hacer mella en Piedra Lunar y Turquesa. Algo falla.