Partida Rol por web

Asiento ante las palabras de Topacio. Al menos ha aceptado ayudarnos. Si desea luego venir con nosotras ya es su decisión.

Una vez nos quedamos solas Heli, Esmeralda y yo, Heli manifiesta su inseguridad respecto al enfrentamiento con Morganita.

- Es cierto que podría tratar de usar sus poderes para desequilibrar la balanza a su favor durante la batalla - admito mientras miro a Esmeralda -. Pero quizá no es tan fácil. En el momento en que estuvimos frente a ella… Podría haber usado su poder en nosotras, habernos controlado sin más…

Aquello podía significar varias cosas. O Morganita no podía usar su poder en una situación de combate…

O había estado jugando con nosotras.

- En todo caso, entiendo que tengáis miedo. Yo… yo también lo tengo - confieso mientras me estrujo la falda y agacho la cabeza -. Pero… Debemos mantenernos unidas. Morganita es poderosa, y tiene a su guardia de cuarzos. Pero si luchamos juntas, si combinamos nuestra fuerza… Quizá hay una oportunidad…

Mientras hago aquella última proposición, miro a Esmeralda. Pero al cruzarse nuestras miradas me sonrojo y vuelvo a agachas la cabeza.

- No hay demasiado tiempo para prepararnos… Pero la posibilidad que plantea Esmeralda… tiene sentido. Heli, tú puedes percibir cosas que nosotras no podemos. Y Luna puede escuchar nuestros propios pensamientos. Igual que Morganita puede tratar de controlarnos, quizá vosotras podéis controlarla a ella.

En ese momento recuerdo el incómodo interrogatorio de Variscita con Jade. Me estremezco.

Todavía me avergüenzo de tener que depender del poder de las fusiones, pero ahora mismo es la mayor baza que tenemos. Aunque si todos los componentes tienen miedo… la fusión también lo tendrá.

- Necesitamos a alguien valiente que dirija el ataque, alguien que pueda infundir ese mismo valor a las demás… - sugiero.

Heli mira a Citrino con atención, fijándose en sus distintas reacciones. Cuando ve cómo mira a Esmeralda, se queda pensativa durante unos segundos, pero luego se encoge de hombros y responde a la guerrera.

- No sé si podríamos contrarrestar su poder- dice con su característica tranquilidad que la hace parecer casi indiferente-. Cuando éramos Variscita, pudimos ver cómo funcionaba el poder de Morganita... pero hasta cierto punto. Solo veíamos que las gemas de nuestras amigas estaban "atrapadas" dentro de una energía externa, por decirlo de alguna forma.

Mueve la cabeza rítmicamente hacia un lado y otro mientras piensa cómo desarrollar sus ideas.

- Podría ser que Morganita las controlara, o podría ser que las hubiera corrompido, un poco como a ese rubí tan grande que encontramos en la Aguja. No estoy segura... pero podríamos intentar detenerla, sí.

Da un par de pasos hacia Citrino y le sonríe.

- ¿Ya no estás en contra de que nos fusionemos? Es bastante útil, ¿no?- pregunta animada-. ¿Y quién crees que es la gema adecuada para liderarnos, ya que dices que tiene que ser valiente?

Las palabras de Heli resultan algo descorazonadoras. Parece que no tenemos manera de asegurarnos una defensa ante el temible poder de Morganita. Sea como fuere, tendremos que hacer nuestro mejor esfuerzo en la batalla final.

Cuantas más seamos mejor.

Cuando Heli pregunta sobre lo de la fusión… no puedo evitar sonreír yo también.

- Ahora la entiendo, Heli, la fusión. Es algo… diferente – digo mientras miro de nuevo a Esmeralda -. Poco antes de encontrarnos con Morganita tuvimos que enfrentarnos a una fusión de Feldespatos.

Me acaricio la coleta distraídamente mientras recuerdo la batalla.

- Llegado cierto punto de la batalla, tuvimos que tomar la decisión de unir fuerzas para poder derrotarla. Esmeralda y yo nos fusionamos, Heli. Formamos Esfena.

Al confesar lo sucedido me siento más relajada, incluso con la tensión que supone tener que ir hasta la base de Morganita a luchar.

- Aún no lo comprendo del todo, pero… Sé que nos puede ayudar a rescatar a nuestras amigas. Y que… no está tan mal, después de todo – sonrío tímidamente mientras me sonrojo.

Me da algo de vergüenza decir aquello junto a Esmeralda, pero… Heli debe comprender mis motivaciones.

- Creo que Esfena podría ser lo suficientemente valiente como para liderar el ataque – propongo, con un hilo de voz -. Con tu fuerza – miro a Esmeralda – puedo ser más valiente, más determinada – me llevo las manos al pecho -. Más segura…

Heli da unas palmadas, emocionada. Os mira a ambas y se ríe. La explicación de Citrino sobre cómo formasteis Esfena parece fascinarla.

- ¡Qué interesante!- responde divertida-. No me lo esperaba. ¡Pero me alegro!

Seguidamente piensa en la idea de Citrino. Sin duda, la valentía de la guerrera Esmeralda combinada con el sentido estratégico y de liderazgo de Citrino puede ser una buena fórmula.

- Bueno, no conozco a Esfena, pero tampoco me opongo a la idea- contesta encogiéndose de hombros, aunque luciendo una sonrisa amable-. Seguro que las demás lo verán bien.

Al cabo de un largo rato de descanso, Topacio vuelve a vosotras.

- Ya está, he acabado- os dice con un punto de orgullo en su voz-. Ha sido bastante fácil. ¡Yo trabajé en esas naves durante mucho, mucho tiempo!- anuncia sonriente-. Le he dado más espacio, ahora deberíais caber bastantes más. No tendréis mucho espacio para estar cómodas, eso está claro, pero... ¡bueno! En peores circunstancias viajan algunos cuarzos...

Se cruza de brazos y os mira.

- Hala, id a por Morganita. Si no termináis hechas añicos, mucha suerte habréis tenido- os azuza con las manos para que os vayáis, señalándoos hacia la nave.

Efectivamente, esta es más grande, aunque no mucho. Tal vez por dentro se vea más espaciosa que por fuera.

- Y, por los Diamantes, no le contéis a Morganita que os he ayudado- os suplica, fingiendo un tono de seguridad-. No quiero ni pensar qué más puede hacerme.

Mira hacia el horizonte, de nuevo como si viera a alguien allí, y se estremece.

Sonrío alegre al oír la respuesta de Heli. Quizá no es una idea tan descabellada después de todo... 

Tras un descanso, que paso mayormente mirando hacia el cielo, Topacio vuelve con nosotras. La recibo con una leve sonrisa y las manos entrelazadas frente a la cintura. 

Al parecer, no ha tenido problemas en mejorar la nave. Ahora Morganita está tan solo a un corto viaje por el cielo.

- Muchas gracias, Topacio - agradezco, aunque sin acercarme a la desconfiada gema -. Nos has ayudado enormemente. Siempre recordaremos esto - aseguro mientras me inclino en una elegante reverencia.

Miro de nuevo hacia el cielo, y luego a la nave. Respiro hondo, relajando mi postura.

- Vamos, gemas. Nuestras amigas nos esperan - indico en un tono algo más marcial a mis compañeras.

En el fondo me siento algo nerviosa, pero... la perspectiva de unir fuerzas con Esmeralda me anima.

Mientras Citrino explicaba lo de Esfena, no hice más que sonreir y asentir mirando a Heliotropo. Sabía que era un tema difícil para Citrino, algo que costaba mucho de asimilar y que todavía no estaba del todo a gusto con ellos. Tiempo al tiempo. A Aguamarina también le costó mucho al principio.

-Encantada de liderar el ataque. -dije poniendo una mano en el hombro de Citrino. Luego sonriendo a mis amigas seguí.- Pero no me dejéis sola. Lo que hace tan valiente a las Esmeraldas es contar con su equipo. Estaremos juntas en esto.

Topacio finalizó las obras. ¡Ya teníamos nave!

-Gracias, Topacio. -dije asintiendo con la cabeza.- Acabaremos con esto de una vez por todas.

Y me dirigí a la nave. Subí por la escaleras y fui directa a los mandos.

-Esta vez pilotaré yo. -le dije a Citrino en tono jocoso.- He estado en más batallas espaciales, creo.

Subís a la nave. Comprobáis que, efectivamente, se ve más pequeña de lo que en verdad es. Allí cabréis perfectamente vosotras y vuestras compañeras, aunque estaréis algo apretadas porque no os sobra el espacio, teniendo en cuenta que seréis siete gemas en total.

El trabajo de Topacio ha sido algo chapucero; estéticamente no se ha molestado en disimular las modificaciones, ya que eso conllevaría mucho más trabajo. Por ello, la nave parece estar hecha a partir de pedazos o parches distintos, si bien continúa teniendo la forma original y el símbolo de Diamante Rosa. Esto significa que no podréis confiar demasiado en la apariencia para engañar a Morganita y compañía, pero al menos podéis intentarlo.

Esmeralda se pone a los mandos de la nave y la hace volar con facilidad. Heliotropo se pasea distraídamente por el interior, observando los cambios y disfrutando del espacio extra ahora que aún no estáis todas dentro.

Hacéis el recorrido inverso hacia Santuario. Al llegar, veis que nada ha cambiado. En las horas que habéis pasado fuera no ha habido ataques ni intrusiones a vuestra base. Tal vez Morganita no se moleste en venir, o tal vez esté preparando un ataque mayor. Es difícil saberlo, conociendo poco a esa gema misteriosa.

Al llegar, Esmeralda y Jade os reciben en la puerta al haber oído cómo la nave llegaba. Turquesa y Piedra Lunar aparecen al cabo de poco, cuando vuestras compañeras les hacen un gesto para indicarles que es seguro salir. Esmeralda aterriza y abre la compuerta para que todas suban. Como esperabais, no os sobra el espacio. Tenéis que sentaros unas al lado de las otras, lo cual puede ser algo molesto. Por suerte, Turquesa y Piedra Lunar ocupan poco espacio, la primera por ser escuálida y la segunda por ser de tamaño pequeño.

Os miráis. No hace falta decir muchas palabras. Sois conscientes de lo que vais a hacer a continuación. Es evidente que los nervios están a flor de piel, sobre todo para las gemas jóvenes. Antes de despegar, vuestra mirada va a parar a las puertas de Santuario. Jade comenta algo entre dientes que no lográis entender del todo, aunque suponéis que no es del todo optimista.

Y, sin más, la nave despega para ir más allá de las nubes y del cielo.