Una vez Perico traspone su umbral, Ember mira de reojo a Aranna.
- Yo creo que deberíamos marchar. Oona y Fay estarán de camino hacia la Casa, y ese sitio, con cuentos de vampiro o no, tiene pinta de ser peligroso. Después de todo han raptado y vendido a dos aventureros en sus alrededores. No me perdonaría que algo les pasara.
Seguro que con Zanahoria y Compadre no nos cuesta mucho encontrarlas. -
Miró en dirección a la casa, esperando oír en cualquier momento los ronquidos de Perico.
Aranna asintió. Era una lástima, pero no podían arriesgar la vida del pobre señor Gamuza.
¡PERICOOOOOOO! llamó al destilador sin traspasar el umbral de la puerta, dando voces. Afortunadamente, era pleno día; si hubiese sido de madrugada, les hubiesen llovido orinales, posiblemente llenos. ¡COLIBRÍ SE HA DESMAYADO! ¡TAMBIÉN SE HA VOMITADO ENCIMA! Aspiró con fuerza, como si estuviera olisqueando algo. ¡Y CREO QUE SE HA HECHO CACA! ¡ME LO LLEVO AL TEMPLO A QUE LE ECHE UN VISTAZO MI MARIDO! ¡GUARDA LAS BOTELLAS Y LA MANDUCA PARA MAÑANA!
Excusa perfecta, se dijo.
Aranna agarró al mediano por la casaca y lo puso encima de su compadre canino, azuzó al mastín y se echó a correr como alma transportada por Asmodeo.