—Colibrínotemueras Colibrínotemueras Colibrínotemueras...—repetía incesantemente Hellas mientras accionaba el cinturón del mediano.
Acción estándar: Gasto una carga para curar 2d8 a Oona Colibrí. ¿Os imagináis que el PJ tropezara y tocara a otra persona? xD
Motivo: Cura
Tirada: 2d8
Resultado: 10 [4, 6]
A pesar de tenerse en pie a duras penas manteniendo la guardia como podía contra la lluvia de garras y dientes que se había lanzado sobre el el halfling, éste aún pudo esbozar una sonrisa salvaje cuando apareció el enorme lobo que tiró para atrás del lacedon más cercano casi decapitándole, para que a continuación dos proyectiles de energía le reventaran el pecho.
Colibrí sólo pudo parpadear sorprendido hasta que sintió como una mano se posaba en su hombro, la de Hellas/Fay, que liberó una oleada de energía curativa en su menudo cuerpecillo, una que le hizo inflarse de nuevo de pasión por la lucha y recuperar su postura de combate habitual. Aprovechó toda esa energía y la defunción del lacedon que obstaculizaba la puerta para cerrar esta de un empellón, colocando la tranca en su sitio. Sólo dedicó una mirada al pobre lobo que quedaba dentro con los hambrientos lacedones. - Adiós Calcetines, no te olvidaré. Cómete alguno de nuestra parte. -
Tras ello se apoyó en la puerta como pudo haciendo señas a Eved para que lo hiciera él, más grande y fuerte.
- La puerta aguantaba antes, ¿seguirá haciéndolo? - El pequeñajo miró a sus amigas interrogativamente mientras apretaba los dientes. El tipo que había salido de la pared no estaba antes ahí, ¿podría abrir la puerta barrada? Pronto lo descubrirían.
Motivo: TS FOR Parálisis
Tirada: 1d20
Dificultad: 12+
Resultado: 17(+6)=23 (Exito) [17]
No sé si me llevo AdO por el lacedon de S13, te dejo hecha la TS FOR por si acaso me diera, así puedes resolver de una u otra manera. Si me deja inconsciente otr@ tendrá que cerrar la puerta.
Cuando se cerró la puerta y cayó la tranca, Aranna bajó las manos y se permitió relajarse un momento. Tenía los nervios tan afilados que parecía que iban a atravesarle la piel
¿Quemamos la maldita casa hasta los cimientos? Era, al tiempo, una pregunta y una proposición. Habían recuperado el cargamento robado y habían espantado a los contrabandistas. La idea de restaurar la casa se había esfumado de su mente. La vivienda del templo de Valkur era más de lo que necesitaba.
Eved ayudó a Colibrí a cerrar la puerta y colocar la trampa de nuevo en su sitio. Hubo un golpe en la hoja, muy fuerte, y después se empezaron a escuchar los gañidos del lobo convocado que habías dejado atrapado ahí dentro. Pronto se desconvocaría y volvería a su plano natal, donde le esperaban las pulgas que Aranna había dejado sin hogar.
—¿Quieres quedarte a comprobarlo? —le preguntó a Colibrí, esperando en parte que dijera que sí, pues pocos minutos le habían enseñado que los cojones del mediano eran más grandes que el resto de sus enjutos y escuálidos miembros.
Os exhortó a moveros señalando la puerta secreta del norte con la mano.
—Vamos, vamos, todo el mundo fuera —dijo, pero él pareció quedarse atrás gallardamente.
Aranna dice que habéis "recuperado el cargamento", pero no estoy seguro de ello. ¿Podéis cargar con 8 rollos de seda, 13 barriles de ron y 5 cajones llenos de armas entre todos, de una tacada? ¿Ibais cargados con todo eso cuando fuisteis a revisar la habitación tras la puerta secreta o tenéis que ir ahora a por ello?
En cualquier caso: fin del combate. De momento. Vosotros diréis qué queréis a hacer a continuación.
-Pues pongamos todas las camas delante de la puerta, si la abren por lo menos que les cueste salir, ¿no?
Pero ya nadie daba crédito a las palabras de Oona después de todo lo ocurrido. En silencio, salió de la sala y regresaron a un lugar más seguro.
-Esperaré a los resfuerzos -anunció a los demás. Era la última vez que sugería hacer algo por todos, al final solo había problemas-. Gary fue a Marjal para traer ayuda, de modo que debo esperar que vengan, si es que viene alguien... -añadió en voz baja-. No podemos llevar el cargamento nosotros solos hasta el pueblo.
Colibrí asintió a las palabras de Oona.
- Esa es una buena idea, Oona. Traed un par de camastros aquí mientras Eved y yo sujetamos la puerta, hará que esto sea más seguro. En cuanto a quemar la casa, Aranna, poco hará el fuego contra la roca; vamos, que aquí no va a llegar. - Luego susurró para que no le oyeran desde dentro.
- Sin embargo si tengo idea de descansar y limpiar esta guardia de esos muertos mordisqueantes, ¡que Umberlee se le lleve a todos! - Luego se volvió hacia Hellas/Fay.
- Gracias por curarme, Fay, si no es por ti, no lo cuento. Pásame el cinto anda, se me caen los pantalones... -
Si había que esperar, mejor hacerlo más seguros y vigilando esa puerta. Al menos aquí podían contenerlos y luchar con sus condiciones. El cómo se iban a llevar el cargamento, bueno, lo más rápido sería que alguien fuera nadando hasta Marjal Salino y trajera un bote. Así podrían llevar todo de una vez. Colibrí quería dar una vuelta al asunto antes de proponerlo.
Hellas se quitó el cinto y se lo arrojó el mediano para acto seguido empezar a arrastrar camas como alma que lleva el diablo. Solo podía esperar que no estuvieran clavadas al suelo.
—No sé si un incendio será suficiente—le dijo a Aranna mientras arrastraba la cama.
Colibrí apoyaba su cuerpecín en la puerta, alternado una parte de la espalda con otra para ponerse el cinto de nuevo, mientras se dirigía a Aranna.
- Aranna, ¿me das un "varitazo" o prefieres que use el cinto? Me encuentro algo mareado aún. -
Quedaba aún un uso de la magia curativa del cinto, una que volvería el día siguiente, así que no sabía si la aventi consideraría el usar la varita o preferiría usar recursos que acabarían volviendo a tener en el día de mañana.
- Creo que podríamos traer un bote desde Marjal Salino a esa cala para montar en el todo el cargamento de los piratas. El hacer señales con la linterna nos valdrá de poco, ya que si Sambalet llegó al barco, les dará aviso de que no quedan aquí piratas ya. -
Aranna tocó la cabeza de Colibrí con la varita, y los tejidos desgarrados del mediano empezaron a regenerarse gracias al poder de la magia contenida en el palillo de madera, que iba perdiendo su glorioso lustre de forma precipitada.
Claro que no querían quemar la casa. Era mejor recordarle a esos monstruos que tenían un modo de escapar, y darles la oportunidad de hacerlo, ¡ay! Si alguien había hecho caso al familiar de Oona, puede que vinieran suficientes guardias como para retirar los camastros y enfrentarse a los monstruos con seguridad. Tal vez incluso hubieran traído a su esposo; Wellgar tenía buena mano con ese tipo de criaturas. Aunque no contaba con ninguna de las dos cosas.
Por el momento, ayudó a Hellas y Oona a arrastrar los camastros de los contrabandistas hasta la puerta. Cuanto más difícil se lo pusieran a los pútridos, mejor se sentiría.
La puerta era robusta y parecía aguantar los furiosos embates de los lacedones. Por si acaso, empezasteis a arrastrar camas y apoyarlas contra la puerta. Después de unos minutos de furiosos golpes, los muertos vivientes dejaron de golpear la puerta.
Lo que siguió fueron un tenso tiempo de espera, y después de eso la tensión se diluyó dando paso a un tiempo de espera normal y corriente. Por último devino un tiempo de espera de lo más aburrido. El Maestro Dumbalah y sus secuaces parecían haberse ido a dormir, de modo que, con la puerta asegurada, decidisteis hacer algo de provecho y subir el cargamento que habíais encontrado a la planta de arriba para llevároslo de manera de más cómoda de vuelta a la ciudad.
Aún entonces os tocó esperar un rato más hasta que por fin reapareció Gary. Había conseguido su cometido, aparentemente, puesto que venía con cuatro guardias con cotas de malla bajo la librea verde de la ciudad, armados con espadas largas y ballestas.
—¿Qué ha ocurrido aquí? —preguntó uno de ellos
Oona: 14/18 (-1 Des, -1 Fue)
Colibrí: 21/22 (Isla de Filos)
Compadre: 22/22
Aranna: 23/23
Zanahoria: 24/27
Hellas: 13/15 (-3 Fue)
Eved: 20/23
Parece que la opción de ir a por un bote no había cuajado entre los presentes, así que Colibrí encogió sus menudos hombros y se dispuso a arrimarlos en la tarea de subir a los bienes que habían encontrado en la cueva de los piratas. Las leyes del mar eran claras en cuanto a los botines y tesoros, pero no tenía tan claro cómo se procedería con lo que habían decomisado a los malhechores que antes tenían su base en la casa. Por si acaso, y en previsión de cubrir las pérdidas de la magia usada de la varita, había puesto en las alforjas de Compadre los objetos mágicos que habían sido apuntados por Fay/Hellas. Si nadie les daba un buen uso, al menos cubrirían pérdidas. Esto lo había hecho a plena vista, todos fueron conscientes de ello.
Estaba fumando en la puerta principal de la casa, cuando observó la cuadrilla que se acercaba guiada por el siempre nervioso Gary. En su mente bullía una explicación de las luchas y sacrificios que habían hecho en su encuentro con los piratas, una en la que había un papel sobresaliente para el grupo y uno en el que Eved quedaba un poco como un nenaza cobardica. De hecho iba a abrir la boca, pero se dio cuenta que no solía caer muy bien a la gente, así que finalmente señaló a las chicas.
- Hola muchachos, entre Aranna y Fay seguro que os lo explican. - Luego exhaló una bocanada de humo y miró a Eved con una mirada sesgada.
En cuanto divisó a Oona, Gary bajó en picado para estrellarse contra la genasí.
-Ooooooooooooona -chilló alborozado cuando ella cayó al suelo por el impacto y rodaron varios metros. Le empezó a lamer la cara, que sabía a sal y estaba fresquita-. Estás viva, estás viva, estás bien, me tenías muy preocupado.
Le dio un mordisco en la oreja cuando Oona fue capaz de despegarse al dragón de la cara para no separarse de ella nunca más. Había pasado mucho miedo y estaba exhausto de tanto volar. Casi no le habían hecho ni caso cuando llegó resollando a Marjal para avisar de que en la casa tenían problemas.
Entonces lo vio. A Eved. Alzó la cabeza y se quedó rígido, contemplando al humano como si estuviese viendo un monstruo marino y no al escuchimizado tethyriano aquel. Voló hasta quedar a la altura de su cara y estiró las zarpitas para tocarle las mejillas, tirarle del labio y abrirle los párpados para comprobar que, efectivamente, era Eved.
-¡EVED! Oona, es Eved -le dijo a su dueña, que se levantaba en ese momento del suelo para sacudirse la arena. El familiar se elevó en el aire y dedicó una mirada de ojillos entrecerrados el hombre-. ¿Dónde lo has encontrado? En el fondo del pozo, ¿no? Estábamos muy bien sin ti.
La genasí atrapó a Gary cuando este se puso a hablar más de la cuenta y lo abrazó. Había estado muy preocupada por él, pero nunca lo expresaría en voz alta. No importaba, porque el familiar podía sentir el aprecio que ella sentía por el dragón de coral. Lo bueno del vínculo es que no eran necesarias las palabras, compartían las emociones. Gary podía sentir la angustia de Oona y la genasí podía sentir la ansiedad del dragón, de modo que se complementaban. Se lo puso en brazo y le acarició el espinazo. De la mochila sacó la cantimplora y le dio de beber.
-Lo has hecho muy bien, Gary.
Y eso, viniendo de Oona, era todo un cumplido.
Se dirigió entonces al soldado. Cuatro eran mejor que nada, pero aquella gente no eran los incultos con porras que guardaban la ciudad, era la gente a la que se llamaba cuando había problemas de verdad. Se aclaró la garganta.
-Soy Oona, estábamos de misión de parte del Concejo de Marjal Salino. La casa no está encantada, era la guarida de un hechicero y su banda de esclavistas. Estábamos investigándolo cuando nos atacaron y hemos estado a punto de no contarlo, envié a Gary para pedir refuerzos porque casi nos matan. Pero logramos escapar y ellos, también han escapado. Hemos investigado la casa de arriba abajo, en el sótano hay unas cavernas que conducen al océano. Tenemos parte del cargamento con el que estaban traficando, sus señas para contactar con los suyos y algo más del botín. Ah, en la casa también hay unos cuantos no muertos encerrados en una habitación. No hemos podido con ellos, de modo que si son tan amables, deberíamos acabar con sus miserables existencias y tirar la casa abajo.
Cuando aparecieron los guardias, Hellas se dio media vuelta y entró en la casa para seguir cargando cosas y de paso repasarse la pintura de la cara. Ya había sido una mierda de día para que ahora todo el mundo supiera que además de aparecer fugada de dios sabe donde, con un niño y sin padre, ahora tenía poderes.
Que Oona y Aranna se encargaran de eso.
En realidad, nosotras hemos ido tras ellos, a pesar de estar heridas y con los conjuros agotados. Ellos sí han escapado, por desgracia.
Aranna miró a los guardias con gesto decepcionado. ¿Qué iban a hacer esos cuatro que no pudiesen hacer ellas? Es cierto que eran más fuertes, iban mejor armados y tenían armaduras, pero ni siquiera tenían nombre ni marco dorado. Eso quería decir que los pobres eran carne de cañón. Si al menos hubieran venido los cojos —Fireborn y su querido marido—, la aventi hubiera tenido bastante más confianza.
Ya hemos dado por perdidos a los contrabandistas, dijo, así que no tenemos prisa. Podemos vigilar esto mientras alguien va a al pueblo a buscar a gente mejor preparada para lidiar con los podridos del sótano, ¿eh?
Y, de paso, traer una barca para sacar de allí la mercancía, como había sugerido Colibrí, o al menos un par de yeguas y una carreta.
- A no ser que alguna vuele, puedo llegar más rápido que nadie a Marjal Salino montado en Compadre. Puedo traer un carro, y hablar con tu marido, Aranna, por el asunto de los lacedones. Si no quiere o puede venir, a lo mejor nos da alguna manera de tener ventaja sobre ellos.
Si queréis acabar con ellos, mejor cuando hayáis recuperado vuestro poder mágico, y eso será mañana. Eso nos dejaría haciendo noche aquí, los piratas podían volver, claro. -
Colibrí ajustó la silla de Compadre por si eventualmente debía galopar hasta Marjal Salino. El carro también les sería útil para llevar el cuerpo del hombre que yacía en el sótano. Ideas extrañas se le pasaron por la mente al halfling.
- Oye Eved, ¿me ayudas a subir el cuerpo del hombre que está en el sótano? - No quería que aquel lacedon con malas pintas usara alguna magia nigromántica para animarlo y les pudiera franquear el paso fuera de la sala donde les habían encerrado.