Partida Rol por web

Un día en un pueblo donde había desaparecido algunas jóvenes, acudí a ver si podía ganarme unas monedas. Lo primero que hice fue gastarme el adelanto en más alcohol, y una vez que me echaron de la taberna, acudí a las afueras, internándome en el bosque donde habían desaparecido las jóvenes. Tambaleante vagué y vagué hasta que, un pequeño destello de luz llamó mi atención. Con más curiosidad que otra cosa, me dirigí hacia esa luz, esquivando ramas, árboles, arbustos y alguna que otra raíz que había sido expulsada de la tierra por la presión ejercida por otras más fuertes…..

Una de las muchacha esperaba de pie en el centro del claro, su piel clara ahora brillaba con una luz cegadora. Gran guerrero descarriado tu sangre no puede seguir la luz del sol, pero esto no ha de nublar tu espíritu. La sangre de Oeridio corre por tus venas al igual que por todos mis hijos, desde los más grandes a los más pequeños. La sangre de Oeridio solo te permitirá seguir la fe de uno de mis dos hijos mayores.

Como madre, no puedo decir cuál de mis dos hijos es el predilecto. Uno es justo mientras que el otro es tirano. Uno usa como escudo la mentira, el otro usa como espada la verdad. Mientras exponía las caracteres de ambas deidades en las manos de la muchacha se materializaron dos símbolos, en la mano derecha apareció un rayo de plata mientras que en la izquierda apareció un haz de flechas negras con plumas negras.

Se sabio al elegir.

A pesar de las dudas, mi elección no fue difícil. Era cómo elegir entre La Luz y la oscuridad, entre el bien y el mal, y eso era algo que lo tenía claro.

Alargando la mano, agarre fuertemente el rayo de plata el bien y la justicia siempre debería ser prevalecer. Creo que esto ha abierto mis ojos y mi alma y puede que ya esté preparado para aprender las bendiciones de tu hijo Heironeous. Tanto con la fuerza del mis brazos como con la fuerza de mis palabras.

Esta demostración sirvió para culminar mi preparación, no tanto como guerrero divino, pero si como brazo armado De la Iglesia. A pesar de algunas dudas sobre la doctrina, la idea la tenía clara. 

Con algunas pertenecías cedidas por familiar ricas debotas y creyentes, como mi armadura completa, de bella manufactura y con el símbolo de Heironeous en mi pecho, un escudo grande se acero bruñido y una espada larga fabricada por uno de los mejores herreros, partí para viajar por el mundo impartiendo la palabra y justicia de mi señor. 

Uno se mis bienes más preciados hasta la fecha era un precioso diamante, regalo de un conde al que salve de una maldicion que le había lanzado un familiar que, agradecido, me lo entregó resultando ser mágico, y que gracias a el, podía dormir y descansar con mi armadura como si en una blanda cama estuviera, permitiéndome estar protegido durante las noches.

El rayo de plata se transformó en un colgante de plata, el símbolo sagrado de Heironeous: una mano sujetando un rayo. Tras lo cual la muchacha desapareció en un estallido de luz.

Pasaste varios meses recuperando tu equipamiento y consiguiendo otro nuevo, meses en los que ayudaste amucha gente y entrenaste para recuperar la forma física que las fiestas y la cerveza te habían arrebatado. Los templos de Heironeous que encontraste en tu camino ayudaron a que tu sed de conocimiento quedara calmada, aprendiste los preceptos que guiaban la religión, las oraciones que se dedicaban a su grandeza y la historia de su eterna lucha que enfrentaba a Heironeous con su hermano Hextor.

Con tu nueva religión como guía te lanzaste a recorrer los caminos del mundo, buscando la oscuridad para combatirla. Dispuesto a dar el primer paso que te lanzara lo inexplorado, buscando misiones que te permitieran demostrar tu fe. La oportunidad no tardo en presentarse.

Una niña había viajado desde los altos valles para buscar ayuda y había coincidido contigo a la salido del templo. Sorprendida por la armadura y las diferentes armas, la niña no dudo en lanzarse a tus pies. ¡Señor! ¡Señor! Necesitamos ayuda. Un grupo de orcos negros esta atacando nuestras aldeas. Luego dudo un poco y añadio. Podemos pagarle algo de oro.

Al ver a la muchacha, pongo una rodilla en tierra para agarrarla de los brazos tranquila pequeña, tranquila. Todo se resolverá.

Llévame hasta allí, y guardaros vuestras monedas, que seguro que os harán más falta. Yo me conformaré con las pertenencias de esos orcos.

Tras esto, me levando con una sonrisa alborotándola el pelo vamos digo tendiéndola la mano.

La niña camina con paso vivo saliendo rápidamente del pueblo y adentrándose un espléndido bosque. Los árboles que al principio se agolpaban formando un denso dosel iban dispersándose y perdiendo vigor a medida que el camino subía entre las montaña. El camino también se iba transformado pasando de ser una amplia calzada a una estrecha senda que serpenteaba pegada a la ladera de la montaña.

A media tarde, aun con el sol alto, llegasteis a un pequeño paso de montaña. El sedero se estrechaba pasando por un pequeño desfiladero entre dos montañas. El camino estaba libre y la pequeña niña avanzaba delante.

En medio del desfiladero una voz rompió el silencio. ¡Estúpida niña! Tenías que atraer a gente a este paso. Gente rica y débil, no a guerreros capaces de defenderse. ¡Da igual el mal ya está hecho! La niña temblando se arrojó a uno de los lados de la senda y trato de cubrirse con sus pequeñas manos.

Un hombre que peinaba canas y de mirada penetrantes apareció al final portando un hacha sobre los hombros. Bien Nina, puede que no hayas errado del todo. El hombre tenía fija la mirada sobre el símbolo de Heironeous que portabas sobre el peto.

Al mismo tiempo que pronunciabas estas palabras una docena de maleantes se apostaron a ambos lados del hombre. Los maleantes iban armados rudimentariamente con armaduras de cuero y piezas de metal mal ajustadas, portaban armas improvisadas o de manufactura sencilla como arcos, lanzas y clavas.

Mientras la niña avanzaba y el tiempo pasaba, un pequeño resquemor atravesó mi mente al pensar en cómo una niña tan pequeña había salido de su casa y llegado hasta el pueblo, a tantas horas de distancia. Sin embargo, el buen corazón que tenía no le dio demasiada importancia, al fin y al cabo, la desesperación hace milagros.

Todo se esfumó de golpe al comprobar que la niña no era más que un cebo, y que por las palabras y la actitud de los hombres que habían aparecido la tenían coaccionada.

Lance miradas a derecha e izquierda, comprobando que aquellos hombres no eran bandidos ni mercenarios ni asesinos, sino campesinos desesperados. O eso quería pensar.

No se quienes sois ni por qué os habéis aventurado a una vida de robo y pillaje. Si os apartáis y dejáis libre a esa niña, el castigo de Heironeus no caerá sobre vosotros. En caso contrario, me veré obligado a aplicar la justicia que se merecen los maleantes y extorsionadores. Dicho esto, me llevo la mano a la espada y la desenfundo, haciendo que la hoja brille bajo el sol radiante de la mañana

Dos desarrapados retrocedieron al ver relucir la hoja de la espada, seguramente era la primera espada que veían en su vida. El hombre del hacha permaneció firme, sin inmutarse. Heironeus hace tiempo que abandono estas tierras y fue su hermano Hextor quien siguió su legado.

¡Tú dios no tiene poder aquí!

¡YO TE EXPULSO DE ESTAS TIERRAS!

Al pronunciar estas últimas palabras un trueno rasgo en cielo impactando contras una de las paredes del desfiladero, varias rocas caen entre el seguidor de Hextor y tú. Algunas de las rocas impactan contra los desarrapados y una cacofonía de gemidos agónicos inunda el desfiladero.

La niña continua acurrada en una esquina, ninguna de las piedras la ha dañado. La mirada del seguidor de Hextor y la niña se cruzan durante unos segundos. Traerme a la niña, es el sacrificio que Hextor requiere para hacer desaparecer la luz de Heironeus en este valle.

Asustada, la niña comienza a correr en dirección contraria a los desarrapados, hacia la salida del desfiladero. Pasa como un rayo cerca de ti y se precipita por el camino hacia el bosque.

Varios desarrapados, haciendo caso a su líder, comienzan a trepar las pierdas que han caído en mitad del desfiladero para poder perseguir a la niña. El seguidor de Hextor permanece al otro lado del montón de piedras, con una sonrisa cruel en sus labios comienza a rezar una plegaria.

El poder que había desplegado el seguidor del traidor sin duda había sido brutal y, un tanto acojonante. Ese enemigo debía de acabar bajo tierra o encerrado en una jaula, pero no debía de seguir vivo.

Sin embargo, no podía obviar el peligro que corría esa niña si no la libraba de los patanes, estos patanes que ahora intentaban capturarla de nuevo. Sin dejar de mirar al seguidor de Hextor, como si pudiera atravesar las mismas piedras, lanzo un tajo al bandido que pasó cerca de mi en pos de la pequeña.

Niña, deja de correr y ponte detrás de mí, o no podré protegerte comento maldiciendo al tener que apartar la atención del verdadero enemigo para luchar contra esos que ahora intentaban capturar a la pequeña. Mientras hablo, voy tras ella, golpeando nuevamente al que ya estaba herido si no dejas de huir, te perseguirán siempre. Quédate y te libraré de ellos para siempre.

El desarrapado estaba muerto mucho antes de caer al suelo. Los dos poderosos golpes guiados por la mano de Heironeus destrozaron la columna del hombre y parte de su caja torácica. El desarrapado que seguía al primero, viendo la carnicería que habías hecho con su amigo, titubeo y comenzó a retroceder.

Por su parte el seguidor de Hextor finalizó su letanía, y una puerta dimensional comenzó a abrirse sobre el desfiladero. De ella no surgió ningún demonio, solo salía una espesa y densa niebla que comenzó a cubrirlo todo. El seguidor de Hextor parecía desconcertado con el resultado de su hechizo. Pero a los pocos segundos ni siquiera podías ver la punta ensangrentada de tu espada, y mucho menos detras de la barrera de escombros, la niebla lo había cubierto todo de tal manera que solo se veía blancura. Miraras donde miraras solo había blancura.

¡¡NIÑAAAAA!! ¡¡NIÑAAAAA!! ¿¿¿DÓNDE ESTÁS??? Ante la espesura de la neblina, daba vueltas, con miedo a golpear con la espada a la niña y, a la vez, con miedo a ser golpeado por mis enemigos.

La niebla era espesa, casi asfixiante. Si no hubiera sido entrenado, a buen seguro que me habría tenido que quitar el casco para poder respirar, como un medio inútil para intentar librarme de esa sensación.

Con escudo por delante, seguí avanzando hacia el lugar donde estaba la niña la última vez que la vi ¡¡NIÑA, NO TE MUEVAS, QUE VOY HACIA ALLI!! NO INTENTES ESCALAR O TE ROMPERAS EL CUELLO Iba avanzando, intentando tantear con el escudo, mirando hacia abajo para no tropezarme, hacia los lados, girándome cada pocos segundos, por miedo a encontrarme una espada que penetrara por mi espalda, o incluso el filo del hacha sobre mi espalda.

Empiezas a caminar buscando algún índico de la niña. Pero andas y andas sin encontrar nada. La blancura de la niebla te ciega y la ausencia de referencias te impide situarte. Empiezas a durar que te encuentres en el propio desfiladero. ¿Si estuvieras en el desfiladero, no habrías chocado contra una de las paredes ya? Las dudas te empiezan a carcomer justo cuando…