Partida Rol por web



Elfos y criatura mujer...
Estén tranquilos, no entiendo por que tanta tristeza en sus rostros.
Aquí han pasado cosas eso no lo podemos negar pero lo que se avecina es motivo de alegrías para todos nosotros.
Una gran aventura, muchas cosas por hacer, si este Moander ha renacido, deberá ser por algo, ya veremos por que ha pasado todo esto.
Hoy yo estoy contento que las cosas hayan avanzado, feliz porque la vida baña a la región y porque podemos disfrutarla.

Con un tono mucho más seco dice:

No conozco ni a Bras ni a Yalashad.

Que harán estos elfos?
... Espero lo correcto, yo a partir de haberles contado todo, espero poder actuar ahora.

Dejenme contarles una historia, es corta pero entretenida.
Hace más o menos una semana atrás me encontré con un viajero, el viajero me invitó a su fogata.
Si, yo viajo a pie, me gusta hacerlo, me mantiene como se diría... En tierra, en conexión.
Daba la casualidad que viajaba a Aguas Profundas, donde me dirigía yo, hacía mucho veía a Cazhalishera y extrañaba sus encantos de mujer.
Mencioné que el viajero era un Orco? Creo que no…
Bueno, este tal Unglar se encontraba en la búsqueda de su destino, así me contaba, no temía mi presencia ni yo la suya.
Al vernos fue simple, sabíamos que no éramos enemigos y que este encuentro tal vez era un inicio de algo grande en un futuro, compartimos largas charlas, yo le conté de mis comienzos y él me contó de los suyos.
Era un orco muy grande realmente, de increíble musculatura también y algo muy extraño, de increíbles modales. Increíbles para los de su raza por supuesto, alguien podría decir que hablaba con un rey.
El general, así se llamaba así mismo, buscaba grandes aliados para su ejército, iba a formar Los Jinetes Negros, era una larga búsqueda pero sabía que nuestro encuentro era ocasional.
…
A que viene este pequeño relato… Bueno, a veces creemos en que los enemigos se encuentran en tales situaciones y que los amigos en determinadas otras.
Esta vez que nos encontramos yo debería haber sido su enemigo, pero así no lo es elfos, en las circunstancias que nos encontramos es el camino a una amistad.

Zizel no tiene su equipo ni su libro, está atado y no puede usar su magia, apenas si puede comunicarse con Kricco, pero él sabe que no está en peligro.
El humano guarda su dignidad en todo momento y el respeto en su conversación si bien de vez en cuando es un tanto irónico.

-          Vayamos por partes, no se vosotros, pero yo me he perdido en esta historia,. Quizás si repasamos todos los datos… Si véis que me dejo algo podéis interrumpirme para corregirme. 

-   encontraron a Bras en mal estado en Myth Drannor

-   Cuando Alessea había vuelto se había encontrado con que Moander se había movido

-   Alessea encontró a dos personas, una era a Bras, al tipo que le s había informado de lo sucedido con Moander y Zizel con el que según Bras el había combatido

-   Según Bras el tal Zizel era un ser malvado

-   Dejasteis a brass a buen recaudo y volvisteis a investigar que había pasado

-   Cerca de Moander encontrasteis tirado en el suelo a Zizel con un libro de magia negra en su poder.

-   Zizel no paraba de repetiros que no había ningún Bras, si no  una Clérigo de lathander una tal Cazha, y que le había contratado para encontrar la Sangre de lathander.

Por lo que el consejo ha oído averiguar si que es cierto que hay una clérigo que corresponde con ese nombre, algunos del consejo parecen conocerla, y dicen que es alguien de fiar, y no solo eso, si no que cierto que ella guarda y protege la Sangre de Lathander.

Entonces… ¿ Dices que le viste cambiar de aspecto?... ¿ y si.. tu dices la verdad entonces el que miente es Bras..?  esta claro que uno de los dos historias es mentira, si la tuya fuera cierta y estuvieras diciendo la verdad eso querría decir que tenemos a un impostor, alguien malvado al que le hemos franqueado las puertas de nuestro reino. ¡ Por la Lira de Corellon! Entrar aquí desde fuera es imposible para quien no queremos que entre, pero le hemos dejado entrar ¡ Dios mio!

-Escucharon unos pasos que se acercan

Lamento decirles elfos que hemos sido engañados.
No dudo que Cazhalandra Paloemar exista y que sea una persona de fiar, lo que dudo es que siga con vida ahora que entiendo más las cosas. Allí Zizel baja por un momento la mirada.
Veo incluso que este tal Bras lo ha planeado todo, hasta buscaría en mí un aliado para despertar al dios, y alguien a quien culpar por supuesto.
Me resta saber que fue lo me hizo perder la consciencia, si no ya en este momento tendría la cabeza de este clérigo en una vitrina.

Pienso si realmente no me he dado cuenta y caí en su trampa porque sabía lo que se avecinaba y lo deseaba en mi interior, juntarme con estos elfos en esta celda…

Dudo de si mis fantasmas me trajeron aquí engañado, tal vez no he querido ver más allá de una simple ilusión en el disfraz de Bras, a veces las mejores ilusiones son las que nos queremos creer nosotros mismos.

Luego Zizel escuchó los ruidos en el pasillo.

Libérenme y yo mismo les traeré a su traidor y seré quien se encargue de restaurar aquello que ha pasado.
Y si no estoy confundido será algo que haremos juntos.

No hubo tiempo de replicar, ni siquiera de sopesar las palabras y encajar sus significados. Alessëa percibió bien pronto los pasos acercándose, así que dejó que el silencio subrayara la llegada de quien fuera que se dirigía hacia ellos.

No apartó los ojos de Zizel, sin embargo. No lo hizo en todo el transcurso del diálogo entre éste y Shenasil.

¿Hasta dónde eres un traidor, hasta dónde un héroe...?

Lo primero que vio Alasa cuando entró en la habitación fue a su vieja amiga Alessëa, por lo que simplemente no pudo evitar echar una carrera y abrazarse a ella. Todos entendieron que eran viejas y buenas amigas, sólo hacía falta ver el radiante rostro de la pequeña humana que acababa de llegar.

- Hola Alessëa. Acabamos de llegar. Este es Askritt, un aventurero poderoso con el que tendré una misión en común muy pronto -las palabras brotaban como un torrente de sus labios. Sin embargo, con una profunda inspiración se serenó.

- Parece que hemos llegado en un momento complicado. Me gustaría que me contases, bueno, tú o cualquiera. Qué ha sucedido. Me gustaría tomar parte en el interrogatorio cuando haya sido informada, si a ninguno de los presentes les parece mal mi intromisión.

De nuevo aquella fuerza de personalidad tan arrolladora. Era una mujer, humana, bajita y enjuta, con un cuerpo que parecía de niña. Y sin embargo su presencia parecía llenar las estancias que decidía ocupar, como una marea de energía que lo englobase todo, con un timbre de voz y una cadencia en el habla que rápidamente captaban la atención de todos sus interlocutores. Aunque sus gestos pudieran ser agresivos en cualquier otro, no lo eran en ella. Naturalmente que le dejaban inmiscuirse, casi siempre, en asuntos que no la concernían ¿Por qué no habría de hacerlo?

Ante la presentación de la niña, el enorme lenauro inclinó la cabeza educadamente. Su enorme cuerpo de leon alado y su torso humano denotaban la fuerza física que era capaz de ejercer. Sin embargo, sus ojos, en ese momento expresaban preocupación

- Bienhallados! Que la dama del bosque guie vuestros pasos - saludó y observó la respuesta de los presentes. Era solo un indicio, pero nunca había confiado en quienes no eran capaces de respetar la naturaleza y, sin entender que pasaba un simple saludo podría significar mucho...

Lentamente Zizel se acercó y se tomó uno de los barrotes para no perderse detalle de aquellos nuevos. ¿visitantes?
Sus manos permanecían encadenadas mediante unos extraños grilletes no eran como ningún otro que se hubiera visto antes, estos tenían una inscripción en color dorado que ahora parecía crepitar con unos chisporrotazos de un color azul intenso.
El prisionero era un hombre de mediana edad, su rostro, blanco en su cutis no decía demasiado.
Mostraba signos de haber sido maltratado, por supuesto golpeado, ahora, una de las piernas de lo que parecía un pantalón ya no estaba, revelando en su pierna derecha una serie de inscripciones que partían desde su pie hasta lo mas alto de la misma.
Desde su lugar no perdió detalle de la mujer de baja estatura y el lenauro pero se dirigió a la elfa.

Parece que seremos más los que reestableceremos las cosas, me pregunto cuantos más.
No quiero ser descortés frente a los recién legados.
Saludos, mi nombre es Zizel, o como se me ha llamado últimamente el mago negro que liberó a Moander de su letargo.
O como yo quiero llamarme, el ciego.
Cegado en la visión por supuesto porque como he dicho anteriormente no hay nada que no haya debido pasar, un engaño si, pero para que comience algo nuevo.
De todas formas me pongo a su entera disposición para explicar nuevamente los actos que se sucedieron, ahora por supuesto con mayor detalle, aunque probablemente desearán escuchar la versión de los inmortales que a esta altura creo que ya han dilucidado que hay un enemigo cerca.

Allí de un rápido movimiento se acercó más a la reja golpeando su cuerpo contra el barrote, sus cadena hicieron un fuerte ruido contra el mismo.

Pero no tan cerca. Sonrió.

- Vaya, vaya. No creo que liberar a Moander pueda llamarse ceguera... pero cosas más extrañas he visto - sentenció el lenauro mientras miraba fijamente al prisionero y se concentraba en uno de los poderes que su herencia le permitía usar

- Por lo menos reconoceis que fuiste vos... - añadió antes de mirar al resto de los presentes, deteniéndose en cada uno de ellos un instante - Quizas podamos ayudaros. Si estais de acuerdo me gustaría escuchar la historia... nuevamente para vosotros, por primera ves para nosotros... o quizás preferáis resumirnosla? -

Acallando las pérfidas palabras que bullían tras sus ojos, no carentes de una pincelada de locura, las sombras se movieron de nuevo. El cimbreo recordó a los presentes que, a pesar de parecer casi no estar allí, además de las rocas, el prisionero y los interrogadotes, una presencia más llenaba aquella estancia, con la ominosidad del poder de un dios maligno grabada a fuego en su cuerpo pétreo.

Cuando el monstruo se movió, los recién llegados parpadearon perplejos, sin saber si este sería su fin. El semicelestial no lo dudó ni por un instante: el cuerpo del engendro olía a demonio. Y sin embargo, sus seis ladinas garras se movieron en un gesto casi de disculpa e indefectiblemente de inofensividad. El contraste resultaba perturbador, mas las seis espadas que el ser portaba permanecían enfundadas, si bien no les quedaba ninguna duda de que podría despedazarlos con sus uñas, si lo deseara.

Aún más extraño era el advertir que, si bien adaptadas a sus imposibles formas, la criatura vestía los ropajes de la nobleza élfica en campaña. Atuendos ¿femeninos? Al darse cuenta de la reacción de los recién llegados, su cuerpo pareció querer huir por unos instantes, mientras un evidente rictus de determinación en la mandíbula armada parecía sostener su voluntad de permanecer:

-Mi nombre es... Drysiel, y aunque no lo parezca, soy... era... una elfa. La hermana de Alessea, de hecho... - trató de decir conteniendo el quiebro dolido de su voz, para tranquilizar a los presentes, como tantas otras veces, mientras su mirada pedía auxilio a la bella fata cuyas raíces proclamaba compartir.

Puede que más por acabar con la tensa situación que por verdadera obcecación, su masa se giró repentinamente hacia la celda, sin embargo, buscando la dureza de los barrotes de ésta y obligando indefectiblemente al reo a retroceder o ser aplastado:

-¡SILENCIO! ¡Este pueblo ya ha sufrido lo suficiente por las celadas de un dios muerto! Que Bras miente dices, y Bras que lo haces tú. Uno de los dos morirá pronto, sin duda, si no ambos. Ahora es lab del consejo dilucidar quién dice la verdad, y tened por seguro que la legendaria habilidad arcana de mi... de mi raza... no se menta en vano. Reza lo que sepas si nos estás mintiendo, porque pronto te reunirás con tu señor en tal caso.- amenazó sin reservas el monstruo, con unos movimientos que prometían una muerte horrible y despiadada –¡SÍ! ¡SIGUE! ¡YA ERA HORA DE MOSTRAR TU PODER! ¡ATRAVIESA EL HIERRO! ¡ARRÁNCALE LA CABEZA!- la acompañó la insidiosa voz interior al moverse.

Entonces, como si algo hubiera sido encontrado completamente fuera de lugar en su, por otro lado, desmedida reacción, la abominación se retiró de la portezuela lentamente y regresó a las sombras. Debía serenarse... controlarse... la voz era poderosa, pero Bahamut la amparaba. No cedería; no sucumbiría al Dios Muerto.

Puff!!! resopló el humano mientras retrocedía ante la criatura.
¿Has dicho la hermana? Has pasado cosas extrañas eso se ve, no, no tengo miedo de ti ni de los de tu raza porque sé que harán lo correcto.
¿No quiero perderme detalle pero has dicho “un dios muerto”? Un dios no muere, su cuerpo queda flotando en el vacío sin más, pero una muerte física, como tal no existe, excepto contadas ocasiones. Contadas como la que he intentado yo, sin éxito por supuesto.
Rezar? A quien? Al Moander? Bramuth? Lolth? Heironeous? Alguno de ellos me vendrá a ayudar? No lo creo.

Vió como Drysiel se alejaba perdido en sus pensamientos así que se dirigió luego a los demás.

¿El Lenauro dijo “Quizás podamos ayudaros?” Creo que es el primero que ha dicho algo así.

Zizel se sentó, en el piso por supuesto, aquel lugar no era muy acogedor pero era algo que al humano poco parecía importarle.
Vió por un instante que el Lenauro fijaba su vista en él y como intuyendo los poderes de un paladín más allá de su figura que lo reflejaba le mostró sus manos atadas por los grilletes.
Las sacudió haciendo un pequeño ruido con las cadenas.

Aquí no hay magia, pero tampoco hay mal.
Me hubiera gustado tenerte a mi lado para haber hecho lo mismo con Cazhalandra, aunque no se si hubiera funcionado.
Bueno, bueno, no me quiero perder, le diré lo que han venido a escuchar, tal vez no por mí pero igual les diré si es que los elfos no se molestan con ello. Dijo haciendo una reverencia con la mano y bajando la cabeza, previo haber visto a sus captores.

Lemauro, mujer… Yo les contaré la historia, al menos mi historia.

Allí Zizel se paró, se acercó a la reja y miró a cada uno de ellos a los ojos mientras hablaba, su mirada reflejaba fascinación en cada una de sus palabras y parecía volver a vivir las escenas que relataba en cada momento.
El mago repitió exactamente todas las palabras dichas anteriormente, e incluso sus movimientos, como si de una mente superdotada de la cual no pierde detalle se tratase.

Aguas profundas estaba llena de vida, ella bailaba y la música, la música era hermosa, cada nota decía y hablaba de la creación, hasta parecía escribir una nueva aventura.
Después la vi y me acerqué, como podía resistirme a su belleza, Ah!!! Aquí los dioses me engañaron, fue lo primero que hicieron.
No, no fue ella pero el destino fue duro conmigo o esta tal Cazhalandra Paloemar la “encargada del templo del señor de la mañana” al menos eso decía, no se si la conocen, pero hablaba de La Sangre de Lathander, y como había sido robada.
Hizo una pausa…
Hay algo más aquí que el Oscurantista, Moander, no se que es… La reina araña? Bueno, no mezclaré mi relato con mis teorías.
Sigamos, Dijo secamente.
La misión parecía sencilla, recuperar la sangre Lathander, la tenían y la querían destruir como seguramente ya se habrán imaginado, una secta de adoradores de Moander.
Si, la recuperamos y si, querían destruirla.
Y aquí es donde la historia se complica…
Ahora con la sangre en la mano, lo que dictaba la lógica era claro, guardarla y protegerla como es debido pero… Paloemar tenía otra idea, me comentó que con ella podríamos destruir para siempre la esencia del dios Moander.
Destruir a un dios maligno, bueno, es algo que cualquiera quisiera hacer, creo que hasta sus mismos adoradores en busca de obtener su poder no?
Ella sabía donde estaban sus restos, así que nos dirigimos hacia ese lugar, perdimos a casi todos los que iban con nosotros que ya a esta altura, deberá ser por los golpes, apenas si recuerdo sus rostros.
Y allí aparece su libro, debería haberlo conocido pero no, esto era nuevo para mí.
Debía ayudarla a hacer el ritual para que ella invocara el poder de la sangre y acabar con él.
Allí la joya que contenía la sangre comenzó a brillar, quedamos extenuados por el ritual, creí que los restos de Moander se movían.
“Jajajaja… Aaaaaaaaaaaaaajajajajaja!!! “
Reí en tono muy alto y con un tinte de locura.
”Hemos… hemos… despertado al dios… “
”Cazhalandra Como puedes ser tan idiota o tan inteligente, eso no lo puedo definir ahora. Le dije a la sacerdotisa.” Grité.
Allí desde el suelo me arrastraba mientras hablaba.
”Moander, Oscurantista, o como quieran llamarte, bienvenido. Bueno… una vez más.”
”Los dioses son tan raros, buscandonos continuamente como marionetas forjadoras de su historia.”
”La Sangre de Lathander, Señor del Alba no creo que tu sangre halla buscado esto, como me he visto inmerso en todo esto?”
”No lo lo se… Al menos tampoco puedo decirlo ahora.” Eso fue lo último que dije.

Busqué entre mi bolsa, de allí extraje un dedo de zombi, si del dios de la podredumbre se trata, no me quedaría sin enfrentarlo con sus armas.
Resoplé, como si fuera mi último aliento, momento en el cual utilicé me magia.

Pensé que podría aguantar su presencia o lo que se avecinara, sea lo sea haya hecho ya estaba hecho, ahora debía luchar.
En ese momento la norme masa de vegetación en descomposición, los supuestos restos de Moander, que parecía una enorme cabeza humana con tentáculos como pelo que servían como “manos” y que tenían bocas en ellos, se movieron
Noté como me había quedado inmóvil, mi cuerpo ya no me respondía, una risa estridente de triunfo, a mi lado me hizo girar la cabeza, entonces vi la carne sobre le rostro de Cazha cambiar y metamorfosearse como si tuviera vida propia.
Me pregunté una y mil veces si en el viaje había tratado de ver más allá de una posible ilusión en la clériga, pero era tarde.
Cuando hubo acabado la transformación, delante mío ya no tenía el cuerpo de la clériga, si no la de un hombre de mediana edad de pelo castaño y con cuidada barba en la que ya se podían ver las primeras canas.
Antes de que mis ojos se cerrasen en contra de mi voluntad, lo último que ví fue que la desconocida figura que tenía delante seguía riéndose.
El resto de la historia creo que la conocen…

Zizel se volvió a sentar y llamó a Kricco, un murciélago que estaba colgado en una saliente en la habitación, quien voló y se posó encima de él.

Ahora bien, lo que ha pasado realmente es que ese “hombre de mediana edad y pelo castaño con cuidada barba”, es un tal Bras, el cual parece no sólo haberme engañado a mí con una polimorfización, sino que también me ha acusado frente a los elfos, los cuales me encontraron inconsciente y con un libro de magia negra a mi lado.
Este clérigo parece haber planeado bien las cosas, no se donde estará ahora mismo.

Luego el mago miró al resto esperando una decisión.

Alasa, como los demás, quedó absolutamente perpleja al ver en qué se había convertido Drysiel.

Sin aparentemente ningún miedo se acercó a la elfa y se quedó mirándola, mientras mentalmente elevaba una oración a los dioses. Su respuesta fue casi inmediata.

Alasa sonrió a Drysiel, una de sus enormes sonrisas, perturbadoramente tranquilizadora.

- Bahamut es fuerte en ti, no caerás -sin dudarlo, Alasa se acercó a Drysiel, a quien no había conocido antes, y le dio un fuerte abrazo- Me maravilla tu fortaleza, es extraordinario que hayas podido resistirse a tan enorme poder.

Se separó un instante, pero aún se quedó mirando a la elfa, antes de estallar en una sonora carcajada.

- Y ahora tienes un cuerpo maravillosamente poderoso para poder enfrentarte a quien te hizo eso.

Tomando una mano de la elfa, Alasa se la llevó a los labios.

- Mi querida Drysiel. Si el dolor del corazón es demasiado doloroso, conozco algunos conjuros que te aliviarán tus penas, pero no siempre es necesario ocultarse el dolor a uno mismo, a veces es mejor aprovechar su fuerza para luchar contra la causa del dolor. Si lo deseas, calmaré tu dolor. Lo desees o no, mantente fuerte en la fe a tus dioses, nada de lo que te han hecho es irremediable, si aquí en el reino no encontramos quien te devuelva tu aspecto, iremos a Celestia, te prometo que cuando acabemos con Acerak yo misma te acompañaré. Mientras tanto, que el mal que te causaron vuelva contra ellos, aprovechemos toda la fuerza de ese cuerpo para luchar.

Alasa soltó ya a Drysiel. No sin antes añadir algo más. Su rostro volvió a iluminarse.

- No te avergüences de lo que eres, no te escondas, no huyas de la gente. A mí no me pareces un monstruo y no debes permitirte sentirte como tal. Mi oferta de calmar tu dolor sigue en pie si lo deseas. Pero si así lo quieres será mañana, hoy desgraciadamente no he pedido ese don a los dioses.

Girándose por fin hacia los demás, pidió algo a todos.

- Todavía sigo sin saber qué ha sucedido. ¿Puede alguien contarme la historia desde el principio?

- Obraste como un verdadero estúpido, ahora me falta saber si la estupidez fue sólo eso o fue además un acto deliberadamente malvado.

La ira de Alasa era evidente, sus manos se habían contraído durante la breve narración.

- Usar la sangre del señor del Alba... ¿No se te ocurrió preguntar a los más altos clérigos de su iglesia si era factible usar su sangre para destruir a un Dios? ¡Ellos te habrían dicho que era una trampa!

Zizel no se levantó de donde estaba, sólo levantó su cabeza para ver a la clériga, mientras acariciaba al murciélago.

Digamos que hay una tercera opción entre la estupidez y el mal, yo la llamo destino inevitable, es lo que debía pasar para que yo esté aquí hoy.
Y creo que aquello que ha sucedido no ha sido más que un comienzo.
Supongo que Cazhalandra Paloemar, es una clériga de su orden ¿Por que debería preguntar a alguien mas? Ya que ella tenía toda la información y amplio grupo de seguidores.
Lamentablemente no era tal y según creo es este tal Bras.
Mira pequeña clériga si bien justifico tu enojo, no debería ser tal ya que incluso mi destino sea ayudarte a ti y a los tuyos a acabar por ejemplo, con este tal Acerak que nombras.

El humano no alza la vos en ningún momento, o está completamente loco o sabe que no ha hecho nada malo.

Hay mucho más allá de lo que se ve, por supuesto, más allá de lo que yo he visto pero deberías ver tu también un poco más adelante.
Me llamo Zizel por cierto.