Partida Rol por web

From the Ashes, We will Rise (Morituri Te Salutant)

Sandbox

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31/10/2018, 15:43
Master 1
Sólo para el director

Lance y la ira de los Dioses

Lance acabó de leer la última línea del cuento que estaba leyendo con su madre. Cuando levantó la mirada, ésta se había quedado dormida en el futón. El pequeño Lance dejó el libro de cuentos sobre la kotatsu y salió al jardín trasero de casa a ver las luciérnagas brillando en la oscuridad de la noche, como haría cualquier niño inocente de 6 años. Los farolillos de colores colgaban de las vigas, iluminando tenuemente el jardín. El silencio sólo se veía roto por el sonido de las cigarras que cantaban su muerte ante el calor del verano. El jardín estaba solitario a aquellas horas, ni él mismo debería estar paseando por allí a aquellas horas. ¿Cómo decía su abuelo? Los árboles y las flores caminan cuando todos duermen…

Con los piececillos desnudos, Lance se adentró en el jardín familiar, admirando las estrellas en el firmamento, el olor dulzón de las Damas de Noche y el sonido de los insectos nocturnos, revoloteando entre las plantas y la hierba. El tacto caliente y rugoso de las piedras del caminito recibió la piel suave de la planta de sus pies y le condujeron a través de la floresta. Caminó sin mediar palabra, maravillado de su mundo particular y privado hasta que llegó al pequeño estanque de carpas que, con tanto mimo y esmero, cuidaba su abuelo. El niño se sentó en una piedra, al borde del agua. Las carpas naranjas apenas se movían bajo la superficie del agua, hasta ellos se habían quedado dormidos. Lance, con sus deditos regordetes e infantiles, tocó el agua fresca y negra del estanque y jugueteó con ella hasta quedarse dormido él también, entre las plantas y las piedras del jardín. Y soñó. Soñó con grandes Dioses y hermosas Divinidades cubiertas de fuego y dolor.

Cuenta la leyenda que Izanagi, tras desterrar a la Diosa de la Muerte, Izanami, al Inframundo, se lavó el rostro y de ese gesto surgieron sus tres hijos más poderosos: Tsukuyomi, Amaterasu y Susano-o. El Gran Dios Creador, en su infinita sabiduría, dividió su poder celestial entre sus tres queridísimos hijos, otorgándole la Luna y el poder de la noche a Tsukuyomi, el Cielo y el Sol a Amaterasu y el poder sobre el mar y las tormentas a Susano-o. Pero no contó con el carácter tempestuoso de éstos.

Vestido con un kimono ceremonial, Lance está sentado en un banquete repleto de grandes platos deliciosamente cocinados, al más puro estilo tradicional. A los lados, los comensales hablan, comen y festejan como si fuera el día más feliz de su vida. Algunos tienen enormes colmillos, otros con orejas enormes de zorro blanco y colas peludas y sedosas en sus traseros y algunos pocos irradian paz y bondad, como la Dama del pelo oscuro y largo. Entonces, Tsukuyomi, cuyo rostro divino le recordaba a alguien bastante más humano que no conseguía identificar, se levanta, desenvaina su enorme espada y decapita a la comensal que estaba sentada al lado izquierda de Lance. La sangre de la divinidad Uke Mochi salpica la ropa y el rostro de Lance. Pero en vez de trigo y simientes lo que se encuentra en el regazo son caramelos y cuchillas de afeitar, la sangre se había convertido en eso. Amaterasu, que era el nombre de la Dama de rostro afable y hermoso se levanta, altiva y ofendida, y abandona la sala, sin mediar palabra, ante la consternación de todos los invitados.

Primero, Tsukuyomi, en uno de los banquetes celestiales, asesinó a Uke Mochi, la divinidad de la comida. Esto inició el enfado con Amaterasu que jamás le perdonó dicha afrenta y esquivó a su hermano mayor para siempre.

Luego, Susano-o, envidioso del poder de su hermana Amaterasu, no cejó de retar a ésta para intentar demostrar su superioridad divina, pero harto de perder constantemente, hizo estallar una enorme tormenta sobre el mundo, anegando campos de arroz, templos y asesinando a las acólitas de la Diosa del Sol. Pero no fue hasta que sacrificó su mascota más preciada, el Caballo Celestial, que no llevó al encierro de Amaterasu en una cueva.

El mundo está oscuro y lleno de Terrores, nada hace retroceder a los Onii, se han apoderado del mundo divino y mortal, haciendo de las suyas, aquí y allí. Amaterasu había negado su luz purificadora, tanto a mortales como a divinidades y espíritus. Dolida y enfadada por la muerte de sus acólitas, sacrificadas violentamente por su hermano, y de su preciado compañero de noches infatigables, decapitado y lanzado bruscamente contra las puertas de su templo más sagrado, había elegido retirarse a las entrañas seguras de la tierra.

La Humanidad no volvería a ver la luz del Sol nunca más si Amaterasu no ponía fin a su enfado y encierro perpetuo en las profundidades. Y entonces, ¿qué sería de ellos? ¿Perecerían bajo la crueldad de los Onii, sus almas devoradas por éstos, azotados por las tormentas y la noche eterna…?

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31/10/2018, 18:55
Master 1
Sólo para el director

Caperucita Levi y el Dariel feroz

-Todos debemos hacer sacrificios por nuestro Dark Lord, hijo- es todo lo que le dijo su padre a Levi. El chico se había puesto sus mejores ropas, labradas en los talleres de su familia. Eran de un tono escarlata brillante. Su madre había insistido en ese color. A pesar de su reticencia, le sentaba bien a su palidez de piel y de su pelo.

Tras decirle aquellas palabras, su madre, con lágrimas retenidas en sus ojos, le entregó a su hijo primogénito un cesto repleto de manzanas rojas y bruñidas, perfectamente colocadas y acomodadas en su interior. Sus dos hermanos, con los ojos enrojecidos y las mejillas encendidas, le abrazaron y se despidieron de él, en completo silencio, bajo la atenta mirada parental.

-Recuerda, debes llegar al claro del bosque antes de medianoche. Ni un minuto antes, ni un minuto después. No dejes que nada te distraiga por el camino y no te pierdas, sigue simplemente el camino que te hemos enseñado desde que eras niño y llegarás a donde debes- le insistió su padre. Aunque Levi no tenía muy claro a que venía todo aquello (y menos aún lo de las manzanas), asintió y como buen hijo que era, se adentró en el bosque para cumplir las órdenes de su padre.

Llevaba un buen rato caminando (y tropezando con raíces de árboles y piedras, porque todo sea dicho, los Montblanc y el campo como que no se llevan mucho de la mano), cuando un bonito gato se le plantó delante.

-Yo de ti, daría media vuelta. Pero si me das algo de comer, igual te ayudo- le dijo el extraño gato de pelaje brillante y negro como la noche. Levi se lo quedó mirando, algo sorprendido. ¿Un gato que habla? Será un animago. Claro. Encima un muerto de hambre piojoso que no tiene donde caerse muerto, ¿porque si no iba a pedir comida? Aun así, le acabó lanzando una de sus manzanas del cesto que llevaba consigo. No sabía si lo había hecho porque el gato le parecía realmente mono y adorable con esos ojos claros y esas patitas negras y peluditas, o porque simplemente le daba pena el muerto de hambre. La cosa es que se la lanzó y siguió caminando, olvidándose de gato, animagos y demás tonterías. Su padre le había dicho que no se entretuviera por el camino y ya había perdido medio minuto de su valiosísimo tiempo.

Levi continuó adentrándose en el espeso bosque de robles, nogales y encinas. De vez en cuando tenía que sortear algún tronco ancho caído, cubierto de musgo, abandonando por apenas un par de metros la senda marcada, pero en seguida conseguía retomarla. Todo iba bien. La luz del atardecer iba declinando poco a poco…

-Ei rubio- oyó una voz masculina, de repente -¿Por qué no me das a probar tus manzanas?- la sonrisa de un chico moreno, de tez pálida y ojos claros le recibió esta vez. Un joven de su misma edad estaba, de pie, apoyado contra un tronco enorme y retorcido de nogal, mirándole fijamente, devorándole con la mirada. Sus ropas eran oscuras, casi tanto como sus supuestas intenciones. Levi titubeó, confuso al principio. Se aferró al mango del cesto y con el semblante nervioso trató de encontrar la firmeza para responder a aquel joven misterioso.

-Ehm… lo siento, pero no puedo, tengo que llevarlas a alguien.

-¿Y cómo sabes…- dio un saltito ágil el joven desconocido para bajarse de las enormes raíces del árbol y ponerse a la misma altura de Levi –Que ese “alguien” no soy yo?- se acercó hasta el chico rubio, sonriéndole pícaramente. Le acercó una mano al mentón y le hizo una leve caricia –¿Eh?- volvió a sonreír de nuevo, de ese modo tan felino y encantador, acercando su rostro, sus labios, a los de Levi pero sin llegar a tocarlos o rozarlos. El joven Levi se apartó bruscamente, asustado por la cercanía de aquel desconocido tan descarado. El chico moreno de ojos azules, lejos de ofenderse, sonrío, de nuevo, algo más maliciosamente.

-¿Asustado? No es de mí de quien deberías asustarte…- le dijo casi en un ronroneo –O tal vez sí- se encogió de hombros y se rio por lo bajo. Levi aprovechó esos escasos segundos y salió corriendo como un conejo asustado. No se comió el suelo de milagro (o tal vez porque rezó a saber cuántos dioses para no caerse en ese preciso instante, como en una novela barata romántica de esas que leían sus hermanos a escondidas).

-Ouh, me encanta cazar…- es lo último que oyó a sus espaldas, antes de perder de vista a su desconocido acosador. Corrió y corrió como un desesperado, tratando de no perder la orientación ni el camino de vista. Tenía que llegar al claro a medianoche y sin aquel depredador sexual pisándole los talones, a poder ser. No quedaba bien y además odiaba sudar de aquel modo, ¡arruinaría su entrada triunfal en el rito, por favor!

Oyó aullidos detrás de él y a los lados, acompañándole, persiguiéndole en su loca carrera bosque a través. Escuchó el siseo de alguna serpiente entre la maleza, cerca de donde pisaba, pero su miedo era tal que no quiso ni prestar atención a los peligros reales y más inmediatos. Sólo podía pensar en avanzar a toda prisa, en llegar al punto de encuentro y entregar su preciada carga: las manzanas.

Cuando Levi vio que el bosque se abría, suspiró aliviado, aunque como estaba medio sofocado de la carrera fue más bien un jadeo breve. Se precipitó hacia la última línea de árboles, hacia donde podía ver unas luces brillantes y anaranjadas. Se paró a respirar, apoyándose en el tronco de un árbol para tomar aire y contar las manzanas. Necesitaba asegurarse de que estaban todas (bueno, menos la que le dio a aquel estúpido gato parlanchín, que total para lo que le había servido). Extrañamente, estaban todas menos una, como debía ser. No se había caído ninguna en su carrera frenética por el bosque. Había tenido suerte. Los aullidos aún podían oírse de fondo, cada vez más cercanos, así que Levi, aterrado ante la idea de que algún hombre lobo quisiera follarse su pierna (o peor aún, hacerle uno de los suyos), cruzó el lindar del claro y salió de su refugio entre los árboles. Los aullidos quedaron atrás, como él esperaba, el claro estaba protegido contra ellos y allí estaría a salvo…

En cuanto dio los primeros pasos entre la hierba azulada que cubría el claro de bosque, pudo ver la enorme fogata central, donde le esperaba un grupo de personas, vestidas con túnicas. Magos, probablemente sus vecinos, sus amigos e incluso algún familiar. De hecho, le pareció ver el rostro de su padre y de su madre entre ellos. ¿Cómo habían llegado hasta allí tan rápido? Teleportación mediante desaparición, imaginó él. Aun recuperando el aliento, Levi se acercó al centro de la reunión para entregar al Sumo Sacerdote el cesto de manzanas. Todos le abrieron paso y sonrieron complacidos, había superado la prueba de valor, claramente. O eso pensó Levi. No se había dejado vencer por la tentación y no había sucumbido al terror de los hombres lobo que habitan en aquel oscuro bosque.

-Tengo las manzanas…- dijo éste sonriente y complacido consigo mismo y sus resultados.

-Bien, joven, entonces es hora del sacrificio final- le contestó el Sumo Sacerdote, cuyas facciones le parecieron de alguien demasiado joven para ese puesto, parecían las de alguien de su edad. Joven, moreno, guapo, con aspecto sano, como de… gladiador romano. Cuando cruzaron la mirada, su sonrisa dulce y amable le instó a acercarse, sus ojos bondadosos le dieron la confianza y calidez necesarias para hacer lo que pedía, se parecía tanto a Julian… Levi se ruborizó hasta las raíces del pelo sólo de pensar en ello. Cogió la mano que le tendía el Sumo Sacerdote y se dejó conducir hacia… ¿hacia a donde iban exactamente? ¿Y porque todos se giran, dándoles la espalda? ¿Incluidos sus padres? ¿¿qué estaba pasando??

Entonces lo vio, un altar de piedra, con flores frescas en la base del pilar y un enorme bol de cerámica negra en el suelo, pero lo que atrajo más su atención fue el enorme hacha cuyo mango estaba apoyado contra éste.

-Por favor, acércate más…- le pidió Julian, pero al encararse a él para pedirle explicaciones, Levi ya no vio el rostro de su “amor” secreto si no que vio un hombre mucho más mayor, de unos cincuenta años, moreno, con una barba incipiente y un pelazo leonino. ¿Dónde se ha ido el chico guapo de los músculos imposibles?

-Todos debemos hacer sacrificios por nuestro Dark Lord, joven Montblanc- le agarró la muñeca con fuerza y tiró de él hacia el altar.

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31/10/2018, 19:29
Master 1
Sólo para el director

La Bella Cassia Durmiente

La bella y no-tan-ingenua Cassia iba probando ruecas, herramientas, todo lo que pudiera ser letal, para ver si se pinchaba de una condenada vez, moría envenenada y se libraba de una vez de su familia, pero la suerte nunca parecía estar de su lado. Pero ella seguía intentándolo, hasta que un día dio con la rueca correcta, se pinchó y un largo sueño descendió sobre ella. Lo malo de los deseos es que has de tener cuidado con ellos, no siempre salen… como una querría.  Hay que especificar mucho, como diría Rumpelstinski.

Cassia durmió y durmió, como nunca antes había hecho y todo eran sueños felices, sin su horrible familia torturándola y acosándola. Eran bonitos, alegres y esperanzadores. Pero con cada nuevo sueño feliz, se hundía más en el letargo, alejándola de la vida. Más, llegó un día en que un hermoso y encantador príncipe llamado Ashley la encontró. Tras atravesar peligrosos espinos y enloquecidas zarzas que impedían y protegían a la joven mientras dormía, el joven atractivo y valiente alcanzó la sala del trono donde su cuerpo yacía, inerte y en la inopia absoluta. El apuesto príncipe besó los labios mortecinos de Cassia, pero ella no despertó. Aunque eso no fue impedimento para que el atractivo mago-guerrero cobrara su premio por su hazaña y yació con el cuerpo dormido de la princesita irlandesa. Como vio que eso tampoco funcionó, pero al menos se quedó medio satisfecho, se marchó a por más aventuras y princesas que rescatar, que de esas siempre parece haber muchas en este mundo de cuentos. Lo que no sabía el joven e incauto príncipe, es que su joven conquista no-muerta había tenido el sueño húmedo más increíble de su vida, lástima que no quisiera despertarse, era tan vívido, tan perfecto, tan… lascivo.

Pero nueve meses después, se produjo el milagro: gemelos. La bella Cassia despertó a causa de las fuertes contracciones provocadas por su último tramo del proceso de gestación: estaba dando a luz a los hijos, fruto de aquella relación sexual, en la que ella ni siquiera había estado presente, al menos en espíritu. Sola, confusa y aterrada, consiguió parir a las dos criaturas, cortar el cordón umbilical y no desmayarse o morir en el intento. Cuando volvió a despertarse, tras caer inconsciente del agotamiento, las zarzas y los espinos habían desaparecido y sus dos rechonchos y llorones bebés estaban, sanos y salvos, en sus brazos de amazona.

No tardó en saberse la noticia, la Bella Cassia Durmiente había despertado, ¡Hail Princesa Cassia! Su familia corrió rauda a su lado para hacerse cargo de ella y de sus dos pequeñitos y rosaditos descendientes. A los dos días, la Bella Cassia ya estaba deseando no haber despertado jamás. Su padre, su tía, su abuela, todos creían saber mejor que ella sobre qué hacer con su vida o como criar a sus dos hijos. El infierno en la Tierra, con lo bien que estaba ella en su Palacio de Sueños…

Y entonces vino la fiesta de Samhain y príncipes y lores y reinas de todos los países vecinos vinieron a su castillo, elogiaron su belleza, se engordaron en sus salones y regalaron los oídos de parientes. Y el apuesto príncipe Ashley apareció de entre la bruma de nobles aburridos y avariciosos, portando del brazo otra mujer, una joven esposa, de baja estatura, malos modales y caprichosa como las mareas lunares…

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03/11/2018, 19:04
Master 2
Sólo para el director

APRIL, LA MALVADA REINA

La sala de su trono era oscura. No estaba hecha de otra cosa, excepto por el espejo que tenía detrás, enmarcado en una corona de flores de oro. Donde pisaba, donde se sentaba, no era más que oscuridad. La única ventana a algo que no fuera negro estaba ahí, en el cristal, en el reflejo de su belleza y juventud. En la perfecta palidez de su piel, la fuerza de su mirada y el brillo de su pelo. Le preguntaba, día a día, quién era la más bella del lugar, y pese a ser cierto que era bella -quién lo discutiría- no era menos cierto que no había nadie más a su lado. La más bella... ¿al lado de qué?.

La Malvada Reina, la llamaban, por rutina se encaró al espejo y saludó a su reflejo, frunciendo los labios con orgullo. Suficiencia. Le gustaba oírlo.
— Espejo mágico en la pared, dime una vez más, ¿de todas quién posee belleza sin par? —formuló como un encantamiento. Pero el espejo no estaba encantado; el sello O'Bhrendel que coronaba el marco era falso. La Reina lo descubrió hace tiempo, y por eso cerró los ojos para no verse responder:

— Tuya es la gracia, y ese buen par de virtudes, Reina. —oyó, pero no era su voz. No salía de su boca. Provenía exclusivamente del espejo, y sonaba a voz anciana. — Pero existe belleza más allá.

Al volver a abrir los ojos la Reina creyó haber visto el paso de un rostro conocido, bordeado de ondulaciones del color del fuego, tez aún más nívea y carnosos labios carmesí. Antes de transformarse en una versión de la propia Reina, o al menos parecida, mucho mayor y canosa. Hasta que reconoció las estimadas facciones de su abuela Jess al otro lado del cristal.
— Mi pequeña joya. —le sonrió cariñosamente. — He venido a advertirte, mi niña, pues aunque posees la belleza misteriosa e hipnótica de la luna hay otra más bella que tú en el reino. —la Reina Malvada esperaba volver a ver ese rostro de pelo rojo que creía haber visto antes, pero curiosamente se trataaba ahora de una rubia de expresión curiosa y mirada soñadora. Una belleza absolutamente contraria a ella, angelical. La voz de su abuela Jess seguía sonando por detrás de esa imagen. — La Luz es peligrosa para los que son como nosotras, April. Por eso es mejor apagarla antes de que nos ponga en peligro.

Por supuesto, ¿por qué no iba la Reina a tomarse aquello como un consejo literal? Su abuela siempre había querido lo mejor para ella, le había entregado el mundo y por eso estaba ahora en esa sala oscura. Considera llamar a su Cazador, despiadado y sin escrúpulos; Ashley daría cuenta de esa rubia rápidamente y no tendría que preocuparse. Pero, pensó también, ¿por qué tengo que depender de él si puedo hacerlo yo misma? Así que revisó todos sus libros, y encontró una poción ideal con la que poder envenenarla. Porque el veneno es el arma de las verdaderas Reinas. Sólo debía encontrarla. Y la abuela Jess le dijo exactamente dónde.

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03/11/2018, 19:21
Master 2
Sólo para el director

El intento fallido de Aurita de llevar a Ian a Wonderland (?)

Las aventuras de Ian nunca eran corrientes, pero aquella iba a ser la más extraña que hubiera vivido hasta la fecha: comenzó corriendo detrás de un conejo blanco vistiendo levita que iba gritando que llegaba muy tarde y que tenía la molesta dicción pedante de su hermano Rosbert. Porque se aburría escuchando a su hermanita pequeña Candy leyendo en voz alta un artículo de la Teen Witch y antes que eso prefería tirarse por la madriguera del conejo.
Con las ayudas eventuales de unos porros en cuyo papel había escrito "FÚMAME", una calada del cual le hacía reducir su tamaño, y un saquito de setas con una etiqueta "CÓMEME" que le hacían creer, tuvo que nadar en sus propias lágrimas, correr desnudo con un montón de criaturas mágicas para secarse, tomar el té más insufrible de su vida con La Sombrerera Mackenzie y la Sigma de Marzo, debatir filosóficamente sobre la vida con el Metho de Cheshire, y demás locuras divertidas en su persecución del Rosbert Blanco.

Pero el rastro del Rosbert Blanco acabó llevándole al juego de croquet de la Reina Alice de Corazones, una déspota con la molesta manía de decapitar a la gente que no le gustaba. Jugar a croquet utilizando flamencos como mazos y cartas de snap explosivo vivientes como arcos no era lo más inquietante, sino el hecho de que Ian sabía que si no complacía a la Reina Alice acabaría con la cabeza cortada. Pero le costaba concentrarse: el Metho de Cheshire, que se había pasado sin aparecer desde que Ian visitara la casa de la Duquesa LeFay, había empezado a aparecer como una cabeza flotante entre los participantes de la partida, susurrándole disparates en palabras inexistentes. Para cuando percató que estaba recitando un poema la Reina Alice ya había decidido que iba a cortarle la cabeza.

Sentado en una celda, acusado por la invención de palabras que habían sido obra del Metho de Cheshire, esperaba su pantomima de juicio pensando "qué día más extraño". Hasta que una de las cartas de snap, con el símbolo astronómico de Saturno en el centro, desde la celda de delante se acercó a las barras a hablarle.

Notas de juego

Mi idea era hacer de la Carta de Saturno una especie de heraldo de la luz que vendrá en Saturnalia, que ayude a Ian a volver a las falditas de su hermana para despertar y de paso deje algunas frasecillas apocalípticas. Me he hecho la polla un lío evidentemente porque en el libro de Alicia no es que pasen pocas cosas (?)

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07/11/2018, 19:01
Master 1
Sólo para el director

Ian in Wonderland

Las aventuras de Ian nunca eran corrientes, pero aquella iba a ser la más extraña que hubiera vivido hasta la fecha: comenzó corriendo detrás de un conejo blanco vistiendo levita que iba gritando que llegaba muy tarde y que tenía la molesta dicción pedante de su hermano Rosbert. Porque se aburría escuchando a su hermanita pequeña Candy leyendo en voz alta un artículo de la Teen Witch y antes que eso prefería tirarse por la madriguera del conejo.

Con las ayudas eventuales de unos porros en cuyo papel había escrito "FÚMAME", una calada del cual le hacía reducir su tamaño, y un saquito de setas con una etiqueta "CÓMEME" que le hacían creer, tuvo que nadar en sus propias lágrimas, correr desnudo con un montón de criaturas mágicas para secarse, tomar el té más insufrible de su vida con La Sombrerera Mackenzie y la Sigma de Marzo, debatir filosóficamente sobre la vida con el Metho de Cheshire, y demás locuras divertidas en su persecución del Rosbert Blanco.

Pero el rastro del Rosbert Blanco acabó llevándole al juego de croquet de la Reina Alice de Corazones, una monarca déspota con la molesta manía de decapitar a la gente que no le gustaba. Jugar a croquet utilizando flamencos como mazos y cartas de snap explosivo vivientes como arcos no era lo más inquietante, sino el hecho de que Ian sabía que si no complacía a la Reina Alice acabaría con la cabeza cortada. Pero le costaba concentrarse: el Metho de Cheshire, que se había pasado sin aparecer desde que Ian visitara la casa de la Duquesa LeFay, había empezado a aparecer como una cabeza flotante entre los participantes de la partida, susurrándole disparates en palabras inexistentes. Para cuando se percató de que estaba recitando un poema, la Reina Alice ya había decidido que iba a cortarle la cabeza.

Sentado en una celda, acusado por la invención de palabras que habían sido obra del Metho de Cheshire, esperaba su pantomima de juicio pensando "qué día más extraño". Hasta que una de las cartas de snap, con el símbolo astronómico de Saturno en el centro, desde la celda de delante se acercó a las barras y le habló en susurros, prometiéndole cosas buenas, cosas bonitas, el paraíso lleno de porros y amor libre. A cambio, sólo tenía que darle calor y amor en uno de sus bolsillos… Y así lo hizo.

 

-Eres idiota.

Cuando Ian alzó la mirada, en la oscuridad de su celda, vio al gato de pelo purpura, flotando en el aire, en una esquina. Metho había vuelto con él, de nuevo.

-A ver, ¿qué he hecho esta vez mal? La última vez fue culpa tuya y no mía- se defendió el joven brujo.

-De nuevo. Eres idiota. ¿Aún no has aprendido cuando puedes repetir mis palabras y cuando no? Te recuerdo que sólo tú puedes verme y oírme…- la sonrisa del gato unicornio se hizo más ancha.

-Ya. Si tienes razón. A veces se me olvida eso- se encogió de hombros –Y ahora, ¿cómo salgo de aquí? Porque vienes a ayudarme, ¿no? Mañana van a decapitarme por orden de la Reina de Corazones, que, además, ¿no se parecía mucho a la novia de Dariel, Glackstone? Perturbador… ¿No te lo ha parecido a ti que eran igualitas?

-Un poco, no te lo voy a negar- guiñó un ojo el gato volador.

-¿A qué sí? ¡Idénticas! Aunque menos cabezona, bueno, físicamente hablando, quiero decir… porque de lo otro, son iguales- bromeó el chico.

-Probablemente- dijo con poco interés el felino –Pero eso, ¿cómo exactamente va a ayudarte a salir de aquí? ¿Me lo cuentas?

Ian se quedó pensativo un buen rato, mientras Metho no paraba de observarle desde las alturas de tu posición privilegiada.

-No tengo ni idea. A April le caía casi tan mal como a esta reina.

-Ahí lo tienes. Usa esas pocas neuronas que los Dioses te concedieron y ponlas a trabajar.

-¿Para qué? Dariel y Julian vendrán a rescatarme y ya. No es necesario que piense en nada.

-Y porque iba a hacer eso ellos dos?

-Porque es lo que hacen siempre. Venir a salvarme. Somos amigos. Vendrán a salvarme. Estoy seguro de ello.

Se hizo el silencio por un buen rato, hasta que finalmente Metho decidió que ya era hora de romper la burbuja de convencimiento de Ian.

-No van a venir, compañero... No esta vez. ¿No te acuerdas?

-¡Claro que vendrán! No digas tonterías. ¡Dariel jamás me dejaría morir!- protestó Ian indignado. Su mente se negaba en redondo a creer nada diferente, tal era su convicción.

-No te acuerdas…- murmuró el gato purpurino, incrédulo y con cierto deje de tristeza en su mirada.

-¿Acordarme de qué?- acabó cediendo, al cabo de unos minutos.

-De lo que hiciste. O, mejor dicho, de lo que les hiciste.

-¿De lo que hice? ¿Yo? Yo no he hecho nada, si de algo me enorgullezco es de eso- sacó pecho el chico. Metho suspiró algo exasperado y puso los ojos en blanco.

-Pero resulta que sí les hiciste algo. Y dudo que te hayan perdonado…

Ian se quedó mudo de golpe. ¿Realmente había hecho algo imperdonable a sus mejores amigos? ¿Cómo era eso posible? ¡Pero si él era el amigo adorable que compartía maría y abrazos con todo el mundo! ¡No se puede odiar a alguien así! Él era una flor de cerezo que se mecía al viento: inofensiva y pasiva.

-¿Qué? ¿Ya lo recuerdas?- volvió Metho a romper el silencio que se había creado mientras Ian le daba vueltas al tema.

-No. Es mentira. Intentas engañarme para que crea que he hecho algo malo cuando en realidad fuiste tú. No sé porque me odias tanto si yo siempre me he portado bien contigo- dijo Ian, algo enfurruñado.

-Son tus últimas horas de vida, ¿de verdad quieres que sean así?

-Por supuesto que no, me gustaría que fuera fumándome algunos petas. Si sólo pudiera fumarme uno, todo estaría bien, ¿verdad que sí?- probó Ian a negociar consigo mismo.

-No te digo que no.

Ambos volvieron a quedarse callados un buen rato. Una mariposa de alas azul brillante se coló por entre los barrotes de la ventana de la celda y empezó a revolotear en la oscuridad. Como un halo de esperanza se posó sobre la nariz de Ian, por unos escasos segundos, antes de reemprender su vuelo en libertad. Fue un vuelo corto, acabó aplastada contra el suelo por la zarpa de Metho, que la atrapó y se la comió. A Ian le entraron ganas de llorar al ver ese derroche innecesario de crueldad. Gato y humano retomaron su quietud, sin dirigirse palabra alguna.

-¿De verdad no piensas preguntar?

-No quiero saberlo.

-¿Cuánto tiempo más podrás seguir negando las evidencias?

-No lo sé.

Metho suspiró resignado.

-Todavía me pregunto porque tuve que elegir, de entre todos los humanos que podía escoger, al más tonto de todos, a ti. Podría haber tenido a cualquiera, incluso al engreído de Crautchin o al punk kamikaze de Lefay, pero noooo, tuve que quedarme contigo- suspiró, resignado con su destino –hasta esos dos habrían sido mejores elecciones- farfulló Metho para sí mismo, molesto por el estado de negación mental en el que estaba inmerso su humano.

-Pues ¡ala! Ahí tienes la puerta- dijo, ofendido, Ian. Metho se lo quedó mirando unos segundos, con cara de “no lo estás diciendo en serio”.

-¿En serio vamos a hacer esto, compañero? Con todo lo que hemos pasado juntos…

Ian se puso de morros y señaló con el dedo índice la puerta, sin pronunciar palabra, siguiendo la ley básica del tratamiento del silencio.

-Está bien- Metho aterrizó en el suelo, sobre sus patas felinas y empezó a caminar hacia la puerta para marcharse. A mitad de camino se paró y se giró hacia Ian. Le lanzó una mirada de cachorrillo, pero Ian se mantuvo en sus trece. Metho retomó el camino hacia la puerta y cuando apenas le quedaban unos escasos pasos para alcanzarla, se paró de nuevo. Se sentó sobre sus cuartos traseros y se giró hacia Ian.

-Si te sirve de consuelo, no fue realmente culpa tuya. Pero si me hubieras hecho caso en aquel momento, habrías podido evitar el desastre y ahora tendrías todavía amigos, incluso él seguiría siendo tu amante, tu pareja, pero como siempre, no me escuchaste. Y ahora se han ido todos y te han dejado aquí, solo, a escasas horas de morir ejecutado. Pero eso es lo que haces siempre, ¿no, viejo compañero? Cuando algo no te gusta, no escuchas, cuando no quieres hacer algo, fumas, vuelas y te echas a dormir. Y así te ha ido. Eres un despojo humano. Igual sí mereces morir mañana por la mañana…

Metho finalizó su recorrido hacia la puerta y la cruzó a través, desapareciendo de la vista de Ian. Detrás suyo sólo dejó aquellas palabras malditas flotando en el aire, como único consuelo y compañía para Ian. Pero el joven brujo tenía su carta, aquello le salvaría, seguro que sí. Saturno le protegería, ¿a que sí?

 

Con los primeros rayos de la mañana, las Cartas-soldado de la Reina de Corazones vinieron a buscar a Ian a su celda. Le llevaron a rastras, sollozando y pataleando, hasta el patio del castillo, donde le aguardaba su sentencia de muerte. Habían instalado en el centro una enorme piedra, en forma de altar, para que él apoyara su cuello. Había al menos casi toda la baraja entera de Cartas-Soldado vigilando y rodeando el área. La Corte al completo observaba desde los lados, o bien desde los balcones, todo el escenario desplegado. Delante del patíbulo improvisado yacía, sentada, la Reina, en su trono de cartas. A un lado, una figura masculina, encapuchada, sostenía entre sus hombros el hacha que iba a rebanar su linda cabecita hippy. Jack, Jota de Corazones, esperaba la orden para hacer feliz a su reina…

-¿Y bien?- se oyó el tono nasal y agudo de la Reina de Corazones –¿A qué estás esperando querido Jack?- increpó ésta, en tono impertinente, al que iba a ser el verdugo de aquella mañana. Jack, se removió, nervioso, en su sitio. Mientras, Ian buscaba con la mirada a Metho, el gato unicornio de Cheshire. Ni rastro de él. Realmente le había abandonado a su suerte.

-¿A qué estás esperando? ¿A que le salgan flores por el culo?¡¡ JAAACKK!! ¡Que es para hoy!- gritó, de forma histérica la Reina –Hazlo ¡o haré que te corten esa preciosa cabecita tuya, Jack!- desde luego, la lengua viperina y envenenada de la Reina surtió su efecto. Jack se puso en marcha. Con pasos vacilantes y lentos, arrastrando el hacha consigo, Jack la Jota de Corazones, se situó a un lado de la pila de piedra y esperó a que los soldados colocaran al reo como era debido. Alzó el hacha por encima de su cabeza, haciendo acopio de todas sus fuerzas y se dispuso a descargar el arma contra aquel cuello tan delgado y largo…

-¡Espera!- se oyó la voz enervante de la Reina. El hacha se detuvo en seco a mitad del descenso.

-Hay que ser civilizados, como en los países vecinos, últimamente me están haciendo ver que debo ser más “compasiva” y acorde a los tiempos modernos que corren… ¿Últimas palabras, hippy piojoso? Quiero decir, ¿Reo?- la mujer de cabeza de burbuja se quedó mirando a Ian, esperando con impaciencia a su respuesta.

- ¡Sí! - gritó éste y movido por un impulso, revolvió entre sus ropas y sacó la carta que había estado atesorando y cuidando todo este tiempo –Esto- alzó triunfalmente la carta de Saturno, como si eso lo explicara todo. La enseñó a todo el mundo para que la vieran bien. Un grito ahogado de sorpresa y terror salió de las bocas de prácticamente todos los presentes.

-¿Eres consciente de que es eso, Reo?- le preguntó la Reina, que estaba a punto de perder la paciencia, de nuevo.

-Claro. Saturno. El tiempo es mi amigo…- sonrió triunfal y feliz.

-No, ese no es Saturno, idiota. Es Júpiter- afirmó la Reina

-No, no lo es. Es Saturno. ¿Ves?- señaló el dibujo de la carta.

-Lo tienes al revés, imbécil. Es Júpiter. ¿Sabes lo que significa eso? Tu sentencia de muerte. Eres uno de ellos, un traidor, un terrorista. Que tengas esa carta sólo lo confirma aún más. No mereces una ejecución digna, lanzadlo al foso, con la Bestia. Él dará buena cuenta del traidor al Estado.

Ante la confusión generalizada, los soldados cogieron por los brazos a Ian y tironearon de él para conducirle ante el Foso…

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08/11/2018, 18:49
Master 2
Sólo para el director

Cuando los padres de Dariel murieron dejaron a sus dos hijos, él y Ashley, sin mucho más que una casa. Que por supuesto, siendo Ashley el mayor, acaparó enseguida e impuso condiciones sobre su hermanito para poder vivir en ella. Total, Ashley el Príncipe Perfecto ya tenía un trabajo respetable y seguro, e incluso una prometida a la que planeaba traer pronto a vivir con él. “Búscate la vida de una vez”, le dijo, seguro que desde la preocupación severa de un hermano mayor que le quería muchísimo.

 

Demasiado orgulloso para vivir de las sobras que su hermano se dignara a dejarle, Dariel abandonó la casa familiar en busca de fortuna, o al menos la suficiente para poder sobrevivir. Tirando de su carisma y su astucia callejera podía rascar suficiente para al menos comer, de vez en cuando hasta dormía bajo un techo y cuatro paredes. Pero no era mucho, y lo más importante, no pagaba las Black Pearls. Oh, lo que daría siquiera por una para pasar el mal trago, ¡todo porque el maldito Príncipe Oscuro no quería bajarse del caballo para echarle una mano! ¡Con todo lo que él había hecho por su hermano mayor!

 

Estaba tendido en un rincón hediente de orín del callejón Knockturn cuando reencontró el rostro familiar de Julian, bajo una capa tan negra que parecía absorber toda la luz de alrededor para comérsela. Pero no era el mejor amigo que recordaba, de expresión bonachona y sonrisa de anuncio; un aura oscura le rodeaba ahora, y el rostro de un joven saludable se veía en exceso de palidez. Incluso había perdido peso y masa muscular. Pero le sonreía igual que hacía antes. Se acuclilló frente a él y habló:

— Sé lo que necesitas. —por qué ahora Julian sonaba como un líder mafioso, Dariel no lo sabía. — Te ayudaré, pero tienes que ser fuerte. Demostrar coraje. Confías en mí, ¿verdad?

 

Confiaba, pero que ese no era el Julian que conocía era un mero aspecto estético. Se quitó su capa negra y la puso sobre Dariel: el trato sería que él volvería a buscarla en siete años, y que en ese tiempo el bolsillo de la varita de la capa le proporcionaría todo el dinero que él quisiera sacar de ella. Pero sólo lo haría mientras la capa fuera su única vestimenta y cama en esos años; no podía yacer en ninguna otra. Lo único que le pidió era que no muriera en esos siete años. Lo que no le había explicado Julian era que la capa, día a día, iría modificando su aspecto. En los primeros meses le creció todo el pelo del cuerpo y las uñas, y no había hechizo o jabón que pudiera mantenerle aseado más de un minuto. Descubrió que tanto su carisma como su astucia hallaban trabas cuando las personas le confundían con una especie de licántropo hippie. Pero era cierto que tenía todo el dinero que podía necesitar, así que el ostracismo social y las persecuciones de la Unidad de Captura de Hombres Lobo eran un mero inconveniente en comparación. Lo único que le molestaba era que no podía mirarse al espejo porque, de alguna manera, su forma más monstruosa se reflejaba como una copia de su propio hermano Ashley. A lo mejor se había vuelto loco, o a lo mejor en realidad la gente veía a ese monstruo y no a la bola de pelo andante que era. Podía soportar lo segundo, pero lo primero...

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01/12/2018, 14:58
Director
Sólo para el director
- Tiradas (1)
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04/01/2019, 16:39
Metho 1.0
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Notas de juego

1. Cassia

2. Dariel

3. Ivy

4. Julian

5. Lance

6. Levi

7. Mackenzie

8. Sigma

9. Nissa

10. Brandon

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06/07/2019, 18:56
Master 2
Sólo para el director

El dos de noviembre del año 2000 se despertó con numerosas heladas a lo largo de las islas británicas, y algunas zonas en el sur todavía estaban en alerta por inundaciones. El mes no había comenzado nada amable, con una mezcla de lluvias, granizo e incluso ya nieve en las cotas altas escocesas; el pronóstico del regreso a Hogwarts, entre madrugar para tomar los diversos trasladores a las cercanías de King's Cross y el simple hecho de terminar las vacaciones de año nuevo, los ánimos entre los alumnos sólo podían levantar con la visión de amigos y compañeros, sanos y salvos tras el sutil alarmismo levantado por la variada prensa los últimos dos días.

En el andén 9 y 3/4, a la espera de partir, familias y estudiantes se ponían al día de los diversos chismes que no llegaban al medio escrito (por falsos o por ultrasecretos): los aurores habían registrado negocios en Hogsmeade como en plena guerra, los Hijos de la Revolución son unos chiquillos frikis, hay que volver a investigar a los mortífagos que no llegaron a Azkaban o que ya han salido, porque claro, eso de matar gente en una fiesta es muy de mortífagos... Cosas por el estilo. Pero la única versión oficial era que lo de la Mansión Swann había sido un acto reivindicativo bastante inofensivo, que la investigación de los asesinatos de Hogsmeade habían entrado en secreto de sumario (lo que significaba que la publicación que lograse filtrar algo iba a llevarse todos los lectores) y que más le valía a la directora Ramsbottom garantizar la seguridad de los alumnos.

El tren partió a la hora de siempre de King's Cross, dejando atrás a algunos familiares algo preocupados por sus retoños. En el interior de los coches, dichos retoños ya comenzaban el proceso de desconectar de sus vidas familiares y volver a la mentalidad estudiantil cuanto antes mejor. Algunos, de repente agobiados por no haber abierto un condenado libro en todas las vacaciones, echaron mano de sus baúles para avanzar algo. Otros más despreocupados, y en especial los de los primeros cursos, no tardaron en hacerse oír por los pasillos toreando la paciencia de los prefectos. La llovizna de la mañana ya se había convertido en una cortina de agua en las midlands cuando empezó a correr el rumor de que había un nuevo profesor en el tren. Un profesor de tez negra, fornido y con un atractivo maduro según las muchachas. Pero no llegó a oírse si alguien había logrado hablar con él.

La lluvia había remitido bastante para cuando llegaron a Escocia, pero ahí podían verse algunos parches de nieve en el paisaje que enfriaban más la sensación de otoño. Algunos, más acostumbrados a un clima más suave, ya se enfundaron los uniformes a la mera visión de un atisbo invernal. Y es que al bajar todos del tren, la noche les recibe con frialdad. Es fácil distinguir a algún auror en la estación de Hogsmeade intentando fundirse con la oscuridad con capa negra, delatado por el humillo de su respiración. Por suerte Hogwarts siempre está ahí para recibirlos a todos con un abrazo caliente y una comida calórica que quita todos los males.

La directora Ramsbottom tenía un discurso bastante largo comparado con la acostumbrada bienvenida después de un periodo vacacional: antes del comienzo de la cena anunció que las salidas a Hogsmeade estaban canceladas hasta nuevo aviso (con el consiguiente rumor indignado), que la profesora Sprout había pedido una excedencia por motivos de salud y que cubriría su puesto como profesor Azrael Lippton (el maromo chocolateado como algunas le habían apodado ya), mientras que la jefatura de casa recaía en la profesora Bakshi. Con eso al menos tenían la cena animada, cayendo en segundo plano el asunto de las salidas a Hogsmeade.

Notas de juego

Also esto aquí para cuando agreguemos a Lippton al cuadro de profes: https://k.nickpic.host/bZI5ZX.png

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09/07/2019, 20:09
Master 1
Sólo para el director

En Hogsmeade, Mackenzie intentó entablar conversación con su “acompañante” nocturna, pero la joven adulta aún se sentía algo adormilada y con la boca demasiado pastosa como para responder tan rápido.

-¿Duh?- entreabrió los ojos pero parecía que le costaba enfocar –Gran noche, ¿huh?- sonrió algo bobaliconamente e hizo gestos con la boca, como cuando tienes la boca tan seca que escupirías polvo. Se levantó a trompicones y de forma torpe –Tenemos que repetir- y trastabillando, con el pelo revuelto y semidesnuda intentó marcharse del lugar, aunque no tenía muy claro hacia dónde.

Y esa es la última imagen que tuvo Mack antes de iniciar su camino errante hacia la escuela, no sin antes toparse con un par de magos que le hicieron unas cuantas preguntas extrañas sobre lo que pasó anoche, ¡como si ella lo supiera!

Algo parecido les sucedió a Brandon y a April cuando intentaron abandonar la zona. Aurores les detuvieron y les cosieron a preguntas que escasamente eran capaces de responder. Se quedaron con sus datos y viendo que eran alumnos de la escuela, les acompañaron a los tres en una carroza hasta la puerta principal del centro educativo. Tras eso, un preocupado Sherry se los llevó a la enfermería donde les hicieron una revisión médica, mientras los dos aurores que los habían escoltado, se encerraron en el despacho de la directora.

Dos horas después, se marcharon sin decir ni adiós. El responsable de la enfermería soltó a los tres jóvenes poco rato después, asegurando que todo estaba bien y no había indicios de nada raro, más allá de la ingesta del vino especiado. Eso no les libró de la charla de los peligros de beber alcohol en exceso y blablablá… la resaca hizo que no recordaran mucho más después de alcanzar sus camas confortables y calentitas.

 

Y no tan lejos de allí, en el corazón de Londres, una Nissa venida arriba y aún resacosa retornó de sus compras y encuentros fortuitos. ¿Su único obstáculo? El Callejón Knockturn. Nadie parecía querer venderle ciertos “productos” de extrema necesidad para ella. Básicamente, ninguno de los proveedores de drogas recreativas quiso venderle nada. No se fiaban de ella, por alguna estúpida razón que no consiguió aclarar. Así que se volvió a casa de sus abuelos sin nada “ocioso” y nocivo para la salud mental y física. ¿Sería por culpa de que su foto salía en los periódicos? Pero, ¿qué clase de camello leería Corazón de Bruja? Igual era mejor así, seguro que sería una mierda de droga.

 

A millas y millas de distancia, en la otra isla, la verde Irlanda, una Cassia aburrida y consternada por la falta de información por parte de todo el mundo (vaya mierda de amigos que no le dan chicha que echarse a la boca) contaba las horas para el final de las vacaciones de otoño y así poder volver a la escuela a enterarse de todo el salseo. Algo similar le pasó a Sigma, que, aunque tuvo una velada agradable con sus padres, que se quedaron encantados con los regalos que les trajo, no veía el momento de volver a la escuela, especialmente por la promesa pendiente de cumplirse: los libros que Dariel le había dicho que le dejaría. No en vano, había pagado un “alto” precio por ellos…

 

Por otro lado, en la cocina de los Lefay…

-Seguro que son exageraciones- respondió Galahad, sonriendo levemente. No en vano, Ivy era su sobrina favorita. No es que tuviera muchas más, pero desde luego, si las tuviera, ella seguiría siendo su ojito derecho.

-Sí, esto a veces pasa, a la gente se le va de las manos cuando hay fiestas y alcohol- añadió Ashley, tratando de sonar amable y desenfadado, no quería que su preciosa primita se preocupase en exceso por lo que había pasado –Es sabido que los del Profeta tienen tendencia a ser unos dramáticos y más con toda la competencia que les ha salido en el último año.

La entrada de Frank hizo que se levantaran cejas varias por la sorpresa de su visita inesperada.

-Ah, ¿pero éste venía? - preguntó Dariel en un murmullo, a Jules y Levi. Internamente, rezó a la Diosa porque no apareciera su hermana pequeña chillona de metro y medio de altura. No estaba recuperado de la noche anterior como para aguantar algo semejante.

Frank sonrió forzadamente a Ivy, más por confusión que otra cosa. No tenía muy claro si había entendido su respuesta. A veces creía que la pelirroja era más lista de lo que aparentaba, o al menos (y eso es mucho peor) que lo era más que él.

-Claro, el quidditch y las chicas guapas como tú lo son más.

El chico estaba convencido, dentro de su cabeza, que esa tenía que ser la respuesta correcta.

Aunque el desayuno se alargó un buen rato, la familia Lefay y sus invitados consiguieron salir antes de media mañana en dirección hacia el “caserón” del abuelo, mediante la red flu.

 

El caserón del abuelo Lefay era un pequeño castillo-fortaleza, que se erigía a los pies de un lago de aguas frías. Rodeado de árboles y montículos recubiertos de verde hierba, el lugar era todo lo “remoto” que puede ser una fortificación medieval. Aunque al llegar el ojo no acostumbrado sólo veía unas pequeñas ruinas de piedra que han vivido claramente mejores tiempos hace mucho, a medida que el grupo de brujas y brujos se acercaban, el truco de mesmerismo para mantener alejados a posibles muggles cotillas, simplemente se desvanecía revelando su verdadera naturaleza. La estructura mostraba remodelaciones varias, de épocas distintas, una primera muy antigua, en las bases y dos más posteriores, el torreón fechable en la época románica y el ala trasera de claro gusto gótico, con sus arcos ojivales. El conjunto parecía fruto de una mente muy paranoica y anclada en épocas pasadas-y-gloriosas-son-siempre-mejores-iros-a-la-mierda-arquitectos-del-mundo-moderno. La entrada al complejo era a través de un arco de piedras ruinoso, que apenas parecía ser capaz de mantenerse en pie (milagrosamente). La arcada guardaba lo que quedaba de una chimenea, en equilibrio precario, solo resguardado por lo que quedaba de una pared de piedra de alguna antigua edificación, largamente desaparecida. El camino hacia la puerta principal de la fortaleza no era muy largo, pero había que recorrerlo andando (o a caballo, como en los viejos y buenos tiempos, según el viejo Lancelot C. Lefay, dueño del sitio). Pero algunas buenas costumbres se pierden y muchos Lefay perdieron su orgullo con el paso de los siglos y ya pocos cabalgaban a pelo animales de cuatro patas, como hicieron antaño.

El cielo sobre sus cabezas estaba encapotado y, de hecho, a sus espaldas, como cortado con un hacha, la campiña inglesa estaba siendo torrencialmente bendecida con las lágrimas de los Dioses. Aunque, obviamente, en el entorno cercano del castillo parecía que el mal tiempo estaba perdonando a los invitados, al menos a su llegada porque en cuanto se cerró el enorme portón de madera y hierro con todos ellos dentro, la lluvia cayó a lo bestia también afuera. Los truenos retumbaron y la luz centelleante de algún que otro relámpago se filtraba por las ventanas. Una cadena de elfos domésticos los recibió a todos, haciéndose cargo de capas, abrigos, sombreros y guantes varios. El cabeza familiar de los pequeños seres mágicos los guio a través de la edificación hasta alcanzar la sala principal en la nave rectangular trasera, la de las ventanas con arcos ojivales.

Tras dejar a todos arreglarse en unos cuartos dispuestos para ello, algunos hicieron ruta turística, como Levi, mientras otros se dedicaban a vaguear y perderse en sus pensamientos, como Julian o Ivy. Todo para hacer tiempo hasta que comenzara el evento principal.

La celebración del Año Nuevo mágico fue iniciada con una fiesta repleta de dulces de todo tipo, calabazas terroríficamente bien labradas, ponches de varios colores y un montón de gente, presumiblemente todos familiares y amigos cercanos de los Lefay, aunque algunos tenían un aspecto algo… sospechoso. Los nuevos fueron presentados apropiadamente a los anfitriones, Lancelot Chrétien Lefay y su segundo hijo, Gawain, que se ocupaba del “anciano”, tras morir su amada esposa, hará cinco años atrás. Es lo que tiene ser el hijo menor y soltero, que te comes estos marrones.

-No comas eso si no quieres estar potando todo el día- avisó Dariel a Levi al ver unas piruletas de color rojo rubí, en un bol –Son para los críos de mi primo segundo, Rowan. No los toques, en serio.

La gente se juntaba y se separaba formando grupos y manteniendo conversaciones agradables y distendidas. Algunos iban disfrazados, otros simplemente llevaban la típica túnica corta, al estilo de las que llevaron los hermanos Lefay en la fiesta de los Swann. Pero todos parecían, en mayor o menor medida, contentos de reunirse en casa del “abuelo”. Los ánimos no tenían nada que ver con los que había en la fiesta de la noche anterior.  De fondo se oía música tradicional medieval, que se intercalaba con alguna balada de estilo celta. Nada muy estridente, nada que molestara la conversación, las risas y los brindis.

 

POST PARA LEVI:

Al principio parecía que todos iban disfrazados, uno de hada, otro de hombre-lobo, otro de duende, hasta que empiezas a fijarte en los detalles y empiezas a dudar de que sean disfraces… y las chucherías de las que te aleja Dariel ehm… son aún más sospechosas que muchos de los invitados. De hecho, esas piruletas rojas que te parecieron tan suculentas al principio, con según como les dé la luz parecen… sangre cristalizada. ¿Es eso posible?

Y ese niño que corretea persiguiendo a los otros dos no tiene unos dientes muy prominentes, como… ¿colmillos?

Empiezas a creer que igual hay alguna sustancia rara en el ponche que te ha dado Dariel. Será eso. Claro.

 

POST PARA JULIAN, IAN Y IVY:

Ninguno de los tres se sorprende de ver lo que ve, ya estáis acostumbrados. El primo segundo, Rowan, pálido como la muerte, charlando de política con el tío de Dariel y Ashley, Gawain y otro primo, Graham. Este año se le ve más peludo que el año anterior. La licantropía debe haber avanzado algo más. Normal, suele pasar a medida que la persona se hace más mayor. El hijo de Rowan casi os atropella, al ir corriendo detrás de los retoños de Graham, riéndose y chillando como niños “normales. Bueno, para el clan Lefay sí es normal, son sólo niños, da igual cual sea su naturaleza.

El que no parece tan normal con la situación es Frank Glackstone, que, aunque muestra su más seductora sonrisa de autosuficiencia, su mirada no parece decir lo mismo. Aunque intenta disimular su asombro ante lo que está viendo, parece ligeramente nervioso y a veces, incluso pierde el hilo de la conversación que mantiene.

 

CONTINUACIÓN GENERAL

Al cabo de un buen rato, el grupo nutrido de niños se quedó agotado de asaltar a adultos y gritar como posesos, permitiendo que las conversaciones continuaran en el enorme y algo frío comedor, donde en una enorme y larga mesa de madera vetusta, eficiente y elegantemente se había dispuesto todo para la comida familiar. El menú fue todo un elenco de platos de pescado, carne y salsas varias con verduras y frutas de todo tipo, totalmente alejado del típico pastel de riñones de Hogwarts o el fish and chips clásico de los ingleses. La velada acabó tras un baile informal, juegos varios para niños y adultos (los juegos de cartas parece que son un vicio familiar) y las despedidas calurosas antes de salir al exterior donde la persistente lluvia continuaba ahogando la tierra y sus habitantes. Como se suele decir, cada mochuelo a su olivo, cada uno de los jóvenes retornó a sus respectivos hogares y estancias temporales. El joven Montblanc fue recogido por su familia y asediado a preguntas en el carruaje de vuelta a las estancias alquiladas por los nuevos ricos. Julian e Ian en cambio permanecieron en casa de los Lefay, como cada año, hasta que tuvieran que coger el tren para Hogwarts.

Notas de juego

Te pongo aqui lo que he escrito, a ver qué te parece... por si me he dejado algo.

No he puesto nada para Lance porque sinceramente no sé que poner.

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28/10/2019, 18:44
Master 1
Sólo para el director

Link: https://i.ibb.co/LPDS6Pp/prophet.png

EL PROFETA: ASALTO TERRORISTA CONTRA LA LIBERTAD DE INFORMACIÓN

En la noche del viernes 3 de noviembre del año 2.000 en curso, unos vándalos terroristas perpetraron el mayor de los crímenes posibles: atentar contra la libertad de expresión y difusión de información contra un medio de comunicación. Porque ¿qué hay más propio de una sociedad civilizada como la nuestra que el derecho a la información veraz y de calidad?

Envueltos en la oscuridad de la medianoche, un grupo de malintencionados delincuentes asaltaron la sagrada redacción de nuestro periódico con el objetivo de acallar nuestra voz, destruyendo nuestro centro de trabajo. Pero el destino no quiso que así fuera y los criminales fueron atrapados en plena faena y expulsados de nuestro santuario del conocimiento, justo a tiempo para poder terminar nuestra obra y transmitírselas a todos ustedes.

¿Su identidad? Esos sufragistas tendenciosos que se hacen llamar a sí mismos, los Hijos de la Revolución. Este servidor sólo puede decir una cosa: ¡no podrán acallar nuestra voz ni doblegar nuestra voluntad de servicio a la ciudadanía!

Más información en la pág. 7

Firmado:

Albert Knox

 

Link: https://i.ibb.co/4fL4W04/HyV.png

LA HOZ Y LA VARITA: ATAQUE FALLIDO A LA PRENSA AMARILLA: ¿EL PROFETA EN EL PUNTO DE MIRA?

En la madrugada del viernes 3 de noviembre un grupo de activistas pertenecientes a los Hijos de la Revolución trataron de asaltar la redacción del periódico de tendencia conservadora el Profeta. Parece ser que trataban de impedir o sabotear la rotativa, pero el ataque resultó de escaso impacto. No ha habido que lamentar muertes ni tampoco daños materiales elevados. Los susodichos dejaron su impronta característica en la puerta de la redacción del periódico, que parece ser que les costará de eliminar. Aunque no comulguemos con su “estilo” progubernamental, nos alegramos de que no haya habido bajas que lamentar entre nuestros compañeros de profesión.

El departamento de Aurores del Ministerio de Magia está investigando y no hace declaraciones, más se augura que está claramente relacionado con la bomba en Gringotts y posiblemente con la fiesta elitista de los Swann y los asesinatos en Hogsmeade. ¿Estaremos ante un nuevo ciclo de violencia mágica oscura? Lo que está claro es que este año los aurores tienen mucho trabajo y poco personal para alcanzar a todo. Aun así, dudamos de que este sea, ni de lejos, el canto del Cisne de este periódico arribista.

 

Firmado:

James H. “Foxxie” Hegger

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29/10/2019, 09:54
Master 2
Sólo para el director

A la mañana siguiente, Connor Smith había tenido que pegarse un señor madrugón para coger la línea regular Londres - Hogsmeade desde King's Cross. Al hallarse el pueblo todavía en lockdown eran muchos los magos que, para visitar a conocidos y familiares ese fin de semana, tuvieron que hacer lo mismo que el chico y dormir un par de horas menos para poder coger el tren a las ocho de la mañana.
Con la diferencia de que nadie iba acompañado de una auror y su terapeuta squib.
La auror no le hacía mucho caso, lo que era una ventaja, pero estaba obligada a acompañar al joven licántropo hasta que le dejase en Hogwarts. Su psicóloga estaba ahí más por soporte moral que otra cosa, después de dos años ayudándole a aceptar su nueva condición no iba a permitir que una auror borde como esa deshiciera todo ese titánico trabajo de autoconfianza. Ya en Hogwarts se las tendría que arreglar solito.

El viaje no fue fácil o cómodo. Muchos estaban comentando la noticia de portada de El Profeta: los Hijos de la Revolución, tan confiados desde el escándalo de la fiesta de los Swann, habían intentado ir a por la sede del periódico. Según decían, casi les habían atrapado. Las opiniones al respecto en el vagón eran de lo más variadas. Por otro lado, algún curioso se había acercado a la auror que acompañaba a Connor para preguntarle cosas como cuánto más estarían los accesos mágicos cortados a Hogsmeade, o por qué había un alumno de Hogwarts yendo al castillo a esas alturas. Ella, ni corta ni perezosa, le soltó que estaba asegurándose de que llegaba a salvo con todo lo que estaba ocurriendo. "Menudo morro", se aseguró de comentar la terapeuta de Connor.

El chico llegó al castillo por la tarde, entre tren y carruaje pasando por un bastante incómodo registro por parte de los compañeros de su niñera auror. Connor ya se había dado cuenta de que, administrativamente, su humanidad había sido prácticamente arrancada de sus manos. Pero su terapeuta había insistido en que era mejor colaborar para llevar una vida pacífica. Fue después recibido por el prefecto de su casa y compañero, Daniel Sullivan, al que no veía desde hacía años. Por ello, se llevó un estrecho abrazo sentido de bienvenida. Por supuesto, la Directora le había puesto al tanto de su situación para ayudarle en todo lo posible, sabiendo que Daniel era un chico muy comprensivo y abierto de mente.