Partida Rol por web

Dan Meladio también ha llegado pronto. Al contrario que el taciturno mercenario se sienta en la barra para charlar con McCorman. Pese a su juventud el sacerdote es alguien importante dentro de su Orden y, sin embargo, su charla sigue siendo tan casual y amistosa como cuando era un simple novicio en Terra Santa. Es de los pocos que están en Estigma sin lamentar a cada momento su mala suerte.

- Ponme algo caliente Phillip... El Pancreator ha querido darnos hoy un día frío para recordarnos que nuestros pecados pueden apagar los Soles.

Lucas entra por la puerta con cara de pocos amigos. Aquella noche ya habia perdido una gran cantidad de fenix en las mesas de juego ilegales. La maldita suerte le estaba dando la espalda. Hacía tiempo que no conseguia una buena pista y empezaba a desesperarse. Sailor entro saludando a los sospechosos habituales y se acomodó con los codos en la barra.

-Un vaso de esa burla de vino que nos pones todas las noche, McCorman.

Al ver a Sailor, Stravos lo llama desde su mesa:

- Eh, Sailor, ¿por qué no te tomas una cerveza aquí conmigo? ¡Te recuerdo que aún me debes doce fénix de la última vez que jugamos!

Sailor se gira. Un rictus de extrañeza se refleja en su cara durante un brevísimo momento.

¿Deberle algo a Stravos? Pero si nunca ha jugado con él... De hecho ¡es la primera vez que le dirige la palabra desde que está en la base.

Enarco una ceja al escuchar que se dirige a mi. ¿Deberle algo? Pero si no le conozco de nada...

- Creo que te estás confundiendo amigo, nunca he tenido el placer de jugar contigo. Debes confundirme con otro tio interesante y atractivo.

Sigo donde estoy, dando por zanjada la conversación. Algo en ese tipo no me gusta ni un pelo. De repente soy consciente del peso de mi arma, a mi espalda, debajo de la gabardina-

- Vaya... Estaba muy borracho esa noche. Debí confundirme entonces... Es que el que habló conmigo decía que era un tipo listo y que tenía contactos para vender cosas útiles a un mercenario como yo.- mira a Sailor levantando su copa a modo de disculpa, con una sonrisa en el rostro - Tienes razón. Tú no tienes pinta de tipo listo. Olvida lo que te he dicho.

Suelta una risotada mientras le da un trago largo a su cerveza, encogiéndose de hombros e ignorando las miradas de todos los presentes.

Cojo un mazo de cartas de las que suele tener McCorman en la barra.

-Bueno, siempre estamos a tiempo de echar una partida.

Me levanto y señalo una mesa alejada y discreta.

-Veamos si estás tan borracho.

Sonrío de oreja a oreja. Puede que mi suerte está cambiando. Sacudo mi gabardina en el aire como si fuera un pianista al sentarse al piano. Apoyo mi copa de vino en la mesa y juego con las cartas hasta que mi interlocutor llegue.

Gregory entró en la taberna. La conocía demasiado bien, salvo cuando estaba realizando misiones donde buscaba su muerte, aquel lugar le permitía olvidarse de sus tormentos, al menos mientras durara los efectos del alcohol, o lo que fuera aquello que allí servian.

-Mac, ponme lo de siempre. A ver si esta es la última vez que me ves y por fin encuentro lo que quiero en mi siguiente misión.

El soldado no buscaba morir como un tonto o un heroe. Cuando le llegase la hora, sabría que por fin volvería a ver a su mujer y a sus hijos. Y si mientras podía ayudar a la humanidad a librarse de aquellas malditas bestias simbiontes, tanto mejor.

Dan se vuelve hacia Källstrom mientras Sailor se dirige hacia el fondo de la sala para jugar con Stravos.

- Los caminos del Pancreator son inexcrutables hijo. El propio Profeta sintió en sus carnes las pérdidas de muchos de sus seres queridos pero fue su fuerza la que sirvió de a los otros como inspiración cuando los Soles empezaban a apagarse. La fuerza de la desesperación, después de todo, no es más que otra de las facetas de nuestra comunión con el Pancreator.

El sacerdote irradiaba, como siempre, una cálida tranquilidad a su alrededor. Sabía de los pensamientos de Gregory y era consciente de que dificilmente iba a traerle la paz con palabras, pero no por ello dejaba siempre de intentarlo.

Stravos coge su copa y se dirige a la mesa de Sailor mientras le dice con su voz cascada de rufián:

- ¡Sabía que no me equivocaba de hombre! ¡Empezaremos con ventaja para mí! 

Ambos hombres se enfrascan en su partida al fondo de la sala, ajenos a los que están a su alrededor.

Cuando se sienta enfrente de Sailor, de espaldas al resto de la galería, el rostro de Stravos adquiere una seriedad mayor. Baja la voz mientras coge las cartas que le reparte el carroñero.

- Pensé que no te ibas a dar por aludido... Para ser un chico listo no las pillas demasiado al vuelo ¿no? O es que me tienes miedo.- rie por lo bajo. Luego su rostro se vuelve repentinamente serio - Deberías tenérmelo. Los que me joden acaban bajo tierra, tenlo en cuenta antes de contestar a mi pregunta. ¿Tienes agallas para un buen negocio de contrabando? Te advierto que es algo grande y muy peligroso: posiblemente si se enteran los de la Guarnición acabemos muy jodidos... Pero si sale bien sacaremos muchos, muchísimos fénix... Más de los que te puedes imaginar traficando con las minucias con las que tratas. Me he informado sobre ti y creo que eres mi hombre, pero si vamos a hablar de algo más que de cartas mientras estemos aquí sentados necesito estar seguro de que los tienes bien puestos... Si me la juegas te vuelo los sesos. Siempre muestro mis cartas al principio de una partida.

Cuando escucho lo que me tiene que decir intercambio sonrisas con miradas alrededor, en busca de alguien que pueda escuchar.

-Tengo que reconocer que me has cogido con la guardia baja con lo de la partida, jeje... En cuanto a tu pregunta sobre mis agallas, te diré que no se si entiendo a lo que te refieres, yo no diria que soy un contrabandista, hago una larga pausa y me acerco un poco a él...

-...No lo diria en un sitio publico com éste y a plena luz del dia.

Vuelvo a alejarme y apoyo la espalda contra el respaldo de la silla.

-...Eso si, si lo que buscas es un socio en tu empresa, soy tu jodido hombre. ¿Quieres agallas? Las tienes delante. ¿Quieres lealtad? Puedes comprala, la vendo barata...

Allí se encontraba el sacerdote. Tantas ganas tenía de olvidar, que Gregory ni se había fijado en quienes había por el lugar.

Había conocido al reverendo casi desde su llegada a Estigma. El apellido Al-Malik le traía viejos recuerdos de Shaprut. Y aun así, aquel hombre había intentado cambiar su forma tan negativa de ver todo desde el principio. Eso no se le podía negar, paciencia tenía, y más con alguien como Greg, que sentía que su vida no era más que continuas caidas al pozo de la amargura.

-Padre, no intentes venderme todo eso. El Pancreator se olvidó de mi familia cuando más le necesitamos. Por lo tanto yo tambien se olvidarme de él.

El soldado suspiró. Siempre le decía lo mismo al reverendo, pero aquellos sacerdotes eran demasiado duros de mollera.

- Comprar tu lealtad... eso ha estado bien. Mira, hablamos el mismo idioma.- Stravos lanzó una carta a la mesa simulando que jugaba - ¿La compraría 15.000 fénix*? Y eso sería sólo el principio. Si la cosa nos sale bien podríamos hacer varias operaciones... todo dependerá de como vaya el asunto.

15000 fénix? ¿Que quiere este tipo de mi? Me pregunto.

-¿Estas de borma? Por ese dinero mataria a mi madre y venderia su cadaver. Bueno, para eso antes tendria que encontrarla, ya que nunca la conoci. Pero incluso eso entraria en lo que haria por ese dinero.

Hago una pausa.

-Dime, ¿A quien hay que matar, como se dice comunmente?

Me descarto de una de mis cartas, siguiendo con la pantomima.

- No necesitamos matar a nadie.. salvo que nos descubran. Escucha: ¿sabes lo que es un Respirador?

Sailor reprime un respingo. Incluso un tipo como él se pone nervioso cuando se hablan de estas cosas. Claro que sabe lo que es un Respirador. Es una masa gelatinosa obtenida de los simbiontes... de alguna forma funciona como una especie de pulmón en una nave espacial, concediendo un aire respirable y mucho más sano que el que producen las máquinas de atmósfera. Ese tipo de tecnología está prohibida por el Imperio y por la Iglesia y su tráfico se paga con la muerte normalmente. En realidad Lucas nunca ha visto un respirador funcionar pero según tiene entendido crece desde ser una masa del tamaño de un cuerpo humano hasta convertirse en una especie de 'plaga' benigna que habita en el interior de los tubos de respiración. En ese momento desarrolla una especie de pluma gigante que sale por el exterior de la nave y que aprovecha la luz del sol para cargarse. Esa pluma, de varios metros de largo, es demasiado visible cuando está desplegada para que una nave pueda mostrarla en un espacio vigilado. Los principales compradores de esta mercancía tan prohibida son precisamente los traficantes, contrabandistas y forajidos. Un negocio peligroso por todas sus aristas.

- Veo por tu cara que lo sabes.- continúa Stravos - Pues bien: tengo quien nos puede conseguir hasta tres de esos juguetes. Y lo más importante: ya les tengo compradores. Sólo necesito que alguien cierre el trato y entregue el dinero a nuestro hombre, asegurándose de que el envío llega a Gulliver. Luego los tendremos que pasar por delante de las narices de Tanhauser y sus hombres, pero tú tienes contactos en el astropuerto ¿verdad? ¿Qué me dices? En la primera operación, si logramos colar esos tres Respiradores podríamos sacar 15.000 fénix limpios... Y abrir mercado para más. Iremos a medias en todo: yo cubriré tus espaldas y tú las mías. 

El mercenario frunce el ceño intentando leer en el rostro de Sailor una respuesta.

La puerta de la taberna se abre y entra Morrigan. Morrigan es el jefe de mecánicos de la Base Gulliver. Probablemente pocos carroñeros puedan ostentar un cargo con tanta importancia como él. Va, como siempre, con su mono de trabajo. Necesita un buen afeitado y de paso lavar esas manos llenas de grasa, pero para Morrigan el aspecto no tiene importancia cuando se trata de arreglar un VT averiado. No es demasiado hablador: piensa que hay demasiada gente que habla demasiado y hace poco. Sólo hace una seña a McCorman para que le sirva.

El viejo soldado retirado le sirve un café al recién llegado mientras interpela al padre Dan:

- Mejor deje en paz al muchacho padre, no creo que esté para sermones. He oído que la semana que viene habrá una inspección en el Cañón Esperanza. ¿Habéis oído algo de eso? Que Morrigan, ¿te traerán más planchas de acero? ¿Estarás así más contento?

Morrigan no contesta más que con un gruñido, sin dar chanza al tabernero.

Cañón Esperanza es un pueblucho minero al norte de Karma. Sus minas, controladas por la familia Hazat, son las principales sumistradoras de metal de esta zona, sobre todo para la Base Gulliver. El hecho de que haya una inspección significa probablemente que algún noble de esa casa viene de excursión a Estigma: aterrizará en Gulliver, viajará rápidamente hasta Esperanza y volverá igual de rápido a su planeta de origen para contar que estuvo en Estigma, como una aventura más de tertulia. Las inspecciones normalmente las realizan unidades civiles que van escoltadas por militares por si pasa algo, aunque tan lejos de la Línea es raro que los simbiontes realicen un ataque.

-Joder, respiradores...esa mierda es peligrosa, tio. No me extraña que vayas con pies de gato, por este tipo de cosas puedes acabar muerto o peor. En principio me interesa pero tengo dos puntos que me gustaria aclarar:

1-En cuanto al precio...¿Esta cerrado ya con el comprador o podriamos sacarle aún mas? Si me voy a jugar los huevo así quiero que sea por el maximo provecho posible.

2-Por otro lado, quiero saber de dónde han salido esas cosas. No quiero encontrarme con sorpresitas cuando este moviendo el material por la base.

Fijo mis ojos en la figura del mercenario, intentando sacar alguna pista de su estado emocional

Gregory giró la cabeza cuando escuchó la puerta abrirse. Morrigan, aquel hombre tan peculiar, que aparte de chismes y cachivaches, fueran grandes o pequeños, parecía que no sintiera interes por nada más. Parecía haber terminado su turno.

Entonces salió a relucir el tema de Cañon Esperanza. Un misión demasiado aburrida, que solo servía para rellenar informes y satisfacer a los Hazat. Y el que apareciera uno de los integrantes de aquella familia, hacía que fuera peor.

Recordando de pronto que algunos compañeros se habian ido hacía apenas un dia.

-Oye Mac, ¿se ha sabido algo de Eco 3? segun tengo entendido el maldito Casmir va en esa misión

Greg miró de reojo a Dan. Una cosa era un padre como él, y otro un loco como aquel maldito avestista.