Partida Rol por web

La criatura se revolvió nervioso, comos i docenas de escalofríos le recorrieran el cuerpo a la vez. Acabó cabeza abajo, flotando en el espacio.

El tecnosacerdote asió el rifle por el cañón y la culata, para intentar detener el salvaje ataque del xeno. Su instrucción en el cuerpo a cuerpo era escasa por no decir nula -lo suyo eran las maquinitas, los motores, los cacharros mecánicos- así que no consiguió evitar el brutal ataque enemigo.

- ¡Argh!-

gritó al sentir como las garras del animaloide reventaban sus irrisoria protección y salpicaban con su sangre el suelo.

-¡Muere maldito cerdo!-

gritó Slavick al apretar el gatillo. Pero le temblaba todo, los brazos, el tronco y su malograda y sangrante pierna que estaba hecha una auténtica basura.

Falló.

Por lo más sagrado, debo de ser el hombre armado más inepto de la galaxia, ¿como he podido fallar tan cerca?

se inquirió a sí mismo al ver una melladura en el suelo producto de su disparo.

El Dr. Linus falló, los perdigones se clavaron en la pared. El arbitre lanzó una nueva ráfaga contra el xeno. Su dura piel absorbió la mayor parte del daño de la única bala que logró alcanzarle. Crairman conjuró poderes psíquicos que hicieron convulsionarse a la bestia, pero Anton, herido, no pudo hacer nada aun con su enemigo indefenso. De indefenso nada, se levantó con furia y siguió lanzando salvajes cuchilladas contra el tecnosacerdote, buscando amputarle la pierna.

Todos lo notaron. El repentino cambio de gravedad. Sus trajes se hicieron más pesados y todo lo que estaba flotando cayó al suelo, arrastrado por la gravedad. No podían ver el aire, pero sí cómo los pergaminos y partículas de polvo eran empujados por él.

La Ejulve tenía energía.

Ese maldito animal estaba haciendo trizas a nuestro compañero y había que remediarlo como fuera. Concentrando una pequeña cantidad de mis reservas de energía volví a encontrar el sistema nervioso de aquel ser y lo estrujé como la anterior ver. Luego, apunté contra la cosa y volví a disparar otro tiro que impactó en su carne. !Maldita sea! Exclamé por el sistema de comunicaciones. !Hay que acabar con el ya mismo! !Afinar la puntería!

Nicodemus revisaba alrededor esperando que otros xenos se les echaran encima. Entonces la gravedad volvió, había energía aunque no sabía si eso era bueno o malo. Viendo lo que el bicho estaba haciendo con Anton decidió asegurar el tiro y acercarse pero el combate estaba trabado y falló el tiro por miedo a matar al tecnosacerdote

JOooder, la herida estaba manando sangre a borbotones y en breve, el tecnosacerdote Slavick la palmaría, de seguir así. Debían eliminar al inmundo bichejo cuanto antes para tratar el salvaje desgarro. Además, Anton no aguantaría otra embestida del xeno.

El tecnosacerdote intuyó las pérfidas intenciones de su oponente y levantó el rifle a tiempo de detener el nuevo ataque que le envió, otra vez contra su pierna herida.

Aquel cabrón era duro, pero Slavick aguantaría.

Anton intentó desesperadamente traspasar las defensas del xeno pero con un culatazo de su fusil poco iba a hacer. O sus compañeros le echaban un cable o moriría irremisiblemente.

De pronto todo salió mal. Intenté curar las heridas que aquel ser había generado en mi compañero, pero no lo logré. Realizar aquella acción requería un gasto de energía que no logré reunir, y por tanto no conseguí aliviar las laceradas carnes de nuestro compañero. El fallo en aquel intento izo que me desconcentrara y todo se fue al garete, el disparo que realicé también cortó el aire sin darle a nada.

Anton se giró y adoptó una postura que le permitiría detener el ataque del xeno. O lo intentaría al menos, no se iba a dejar matara así, por las buenas, como un cordero ante el sacrificio. Aún tenía muchas cosas que descubrir, nuevos motores que investigar, tecnologías que descubrir y máquinas que diseñar.

No señor, no palmaría allí, en una puñetera nave dejada de la mano del Emperador.

Nicodemus se encomienda al Emperador y dispara la última ráfaga de balas perforantes de su pistola rogando porque eliminen al xeno. Las balas impactan todas contra el bicho pero su dura piel las frena a pesar de sus propiedades de perforación.

- Mierda, disparardle todo

La suma de impactos causó heridas a la criatura, que se resintió, su oscura sangre manaba de las heridas y se movía con más lentitud. Eso no le impidió buscar la cabeza del tecnosacerdote con su boca, con oscuras y desconocidas intenciones,  errando en el proceso.

Por alguna extraña razón, no conseguía hacer que las heridas de Anton cerrasen. Era algo que me estaba frustrando en gran medida, mientras veía como aquel ser se salía de rositas. Apunté y realicé otro disparo que impactó en su cabeza, la cual esperaba que estuviera menos protegida.

El animaloide falló por poco, una sucia garra pasó cerca de la cabeza del tecnosacerdote con claras intenciones de decapitarlo. Anton agradeció al sagrado Emperador de Terra que tuviera su mirada puesa en él, de otro modo habría muerto tiempo ha.

Slavick se posicionó lo mejor que pudo, asiendo el rifle por la culata y el cañón a modo de vara defensiva. Algo haría, pensaba el especialista, contra los ataques del condenado bichejo.

Por otra parte, Anton sentía como debajo del traje de protección y sus ropajes, la grave herida que el xeno le había infligido soltaba sangre sin parar, de seguir así moriría en breve, de hecho ya notaba como iba perdiendo fuerzas. Esto tenía que acabar rápido.

EL arbite mueve instintivamente un dedo y el arma pasa a nutrirse de un cargador de balas normales. Nuevamente lanza una rociada a máxima capacidad esperando destrozar la piel del xeno...pero solo una de las balas impacta

El Dr Linus dio un paso al frente, superando su temor por la criatura y, tal y como mandan los preceptos del Ordo Xenos, purgó a la criatura con fuego. Las postas ardientes de su escopeta primero penetraron en la criatura, y después se incendiaron, en menos de un parpadeo toda la criatura comenzó a arder en una gigantesca deflagración (prueba irrefutable de la presencia de oxígeno en el aire). La criatura dio algunos pasos errantes antes de desplomarse contra el suelo, aún en llamas. La pira arrojaba una luz rojiza sobre el suelo.

La runa escarlata del panel de acceso se apagó, en su lugar se iluminó una verde. Los cerrojos de seguridad del puente de mando se abrieron con un sonido seco; y la doble puerta del puente de mando se abrió por completo. Estaban contemplando una nueva carnicería.