Partida Rol por web

Para el resumen de los eventos, capítulo a capítulo.

I. El experto

Primero llegan las sonrisas, luego las mentiras. Lo último son las balas.

Informados de que el verdadero objetivo de la misión era el rescate del Inquisidor Eisenhorn (Ordo Xenos) y la eliminación inmediata de uno de sus colaboradores, el Dr. Steve Smith, a los acólitos se les asignó un inesperado compañero de misión: el Dr. Linus del Ordo Xenos. Otro de los hombres de confianza del desaparecido Eisenhorn, sin duda para convencer al Inquisidor de que los acólitos no eran un grupo rebelde vesperiano. El Inquisidor Ravenor, superior de los acólitos y supervisor en persona de la operación les había proporcionado una unidad de la Guardia Imperial para que les acompañara, y un considerable equipo y arsenal para que cumplieran su cometido.

Lo cierto es que la información acerca de la tripulación y el estado de la Ejulve, así como su lealtad, era poco específica, y sólo tenían la certeza de que la nave había sido atacada y vagaba por el espacio, en rumbo de reentrada en Vesper. Un pecio espacial contaminado por una neurotoxina, con un preocupante fallo de energía y un Inquisidor en su interior. El deber del acólito finalizaba en lugares como éste.

Pertrechados con un equipo de excelente calidad recorrieron las entrañas de la Orgullo hasta el hangar donde les esperaban sus transportes y los guardias imperiales asignados. La tripulación ultimaba los preparativos de la operación previa al desarrollo de la batalla. La Orgullo del Sacerdote no iba a combatir, pero era el protocolo en estos casos. Los guardias imperiales, cuya lealtad les habían asegurado, tuvieron un conato de rebeldía al querer algo de información sobre la misión; de la cual no tenían conocimiento alguno. Nicodemus, conciliador con la tropa les aportó lo que debían saber, sin excederse en los detalles. Fue suficiente para la tropa, que embarcó con presteza.

Pese a tener prioridad en el despegue los acólitos fueron retenidos sin causa aparente en la cubierta de vuelo. Cuando ya se estaban impacientando supieron el por qué: los vesperianos habían lanzado una andanada de torpedos desde el Emperador sabía dónde, y uno de ellos había impactado en la Orgullo del sacerdote. Sin daños graves, en principio. Una serie de órdenes imperativas hizo que los pilotos de los hydrex despegaran detrás de los cazas de escolta que en ese momento salían como perros de presa en busca de los torpederos ligeros que sin duda estaban en las inmediaciones de la flota.

Alejándose de la flota y del conflicto el equipo de incursión puso rumbo a la Ejulve, para aclarar por fin de qué lado estaban sus tripulantes.

II. Incursión

La vocación del arma es el blanco

Las cosas empezaron muy mal. El grupo de incursión, que se aventuró, valiente y estúpido, de frente hacia la Ejulve, fue cortésmente recibido por el fuego anticaza de la Ejulve. Tres de los transportes fueron destruidos durante la aproximación, un cuarto acabó impactando contra el casco de la nave y sólo el de los acólitos llegó, dañado, hasta el hangar de popa. Habían tenido suerte, su artillero, no. El hombre había muerto al comprobar el blindaje de su casco, y los restos de su cabeza decoraban macabramente el interior del hydrex.

Comprobada la ausencia de presión y atmósfera abandonaron el transporte para indagar en los ordenadores de a bordo sobre lo sucedido. En el hangar de popa estaban los cadáveres de docenas de operarios acribillados, despedazados o asfixiados. La nave parecía muerta. Abriendo por las bravas la compuerta de la sala de control se encontraron con un hallazgo sorprendente, una IA. ¡Herejía! La IA les facilitó datos acerca de la nave y sus componentes, aunque básicamente la información era: todo está mal, no hay energía, os ayudaré en lo que pueda que no es mucho.

Dada su naturaleza los acólitos desconfiaron de ella, y desconfiaron de la nave en sí cuando fueron atacados por dos temibles xenos. Por fortuna los acólitos estaban bien entrenados, uno de ellos cayó por la fuerza de los acólitos y el otro fue desintegrado por el cañón láser de su transporte. Su presencia en la nave respondía a la duda sobre los cadáveres, pero aportaba más preguntas que requerían respuesta. Linus parecía saber algo acerca de ellos, peor no consideró relevante que lo supieran. Era un asunto del Ordo Xenos.

Ordenaron a su tripulación que protegiera la nave, su vía de escape mientras inspeccionaban la zona. Exploraron las zonas próximas al hangar de popa, no fueron muchas. La mayoría de la compuertas estaban selladas, había fugas por todo el casco y faltaba energía para hacer funcionar casi cualquier sistema. Dieron con una línea de monorraíl interno, pero la insuficiencia energética impedía utilizarlo. Decidieron seguir las vías para desplazarse, pese a la oscuridad.  

A través de ellas encontraron algunos puestos de barricadas, que habían caído con sangriento resultado. Se adueñaron de una ametralladora pesada para reforzar su potencia de fuego. En una de las estaciones de monorraíl encontraron energía, luces y una corriente eléctrica. También tenía barricadas destruidas, varias líneas defensivas y un siniestro mensaje escrito con sangre "Evacuar esta zona inmediatamente". Debía ser un lugar vital, para que la energía restante de la nave se destinara a aquel lugar. No sólo eso, encontraron un superviviente.

III. Tripulación prescindible

El genio de la lámpara, Jeremy Davies, autor del mensaje de socorro de la Ejulve, hizo una entrada triunfal desplomándose sobre los acólitos. Parecía recién despertado de una alta dosis de obscura. Balbuceaba, babeaba, hacía estupideces y era poco más que un molesto acompañante. Se extrañaba de que hubiera un tecnosacerdote vivo. Pero era el primer ser humano vivo que encontraban, quizá pudiera dar algunas respuestas. Aún estando tan perturbado como para llevar una granada con un cordón de zapato como seguro.

Se enfrentaron con éxito a cuatro xenomorfos, gracias fundamentalmente al aura de terror que Crairman inspiró combinado con los proyectiles bolter del arbitre. Una vez terminado el tecnosacerdote puenteó la energía de la sala médica B hasta la línea de monorrail. Un vagón se aproximó...su transporte estaba macabramente decorado con restos de humanos y xenos. Gajes del oficio.

El viaje no estuvo exento de incidentes, los enfrentamientos verbales con Linus prosiguieron, el sarcasmo y su actitud pasiva-agresiva no eran bien recibidos. Tampoco el frenado de emergencia que evitó que su vagón colisionase con otro en la vía. Su vagón era el único con energía...o eso parecía pues el sistema de limpieza y reparación de los túneles funcionaban. Una grúa despejó el camino. Aprovecharon la pausa para indagar más sobre Davies, les dijo que Smith (uno de los objetivos, a eliminar, de la misión) había abierto las jaulas, soltando a los xenos por la nave. Muchas preguntas...

Al llegar a la estación del puente de mando uno de aquellos xenomorfos, de los grandes y peligrosos se abalanzó sobre ellos, hiriendo en repetidas ocasiones al tecnosacerdote, que a punto estuvo de perder la vida. El bolter de Nicodemus quedó inutilizado y el inicial éxito del psíquico quedó mermado el resto del asalto. La brillante actuación de un proyectil incendiario del miembro del Ordo Xenos salvó la situación; Linus estaría aún más insoportable. La puerta del puente de mando se abrió, mostrando una nueva carnicería. Anton esperaba que el psíquico sancionado curara su heridas...los demás esperaban encontrar algo de valor para el Inquisidor.

IV. Sala del reactor

V. Plaga

VI. Purga

VII. Éxodo

Experiencia

I. El Experto: 60 PE (+30 Crairman, +20 Nicodemus)

• Informarse sobre el gas: 10 PE
• Aclarar las responsabilidades de Linus: 20 PE
• Informar a la tropa: 30 PE (¿Todos?)
• Imponerse sobre los guardias imperiales: 30 PE (Crairman)
• Obtener información sobre la flota vesperiana: 20 PE (Nicodemus)

II. Incursión:

• Restablecer atmósfera: 20 PE
• Post de pirateo informático: 20 PE (Anton)
• Piratear el ordenador: 30 PE
• Descubrir la herejía de la IA: 20 PE
• Abrir la enfermería: 30 PE