Día 0

La batalla no parece tener fin, a duras penas os podeis mantener en pie, pero habéis luchado hasta llegar aquí juntos, pero nadie podría precedir el último movimiento de Rakedus: Fusionó su mente con la máquina en un intento por derrotaros a todos de un sólo golpe.

El Leñador sostiene su hacha con las dos manos, mostrando sus dientes y algunas heridas, pero infatigable, a su lado se alza el siempre imponente Demódinus quien avanza sin cesar, quedando Alana bajo su sombra protectora, también cabe destacar la risa casi desquiciada de Ananistra en el flanco diestro del enemigo común.

Brontes, el Artesano, se alza con su mejor arma al lado de Hyent'nrám, quien a sus pies tan sólo puede observar las escamas sombrías que parecen desvanecerse lentamente, Eladrín parece querer calmar y proteger a aquel ser que se encontraba de su lado, no obstante, es Vivianne quien se adelanta para defender al peculiar equipo cuya espaldas son guardadas por Trahorn Martillodivino, encargándose así del flanco siniestro del enemigo común.

El pequeño Little Tolen está fatigado y magullado, pues sus poderes desean consumirle, así mismo Eir le cubre con una capa de hielo intentando mitigar las llamas que desprenden las invocaciones de Neryastra Quiebraplanos, quien batalla del lado de un Ifrit gigante, tan sólo Ukhova, Elegida de Uriel es capaz de mantener el ritmo, no obstante, los peores golpes se los lleva una férrea Baddel que no retrocede ni un paso en el flanco trasero del enemigo común.

Vicfire desde la distancia organiza los ataques combinados aéreos y terrerestres de Amsu y de Dork a la perfención, quienes se ven envalentonados sin temor en absoluto por Cell, mientras el caótico ser llamado Sorya otorga fuego de cobertura a todos ellos en el flanco frontal del enemigo común.

Espalda con espalda el Capitán Greed cubre a Lady Sirbania mientras entre ambos defienden la posición, como un desafío a ver quién de los dos es mejor espadachín, aunque ninguno de ellos dá su brazo a torcer, parece que ha nacido una buena compenetración entre ellos, sin guardar ningún flanco, buscan llegar hasta el enemigo común sin cesar.

Phi Kelek dispara sus flechas desde una posición que la propia Sharë Ond se encarga de asegurar con sencillos trucos de gravedad y moviendo las rocas como corresponde, siendo aprovechados tales movimientos por la magia natural de Taire Shule y facilitándoselo con pequeños temblores y raices que quiebran la corteza. Y'aimm del Séptimo Océano no tiene ningún problema en alzar muros de agua que se tornan maremotos contra su oponente, apoyando todos ellos al resto de flancos en lo que resulte necesario contra el enemigo común.

En algún momento de la batalla, una enorme explosión de energía...

Todo parece perdido, el espacio, los rayos surcando el firmamento... Liquidando a algunos de los pocos supervivientes. Atrapados en mitad de la nada, y en todos lados a la vez, en el interior de la máquina... Aunque por fortuna para ellos, Rakedus no dá señales de vida, no se le vé por ningún lado, de modo que han triunfado, aunque hayan sido condenados a la desaparición en el olvido.

Entonces Cell alza la voz, aquel que ha sido el guía para muchos, un sencillo paladín humano del cual pocos saben algo o nada sobre sus orígnes, una voz que a todos os llega, entre los truenos y relámpagos. Una voz que cambiará vuestros destinos y vuestra visión... Y la del resto de la existencia.

"¡Todos tenemos que unirnos! Si lo hacemos conseg..."

No obstante, no llega a terminar la frase, pues un enorme rayo lo parte por la mitad, un rayo que resuena con una risa desquiciada mientras penetra por su armadura y le hace liberar destellos de distintos colores que amenazan con que vosotros seréis los siguientes. Cierra los ojos pero no regala un grito desgarrador a sus enemigos, en su lugar, sencillamente extiende la mano y una luz os impulsa a gran velocidad.

Caéis por el vacío al menos durante dos minutos, siendo incapaces de controlar, de volar, ni siquiera de gritar, sencillamente deseando no convertiros en un bonito puré de carne y huesos al llegar al suelo.

Aunque por fortuna para vosotros, una hierba mullida detiene, de modo increíble, el golpe que os deparaba el destino. Al mirar alrededor es sencillamente asombroso.

Los rayos de distintos colores, lo rápido que ha cambiado el lugar... Está claro, nada es firme, pronto comprendéis que debéis de emprender un viaje, una batalla donde muchos de vosotros morirán, que debéis estar unidos, como imploraban las últimas palabras de Cell, el que os ha traído a un lugar de reposo para vuestras heridas, a un lugar donde nadie puede morir. También lo comprendéis... De algún modo inimaginable, Rakedus sigue entre vosotros, o quizá sólo sean seres ávidos de su poder. No obstante, recordar que la unión hace la fuerza y que es la mente quien controla los rayos caóticos que surcan el cielo.

Cualquier cosa que suceda y que no suceda, desde este preciso instante, es únicamente cosa vuestra...

La batalla había estado bien. Pocas más grandiosas recordaba. En mitad de la escaramuza no entendió las órdenes de Vicfire cuando intentó organizar la batalla, pero pronto se dejó envolver por su ímpetu, añadiendo saetas de pura energía a los esfuerzos comunes. 

Aquel ser tenía que ser destruido. Sencillamente era demasiado peligroso. El Caos es creación, descubrimiento... pero si vencía ya no quedaría nada más que descubrir. ¡Eso no podía ser!

Después ya no fue tan divertido. La muerte del humano que luchaba a su lado trajo consigo una explosión de magia que fue capaz de hacerle experimentar algo que no había sentido en mucho tiempo: miedo.

Caía. Sus alas no respondían, el fuego no acudía a su llamada. Casi no podía moverse, ni gritar, ni buscar las grietas de realidad para desvanecerse entre los planos. La asfixiante sensación terminó junto con el contacto de las hierba húmeda. Quiso volar, ganar distancia entre el resto de seres que seguían llegando, pero el viaje le había robado el aire incluso del alma, y tras unos pasos, apenas se elevó con un aleteo de sus alas inmateriales para encaramarse en una roca alta. Haciéndose un ovillo, con aspecto más animal que humano, Sorya comienza a lamerse sus heridas, sin dejar de observar al resto de luchadores con evidente curiosidad.

La espada llena de sangre por la batalla gotea, la inquietud me gobierna, no se que pensar en este caos tremendo que surca este lugar, el mensaje sin terminar me hace pensar que algo realmente horrible se esta ocultando en estas tierras alejadas de la bondad de los Dioses, es la fiera furia de quien es y quiere pelear por un estatus. Camino sondeando mi espada con curiosidad, esperando que suceda cualquier cosa... mis ojos aún piensan en la batalla.

La batalla porfió termina, aquel que ha hecho de nuestro líder parece querer decir unas palabras, estoy pensando en elegirle a el pero, de repente, cae un rayo partiendo-le en dos, interrumpiendo sus palabras. Y mientras muere, nos impulsa a lo que diría que es otro plano, rodeados de la energía del caos que nos impide hacer cualquier cosas, mis pies no se mueven, no puedo usar mis botas, hasta que por fin caemos, sobre la mullida hierva, el paraje es hermoso.

Un bosque? Un lago no lo es, es raro, pero parece lleno de naturaleza, y de caos, unos rayos de caos envuelven el cielo dándole al paraje una vista mas mística y hermosa. Sorya es el primero en levantarse, subiéndose a un árbol y lamiendo sus heridas, seguido luego de Lady Sybarnia quien no parece hacer nada, cuando se me pasa el aturdimiento por el golpe, me levanto y recojo mi arco.

Comienzo a expolsar mis ropas y acto seguido camino hacia un árbol diferente al que esta Sorya, y le arranco algunas ramas, saco una pequeña navaja, y empiezo a recortar las ramas, para hacerme nuevas flechas, mientras digo en alto a los demás

habrá que ver que hacemos de ahora en adelante y viendo como cada uno es de un lugar tan distante y no vamos a entendernos, creo que necesitaremos algún tipo de liderazgo, ya que Cell ha caído

digo sin siquiera mirar a nadie, solo los prototipos de flecha que estoy haciendo, con una voz mas bien ausente, como si me desatendiera de todo, como si ni me importara lo que les pase

Eladrín había perdido su vista como tributo a su diosa, cuando sus ojos se sumieron en la oscuridad ningún sentimiento de odio ni rencor acudió a su puro corazón, ella era una insignificante pieza dentro del basto entramado del universo, y si la diosa en su misericordioso amor había decidido arrebatarle la vista para salvar a su pueblo lo aceptaba con honor.

 Sin embargo Eladrín también era una guerrera y nunca se conformó con ser una mera sacerdotisa, las espadas eran necesarias para proteger a los puros, gracias al desarrollo de sus demás sentidos manejaba sus espadas gemelas con una soltura envidiable, peor había momentos, como aquel, donde todo era caos y destrucción, en los que echaba de menos la visión perdida. 

No veía el rostro de sus aliados, sabía que debía protegerlos pero no era lo suficientemnte fuerte, entonces el humano empezó a hablar pero fue interrumpido, Eladrín por los sonidos que le llegaban intuyó que tuvo que ser atravesado por una terrible fuerza, el viento casi pareció quebrarse y una terrible fuerza la arrojó volando hacia el infinito. Habría gritado, pues por primera vez en su larga vida sintió pánico, sin embargo sus labios permanecieron sellados y cuando su cuerpo aterrizó en una superficie blanda volvió a recuperar su paz. Se incorporó con elegancia, envainó sus armas y centró su mente en el resto de compañeros que habían llegado. Parecía que varios de sus compañeros de armas se habían levantado, no podía verlos, pero intuía que uno de ellos era el ser extraño llamado Sorya, poseía el aura más cambiante e intrigante de todas, percibió también el brillo inconfundible de una guerrera que por su rudeza parecía tratarse de Lady Sybellya y por último un hombre de su raza que hablaba sobre buscar a un líder, a él lo reconoció por su voz, se trataba del elfo mensajero Phi Khelek.

- Tan raudo como siempre mi querido Phi, pero quizás habría que examinar primero la situación en la que nos encontramos antes de coronar a ningún rey- le sonrió sin malicia, para a continuación adquirir un tono mucho más serio- percibo el mal de Rakedus como si se hubiera dispersado, son sombras que parecen querer cobrar su tributo en sangre.

Al menos ese malditos caos ya ha terminado. Es lo primero que pienso cuando todo deja de temblar. Al abrir lo ojos veo un lugar tranquilo y la pelea de hace unos minutos parece lejana. La mayoria de los guerreros que participabamos en la vatalla tambien estan aqui, y oigo a uno de ellos hablar sobre liderazgo, tuerza la nariz. Malditos elfos y su mania de organizarse...

Maldito mago loco... Su ansia de podar sera su fin, y el de todos nosotros.

Tienes razón, Eladrin, algo debe de quedar de el

alzo mi mirada hacia el cielo

esos rayos.... son hermosos.... pero sin duda, tienen alguna relación con Rakedus

dirijo mi mirada hacia brontes

no si podemos evitarlo, solo hay que hallar la forma de pararlo

No podía creer lo que acababa de ocurrir. Se había desvanecido delante de mis propios ojos y ni Brontes ni yo fuimos capaces de hacer nada. Pero no iba a derramar ni una sola lágrima. No. Iba a conseguir que volviera a mi lado, o yo me iría al suyo. Levanté la cabeza para lanzar mi ataque mas feroz, pero de repente una explosión, unas palabras inconclusas y un empujón me alejaron de ella.

A raiz del empujón comenzó una caida que pese a ser relativamente corta me pareció una eternidad, unos minutos interminable.
Mientras me precipitava cerré los ojos, no tenía fuerzas ni para intentar volar. Parece ser que al final iba a reunirme con ella y en cierto modo era un alivio, por ello me dejé llevar por la caida esbozando una sonrisa y vislumbrando su rostro en mi mente con la esperanza de que volvería a verla pronto.

Sin previo aviso llego un golpe que me hizo arrastrarme varios metros a lo largo de una hierba inusualmente mullida, y al hacer tope con una roca, me veo obligado a abrir los ojos.

Oigo voces en mi espalda, entre las que distingo la de mi compeñero de batallas, Brontes.

Miro el suelo bajo de mí. Acaricio la hierba. Ella ya no está.
- Necesito volver con ella!! Pienso para mis adentros y de repente, como saliendome del alma dejo salir el mayor rugido que un dragón pueda hacer sonar.
- ¡¡¡¡¡ RRRRRRRRRROOOOOOOOOOOOOOOOAAAAAAAAAAAAAAARRRRRRRRRRRRR!

Me levanto y doy un giro tan bruscamente que me dolió, entonces intento fijarme en quienes me rodean. Tengo que encontrar la forma de volver aunque eso signifique arrancar el corazón a Rakadeus de un mordisco. Tengo que encontrar a Rakadeus.

Dork atacaba sin descanso, no permitiría que el enemigo descansase. El enano comenzaba a agotarse pero la victoria se encontraba cercana. ¡Tiene que estar molido!, ¡somos más! ¡muchos más!, ¡este no se escapa!

-¡Te haré morder el polvo, desgraciado!

Dork combatía con fiereza junto a su amigo Cell.

De repente los sentidos del enano se nublaron completamente, todo sucedió a cámara lenta. La imagen se tornó borrosa debido a una gran explosión que debió acontecer durante la batalla. Caos, confusión, aturdimiento,...

Su enemigo ha desparecido así que la victoria es suya. Su compañero alza la voz, pero el enano no llega a entender bien sus palabras, sus oídos le impiden escuchar con claridad. Está abotargado. Sólo ve la cara de Cell que pasa de una expresión seria y decidida a una expresión de tremendo dolor e inequívoca de que su vida se extinguía.

Dork corrió hacia su compañero para auxiliarlo, pero sin saber el motivo fue empuja por su propio compañero que emitió una luz cegadora.

Caía, no podía agarrarse a nada. Faltaba aire, sus pulmones no respondían. Intenta mover la mano como si pudiese volar preso de la desesperación pero sólo conseguía caer y caer y caer.

¡Los dioses del infierno cenarán papilla esta noche! Dijo mientras caía, a pocos metros de terminar con su cuerpo estrellado contra el suelo.

Sin embargo nada de eso ocurrió, su cuerpo aterrizó bruscamente cobre un lecho de hierba. El golpe fue menor de lo esperado. El enano comenzó a tocar cada parte de su cuerpo para corroborar que no había terminado hecho trizas. Su brazo izquierdo, su brazo diestro, sus pequeñas piernas y finalmente se frotó la cara. Milagrosamente esta vivo y entero. ¡JA! Nada puede acabar con un enano, somos duros como rocas. ¡Los dioses me quieren!

Rápidamente miró a un lado y a otro y vió que todos los camaradas con los que batallaba estaban vivos también, por lo que su alegría disminuyó, pues su proeza no era tal al parecer.

Parece ser que es más fácil sobrevivir a una caída de cientos de metros que una enana acceda a tus pretensiones. ¡Malditos todos! El enano refunfuñó.

Levantándose y limpiándose la ropa como si estuviese recubierto de una capa de polvo miró a todos lados, pero Cell no se hallaba entre ellos.

¿Alguién a visto a Cell? Empezó a apartar a unos y a otros de forma brusca buscando a su compañero.

-¡Quita de ahí, bicho! Dijo empujando a la elfa ciega para ver si su gordo culo había aplastado el cuerpo de su compañero.

¡CELL! gritó.

¡CELL! gritó de nuevo, pero nadie respondió.

Entonces Dork comprendió lo sucedido. Comprendió el sacrificio de su compañero. Comprendió que nunca más volvería a verlo. Comprendió que a partir de ahora caminaría sólo. El enano cayó de rodillas al suelo desconsolado.

¡CELL, NOOOOOOOOO!

Greed se levanta algo aturdido y bastante agotado. -Que es este lugar? Mira su espada manchada de sangre y despues y dirige su rostro hacia Sybarnia con una sonrisa que no se ve bajo su mascara. - Has combatido bien, casi tanto como yo

Abre una botella de ron, levanta un poco la mascara, lo justo para poder beber pero que no se le vea la cara y le da un buen lingotazo. -Aaah no hay nada mejor que el Ron para recuperar fuerzas. vuelve a encorchar la botella y se la guarda debajo de su Abrigo tres cuartos

Mira hacia todos los presentes. Parece que todos son buenos guerreros. cuando de repente parece buscar a alguien mas. - Donde esta el paladín, ha caído?

Detrás de las sombras  protectoras de Demódinus, me voy asomando con cautela y con caminares sensuales hasta ponerme delante de él y ver qué está pasando.
Sabía que alguna batalla nos iba a unir a todos los presentes, pero escuché una voz que daba un mensaje que no pudo acabar de decirnos. Seguido de ese mensaje mis ojos vieron unas luces. No entendía muy bien que estaba pasando y que era todo aquello.
Por lo que no seguí caminando me quedé en mi lugar y vi como iban llegando poco a poco los demás, mientras algunos ya empezaban hablar.
Me decidí hablar, pero de manera tranquila y sensual.

Phi Khelek, no corráis tan pronto en buscar un líder, confía un poco más aunque no mucho… pero deja que hablen el resto y después decidamos entre todos algo sensato o acabemos con esto cada por su cuenta. Dijo mientras se apartaba el pelo de la cara y se mostraba ante todos.

Tras terminar de acicalarse, la criatura se estira, observando distraídamente cómo la roca en la que se había encaramado, misteriosamente se había transformado en un frondoso árbol*. Sin duda, aquel lugar rezumaba Posibilidad. Aquella sensación electrizante le erizaba el pelo de la espalda con un grato cosquilleo. Bosteza casi como un gato y en mitad del gesto su interior se incendia. Jirones de puro fuego sólido se materializan en su espalda, extendiéndose hasta el momento en que éstas acarician las hojas verdes. El crisporroteo de protesta del árbol, ahora un tanto más ennegrecido, hace que Sorya cierre la boca y pliegue sus alas inmateriales, sobrecogido. - ¿desde cuando los árboles tienen opinión? y no me refiero a los Pastores de Árboles, me refiero a un árbol de verdad...

Con un gracioso salto, salta... no, no ha saltado, el movimiento es más como dejarse caer hacia arriba... Los nuevos lugares hay que saber... observarlos. Alejado de cualquier criatura viva a la que dañar, prueba sus alas transformándose en una bola de luz antes de comenzar con lo que no podría describirse de otro modo como un juego. Las distancias, el lugar, las líneas de energía que fluyen desde la tierra al agua, sus formas y límites de vuelo. Todo eso observó Sorya hasta que se convenció de que aquel parecía ser un lugar seguro.

Se dejó caer nuevamente junto con el resto de luchadores sobre una roca no tan grande como la primera y que le permitía, estando acuclillado, ver a la mayoría de los presentes a la altura de los ojos... Deseando que en esta ocasión la roca no se transforme en un delfín, un cactus o cualquier otra cosa inverosímil. ¿O quizás solo estaba retando a las leyes naturales del lugar?

Con una enorme sonrisa y una voz que recuerda al crepitar de una hoguera, se dirige a los demás mientras los últimos restos del calor que lo envolvían se desvanece en el aire - ¿No es asombroso? los caminos que llevaban hasta este lugar no tienen siempre la misma forma ni duración, por eso algunos llegan a cuentagotas mientras otros nos recuperamos del vuelo. 

La batalla ha terminado y con mi mirada busco a Demódinus primero, ha combatido con fiereza a mi lado. Nos encontramos en un bosque y me relajo un instante al ver el lugar aunque la relajación me dura poco porque caigo que no se donde nos encontramos. Los compañeros hablan y escucho con atención. Podemos explorar juntos los limites y limitaciones del lugar para sacar conclusiones, una vez conozcamos lo que puede dar de si este plano decidimos si continuamos juntos o nos separarnos.Comento tranquilo tras escuchar a los compañeros.

La batalla se produce como una batalla entre perros y gatos se tratase, los hechizos se suceden uno tras otro, los guerreros mueven sus armas creyendo que eso va a hacer algo, las chicas guapas no se bien qué hacen, y los bichos raros supongo que gruñir bien fuerte para espantar al tipo malo.

Entonces el hombre que nos mandaba a todos murió, probáblemente por obra y gracia de Rakedus, ese mago loco.

Caigo, caigo durante incontables segundos y centímetros hasta que de pronto veo el suelo frente a mi, pero lejos de darme un tremendo golpe, solo choco de culo y ruedo echo una pelota por el campo de hierba que lentamente va transformándose en arena de desierto y en nieve helada al mismo tiempo... Cosas más raras se han visto, pero tampoco muchas.

-Ay ayayay - Me quejo mientras me levanto y me froto el culo con especial ahinco - Duele darse estos golpes.

El resto de los combatientes se van moviendo también, los hay bastante majos, pero también algunos muy sospechosos, ¿por qué un demonio o un bicho de fuego, un pirata o gente claramente mala querría luchar contra Rakedus? No tenía mucho sentido, pero si contamos hasta con una chcia azul y un dragón, también será por algo.

La batalla contra Rakedus había sido encarnizada, luché con todas mis fuerzas contra él soportando como podía sus ataques. Cuando la explosión lo sacudió todo pensé que había llegado mi fin y me preparé para fundirme con el caos y el olvido pero la voz de Cell me devolvió a la realidad y al ver como el rayo lo atravesó silenciando sus últimas palabras me di cuenta que nuestra misión aún no había concluido, que el enemigo seguía entre nosotros y que había asesinado vilmente a nuestro guía. Sin embargo, él usó sus últimas fuerzas para alejarnos de allí y antes de que me dé cuenta me encuentro cayendo a gran velocidad para después estrellarme contra el suelo. Son las voces de mis compañeros las que me despiertan tras el golpe y después de observar el extraño paisaje que nos rodea me decido a hablar:

- Creo que las palabras de Cell estaban cargadas de razón debemos permanecer unidos, no sabemos los peligros que nos acechan pero solo si trabajamos juntos podremos resistir lo que quiera que nos depare el destino. Él ha usado sus últimas fuerzas para darnos esta oportunidad, no debemos desaprovecharla.

"Quita de ahí bicho"- le había dicho el enano empujando a Eladrín, la elfa no calló al suelo por poco, no había esperado un comportamiento tan brusco y fortuito por parte de nadie, el individuo que lo había echo debía ser un enano.

Eladrín escuchó después el lamento de aquel enano y el rugido de un dragón de cristal. Sintió pesar por ellos, pero no les dijo pues una palabras de consuelo de una desconocida podían no ser bien recibidas.

Escuchó después los comentarios del extraño lugar al que habían sido conducidos, sin duda debía ser un gran espectáculo, ella lo que tan sólo podía percibir era la magia viva y caprichosa del lugar.

-Sabias palabras, caballero, será de vital importancia que aprendamos a colaborar juntos, más allá de nuestras diferencias para que la muerte del noble Cell no haya sido en vano.

Si las palabras son sabias , pero lo complicado sera que logremos coordinarnos veinticuatro miembros la mayoría desconocidos entre si. ¿Crees que lograremos salvar ese obstáculo?, por mi parte si estaría dispuesto y espero que los demás pongan de su parte para lograrlo.Miro directamente a la elfa con tranquilidad.

Hay que dar tiempo al tiempo para saber más y como vamos actuar cada uno...las precipitaciones no llevan a nada bueno. Solo crea desconfianza entre nosotros, y eso ocurrirá tarde o temprano. Decía con una voz suave y serena justo delante de Demódinus

Taire se levanta con calma y elegancia, una vez incorporado mientras escucha hablar a los demás usa su magia de la naturaleza para que el aire limpie su ropa y su aspecto vuelva a ser impoluto. Finalmente se decide a hablar, aunque mientras lo hace se fija más en los brazos de Phi que en sus propias palabras.

Y quien será el líder???, tal vez votemos a alguien que no debemos y eso será nuestra perdición, creo que antes de decidir quien será nuestro líder es más importante averiguar donde estamos, pues tal vez no necesitemos un líder.

Después se acerca a Y´aimm, sin duda la cosa pez le parece interesante

Necesitas una pecera o algo así????, con mi magia de la naturaleza podría crearte un estanque.

-Que curioso, va con las tetas al aire - Comento cuando me fijo en la chica al tiempo que me sigo agitando el culete.

Pero no me fío de ella, ni porque va con los pechitos por fuera ni por tener de amigo a un demonio, los demonios son malos, y sus amigos también.