Criado por los elfos, El Leñador se hizo un orco bueno y pacífico, viviendo su vida para el servicio de los demás, adoraba la naturaleza, ayudar a otros elfos, y nunca comprendió la rabia que cegaba a los de su especie.
Una vez el árbol sagrado de su poblado élfico fué envuelto por una planta demoniaca y él sabía que debía de hacer algo por evitarlo, cogió su vieja hacha y comenzó a golpear una y otra y otra vez a las raices de hierro que crecían alrededor del gran árbol sagrado, sin cesar durante dos días y dos noches. Tras el heroico esfuerzo el árbol pudo recuperar la fuerza suficiente para terminar con el problema.
Entonces el poblado lo bautizaró como El Leñador, su hacha mellada por los golpes contra las plantas demoniacas, pero con su poder, fué reparada por la simiente que atacó el árbol sagrado. Ahora su esencia lo poseía, y no solo su ser, sino que su propia alma había quedado marcada.
El Leñador abrió una brecha en la realidad con su hacha, comprendiendo su destino, y partió allí donde se le necesitase. Debía recolectar almas para su maestro, no obstante, no dañaría jamás la naturaleza, ni aquel árbol sagrado. Su bondad fué el precio a pagar.
"¿Alguien ha llamado a un Leñador? No os preocupéis, yo os libraré de esas malas hierbas."
Infatigable: Una vez por partida, puedes recuperar uno de los usos de tu habilidad o don, en caso de ser posible.
En la primera marcha, las razas supervivientes de la era de las catástrofes se juraron a sí mismas que jamás mirarían atrás. Aquel mundo sobre el que habían morado ya no les acogía como antaño y gracias a una criatura medio humana y medio bestia, pudieron viajar hasta a las tierras eternas del Verano.
En aquel lugar las Mantícoras habitaron en algunas de las montañas más altas y las grutas más profundas, cazando en manadas gacelas e hipogrifos por igual. Amsu ha sido el guía y espíritu de una de las más importantes manadas durante las últimas estaciones. Devoró a los cachorros de su rival vencido y expulsó a los machos jóvenes que aún se resistían a partir. Había conseguido todo por lo que había luchado. El respeto, la posición, el poder... Pero su reinado terminó antes de lo previsto.
Una brecha en la realidad dejó paso a unas criaturas que nunca antes habían visto. Mataron a las primeras crías de su sangre junto a las hembras jóvenes antes de que la partida de caza tuviese tiempo de regresar. Muchas fueron las muertes. Ahora la manada le ha abandonado.
Tragándose su orgullo sobrevoló muchos océanos antes de encontrar a aquella de la que hablaban tantas leyendas. Una Esfinge cuyos recuerdos alcanzaban a la era de las catástrofes, para pedirle consejo. Enemigos naturales que eran le costó que ella compartiera sus secretos, pero la anciana criatura también había percibido el cambio en el mundo, y sus augurios solo hablaban de muerte y destrucción.
Ella compartió con Amsu gran parte de su magia, la suficiente como para abrir un portal entre las realidades para acudir a la gran batalla que se estaba gestando y para comprender todas las lenguas de los pueblos que pudieses encontrar más allá. Entonces Amsu la devoró. Por principios, no porque le cayese mal. Arreglará las cosas, recuperará su honor y regresará más poderoso que antes.
"Roaaaaaarrrrr..."
Sabiduría de la Esfinge: Tras devorarla, algo quedó en tí. Tres veces por partida, en cualquier momento, puedes escoger un personaje, y entonces lanzar 1d3. Si sacas un 1, averiguarás todos sus secretos. Si sacas un 2, averiguarás su secreto principal y él el tuyo. Si sacas un 3, él averiguará los tuyos.
Has nacido para ser seguido, y lo sabes, eres capaz de alzar la moral de los demás para seguirte incluso a las puertas del infierno, puedes hacer que otros se callen. Eres un Líder nato. Sólo has tenido que esperar a que la situación se vuelva tensa, pero tensa de verdad... Ahora ha llegado el momento de la acción, y en eso eres un experto.
Poder: Puedes cambiar el voto de alguien a tu voluntad en cada votación. Además de eso, puedes negar un voto a otro personaje una vez cada día par. Además de eso, puedes restar un voto a un personaje, a su favor, en cada día impar, al fin y al cabo... No eres tan malo, chico.
Ya me he esforzado.