Partida Rol por web

No decía nada, estaba demasiado inmerso en su problema de incomodidad como para atender realmente a nada más, solo se dio cuenta de que debía dejar sus cosas porque tanto Cytla como Muramasa lo hacían. Entonces dejó sobre la mesa su bastón, su daga y sacó de un bolsillo el pendiente derecho, que tenía el símbolo de caballero diamante plasmado en el, pues era la insignia cambiada de forma por su hermana, para ir a conjunto aunque en esos momentos echaba de menos el poderselo poner. Aún tenía una espina clavada, se sentía un tanto mal al estar alejado de su hermana pero a la vez aliviado porque se estaba permitiendo a si mismo gestionar el dolor...

El hecho de que Muramasa lo arrastrara a un lado de la tienda lo hizo extrañarse, pero no cuestionarlo hasta que le dijo que debía beber. - N-no.. no es.. buena idea... Pero era imposible, no aceptaría un no así que simplemente tomó la calabaza y se acabó todo su contenido aguantando la respiración. Le devolvió la calabaza, con la mano temblorosa y entonces se apartó de la pared y miró hacia Cytla quien estaba ocupada con su madre. - Bueno... vamos? Era increíble lo rápido que le subía el alcohol, el hada aún no lo notaba pero sus mejillas ya estaban sonrosándose con el paso de los segundos y nada más pasaran unos minutos se aferraría al brazo de Muramasa para no perder el equilibrio mientras sus ojos vidriosos y sus mejillas y orejas completamente rojas indicaban que estaba completamente borracho. -Tengo...calor... 

Mi magia de luz se consumía nada más tratara de entrar... Por un momento hasta deseaba poder hablar con Ordinem ahí para que me aconsejara sobre como actuar, pero ahora no podía siquiera pedirselo. Cada vez deseaba más poder entrar y salir de aquel mundo cuando quisiera... Pero por otro lado debía ser paciente y esperar que ordinem me mostrala los entresijos de vi verdadero poder como el mismo decía y así ver yo misma como mejorar para que no nos pasara nada a Fio y a mi.

No obstante eso tendría que quedar para más tarde, pues el grito de Alessandro me capturó toda la atención sintiendo un ligero sudor frio recorrer mi espalda - Alessandro... - dije de forma efimera mirando mi camino atrás, antes de empezar a volar a mi mayor velocidad, volviendome pequeña - ¡Alessandro! - Acabé gritando también esperando reducir camino y evitando usar el portal por si era necesario agrandarlo para salir de allí

-Agradezco mucho vuestra contribución... -concluyó la vendedora cuando Cytla insistió en pagar aunque fuese una pequeña cantidad de los servicios, aceptando aquella paga sin insistir más. -. Permite que te enseñe nuestras últimas mercancías...

Mientras la madre de Cytla le enseñaba todo tipo de mercancía interesante, que la propia chica ya conocía, Muramasa terminaba de dejar sus cosas luego de haber dado los últimos tragos de su calabaza a Fío, todo mientras Cytla buscaba algún objeto a la venta que pudiese resultar de utilidad en el lugar a donde iban...

Tras una breve esperar, terminaron con un Muramasa sin medallon, un Fío borracho, y una Cytla con un collar de diamantes: estos últimos en realidad eran falsos, pero se tenía que tener un par de ojos demasiado buenos para ello; después de todo, si no es porque ya conoce su mercancía de antemano, ni Cytla se abría dado cuenta...

-Mucha gracias por su ayuda... -agradeció Muramasa mientras finalmente abandonaban la tienda.

La mujer pelirroja les despidió con una sonrisa y un saludo de manos, esperando que se alejasen de la tienda antes de mostrar una sonrisa más natural...

-Mucha suerte, hija... -dijo la madre de Cytla luego de que se hubiesen ido...

Una vez sin sus cosas, Cytla se dispuso a guiar a sus compañeros hacia donde tenían que ir. De camino, Fío ya se mostraba cada vez más y más afectado por el alcohol, siendo que prácticamente caminaba agarrado al brazo del samurai.

-Si vamos al lugar que pienso que vamos... -comentó Muramasa a Cytla. -. Poner a Fío así fue buena idea... Con suerte pensarán que somos un grupo de personas cualquiera buscando relajarse luego de todo lo que ha sucedido estas semanas...

Poco a poco se fueron adentrando en un lugar menos agradable de la ciudad, un lugar donde el suelo empezaba a romperse, las casas empezaban a verse en mal estado, y la maleza crecía por las calles.

Según iban caminando, empezaban a encontrarse a personas intentando arreglar de alguna forma las calles, preparando lamparas de aceite, limpiando lo que pueden, arreglando cajas y barriles que rodaban sin orden alguno. Cualquiera diría que aquellas personas, de ropas sencillas y hasta desgastadas, estaban haciendo un esfuerzo por dar una mejor imagen del lugar, y ciertamente no era una idea equivocada: pero Cytla sabía bien que la mayor parte de los allí presentes solo hacían su trabajo, hacer del "camino" un lugar más agradable para que las personas que buscaban servicios no pensasen que les iban a robar o a pegar una enfermedad de algún tipo...

Entonces, terminaron llamando la atención de una mujer de llamativas curvas y proporciones, quién se acercó y se puso delante de ustedes observándoles de pies a cabeza. Ustedes, por vuestra parte, no tenían que estudiarla mucho, pues la prenda que usaba era bastante ligera y reveladora...

-No recuerdos haberles visto nunca por aquí... ¿Son nuevos en la ciudad? -preguntó con una leve sonrisa la mujer. -. ¿Que os trae a este lugar...?

Mientras más te acercabas al lugar donde dejaste a Alessandro, mas podías sentir como el poder mágico en la cueva aumentaba, hasta que finalmente...

-¡Tsk...! -llegaste justo a tiempo para ver como Alessandro era tirado hacia atrás por bloquear con su lanza una bola de fuego, logrando mantenerse en pie y detenerse antes de darse contra la pared detrás de él. -. ¡Faith, cuidado!

Apenas tuviste tiempo para fijarse en la situación en la que estaban, siendo que la salida de la cueva se encontraba bloqueada por varios sujetos de grandes túnicas, de los cuales otros estaban por toda la sala: tu atención saltó de inmediato a uno de ellos, uno que alzó la mano hacia ti generando un hechizo en su mano que se reflejaría a tu alrededor a modo de círculos mágicos, creando finalmente varias paredes que se dispondrían a cerrarse sobre ti para encerrarte en una especie de cubo de tu mismo elemento...

Volando a toda velocidad allí donde Alessandro se encontraba, logré ver la situación que estaba ocurriendo, siendo que Alessandro estaba contra las cuerdas, pese a que me advirtió, no me asustó lo que pudieran hacerme aquellos magos que estaban por allí, lo que si me importaba era que aquel hada estuviera por allí. Por ello empecé a invocar mis magias iluminando con luz mis manos. - Intentad algo mejor - invoqué un portal frente a mi para salir por el que se encontraba junto a Alessandro.

-Pensais ganarme con magia, pues no sabeis quien soy. Iros por donde habeis venido o sufrireis las consecuencias. AEGIS - pronuncié finalmente el hechizo de mi gran escudo para separarnos a Alessandro y a mi del resto

No hay de que- le dije a mi madre con respecto a la contribución, asintiendo luego cuando me iba a enseñar las mercancías que ya bien conocía, al fin y al cabo la mayoría las había comprado yo. Quizás no fue buena idea dejar ese rato juntos a Muramasa y a Fío... porque cuando volví con el collar de diamantes, él estaba más borracho que un parroquiano en la taberna -Muchas gracia señora, iremos de vuelta en un rato... hasta luego- terminé despidiéndome de ella con una reverencia, yéndonos entonces por la puerta... aunque al salir de la tienda, pegué cierto suspiro -Ains... ¿No podías dejarle sobrio?- le pregunté a Muramasa una vez salimos con respecto al hada... aunque mi suspiro... era por otro motivo -Nos ha descubierto... estoy segura- terminé pensando para mi misma. No tenía pruebas claro pero... algo en mi interior me lo decía; aunque mejor no compartirlo con los compañeros, y que nos pongamos ya en marcha.

Estaba llevando a Muramasa y Fio hacia los bajos fondos de la ciudad... un poco molesta a decir verdad, más cuando escuché a Muramasa hablar y decir que era bueno haber emborrachado al hada para venir aquí -Si... es genial... Siempre que quieras ser atracado como poco. Tendrías que haber guardado la calabaza o habértela bebido entera- le dije a Muramasa con seriedad mirándole -Aquí no puedes pensar en divertirte... como vayamos en ese plan, lo único que conseguiremos es volver con los bolsillos más vacíos. En estas calles solo hay dos clases de personas: los primos, o los que se benefician a costa de los primos... y los primos siempre salen perdiendo; así que no, no vamos a aparentar divertirnos- le dije a Muramasa con cierta crudeza negando su idea. Quizás hasta estaba más arisca de lo normal... pero es que... conocía este ambiente de primera mano en el peor momento de mi vida -Dejadme hablar a mi... y tu busca como bajarle la borrachera a Fío- le dije al samurai.

Sinceramente, estar en estas sucias calles otra vez... me daba una mezcla entre nostalgia y asco... viendo a todos esos malandrines reparando las calles para que se vieran más transitables y que los primos no se dieran cuenta de que están entrando en zonas peligrosas... parecía que no demasiado había cambiado por aquí.

Entonces, como era de esperar, se nos acercó una "mujer trabajadora" que no tardó demasiado en deducir que no eramos de por aquí... desde luego los disfraces funcionaban. Porque yo conocía de sobra a esta mujer, pero ella no me reconoció... esperemos que sea así con todos -¿Tanto se nota? Espero que tratéis bien a los extranjeros por aquí...- le respondí a la mujer con calma, mirándola sin recato de arriba a abajo -No mentían con las mujeres de esta ciudad... vais a tener donde elegir...- dije mirando de reojo a los dos varones que me acompañaban antes de volver a la mujer -Pero venimos por negocios, ya luego... lo que surja... ¿quien de aquí admite mercancía sin preguntas?- le pregunté a la mujer sin tapujos, siempre intentando mostrarme confiada y a la vez ladina... no quiero que me tomen por prima, eso es algo que o se remarca ahora o nos comen vivos.

Alanís se preparó para hacer gala de su fuerza física, si era a pulso de fuerza de brazos, debería poder vencer. Se afianzó en sitio cambiando de postura, y levantó los ojos tras este segundo de concentrarse en otra cosa para ver tardíamente la intención real de su contrincante. Se preciaba a sí misma por ser extremadamente resistente pero...la cabeza es la cabeza, para todo ser vivo. Luego del golpe sencillamente quedó frita. Dio un solo paso hacia atrás y no pudo dar otro, perdiendo fuerza en el agarre y cayó limpiamente sobre el terreno de justas.

De inmediato, todo el público salto de sus asientos soltando un grito de emoción y sorpresa, fascinados ante aquella vuelta que había logrado darle Baeric al duelo al lograr que Alanís finalmente cayese al suelo. Mientras Baeric recuperaba el aliento, todos esperaban ansiosos a lo que pudiese hacer su rival... Pero no parecía que Alanís se fuese a poner de pie en aquella ronda, y es que Baeric no era el tipo de persona que se acercaría y le pondría un pie encima para comprobarlo: el era todo un caballero.

-¡Punto para Baeric -fue anunciado, causando otro griterio en el público que ahora apoyaba a Baeric y su gran demostración de superación. Desde su asiento, la princesa mostraba una leve sonrisa de satisfacción, mientras el príncipe intentaba mantener la sonrisa pues sabía bien que Alanís se debió llevar un muy, muy, muy buen golpe para caer así...

Todo el mundo gritaba y os animaba, aunque en ese momento era Baeric quién tenía la atención de la mayoría, tal como Alanís la tuvo en la primera ronda. Pero era momento del combate definitivo, el que decidiría el resultado de aquel honorable duelo...

-¡El uso de armas propias estará admitido en este último combate! -explicó el anunciador luego de unos cinco minutos que usarían para recuperarse con ayuda de unos sanadores que habían cerca. -. ¡Los competidores deberán derribar y dejar arrinconado a su oponente como vean conveniente!

El público quedó en silencio, todos regresaron a sus asientos sin quitar la vista ni por un momento de la arena, esperando ser testigos del desenlace de aquel enfrentamiento desde principio a fin...

-¡Comiencen!

Por un momento Alessandro se preocupo de que pudieses terminar encerrada dentro de aquel hechizo, pero suspiro aliviado al verte no solo salir, si no formar velozmente una barrera que les separaría de aquel misterioso grupo.

-Humanos: los únicos idiotas que usarían magia de luz contra la portadora del amanecer... -dijo alguien entre los encapuchados, provocando que estos se moviesen para abrirle paso y confirmar tus sospechas.

-Por fin nos vemos en persona... -fue lo único que dijo con un tono algo vago.

Casi de inmediato, Alessandro se aferró fuertemente a su lanza, preparado para arremeter si la barrera llegaba a peligrar de alguna forma: después de todo, con tantas personas allí, no dudaba en que pudiesen traer algo entre manos...

-Faith, prepara tus portales, avisa al castillo... -comentó Alessandro, siendo que se le notaba que quería evitar lo más posible aquel enfrentamiento.

-Es inútil... -interrumpió el hada pelirroja. -. El portal que usaste para llegar a él... Estaba conectado a otro en el castillo, ¿no? -te preguntó a ti. -. Ese cambio debió cerrarlo, y te sera imposible abrir otro fuera de esta cueva... -para hacer más clara su afirmación, abrió su mano derecha para formar una bola de fuego. -. Yo te lo impediré...

Alessandro solo te dirigió una mirada de reojo, una que intentaba decir "no le creo nada", casi como invitándote a no hacerle caso al criminal y confiar en tus poderes para informar de la situación al castillo...

Mientras tanto, el resto de encapuchados se mantenían en silencio, con las cabezas agachadas para cubrir sus rostros con la sombra de su vestimenta, como un tipo de culto que servía a aquel hada...

Preocupada estaba por quien era el enemigo. Fio y yo habiamos visto lo que era capaz de hacer, y solo con haberlo visto imaginar lo que era posible de ocasionar en una cueva a solo dos personas me hacia estar en una guardia completa. De ahí que usara Aegis para protegerme por todos los flancos a mi y a Alessandro... No obstante el hada enemiga ya estaba al tanto de quien era o eso parecía mandando a tus aliados a detenerse... algo que no entendí.

-¿Alessandro estás bien? ¿Te hirieron? ¿Puedes seguir luchando? - le pregunté después de su petición, obviamente no iba a hacer un portal al castillo, más que nada no porque aquella hada me amenazara con su magia, sino porque corría el peligro de que pudieran seguirnos... No era tonta a fin de cuentas.

Pero que dijera que no me iba a dejar realizar por tal alguno me hizo querer desafiarle mucho más. El aegis nos daba una amplitud para pensar y hablar entre nosotros por lo cual bajé la voz para Alessandro solamente - Podemos sacar ventaja... Si vas a por uno de los secuaces de un lado rebotando con mi Aegis, no tardarías en noquearlos rápidamente... Yo por mi lado provocaré al hada para que me lance su hechizo y lo redigiré con mis portales detrás de sus secuaces del otro lado. Tan solo elige a que lado ir, te daré una abertura cuando abra mi portal, así no podrán ir a por ti. - Con dicho plan señalado ni siquiera esperé su confirmación, mi sonrisa de seguridad daba la suficiente confianza como para pedir que por favor confiara en mi.

Y así fue como entonces me adelanté - No debes de conocerme nada entonces si crees que me dejaré alcanzar por ti antes de lograr activar mi portal. Soy Faith, hada de la luz del bosque Edrielle, la más grandiosa y fuerte maga de todas las hadas, capaz de aprender hechizos con solo verlos una vez... La misma que generó esta pequeña burbuja de pequeña y que con el paso de los años la entreno tanto que se volvió el muro más impenetrable de todos los del mundo. Por eso mismo, es por lo que te equivocas... - solté las manos del aegis para abrir la abertura en un lado para que pasara Alessandro, al mismo tiempo que invocaba.

-¡Portal! - enfrente mia, mientras que el otro lo ubicaba tras los secuaces al lado contrario donde se dirigía Alessandro esperando que su hechizo tratara de alcanzarme mienstras el portal me cubría poco a poco para que así le diera a su aliado por atravesarlo, en lugar de a mi.

Esta vez Baeric contó con la suerte de su parte y se alzó victorioso, la verdad es que se sentía algo magullado pero a pesar de ello no tardó en actuar como un autentico campeón, haciendo reverencias, saludando al público…pero claro, aún quedaba el último combate y ahí las cosas si que se pondrían feas de verdad.

Pero por suerte, esta vez las armas propias se podían usar en el último combate, incluso les permitieron descansar unos minutos y así recuperarse. Fuera como fuera, Baeric decidió no usar su espada en el aquel último enfrentamiento, principalmente porque no quería dañar a Alanis, aquello era solo una demostración, no tenía porque ir demasiado en serio con el asunto.

Así que se limitó a coger una espada de madera y esperó pacientemente a que dieran comienzo al combate. Una vez escuchó el grito que señalaba el inicio, Baeric comenzó a correr a grandes zancadas en dirección a Alanis. Sujetaba la espada con ambas manos en un comienzo, pero cuando estuvo cerca de la chica hizo el ademán de golpear el tobillo de la susodicha, pero terminó lanzando una rápida estocada con la espada de entrenamiento en dirección al rostro de la mujer, usando su brazo metálico para darse más impulso.  

Alanis no tuvo tiempo de iniciar y recibió una gran cantidad de daño de golpe. Incluso con el tiempo de descanso estaba ligeramente aturdida aún y le dolía un poco la cabeza, ahora más con la espada de prácticas rompiéndose contra el rostro. Personalmente había decidido no tomar su lanza también, ya que no vio que su oponente estuviese llevando su arma predilecta. Luego de que el golpe le sacudiera el mundo, logro mantenerse en pie y tentativamente retribuir con un mazo de madera que recogió en el momento, dando un golpe de barrido con el mismo.

La espada dio de lleno en el rostro de Alanis, algo que…parecía realmente doloroso la verdad pero a pesar de ello Baeric no de detuvo ahí, tenía que ser rápido para poder ganar aquel último enfrentamiento, así que no le dio tregua.

Una vez vio que aquel mazo hacía un barrido, el caballero dio un rápido salto, lo suficientemente bueno como para esquivarlo por los pelos, un centímetro más y ya estaría en el suelo tiritando, pero parecía que la suerte estaba de su parte, al menos por el momento.

Aprovechando aquel rápido salto, el caballero halcón haciendo honor a su nombre y pareciendo como un autentica ave contra su presa volvió a atacar, estampando nuevamente la espada contra el rostro de Alanis.

Alanís tuvo el tiempo muy limitado para preocuparse. En contraste con esta ronda de ataques, de notaba excepcionalmente lenta para responder propiamente. Por muy fuerte que fuera, si no podía atinar esta fuerza era irrelevante. Probablemente algo así era la lección que dejaría está ronda de justas a los espectadores. Por su parte, en el espacio en el que veía su brazo acercarse muy tarde a bloquear, tuvo este momentáneo mal presentimiento de que algo no iba bien fuera de la derrota normal que le costaría el golpe. Algo entre las líneas de que la espada estaba muy encaminada directo al ojo.

-He enfrentado a un dragón no-muerto, puedo con esto... -respondió Alessandro sonriendo levemente.

Tu compañero te respondió con un vago asentimiento de cabeza, preparado para actuar en cuando dieses la señal...

El hada prestaría atención a tu grandiosa presentación, sin mostrarse sorprendido en lo absoluto, hasta que la barrera del Aegis finalmente se abrió y Alessandro salió disparado luego de rebotar con una de las partes que continuaba levantada, volando hacia un grupo de los secuaces para repartir una serie de golpes con su lanza. Justo entonces, el hada criminal alzó su mano encendida en fuego hacia ti, y tras lanzar la bola de fuego abriste el portal tras otro de los encapuchados esperando que el ataque hiciese lo suyo... Pero hubo algo que te tomo por sorpresa: cuando la bola de fuego estaba a escasos centímetros de atravesar el portal delante de ti, esté se cerro y desapareció junto a la bola de fuego, dejando al portal detrás del encapuchado "sin señal".

-... -Fair observó su mano, la cual ya no desprendía fuego, antes de mirar sobre su hombro hacia el portal que habías creado detrás de uno de sus compañeros. -. Supongo que me confié...

A diferencia de la última vez, donde el portal hecho junto a tu hermano se había cerrado a causa de vuestro agotamiento y las llamas del hada, esta vez tu portal se cerró prácticamente por si solo, y aún así la bola de fuego también desapareció a pesar de no haber llegado a atravesar el portal...

-La magia de luz... Es más poderosa de lo que pensé... -confesó antes de abrir nuevamente su mano hacia ti, esta vez sin cargar ninguna llama ni desprender ningún aura que pudiese señalar que haría magia... Pero nuevamente, algo sucedió a uno de tus hechizos, esta vez siendo el Aegis el cual terminaría de abrirse más y más hasta consumirse y desaparecer, dejándote sin protección alguna.

-¿Que demonios...? -preguntó Alessandro, quién ya había noqueado a un grupo de subordinados, más aún tenía a otros encimas con lo que tratar...

-Aprenderás que no eres la única con trucos... -el hada realizó un gesto con sus manos, y entonces se dibujó un circulo de fuego a vuestro alrededor, uno cuyas llamas no eran tan altas como para evitar que tú o él pudiesen salir, pero evitaría que personas que no eran capaces de volar, como Alessandro, pudiesen entrar... -. ... -sin decir nada, observó con cierta decepción el nivel de llamas que había formado, restando importancia al asunto para centrarse en ti. -. Podemos ahorrarnos esto... No entiendes los motivos por la que hago todo esto, pero podrías entenderlo...

No se podía mantener bien en pie, llegó un punto en el que tuvo que ser sostenido por Muramasa quien lo arrastró por todos lados hasta frenar en donde una mujer se les quedó observando y al final les habló. El hada llevaba un buen rato sintiendo un tremendo calor que no le dejaba de molestar, si bien se le habían acabado las molestias por el pantalón, ahora era cosa del calor provocado por el alcohol. Gracias a que pararon, pudo comenzar a quitarse los botones de la camisa, sin pudor alguno mientras miraba a la mujer.

-¿Me...veo bien?... jijijiji... ¿Hace ca..HIP ..lor... o soy.. yo?...

Su inseguridad por el disfraz, sumada a la molestia crearon una incómoda frase mientras sus ojos penetraban en la mirada de esa mujer. Entonces, de un momento a otro se le frunció el labio y miró a Cytla. - ¡No...quiero eso!.... HIC. Estaba perjudicadisimo, se podía ver a leguas.  Volvió a mirar a la mujer mientras le ponía cara de no estar hablando con conciencia de ello. Acabó completamente colgado de Muramasa, con la camisa a medio desabrochar y un aspecto de borracho total antes de añadir. - Tú... también tienes.. calor jejejeje... Ardeeees. Alargó una mano para agarrarle la camisa a Muramasa.

El ataque de Alessandro había surtido efecto, estaba centrado pese a todo, aún tenía familia por la que luchar a fin de cuentas. No obstante lo que me afectó no fue aquello, sino que el choque entre los hechizos hiciera desaparecer el portal. Me dejó un tanto en shock, pensando entonces que su magia no era el fuego, sino alguna manifestación antimagica visualizada por el fuego... - ¿Que demonios? - pensaba para mi misma al ver que intentaba invocar el portal y apenas podía.

No era como si el poder de aquella magia me hubiera anegado la mía, sino que pasaba algo extraño entre su poder y el mio.

Su siguiente "truco" como lo llamó fue el que más me afectó, pues Aegis iba derruyendose poco a poco como si se desintegrara... No podía hacer más por el, caia sin yo poder hacer un efecto contrario... Me negaba a creerlo, la mayor defensa de luz quedó reducida a la nada...

Pero no podía caer ahí, tenía muchos más poderes que utilizar, tenía mucho más que demostrar y sobre todo, no podía dejarme vencer por ese hada que creía tener motivos buenos para atacar la ciudad - ¿Que no entiendo los motivos? - dije mientras el banal fuego me rodeaba - ¿Que no entiendo los motivos? - me estaba cabreando y para bien, pues los flashes de aquella epoca pasada venían a mi recuerdo como puñales - ¿Que no entiendo? ¿Que matas a gente inocente? ¿Que intentas quemar una ciudad? ¿Que vas bajo la sombra de un nigromante que clama venganza hacia otro para buscar un motivo absurdo que de seguro es egoiste? ¿Que eres un hada solitaria que no piensa en las de su propia raza y el daño que recibieron en el pasado? ¿Que esta paz es lo único posible para que todas las razas dejen de matarse sin razón?

Mis lagrimas brotaron sin yo darme cuenta y entonces cargué contra ella en un vuelo rápido mientras cargaba contra ella - Alessandro, encargate de los demás, porque este hada es mia y cuidado - dije claramente mientras la luz se iba acumulando en mi interior... Pues solo aquellos que me hubieran visto desplegar mis poderes sabrían que significaría. - Dime Fair... - un golpe de viento bastó para sobrevolar de donde estaba y cruzar el camino restante para para ir contra ella y justo en los últimos segundos de trayecto gritar con dolor y lagrimas - ¡¿DIME QUE ES LO QUE NO ENTIENDO?! ¡DESTELLO! - Mi objetivo era simple... Con el impulso que llevaba y cegandole, lanzarlo fuera para que Alessandro no tuviera problemas con los otros secuaces.

Fair y yo... Esto era una batalla entre hadas posiblemente con el mismo objetivo, pero diferentes caminos... Y no pensaba dejar que hubiera más muertes y menos provocadas por alguien de mi propia raza.

Aquel último ataque fue lo suficientemente rápido y certero como para derrotar de una vez a Alanís, incluso de hacerle daño de verdad, pero Baeric no olvidaba que aquello era solo una demostración de fuerza, no tenía ningún motivo para dañar a su compañera y por lo tanto mientras estaba en el aire y casi en un movimiento que podía resultar imposible el joven caballero Halcón desvió su espada, cayendo tras de Alanís y dándole un suave golpecito en la nuca, un golpe que no era más que un toquecito, pero parecía ser suficiente como para dejar claro que “le ganó”.

-Te cacé.-Susurró el caballero tras la espalda de Alanís, después de darle aquel toquecito no dudó en lanzar la espada al aire y cogerla con facilidad después de hacer una pequeña pirueta, como si aquello fuera un juego. Una vez la tuvo en su mano no dudó en hacer otra de sus famosas reverencias, de esas que lograban que las damas suspiraran enamoradizas y los caballeros soñaran con ser el algún día.

Pero no toda la gloria era para el. Cuando tuvo oportunidad se giró y después de mirar a Alanís con alma, incluso con una mirada que parecía pedirle permiso, le agarró el brazo y lo alzó junto al suyo.-Ambos lo hemos hecho muy bien, hablaran de este combate durante semanas por no decir meses.-Sonrío con suavidad y mirando con cierta complicidad a su compañera de armas.

-Ah, supongo que los combatientes veloces son mi perdición ahora mismo.

Alanis asintió, luego de recibir el golpe, y no se opuso a que declararán la victoria a Baeric, levantando una mano en señal de que el combate estaba terminado. Permaneció a su lado, ligeramente atrás, y también aplaudió junto a la audiencia cortesmente.

-Eres muy digno de tu cargo. Estoy segura de que ambos tendremos mucho más que mostrar cuando el deber llame realmente. -hizo una pausa cuando el caballero activamente le cedió parte de la ovación presente, y sonrió- Eres muy considerado. Gracias.

Cuando Baeric realizó su elegante demostración al público, el anunciador declaró finalmente:

¡Victoria para el Caballero Grifo!

Provocando que todo el público saltase de sus asientos ante tan inesperado final, pues a pesar de que Baeric demostró sus intenciones de remontar desde la segunda ronda, la paliza que había recibido en la primera había dado mucho que hablar de él... Pero todos esos comentarios habían quedado acallados: El duelo había cumplido su función, animar a los nuevos reclutas y demostrarles que ningún combate esta perdido mientras puedan seguir en pie... Además, con aquel último gesto de alzar el puño junto a su compañera de armas se demostró que el compañerismo iba antes de cualquier demostración como esa.

El príncipe Arthas se unió a los aplausos con una amplia sonrisa, al igual que su amigo, mientras que la princesa mostraba una amplia sonrisa, poco común, de emoción y satisfacción. Ambos habían cumplido las expectativas de a quién protegían, y todo aquel espectáculo habría servido de alguna forma para aliviar el ambiente pesado que rodeaba a todos los servidores del castillo...