Partida Rol por web

 Tan pronto como empezaron a avanzar y a pasar entre los árboles, llegaron a aquel lugar que les resultaba tan familiar pero a la vez tan cambiado. Las casas, la flora, las hadas volando de un lado a otro… Nuevamente estaban en su hogar, y muchas de las hadas que les veían en plena carrera se detendrían a verles  y saludarles desde la distancia, incluyendo saludos para Muramasa.

 En todo caso, el castillo se alzaba a no más de un par de minutos de haber entrado, siendo que la ciudad de las hadas no era particularmente grande. En todo caso, las guardianas que se habían unido a la carrera revolotearían velozmente intentando ganar aquel favor que al menos Faith había aceptado cumplir, siendo que algunas incluso estaban preparadas para lanzar hechizos si veían a ustedes usarlos...

 Aunque Glaius no parecía el tipo de personas que se preocupaba especialmente por los problemas de las personas, habías comprobado la noche anterior que sí que sabía entender a las personas de alguna forma, por lo que no te resultaría extraño que entendiese que aquello que había sucedido era algo delicado para ti.

 -Uhm… -recibiendo y mirando con atención la runa, asentiría a tu pregunta dispuesto a seguirte para ir a buscar las cosas que necesitaba mientras recogías lo que te ibas a llevar.

 Empezando por las cosas que habían dejado en la tienda durante su misión de encubierto, encontrarías acomodadas tanto tus cosas como las ropas de Fío, pero en lugar de las pertenencias de Muramasa habría una nota de tu madre explicando que el hombre en cuestión había ido a retirar sus cosas, así como el medallón de Fío…

 Glaius te acompañaría hacia la caja fuerte cargando con algunos objetos de alquimia que podría usar para sus investigaciones, dándote privacidad a la hora de abrirla pero prestando atención cuando fue el momento de sacar lo que aquella caja guardaba.

 Aquella majestuosa arma, símbolo de justicia para los inocentes y castigo para los criminales, capaz de abrir los cielos y romper tormentas… Era imposible no sentir cierto peso al cargarla en las manos, como si el peso de aquella responsabilidad recayese sobre ti, y en realidad era así…

 Pero para tu sorpresa, unos segundos después de haber tomado la caja donde Jonathan te había enviado el arma, desde su interior desprendía un brillo que te obligaría a soltarla. El estuche se abriría al golpear el suelo, y dejaría caer la Rompe tormentas, la cual recubierta de luz empezaría a cambiar de forma hasta apagar su luz y quedar con el aspecto de una espada bastarda común y corriente.

 -Parece que Zedron ha renunciado a ser el portador -te explicó Glaius, mirando lo que se supone era la Rompe Tormentas. -. El arma fue hecha para elegir a su portador entre los caballeros de la corona. Si se ha “apagado” es porque Zedron se ha convencido de no volver a Gran Caballero Real, o la propia espada le ha rechazado, por lo que tocará esperar a que la Rompe Tormentas escoja a alguien más… -concluyó antes de añadir. -. Hasta entonces creo que no será difícil cargarla -después de todo, ya no necesitarías el estuche para ocultarla dado que ahora parecía una espada común y corriente que no parecía tener valor alguno visiblemente... -. ¿Ya estás lista para irnos?

Nuevamente más información…parecía que el hecho de prometerle que pudiera salir era suficiente para conseguir un poco más, esta vez el nombre de su amo, el como trabajaba en el Oeste buscando crear un ejercito de titanes y…como su plan parecía centrarse en vengarse de su mentor y la corona.

A pesar de escuchar que la nigromante preguntaba cuando podría salir, Baeric se puso de pie y miró a la princesa.-¿Salazar, mentor, corona?...¿porque busca vengarse del reino?.-Preguntó pensativo.-Está claro que aquí hay algo más alteza…y a lo mejor no es mi territorio ni debería meterme, pero…¿Qué nigromantes conocemos en el castillo?-Preguntó haciendo alusión a su compañero.

-A lo mejor mi buen amigo se está callando algunas cosas…o al menos no está hablando sobre ellas.-Carraspeó.-Pero me parece que nuestra amiga nos ha dado unas buenas pistas que seguir…-Pero claro, también había un tema importante, ¿liberarla?, aquello era complicado, ¿y si volvía con su amo, contaría él con que la liberaran?

-Se te liberará cuando el rey lo vea conveniente…pero ahora cuentas con nuestro apoyo para que puedas ser liberada, por lo que se agilizara el proceso.-Aquello sería suficiente para ganar tiempo, de todas formas…era Artanis la que tenía el poder para decidir si era bueno liberarla o ejecutarla.

Cuando vi la nota de que Muramasa se había llevado sus cosas, me enfadé bastante. En realidad que se hubiera llevado sus cosas me daba igual... lo que me jodió es que se llevara aquel amuleto de Fío sin avisar ni nada. Cuando algo llega a mi consigna yo me hago responsable de esos objetos hasta que el dueño lo recupera... Y ese borracho no es el dueño de ese colgante -Al volver debo de ver a Muramasa...- dije simplemente con voz seria a Glaius. Por lo demás cogería mis cosas y separaría las de Fío en un lugar más seguro... para que no vuelva a pasar lo que ha pasado con su colgante.

Dejé a Glaius coger varias cosas... y para eso si fue tomando nota de lo que pillaba, porque para esos materiales si que le iba a cobrar... quizás no el precio completo; pero si que un porcentaje. Le pido privacidad para abrir la caja fuerte, y lo primero que hago es meter los efectos personales de Fio para que no sean robados, y luego, saco la caja... la cual me da bastantes más problemas de lo que esperaba -¡¿Pero que coño?!- solté la caja asustada... ¡ver a Rompe-tormentas brillar así no me daba nada de confianza sabiendo lo que era capaz de hacer! Pero al apagarse... simplemente la espada parecía una espada bastarda más... Incluso en mi escaparate había armas más bonitas que ella.

Entonces, escuché a Glaius explicarme lo que pasó... De como parecía que Zedron ya no sería su portador -¿Y porque leñe lo ha hecho ahora y no todo el tiempo que la tengo? Me ha pegado un susto impresionante- me quejé de lo "oportuna" que había sido al destransformarse la espada... había mil momentos mejores donde no me habría asustado así. Aún dudaba si cogerla... Pero bueno, es como decía Glaius, ahora dudo que alguien la reconociera -Si, ya estoy lista... quizás me vende el brazo antes de irnos y te de una factura de lo que has cogido, pero si...- le terminé diciendo a Glaius -¿Te imaginas que la cojo y vuelve a cambiar?- le dije intentando calmarme y reír un poco, agachándome para tomar a Rompe-Tormentas y colgarmela a la espalda.

Alanís se quitó el brazal y comprobó los alrededores discretamente. No parecía haber nadie, pero aún así decidió mirar a la pared y pedir al príncipe que se acercara a ver por un costado, limitando el rango de visión entre su cuerpo y la pared. Remangó la tela de ese brazo, colocandolo delante de si, respiró profundo y removió el brazal unos pocos y dolorosos segundos.

Se encogió un poco en si misma, el brazo estaba bien vendado bajo la armadura, pero rápidamente comenzó a teñirse esporádicamente de rojo como si hubiese cortes debajo muy frescos. Lo mantuvo a su vista unos pocos segundos antes de devolver el brazal al sitio, bajar la tela, e ir colocando el brazal y guantelete a medida que presionaba un poco para ir aliviando los restos de dolor.

-...es una maldición. La gané en un encargo hace tiempo, al ir a una guarida nigromantica. La persona que habitaba allí parecía estar intencionalmente dejando que su presencia fuera visible para atraer gente a detenerlo y los convertía en nuevos no-muertos poderosos a su servicio. Quizá esto era la razón por la que se sentía tan confiado, o quizá fue un último movimiento de despecho...ha pasado tiempo pero no parece que mi cuerpo este ganando contra esto. Este brazalete tiene magia blanca concentrada dicho de forma sencilla, y junto con mi propio sistema lo hacen bastante lento...pero aun así avanza muy lentamente. Antes no dolía tanto o hacía daño tan rápidamente...

...

...

Alanís continuó, con algo de tristeza asomando en su neutralidad usual.

-Debería haberle dicho esto al rey cuando me ofreció mi actual cargo. Pero...realmente quería hacer lo que hago ahora...lo siento. Incluso si era por tiempo limitado...no parece que haya mucho mas que pueda hacer, y por suerte el avance es lento entre las dos cosas mencionadas. Pero...eventualmente tendría que cortar este brazo, y lo haré. Eso será mi retiro, obviamente. Quizá pueda replegarme a ser una instructora, o sencillamente otra cosa. Pero, ahora mismo esa clase de drama no es necesario. Quiero...continuar haciendo lo que mejor pueda hasta que los tumultos estén perfectamente solucionados.

Puso ambas manos en la espalda, con aire formal.

-Eso es todo, esencialmente. Si es posible, me gustaría continuar ejerciendo propiamente. Hay...poca gente en la que confiaría este cargo, y todos están demasiado ocupados como para lidiar con mas bajas ahora mismo. Pero, puedo entender si decides que necesitas un protector que no esté potencialmente defectuoso....después de todo, debería haber sido honesta desde el principio.

No estaba deacuerdo con su hermana pero... Le era imposible decir que no a esa chica, jamás lo había logrado y no lo haría en ese momento. Suspiró y miró a Muramasa con ojos que pedían a gritos disculpas por la situación antes de que Faith gritara lo de la carrera. 

Cuando Muramasa abrió el medallón, Fío rápidamente le dio un beso en la mejilla, sabía lo que había en su interior, la idea de que el mismo llevara a su hermana y a la familia de Alessandro fue del hombre así que podía entender que quisiera ver a su ser querido. Tras eso, rápidamente comenzó a volar a una velocidad de vértigo, dejando atrás a todas las guardianas. 

Empecé a volar por delante de todas lo más rápido que pude, mi objetivo era un poco perderme de vista entre los matorrales y arbustos, buscando entonces ver como el resto de las hadas volaban a grandes velocidades hacia el objetivo, incluso vi a Fio salir disparada cual bala. Eso me hizo sonreir de manera muy amplia...

Justo entonces vi a Muramasa y sali del arbusto en el que estaba escondida y empecé a volar a su altura para llegar a abrazarlo - No se lo que pasaría ni como las cuidaste, pero gracias por cuidar de mi gente Muramasa. Gracias de verdad. Si hay alguna manera de que pueda compensartelo, dimelo - y finalmente le dí un besito en la mejilla a modo de agradecer más todavía todo aquello que por ahora no tenía mucha más explicación

Acto seguido me lancé a volar por detrás de todas las guardianas buscando mezclarme entre ellas pero aminorando si adelantaba a muchas. No quería llegar la primera, ahora me importaba solo buscar la felicidad de los demás. Así me sentiría muchisimo mejor. - Dime Ordinem... ¿No te gustaría sentir este viento o esta sensación de alegría al ver a gente divertirse? ¿No te gustaría sentir en cierta medida esta libertad única que se da cuando haces algo que quieres?

 La mirada de la princesa señalaría que compartía tus pensamientos, siendo que no necesitaría responder al hecho de que todo aquello apuntaba a que debían hacer preguntas al nigromante del castillo que decía estar del lado de la corona.

 -Glaius parece trabajar de maneras extrañas. No creo que se niegue a un interrogatorio para despejar nuestras dudas -concluyó la princesa, dejando en tus manos explicar a la prisionera que deberían meditar sobre su liberación, asintiendo a tus palabras para que la nigromante supiese que estaba de acuerdo con lo que dijiste…

 -E-Está bien… -aceptó la mujer sin darle muchas vueltas, retrocediendo un poco de ustedes para buscar tomar asiento sobre la cama de su celda. -. P-Por cierto, acabo de recordar que un c-c-caballero vino ayer durante la noche… Hizo las mismas preguntas que ustedes... S-Se presentó como un Diamante Rojo... Glaius…

 Aquella revelación causaría un escalofrío a la princesa, quién miraría con los ojos abiertos a la bruja como si dudase si creerle… Pero tan pronto como su mirada se posó sobre ti, notaste que la princesa estaba decidida a acelerar el proceso de interrogar al nigromante…

 El príncipe se acercaría a observar de la manera en la que lo encontrarás más adecuada, dándose cuenta de que sea lo que sea que quisieras mostrarle era algo que no querías mostrar a nadie más… Seria así como observaría en silencio como te retirabas el brazal y revelabas aquel grupo de vendas que pasarían rápidamente a teñirse de rojo, provocando en el chico una clara expresión de preocupación cuya mirada subiría a tu rostro para verte, temeroso de lo que aquello pudiera significar.

 Antes de preguntar nada, escucharía lo que tuvieras que explicar al respecto. Los orígenes de la “herida”, lo que intentaste para contenerla, su progreso, lo que tenías en mente para acabar con ella… Por primera vez desde que había despertado, al príncipe se le veía realmente preocupado o disgustado. Su mirada continuaba en tus ojos aún cuando te colocaste de pie para regresar a aquella posición propia de un caballero, formal y preparada para servir…

 -Alanís… -sin poder contenerlo más, el chico se puso de pie y sin pensarlo dos veces te rodeó con sus brazos, abrazándote con tanta fuerza como podía tener alguien como él. -. No quiero a alguien más… Te quiero como mi caballero… Te quiero con ambos brazos, que no tengas que hacer ningún sacrificio por mí… -pasados unos segundos, el chico se apartaría un poco dejando sus manos sobre tus hombros, mirándote fijamente con sus ojos notablemente húmedos. -. He incluso si no puedo ayudarte a conseguir nada de eso, te querré a mi lado como una amiga, pero hasta entonces… Prometo hacer todo a mi alcance por ayudarte, tal como tú me intentas ayudar ahora… -concluyó con una de sus radiantes sonrisas llenas de sinceridad.

 Justo entonces los pasos de alguien llevaría la atención de ambos hacia la entrada, donde un soldado se detenía al verles de aquella forma, manteniendo una expresión completamente neutra como era de esperarse.

 -La princesa ha pedido una reunión -les informó, finalizando así aquel momento de apoyo entre ambos...

 Aunque el nigromante solía ser bastante inexpresivo, al escuchar tus intenciones con Muramasa… continuó exactamente igual, aunque sus palabras tenían un ligero tono de culpabilidad.

 -Muramasa no se encuentra en la ciudad… Tardará un poco en volver -concluyó sin dar muchos detalles. -. Te lo explicaré luego en presencia de los príncipes…

 Pero más pronto que tarde la atención de ambos pasaría a la rompetormentas cuando está reveló su capacidad de cambiar de forma.

 -La rompetormentas solo cambia en presencia de alguien… No preguntes, yo no la forjé -respondió intentando hacerte saber que habían cosas de la espada que simplemente no podían cuestionar: eran así y ya. Asintió a la idea de que te vendases el brazo y le dieses la cuenta, pero en su rostro se pudo ver reflejada nuevamente esa expresión de que le habías dicho un chiste malo para su retorcido gusto. -. No es imposible -mas no negó que existía la posibilidad de que pudiese suceder...

 El nigromante no tendría inconvenientes con pagar la cuenta de las cosas que había tomado, sin cuestionarse si eran acaso el precio verdadero o no, siendo que luego te esperaría pacientemente mientras te vendabas antes de partir nuevamente al castillo.

 -Muy bien, ahora… -pero una vez habían puesto pie en el territorio de la corona, se verían rodeado por un grupo de soldados.

 -Caballero Diamante Rojo Glaius, Caballero Diamante Cytla, la princesa ha ordenado una reunión con los caballeros de alto rango de inmediato -le informaron.

 -Uhm… -y sin responder con nada más que un asentimiento, voltearía a verte. -. Supongo que hay muchas cosas que explicar...

 Acabarían entonces reunidos no solo los caballeros de alto rango, sino también los príncipes, en la sala de reuniones reales por ordenes de la princesa, con la misma ocupando el asiento al borde de la mesa que solía ser ocupado por el rey, teniendo a su hermano sentado a su derecha. Entre los caballeros presentes se encontraban los guardianes de los príncipes, Alanís y Baeric, el guardián de la reina, Eldruin, la pelirroja dueña de una tienda, Cytla, el nigromante, Glaius, y el humano con fuerza sobre-humana, Alessandro. Cabía mencionar que la princesa se presentaba ante todos utilizando una vestimenta que nunca antes se le había visto usar, tratándose de un elegante y hermoso vestido que le hacía ver realmente como una princesa. Así mismo, Glaius no llevaba su máscara, y su túnica había sido cambiada por un traje más elegante con hombreras, el cual dejaba suelto su largo cabello negro.

 -¿A qué se debe la reunión, princesa? -preguntó Eldruin, quién se supone debía estar con la reina en esos momentos, misma que no estaba en la reunión…

 -Hay asuntos sobre los que hablar, y solo puedo confiar en los caballeros de alto rango… Y aún así… -la mirada de la chica se dirigió de manera poco disimulada al nigromante. -. Hay personas entre nosotros que ocultan información al resto… ¿No es así, Glaius?

-... -aunque se mantuvo en silencio durante unos segundos, el hombre no tardaría en defender las obvias sospechas que tenía la heredera sobre su persona. -. No sabría por dónde empezar…

 Mientras las hadas volaban libremente hacia los aposentos de la familia real, Muramasa se dispondría a ir a paso relativamente tranquilo antes de acabar recibiendo un pequeño beso en la mejilla por parte de Fío, al cual dedicaría una mirada con una ceja enarcada un tanto dudoso, más no particularmente disgustado; el día anterior el chico había pegado su cuerpo desnudo al del samurai, un beso en la mejilla ya no era la gran cosa…

 Lo que si tomaría un poco por sorpresa a Muramasa fue el agradecimiento de Faith, acompañado por otro beso en la mejilla que más que hacer sentir bien al hombre empezaría a despertar preocupaciones en su interior. Iba llegando al bosque y las hadas ya empezaban a ponerse cariñosas con él…

 -Creo que siempre he sentido algo así, Faith -opinó Ordinem en la mente del hada que hacía sus esfuerzos por disimular que quería llegar de las últimas. -. Tal vez no tenga la misma libertad que tú, pero verte hacer lo que te gusta es suficiente para mi. Digo, no puedo ver ni sentir las cosas como tú, pero siempre he estado observando y sintiendo a mi manera… Estoy conforme.

 Más pronto que tarde acabarían llegando a la meta, siendo Fío quién alcanzaría la entrada de la mansión antes que el resto de hadas, siendo seguido por un hada guardián que superó por poco a Faith, siendo la nube de guardianas quienes llegaron detrás con Muramasa de último.

 -Jooh… -se lamentarían varias de las hadas el no poder haber ganado la carrera, incluso aquella que había logrado ganar a Faith no parecía del todo a gusto sabiendo que Fío le había superado. -. Ya decía yo que no tenía que contenerme… Han mejorado mucho, hermanitos...

 Entonces, aquella hada que había superado a Faith por poco les dedicó una sonrisa antes de verse envuelta por una corriente de magia pura, la cual empezaría a transformar su aspecto hasta revelar sus hermoso y plateado cabello, el cual combinaba con sus grandes ojos color rubí y su vestido blanco de seda.

 Y allí estaba, el primero de las hadas elementales de la generación Edrielle: Edén.

 -¡Ha! ¡Entonces lo de vestir de chica es de familia! ¡Ha, ha, ha! -fue lo primero que se le ocurrió comentar a Caos en la mente de Fío, siendo que a diferencia del portador del caos Edén poseía una voz ligeramente más masculina... lo suficiente.

Alanís se quedó unos momentos desconcertada. No, desconcertada no sería la palabra correcta. Sencillamente sentía que su mente, fragmentada y vuelta a poner junta, comenzaba a dejar caer algunos pedazos aquí y alla.

No...hagas eso.

Quería decir algo entre esas líneas, pero no consiguió emitir sonido. En silencio y de forma tímida, los brazos metalizados devolvieron el abrazo con extrema suavidad, solo unos momentos en los que ser permitió algo de solaz. Cuando se dirigió a ella, inicialmente desvío la mirada pero la devolvió al notar el brillo de las lágrimas del príncipe, y se apresuró a decir:

-¡No es tu culpa! Esto es un error que cometí en mi trabajo...pero...agradezco tus palabras. Yo...

Guardo silencio escuchando los pasos acercarse, y aunque su mente rogaba que Arthas notará lo que se acercaba alguien y abandonará esa postura, no sucedió.  Se mantuvo congelada hasta que el caballero se retiró, y suspiró con pesar.

-Eso...no es bueno. Y no tengo tiempo de hablar con esa persona inmediatamente...ah...se acrecentarán los rumores malsanos...y hay una buena chance de que lo comenté a su hermana, también. Pero quizá...podamos ser optimistas.

Por supuesto, las primeras palabras de la princesa le quitaron está perspectiva muy rápido, aunque parecía que el foco de atención era Glaius.

Alanís entro con el príncipe y se quedó de pie a su lado, en silencio fúnebre. Apreció lo inusual de que el nigromante eligieron ese vestuario ahora, siendo tan reservado normalmente... aparentemente sería una (otra) reunión tensa, pero al menos la precedía más calma que la última vez. No había mucho que decir de Alanís, se veía casi como siempre exceptuando que hay traía el cabello suelto.

-Así que así te sientes ¿Eh? - Dije aún mirando al cielo desde mi posición volando a Ordinem - En ese caso, te daré todos los motivos posibles para que te sientas bien, viendo mi actuar de esta manera. A fin de cuentas, te debo mucho Ordinem - Y justo entonces empecé a volar con toda mi energía a mi manera y disfrutando de la carrera, para al final acabar llegando tercera.

Al ver que tantas hadas se quejaban las miré un poco preocupada - Oh vamos, la carrera la propuse yo, así que hasta Fio podía ganar... Pero procuraré daros una sorpresita agradable a todas, aunque no hayais ganado sois muy buenas corriendo - dije alegre pensando a ver si podía hacer algo a tan gran escala, que de lo poco que se me ocurría, era una pequeña fiesta con banquete el cual tendría que pedir permiso previo a nuestra madre.

-Felicidades hermanito por ganar. Ya sabes cual es tu premio así que, puedes pedirlo cuan-do quie-ras - dije con un poco de perversión burlona en mi mirada. Obviamente no le iba a hacer nada más allá del favor que pidiera, pero justo entonces habló otro hadita, la que quedó segunda siendo que la miré con curiosidad. - ¿Eh? ¿Contenerte? - al ser todas las hadas de la misma raza, el hermanitos no me pilló tan de sorpresa, al menos por mi parte, hasta que de pronto empezó a transformarse y verse como nuestro hermano mayor.

Acto seguido y sin controlarme me lancé en un vuelo rápido a sus brazos para abrazarle - HERMANITOOOOOOOOO - y quizás de la propia fuerza hasta hacerlo girar un poco - Te hemos echado mucho de menos. - y hasta casi se me salían las lagrimas de la emoción - Me alegro de verte tan bien. Ha pasado tanto tiempo y tantas cosas. - Con el abrazo incluso froté mi cabeza contra su pecho siendo quería transmitir es añoranza que tanto sentía del resto de mis hermanos a el e incluso no me sorprendería que Fio hiciera lo mismo