Partida Rol por web

- ¡Maldición! -masculló pensando seriamente en volver atrás: ¿de verdad este camino nos va a llevar a algún sitio ocupado por hombres, si contiene bestias? De todas formas, no había nada más en la fábrica: o era este camino, o había sido mala idea entrar en el lugar.

¡Es una trampa! - exclama el paladín mientras avanza hacia Dalibor queriendo desprender el bicho que se ha aferrado a su brazo.

Talasek logra partir por la mitad a la criatura sin hacer ningún rasguño al monje y lanza una furibunda advertencia.

¡Tenemos que retroceder! ¡Están por todas partes!

En ese momento os dais cuenta de que las paredes están atestadas de esos bichos y que varios de ellos se disponen a lanzarse contra vosotros.

- Grrrr... ¡Cuidado!

Dijo al lanzar un preciso lanzazo con cuidado de golpear a otro Grythok sin herir a sus compañeros.

Su gesto se retorció ante la frustración del momento, aquello era una plaga lo que se interponía entre ellos y el pasillo que se les cruzaba. Incapaz de tomar la decisión de huir tan rápido bajó las piernas y prestó atención a todas aquellas fieras, si alguna de ellas se le acercaba la empalaría como acto reflejo.

- Si retrocedemos no sabremos qué hay más adelante, decidíos.

Thanar logra ensartar a uno de las criaturas con su espada, pero pronto se da cuenta de que la cantidad de estos seres es abrumadora. Al tiempo, uno de ellos logra engancharse a su brazo hincando sus afilados apéndices en el clérigo.

Kraag por su parte, forcejea con otra de las criaturas para poder quitársela de encima

Talasek, visiblemente nervioso, trata de haceros entrar en razón.

¡Salgamos de aquí! No podremos soportar las embestidas de todas esas criaturas. ¡Son demasiadas!

El paladín se aparta hacia la pared para dejaros paso y ser el último en abandonar el túnel.

GRRRRR MALDICIÓN!! - Exclama Kraag, el cual esperaba que su incursión les llevara a algún sitio, parecía que habían perdido el tiempo.

Aprovechando su rabia, infló sus pecho fuertemente y, apuntando a la zona más cercana lanzó su aliento de ácido, con la intención de destruir a cuantas más criaturas mejor, para poder retirarse.

En cuanto terminó, siguió a sus compañeros en retirada.

El aliento de Kraag termina con muchas de las criaturas pero estas parecen multiplicarse.

¡Retrocedamos! - exclama Talasek al ver el pasillo infestado.

Está claro que esto es una trampa puesta por el culto para proteger su escondite, estas criaturas nos delatarán tarde o temprano... y estarán preparados.

Talasek intenta que deis marcha atrás mientras intenta proponer un plan cerrando la retirada.

Deberíamos advertir a mis hermanos en el Templo. Hemos hecho un gran descubrimiento y ahora tenemos pruebas. Quizá ellos puedan decirnos algo al respecto.

- Está decidido ¡Nos vamos!

Thanar se movió tan rápido como pudo hacia la salida, a sabiendas que con él en medio importunaba al resto para escapar. Agobiado por el monstruo aferrado a su brazo y que hincaba los dientes de manera inmisericorde, esperó aguantar lo suficiente para deshacerse de él luego.

Ante las repetidas advertencias de sir Talasek, retrocedo hasta la salida, preparado para empujar la placa de hierro cuando todos mis compañeros salgan.

Muy bien! Salgamos de aquí. Es imposible avanzar. Ayudando a sus camaradas a salir de allí, golpeando en su huida a la criatura que mordisqueaba a Thanar. No te muevas, golpeando con la palma de su mano a la criatura con la intención de aplastarla.

Una vez estáis todos fuera del túnel Dalibor asesta un duro golpe a la criatura enganchada en Thanar. Talasek se apresura luego a clavar su espada en la maltrecha criatura dejándola sin vida.

Raliet, mientras tanto, cierra de nuevo el túnel para que las criaturas no os sigan.

Con la cobertura que os da la oscuridad de la noche, seguís lo más sigilosamente posible a Sir Talasek por las ahora desiertas calles de la Ciudad Libre, tratando de mantener un perfil bajo y aprovechando los callejones de una ruta alternativa, más larga pero aparentemente segura.

Finalmente alcanzáis el templo de San Cutberth que parece estar cerrado al público. Un vigía reconoce rápidamente a Sir Talasek y se dispone a abrir las puertas para permitiros el paso. Éste trata de no llamar la atención, aunque no se priva de saludar sigilosamente al paladín lo más efusivamente que el decoro de la situación le permite.