Uno de los guardias permanece muy atento a Barakanar.
- Cierra el pico. Tendrás tiempo de explicarte una vez lleguemos a la Ciudadela.
La carreta recorre las calles de Greyhawk que empiezan a rebosar actividad. Todos los comercios comienzan a abrir sus puertas y los ciudadanos comienzan con sus quehaceres diarios.
Al escuchar las palabras del bobo Guardia de Greyhawk, se da la vuelta y la da la espalda mientras como un murmullo bajo sale de su boca, inteligible para nadie. -Gururmblumdosrmnffusdos*. Ya desahogado, el druida continua en silencio viendo como pasan los adoquines de la calle mientras va en el carro
La caravana sigue tranquilamente con su traqueteo
* Guardia idiota con el cerebro carcomido por un raro tipo de hongo en druidico, para ser más exactos.
Llegáis a la Ciudadela que ya rebosa de actividad. Los guardias os bajan de la carreta y dejan a Hodrum y Raff al cuidado de unos sanadores que les proporcionan pociones y vendajes.
En la sala contigua, para vuestra sorpresa, no se encuentra el alguacil adjunto. Otro hombre de mediana edad, un capitán de la guardia, comienza a interrogaros mientras sus ayudantes os liberan de los grilletes.
- Así que... es la segunda vez en dos días que os detienen. ¿No es así?- Dice con cierta sorna-. A ver, explicadme. ¿Qué es lo que ha pasado?
El camino fue rápido, pese a que el silencio y la situación hacían que cada minuto pareciera, en su mente, una eternidad. Cuando llegaron, por segunda vez desde que estaban allí, a la Ciudadela, el ajetreo de soldados, reclutas y mozos ya inundaba el sitio. Apenas se fijaron en ellos, y a cambio no les dedicó más de una mirada -tal vez dos a los hombres que se llevaron a sus heridos compañeros- mientras les conducían entre los corredores, seguramente a ser de nuevo interrogados.
Su intuición fue certera, pues cuando alcanzaron la sala deseada y empezaron a quitarles los grilletes, fue un hombre de mediana edad, no el mismo de la última vez, quien hizo la pregunta obvia, aunque en este había por debajo -y muy mal disimulado-, un tono de mofa que no le gustó nada.
No respondió en el momento, ni hizo gesto alguno que diera a entender que le había escuchado, o simplemente que le importara quien era aquél oficial de la guardia. En cambio cerró los ojos, estiró los brazos primero y la espalda después, chascó su cuello haciéndolo rotar con tal lentitud que podrían haberle acusado de parsimonia, y finalmente hizo crujir los dedos de sus recién liberadas manos, las cuales acabó por apoyar en su cintura, poniendo los brazos en jarras. Ladeó la cabeza, abrió los ojos, y miró directamente al capitán. Una sonrisa curvó sus labios, y asintió.
- Falta comunicación entre vuestros hombres y vos, me temo - Dijo con condescendencia -. Verá, ya hemos explicado esto, aunque supongo que le dará igual y querrá oírlo de nuevo. Bien, bien...
La pequeña pausa no era por el placer de sacar de quicio a nadie, aunque si lo hacía, tampoco importaba. No, aprovechó el momento para observar a su "anfitrión", ver si portaba armas y cuales, notar si escondía otras y donde, analizar lo que hacían los subalternos que les habían acompañado -si se quedaban o se iban-, y por supuesto observar su entorno: qué había en la habitación, posibles salidas, algo fuera de lugar, etc. Cuando ya tenía en mente todo lo que necesitaba saber, siguió hablando.
Explicó lo que había ocurrido, todo lo importante sin entrar en detalles. "Habían recibido una carta de Sir Talasek. ¿Por qué? Porque se moría. ¿Qué necesitaba de nosotros? No lo sabían. ¿De qué se conocían? De beber juntos en la taberna. ¿Por qué les habían atacado? Lo sabrían si los soldados hubieran hecho su trabajo pillando a los matones, y no a sus víctimas". En definitiva, un rodeo que dejaba claro que, lo único que iba a decir, es que habían sido atacados y, sin motivo, detenidos. Por supuesto, aún quedaba una incógnita importante.
- ¿Qué haréis con nosotros? Nos gustaría reunirnos con el paladín, como es su voluntad. Al menos, dejen que mi compañero vaya a verle.
En cierto modo, prefería ser él quien se encargara de todo en la Ciudadela, y no tener cerca al druida, el cual era capaz de hacer que cualquier diplomático y emotivo discurso sirviera de tanto como escupir a la cara a quien escuchaba. Si lograba que se fuera al Templo de St. Cuthbert y se enterara de lo ocurrido, serían dos victorias en una.
El druida respiró profundamente, y aunque algo en su interior deseaba mandar a esparragar a todos los guardas por una rara vez contuvo la respiración un segundo que le pareció a Nithael una eternidad antes de responder seco y cortante.
- Lo que ha dicho mi amigo es cierto, ibamos al templo de St. Cuberth para ver al moribundo Ser Talasek, cuando fuimos emboscados, mientras que tus culogordos de guardias los dejaron escapar JEFE DE IDIOTAS.
-Buffffff, resolpló Barakanar, por lo menos lo he pensando, pero no se lo he dicho.....
El capitán de la guardia mantiene sus brazos en jarras mientras escucha interesado vuestra versión de los hechos. No hace muchas preguntas y es lejos de ser tan censurable como lo fue Nestor Morden.
- Bien. ¿Podéis dar una descripción de los asaltantes? ¿Cuántos eran? ¿Algún rasgo distintivo?
Mientras se suceden las preguntas, alguien llama a la puerta:
- Señor, disculpe. Sir Talasek está aquí y exige ver a los detenidos.
Al oír el nombre del paladín quedáis totalmente sorprendidos. ¿Cómo es posible? ¿No estaba al borde de la muerte?
- Hazlo pasar. Aclaremos este entuerto.
Dice finalmente el capitán.
Talasek accede a la estancia y parece estar en perfectas condiciones.
Se encogió de hombros, mirando al capitán con gesto de cansancio.
- Pues a ver... - Sonrió de manera condescendiente -. Eran muchos, iban encapuchados y, uhm, si, iban de negro. Perdónenos si no nos fijamos demasiado pero estábamos siendo atacados y, a juzgar por nuestra confusión en los primeros momentos, seguramente afectados por algo extraño. El caso es...
Iba a decir algo más, seguramente nada agradable, pero la intervención de otro de los guardias dando entrada a Ser Talasek le dejó descuadrado. El silencio hizo presa de la estancia mientras el paladín entrada, en perfectas condiciones.
- ¿Qué ha...? - Miró al hombre con gesto serio, incrédulo ante lo que veía.
Algo en el cerebro del druida hace click.
- MALDICION, NOS TENDIERON UNA EMBOSCADA APOSTA! exclama sorprendido. - Ser, diganos que nos envio un mensaje a nuestra taberna ? pregunta al clerigo Barakanar
Tras la puerta aparece sir Talasek con una mujer. Por su aspecto podría tratarse de una sacerdotisa de Heironeus.
- Saludos amigos- dice el paladín-. Según me han informado los guardias, parece que habéis sido emboscados por unos encapuchados. Desde luego, ni yo ni mis hermanos del templo tenemos nada que ver con el mensaje que recibisteis.
Como podéis ver estoy en perfectas condiciones y he dispuesto todo para que vuestros amigos sean sanados. En unos minutos se reunirán con nosotros- continúa mientras mira alrededor-. ¡Oh! Disculpad mis modales. Ésta es mi buena amiga Élise de Sable, se unirá a vosotros en la investigación de esta trama si así lo deseáis.
En este momento, Hodrum y Raff se reúnen con vosotros acompañados de Néstor Morden. Éste parece muy serio, como si estuviera a punto de explotar.
Cuando entra Néstor, todos los guardias se cuadran en gesto de respeto. La cara de Néstor es un poema, visiblemente contrariado por vuestra presencia.
- De modo que de nuevo aquí...- dice haciendo una incómoda y larga pausa-. No hace ni dos días que os dije que vuestra presencia en la Ciudad Libre no era bienvenida. Os invité a abandonarla y no sólo no me hicisteis caso, sino que habéis vuelto a meteros en un lío.
Se acerca a una mesa de madera que hay contra la pared dónde hay varios expedientes organizados y le propina un fuerte golpe con el puño cerrado.
- ¿Qué más hace falta? ¿Por qué no abandonáis esta ciudad?
Después mira a Sir Talasek de reojo.
- Ohh claro, es este caballerucho entrometido. Oídme Talasek, si sigues defendiendo a estos maleantes al final tendré que tomar cartas en el asunto.
Visiblemente enrabietado, Nestor os pone en libertad.
- Por el momento no puedo hacer nada. Pero estaré atento a vuestros movimientos hasta que consiga que os larguéis de aquí. Dadlo por hecho. ¡Guardias! Ponedlos en libertad- concluye.
Se me ha olvidado comentar. Todos estáis al máximo de puntos de golpe.
Otro idiota, a mi nadie me llama maleante, y menos un dia de perros como hoy, pero no se va a ir de rositas.
- Perdone excelencia, remarca las silabas del ex-ce-len-cia. Pero si los inutiles con la librea de la Guardia no hubiesen dejado escapar a los asesinos enviados a por nosotros, tendriais maleantes que interrogar. Con el pulgar señala a los capullos, digo guardas que les han traido en el carromato.
Con una profunda reverencia, saluda a los guardias segun sale de la sala.
- Gracias por arriesgar vuestra vida en la lucha contra la delincuencia, caballeros. Mientras sale les conmina a sus compañeros, - Vamonos, este lugar huele a excremento de cucaracha, y no me extraña. Dicho esto sale por la puerta con la barbilla bien alta, seguido de su compañero, que tambien camina con unos aires de ofendido que dan un toque de ridiculez a la estampa.
Si vamos a hablar, mejor que sea fuera
Observó con curiosidad la entrada de Néstor, Talasek y su acompañante, sonriendo con picardía al ver a la mujer, pero borrando el gesto al momento de darse cuenta de que, como el paladín, debía de ser alguien de fe. Otro santo más para el grupo... Pensó consternado para sus adentros, sabiendo que si iba con quien iba, es porque debían de tener algo en común.
Sin embargo no perdió las formas, e hizo una ligera reverencia a la vez que se presentaba, antes de que su rostro se tornara en desagrado ante las palabras de Néstor. ¿Sería él quien les había mandado la carta? Era una posibilidad, una que, aprovechando que estaba en la Ciudadela, quería investigar.
Así que cuando Barak, en un nuevo alarde de falta de diplomacia -y de cualquier tipo de educada cordialidad-, salió de allí, el se quedó en el sitio.
- A mi me gustaría hablar con los guardias de un asunto. - Dijo con un gesto afable, despidiéndose temporalmente de sus compañeros. - ¡Luego os veo!
Sonrió a los presentes, un gesto amable en un rostro de bellas facciones, cuando fue presentada por Sir Talasek, escuchando después como el jovial elfo con pinta de espadachín decía su nombre y saludaba con una venía formal aunque alegre. Estaba a punto de hacer lo propio, más por educación y respeto a los que serían sus compañeros que por necesidad -ya que el paladín había dado su nombre-, cuando el hombre de aspecto salvaje salió de allí de unas maneras que no eran dignas de ser usadas frente a la guardia y a hombres de mayor rango.
Enfadada, llevó una mano a su espada, mientras se cuadraba y miraba a su buen amigo con gesto interrogativo. ¿Esta es la clase de gente que te ayuda? No era necesario, ni recomendable, hacer la pregunta en voz alta, pero el como semejante gente había podido pasar a ayudar al paladín era algo que se le escapaba.
Viendo la expresión de Élise, tras la espantada de Barakanar, Talasek intenta cambiar los ánimos.
- No están teniendo una estancia agradable- dice mientras se atusa el bigote-. Ya sabes cómo se trata últimamente a los extranjeros en esta ciudad.
Una vez fuera de la Ciudadela, Talasek expone las pistas que por el momento están sobre la mesa.
- Amigos, ésto es lo que sabemos hasta ahora:
1. En las Barracas (Shacktown) ha habido una serie de desapariciones, más de una decena y la mayoría hombres.
2. Ha habido extrañas actividades en la Zona Quemada del barrio bajo.
3. Los turnos y puestos de guardia han experimentado cambios sospechosos.
4. Se culpa a los extranjeros de la incipiente seguridad en las calles de Greyhawk.
5. Se han avistado extrañas criaturas simiescas al otro lado del río.
6. Se rumorea que se secuestra a niños para enseñarles impíos hechizos hacia el norte.
Creo que es el momento de tomar nuestras propias decisiones. ¿Qué me decís?
He querido resumir todos los rumores que habéis recibido para que podáis elegir qué camino tomar. Talasek está dispuesto a acompañaros si lo deseáis.
Élise es el nuevo pj de R.XIII que quería cambiar a Nithael (no le convencía). Estoy seguro de que ese tampoco era su nick cuando empezamos la partida xDDDD
Cuando decidáis qué camino tomar, concluirá el Capítulo III.
Élise es el nuevo pj de R.XIII que quería cambiar a Nithael (no le convencía). Estoy seguro de que ese tampoco era su nick cuando empezamos la partida xDDDD
Era Gharnak ;) Que es que soy muy voluble y quemo a los pjs a pares xDDD Nah, además que necesitábamos algo de músculo
Y espero que alguno haga otro post primero para no acaparar jaja
Raff seguía intentando repasar lo sucedido. Los habían emboscado, había recibido un par de puñaladas y había caido inconsciente. Lo siguiente que recordaba era despertarse mirando un techo desconocido, y con ese cosquilleo extraño que siempre le venía cuando usaban magia curativa en él. Talasek apareció poco después, tras asegurarse de que estaba bien le había pedido que lo acompañe y él todavía un tanto aturdido había obedecido sin más. Solo se dio cuenta de que se dirigían a la ciudadela cuando ya estaban frente a la puerta, donde se cruzaron con una mujer rubia con armadura. Poco después estaba escuchando a Nestor despotricar y apenas este había terminado, el druida salió del lugar con cara de pocos amigos y el elfo se separaba del grupo nuevamente.
-Uff... Saludos Élise- dijo suspirando de alivio.- Pensé que eras parte de la guardia, por eso no me apetecía hablarte mucho. Soy Raff Stonecrow, para servirte.- Dijo imitando burlonamente las reverencias del elfo. Luego se volteó hacia Talasek.- De esa lista, solo las primeras 4 parecieran poder involucrarnos directamente. Sobre los rumores que acusan a los extranjeros no podemos hacer nada, y no quiero volver a poner un pie en la ciudadela, asique también voy a evitar a los guardias.- Se que Raff estaba bastante incómodo por la forma rara en que se movía. Finalmente no aguantó más, abrió su capa y tomando su daga la introdujo cuidadosamente por el agujero que le había hecho en la armadura el ataque recibido mientras comenzaba a hacer palanca. En el borde del corte, el cuero se había combado hacia adentro y estaba raspandolo horriblemente, necesitaba corregir eso ya.
- Es un placer, Raff Stonecrow. - Dijo mientras inclinaba la cabeza y ocultaba así una sonrisa divertida ante la maliciosa imitación del hombre sobre el elfo. Luego volvió a alzar la mirada, miró a Talasek, y resopló ante la fácil excusa con la que defendía al druida. Los modales no debían perderse, mucho menos ante la presencia de gente importante en la ciudad, era algo que cualquiera debía saber.
Sin embargo no dijo nada y atendió con curiosidad la información que habían, hasta ahora, conseguido. Eran más rumores y cuentos de viejas que verdaderas pistas, pero podían tirar del hilo desde alguna y ver que ocurría. La pregunta era de cual. Ella tenía sus propias ideas, pero dejó que fueran primero los otros los que opinaran sobre ello.
Hodrum no dijo nada, tan solo saludó a Sir Talasek y le hizo una educada reverencia a la dama que lo acompañaba antes de acompañar al resto de compañeros fuera.
No tenía el cuerpo con ganas de discusiones, y su compañero Barakanar ya se había encargado de decir en voz alta lo que el resto del grupo opinaba sobre las fuerzas del orden de aquella ciudad.
- Kirara, ¿donde estas amiga? - Su compañera emergió por detrás de la túnica mientras le hacía carantoñas. - Me alegra saber que a tí no te ocurrió nada -
Se acercó a los compañeros para ver si había algo decidido. - Nos podríamos acercar a las barracas y buscar información o pistas que podamos rastrear, y al anochecer, si no se produce ningún otro encuentro y nos hemos quedado sin respuestas sobre las desapariciones podemos acercarnos para echar un vistazo a los cambios de guardia. -
Sea pues- determina el paladín-. Dirijámonos a Las Barracas y así podré visitar a mi amigo y hermano Nicholi. Quizá él sepa algo más de toda esta trama.
Talasek espera vuestra aprobación una vez más para escoltaros hacia la zona más empobrecida de la ciudad.
Fin del Capítulo III.
REPARTO DE PUNTOS DE EXPERIENCIA
- Barakamar: 1000
- Hodrum: 830
- Nithael/Élise: 1000
- Raff: 860