Partida Rol por web

La Defensa por Galdonia VI

El Caldero de Brujas (Fox)

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10/10/2012, 02:26
Sargento Mayor Gary Focker

La nieve suena cuando se corre sobre ella y el sonido de los pasos de mis hombres subiendo en la lanzadera es una música hermosa de oír pues no quiero tener que dejar a alguno de mis soldados en este infierno, aunque es obvio que ya no es mi decisión ni tengo posibilidad alguna de evitarlo. Miro hacía el muro sur y veo a Raynor debatirse contra los arácnidos, lejos de nosotros y de cualquier esperanza. Endurezco el pecho pues he visto esa situación antes y sé como termina, siquiera sirve de algo decirle algo.

Van subiendo uno a uno y me paro en la puerta, afirmado con una mano a un soporte mientras con las otras los asisto para subir a la lanzadera. Así es como uno a uno comienzan a ingresar, algunos cargando heridos como el valiente Sonny, que cruzó el infierno atravesando ventanas para llegar a la lanzadera y aun así se dio el tiempo de recoger a un caído y subirlo. Otros vienen corriendo con una joven soldado inconsciente a cuestas, a la que Bockman ayuda a subir, pero uno de ellos no logra llegar a tiempo. No soporto la idea de que perdamos a alguien más, por lo que me suelto del soporte y tomo al ligero en el aire para subirlo al vehículo. Lo tomo en el aire y logro introducirlo en la única esperanza de ese lugar.

Veo al Sargento Wimger y le asiento en una muestra de respeto, pues ha dirigido a sus hombres con valor y no se ha retirado ni ha huido como nos acostumbran a pensar de la ligera. Ha sido un excelente líder y un gran soldado, por lo que le respeto y aprecio.

Luego ya están arriba todos los que llegarían y los gritos comienzan a resonar en el ambiente. Raynor es acabado tal como lo predije, y nada podemos hacer a esta distancia. Me obligo a mirar la escena pues sé que él muere por culpa mía en parte, pues su vida era mi responsabilidad. Pero no es el primer hombre que pierdo y es algo de lo que uno aprende a reponerse y aceptar, pues así es esta guerra y nadie está seguro nunca.

Luego veo al Teniente luchar valientemente y finalmente ser acabado por un tanque. La lanzadera ya se eleva cuando pierde la vida y siento el dolor de haber perdido a uno de los grandes. Una muerte heroica, aunque triste. Una muerte como las que deseamos tener, útiles para los nuestros más rápida de lo común para las muertes por arácnidos. Espero que no haya sufrido mucho y que al otro lado encuentre toda la gloria que se ganó acá.

La lanzadera está unos metros sobre el suelo cuando veo a un infante ligero llegar a la zona de despegue. Miro sus ojos desesperanzados y su mano amputada. Me entristece ver al chico aceptar el terrible destino que le espera en las fauces de esas terribles criaturas. Mi mirada choca con la de él y le ofrezco lo único que puedo darle para aliviar el proceso. Levanto mi rifle y lo apunto directamente hacía él. Es algo de honor y quisiera que si no tengo salida alguien lo hiciese por mí. Estoy a punto de jalar el gatillo cuando la lanzadera se cierra bruscamente, sacando de mi línea de tiro al soldado antes de que pudiera darle un digno final. Lanzo el rifle al suelo furioso y comienzo a golpear la compuerta con toda la ira y frustración acumulada, puñetazo tras puñetazo, como si golpease al corazón mismo del imperio arácnido. Pero sé que nada lograré y que ese joven morirá en agonía mientras es desmembrado, como todo el resto de nuestros héroes caídos.

El grito de Bockman me saca de mi miseria y veo que intenta socorrer a los heridos. Me saco el casco y saco de mi cuchillo el kit de primeros auxilios para intentar estabilizar y mantener con vida a los heridos mientras le respondo a mi artillero:

 - "No encontrarás a ninguno de esos por aquí, hijo. Déjame ver que puedo hacer."

Comienzo a comprimir las heridas y suturar las peores para evitar que sigan sangrando mientras espero que Hendel me haya enseñado lo suficiente con su cuerpo maltrecho acerca de mantener soldados vivos. Hemos perdido a varios y no permitiré que perdamos aun más, sobre todo cuando falta tan poco para llegar a la seguridad de la Sirius Beta. Me quedo atendiendo mientras la lanzadera se eleva y posicionándolos en lugar idóneos para el ascenso fuera de la atmósfera de aquel planeta infernal.

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11/10/2012, 02:42
Cabo Robert Stone

La lanzadera llega al hangar de la Sirius, un aterrizaje un poco brusco y las correas del arnés aprietan un poco más las costillas, una pequeña mueca de dolor se dibuja en mi cara, donde le han dado el carné de piloto ... susurro aunque debo reconocer que los ha tenido bien puesto para bajar allí y sacarnos de ese maldito infierno nevado.

Cuando la compuerta empieza a abrirse no puedo evitar respirar hondo, las cosas ahora se veían desde otra perspectiva, estábamos en la Sirius no en una lanzadera que podrían derribar en un momento. Nada más bajar todo es un caos, todo el mundo corre de un lado a otro sin hacernos caso, no puedo dejar de pensar en que seguramente el piloto habría sido un loco que se habría ofrecido voluntario para bajar, a nadie más de aquí les importamos lo más mínimo. Al menos alguna noticia buena, el bueno de kilder lo había conseguido y ya estaba con nosotros.

Por fin algún oficial debió reparar en nosotros, e improvisaron un pequeño espacio para nosotros allí mismo en la zona de abordaje, Sargento me llevo al equipo para una puesta a punto, Dragonstone, Firestorm y el resto, conmigo al compartimento que nos han preparado. . Allí, sentado en una de las camillas, hago un gesto parándole los pies al muchacho de la flota que intenta ayudarme a quitarme el equipo, - ... gracias, ya lo hago yo.- digo mientras empiezo torpemente, por las magulladuras a retirar la armadura y el resto del equipo, palpando las muescas que los bichos habían hecho en ella. Aparto la comida, y la bebida, hago que el personal médico empiece primero a atender al resto de los infantes dejándome a mi el último, dejo que el médico empiece a echarme un vistazo - Doc, deja una puerta abierta para que pueda ver los infantes que regresan ... te lo agaradezco.- digo mientras el tono de mi voz va atenuándose, quizá sean los analgésicos o simplemente la adrenalina que deja de fluir, pero me noto cansado.
No puedo dejar de pensar en el resto de los infantes de los demás escuadrones, y del loco de McNealy, y de esos pobres infantes de la ligera que se unieron a nosotros al final ... como se llamaban ... Graves? ... si, uno era Graves, otro O'Connor, ... y el otro ... Casas , pero este último jamás saldría de allí, pobres desgraciados los habían enviado allí directamente a morir, nosotros teníamos pocas opciones de salir pero ellos necesitaban un milagro, un milagro que quizá todos necesitábamos ahora.

 

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11/10/2012, 02:45
Steve Miller

El pecho del zapador comenzó a moverse más rapido de lo que podía controlar bajo la armadura potenciada y la respiración se volvió jadeante, amenazando con empañar el visor del infante. Sujeto por el arnés y sin posibilidad de hacer otra cosa que esperar, Miller comenció a sufrir un ataque de ansiedad.

Respira Miller, respira...

Debía autocontrolarse, parecía mentira que después de lo vivido, su mente se quisiera derrumbar ahora. Echó la cabeza hacia atrás en el respaldo y pensó en su padre, en su familia. De alguna forma los recuerdos funcionanon como ansiolíticos y consiguieron relajar al zapador hasta un estado de calma.

Vamos, solo un poco más y ya estaremos a salvo.

 

 

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11/10/2012, 02:46
Alex Jane Odonell

La cabo se sentó sin decir ni una palabra, todas las escenas de la misión le pasaban rápidamente por su cabeza sin cesar. Habían sobrevivido pero a que precio.

Un pequeño ataque de ansiedad le ataco, sin duda por el estrés acumulado.

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11/10/2012, 02:52
Alistaire McAllen

Cuando salté para engancharme a la lanzadera y vi que no llegaba, algo se rompió en mi interior... pero fue una milésima de segundo, aunque a mí me pareció muchísimo más, y entonces uno de los soldados de la lanzadera me enganchó del brazo y tiró de mí con tanta fuerza que casi me estampo contra el techo.

Y ahí estaba yo, viendo como uno terminaba de colocar a Sam, viendo como Ethan había entrado por su propio pie. Notaba los latidos del corazón en los tímpanos, me temblaba todo el cuerpo y estaba empezando a notar un sudor frío. Intentaba pensar... decir algo... pero solo habría y cerraba la boca, sin creerme aún que lo hubiéramos conseguido.

Un rato después conseguí balbucear un poco- Gr-Gracias -dije al tipo que me había salvado, entonces me fijé en los galones de sargento que llevaba y agregué rápidamente- Señor.

Y ahí estaba yo, pensando en lo que había sucedido, ¿cómo había podido tener la esperanza de salvarme cuando tantos otros estaban muriendo? Sonreí como un idiota, saqué el casquillo de bala que llevaba al cuello, bajo la armadura y lo besé, tras lo que lo envolví con ambas manos y apoyé la frente en ellas.

Ahora estaba vivo... vivo para morir otro día... pero vivo.

 

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11/10/2012, 02:56
Ethan "Bugkiller" White

Todo era caos.

La nieve saltaba con los disparos a su alrededor.

Se oían gritos por doquier, unos alaridos que ponían la piel de gallina y todos los pelos de punta, pero no por ello dejó de correr.

Su objetivo estaba ahí, a unos escasos metros, pero a punto de llegar, daba igual si hubiera estado a varios kilómetros, sentía como desfallecía, sus brazos no podían más, no notaba los dedos, el calor había abandonado por completo sus extremidades y prácticamente no notaba ni dónde pisaba. No lo iba a conseguir. "¡POR SAM!" gritó en su mente, casi cerrando los ojos. Entonces vió las manos que se extendían hacia él desde dentro de la lanzadera.

Con un último esfuerzo, levantó lo suficiente a Sam para que esas manos la terminaran de alzar hacia la nave, sin llegar a ver quién era. En ese momento, la nave, con un rugido, despegó.

Ethan saltó. Con todas sus fuerzas.

Sus manos se cerraron en torno a uno de los enganches laterales al lado de la portilla de desembarque, y con un gemido de esfuerzo, consiguió subirse a bordo. Juraría haber notado algo pasando muy cerca de sus pies.

Notó como la fuerza impulsora de los motores tiraban de la lanzadera hacia arriba, y se agarró con todas sus fuerzas. Al mirar a su derecha, vió a Brocheta, el querido Brocheta, besando una bala que descansaba en ese momento entre sus manos.

Se movió como pudo al lado de Sam, toda sangre y heridas y se quedó unos instantes mirando la cuenca donde debería haber estado su ojo. Agachándose, le apartó el pelo suavemente y le susurró en la oreja..."Sam......no mu..mu..mueras.....todo esto no ha si...si...sido en vano.....juro por lo más sa...sa....sagrado que si sobre..vi..vives te meteré el mejor pol..pol...pol..polvo que te han metido nun...nun...nunca....." mientras, una lágrima caía de sus ojos...."además....te de...de...debo unas cerve...cerve....cervezas....." terminó con una semisonrisa....quien contemplara su rostro, sabría que no era una sonrisa alegre....si no resignada....aceptando algo que parecía inevitable...

 

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11/10/2012, 02:58
Samantha García

En su mente, ajena al dolor de su cuerpo, al sufrimiento de sus compañeros que tanto habían arriesgado por sacarla de ahí, ajena al esfuerzo heróico de un componente de el escuadrón de la Fox, Sam revivía uno por uno momentos de su vida.

Paseaba con el traje térmico por entre las imágenes, como una espectadora invisible.

Su hermana Daana le arreglaba el pelo para ir a clase, su madre preparando tortitas, su padre leyendo el periódico sentado en la mesa de la cocina.

Su madre llorando, su hermana sujetándole de la mano y ante ella un agujero  que se habría en la tierra donde descansaba un féretro con una rosa azul... una pantomima. El ataúd de roble estaba vacío, nunca les llegó el cuerpo de su padre. No lo pudieron recuperar.

El paso por el instituto no había sido fácil, descarada y alienada del ámbito familiar desde la muerte de su padre se distanció de su madre y de su hermana.

La universidad, los bares, los hombres sin preguntar su nombre, las mañanas con la frente apoyada en la taza del váter y ese maldito canal de la cadena Federal sonando de fondo, retumbando en su cabeza por el efecto de la resaca.

"Haz tu parte".

Y la había hecho, había ido a la academia y había aprendido a obedecer... siguiendo las leyes de la coherencia.

Podía ver la imagen de la lanzadera, su primer descenso.

Ethan comprobaba sus armas con nerviosismo y Alistair ayudaba a bromear sobre los bichos.

Sam soltó el casco que retumbó con un eco en el suelo ficticio del delirio de su inconsciencia y se llevó las manos a los labios, no quería seguir mirando, quería quedarse con esos momentos de traquilidad que no disimulaba el pánico al descenso.

Por un momento le pareció oir distorsionado en su mente el tartamudeo nervioso y grave de Ethan y levantó la cabeza hacia la bruma que crecía envolviéndola en un sopor que no le dejaba entender las palabras que llegaban a ella. 

"¿Qué ha pasado?"

Se llevó las manos a su cabeza y sacudió la cabeza. Al retirar las manos la palma derecha rozó el pómulo y vio sangre... sangre y oscuridad. 

Empezó a sentirse pesada y le dolía todo, la sangre caliente de las heridas fundía la escarcha que ahora cubrían su armadura.

"No quiero...¡¡NO QUIERO!!!" , gritó interiormente intentando resistirse a la bruma, pero sintiendo como las fuerzas se iban con rapidez con la sangre que manaba sin descanso.

No quería morir e intentaba seguir hacia delante.

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11/10/2012, 15:52
Kurt Gawain.

Miro a los nuevos compañeros que no han combatido a mi lado. En realidad apenas les veo, sigo estremecido por lo sucedido.

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11/10/2012, 21:49
Johnny Frost

Frost estaba indignado, agotado, completamente dolorido. Realmente agradecía la ayuda de Bauer, el esfuerzo que estaba haciendo era grande, y ya no iba a poder seguir sin atención médica.

Luego de varios momentos que parecieron una eternidad, llegó la segunda lanzadera. Era recomfortante ver que muchos infantes llegaban heridos pero enteros. Los gritos de Ray se habían perdido en la nada, absorvidos por las gruesas paredes de la nave, pero ya no hacía falta una respuesta de la flota a los reclamos.

Jonnhy hizo un esfuerzo y gritó ¡LA INFANTERÍA MÓVIL! al tiempo en que los oficiales del lugar se percataban de los recién llegados. Supongo que ahora podemos ir a la enfermería... mencionó mientras seguía arrastrándose ayudado por el artillero. Aunque estos no son todos...

Cuando estuvo tumbado en una camilla observó a los de la Eco y preguntó ¿Qué sucedió con los demás..? sabía que era una pregunta vacía, más un modo de mostrar preocupación que un modo de recabar información. Todos habían salido del asteroide raudamente y nadie podía saber exactamente si siquiera habría podido despegar la lanzadera que estaba detrás de ellos.

Esperó que el médico lo atendiera sin decir más.

 

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11/10/2012, 21:50
Caín Rumsfeld

El trasporte aun dio unos últimos respingos sobre la plataforma de aterrizaje de la nave. Lentamente las rampas de desembarco empezaron a abrirse. Respiro hondo antes de desabrocharme los arneses y salir de la lanzadera. Cual es mi sorpresa cuando en la cubierta no hay ningún médico o equipo de ayuda para los que habíamos abandonado el planeta.

Los hombres y mujeres de la infantería móvil seguíamos presos de cierta ansiedad por la cual esperábamos ver que había pasado con el resto de nuestros compañeros. De pie por la cubierta sin rumbo fijo, pues nos habían dejado allí como si fuéramos mero material.....puñetera flota de las narices.... Escucho a Frost gritar como en los campos de entrenamiento y acto seguido....supongo que algún oficial con dos dedos de frente..... nos preparan una sala donde podamos ser por fin atendidos.

- Joder que gusto volver a "casa". Si llamo a esto casa lo de ahí abajo si que ha sido un verdadero infierno.

Nuestros compañeros heridos empiezan a ocupar los catres que empiezan a aflorar como setas, algunos médicos se dirigen a nosotros para ver nuestro estado de salud. - Señor allí. Señalando donde se encuentre Baron. Ese, si que necesita un médico con urgencia.

Los chicos de la flota pululan a nuestro alrededor, intentando sin mucho éxito que accedamos a desprendernos de nuestros útiles de combate. Miro al intendente que con una tablilla y una caja se acerca hasta mí - Quieto parao. Deme un momento, al menos para no sentirme un trozo del mobiliario de la nave.

 

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11/10/2012, 21:54
Bumag O’Connor

Completamente inconsciente, poco puedo hacer cuando salvo dejarme ser arrastrado por un zapador al que a partir de hoy le debo la vida. Contra todo pronóstico cuando fui derribado quedando más muerto que vivo ese tío ha cargado conmigo hasta la lanzadera, ganándome así el billete de salida de aquel infierno de hielo y horror.
Seguramente y en el mejor de los casos, de haber cobrado consciencia en algún momento me habría tragado sin miramientos la cápsula de cianuro que todo infante llevábamos en el equipo reglamentario. Ahora sé porqué te dan esas dosis letales de "muerte rápida" en una bolsita de plástico individual.

Demasiado hecho polvo para gritar, demasiado muerto para siquiera poder sentarme y asegurar el asiento por mi mismo me limito a abandonarme cuando empiezan a aplicarme la asistencia médica de emergencia. Las punzadas de las ajugas que suturan los cortes más profundos son un lejano eco en mi mundo de confusión. Todo parece rugir en un portentoso y distante rumor con voces de marines gritando y alguien que exige que no me duerma y siga consciente aunque continuamente pierdo el sentido.

Luego, unos fuertes golpes rítmicos y acompasados parecen querer atravesar por simple fuerza bruta la compuerta o el blindaje de la lanzadera y un horror me embarga la razón al suponer que seguimos postrados en el patio del fuerte y ese infierno de bichos trata de abrirse paso y masacrar hasta el último de nosotros rompiendo la nave. El pánico hace que, en un espasmo, trate de incorporarme para ceder inmediatamente a un dolor tan agudo que vuelvo a desmayarme.

 

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12/10/2012, 22:11
Director

El fuerte había quedado atrás ya y las compuertas de la lanzadera se habían cerrado privándoles de toda oportunidad de saber que había sido de sus compañeros a la distancia; lo que hubiera sido de sus compañeros lo desconocían por completo y no podrían saber nada de ellos hasta que llegaran a la Sirius Beta.
Por sus mentes pasaba la idea de que quizá ya no volverían a ver a todos sus compañeros. El terrible combate había quedado atrás y sin embargo era algo que recordarían toda la vida.
Atravesando una cuantiosa nube de bichos alados, la lanzadera apoyada por los cazas de la flota logró atravesar con éxito la atmosfera de Galdonia VI. Turbulentos movimientos asolaban la lanzadera mientras dejaba atrás a aquella maldita roca helada. Sin embargo lo que les esperaba en el espacio exterior  no era mas tranquilizador, la flota estaba siento atacada de forma constante y preocupante por proyectiles de plasma desde la superficie de Galdonia. Por lo que podían apreciar la flota se estaba retirando de la orbita del planeta.