Partida Rol por web

La sangre derramada por su hermana produce en la Bruja un sentimiento de excitación, algo primordial que se despierta en ella, como un extraño estado de ebriedad, de posibilidad. Es la señal de que la caza ha comenzado. -Oh, docto y sabio Galesus, ¿no era así como os llamábais? Por favor, no os hagáis de menos. No sois ningún tarugo. Y os ruego que ignoréis los chillidos de vuestro compadre. Él no es digno de vuestra camaradería, él es poco más que una excusa de un hombre frente a vos. Es un cerdito, ¿no lo oís?, chilla porque ya es tiempo de matanzas. Pero vos no sois como él, vos que os preciáis de conocer a las mujeres y de saber por donde hay que cortarlas. Por favor, enseñadnos, gran erudito. Instruidnos. Nos beberemos vuestras palabras como el mejor de los vinos -Aisha se acerca a aquel hombre nauseabundo y extiende sus brazos alrededor de sus hombros, apoyando su peso sobre él. Luego, acerca su rostro al de Galesus, sus labios a su oído.

-Somos terriblemente estúpidas, ¿sabéis? No nos habíamos percatado de vuestra belleza hasta que no os hemos tenido así de cerca: la firme línea de vuestra mandíbula, ese pómulo afilado, esa nariz de perfil regio... -la esposa recorre con un dedo ensangrentado todos estos rasgos de sus rostro que va enumerando y otros. -Nosotras queremos ser como vos, hermosas, atractivas, fuertes, inteligentes, poderosas. Por favor -susurra en su oído. -enseñadnos. Dadnos vuestro poder.

- ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! MALA PUTA... ¡CÓMO OSAS? ¿CÓMO OSAS?- Los cortes de la esposa habían sido tanteos en un principio, pero como si de un calentamiento se hubiese tratado, cuando el rufián pensaba que Aisha tiraba a ciegas e iba a poder esquivarla e inmovilizarla, un destello de plata cayó con todo su peso en la entrepierna de Maduk, rajando a lo largo algo que allí descansaba, semi erecto. Las tijeras habían abierto un buen agujero en los ropajes del comerciante y tras remover las tijeras en aquel hueco, la esposa se cercioró de que algo había terminado por caer al suelo, ensangrentado, mientras las piernas del hombre flaqueaban por el intenso dolor, dejándolo caer casi en seco. 

La esposa notó, aún así, que entre gritos y maldiciones, este la había tomado del tobillo, donde había clavado sus mugrientas uñas.

- Ung... Ughhh!.- Mientras la esposa procedía físicamente contra uno, su boca ironizaba sobre el otro, alimentándose de mentiras que caían en el pozo que era la cabeza de aquel hombre, como si hubiese lanzado un saco lleno de ratas y estas, al llegar al agua, hubiesen roído el saco, para subir frenéticas por las paredes de su cráneo, mordisqueando el triste colgajo arrugado al que llamaba cerebro. El hombre siguió el mismo camino que su otro hermano, ambos se reunieron en el suelo, peor donde uno todavía forzajeaba con el tobillo de Aisha, el otro solo podía soltar unos blanquecinos espumarajos por la boca, mientras perdía su aliento por última vez.

Pero súbitamente, mientras la esposa todavía trataba de librarse de la garra que la tomaba del tobillo notó una dolorosa punzada en su cadera, por el lado contrario. Cuando miró vio un mango de madera asomando de su carne cuando la sangre comenzaba a manar.

- Mala zorra... MALA ZORRA... MALA ESPOSA Y MALA PUTA... Mis hermanos... MIS QUERIDOS HERMANOS... Si nos hubiésemos quedado con las ovejas en la finca, peor vuestras pollas os pueden, eso y el olor a coño. Ea, pues ahí tenéis, mis pobres hermanos, pero juro que mataré a esta zorra... Como matamos a las gallinas y los conejos.

El más pequeño de los tres bribones había tomado otra navaja y la abría mientras continuaba hablando sobreexcitado.

En el fondo de la sala Dorina seguía debatiéndose debajo de los críos, las extremidades de estos crecían, a los chicos les salían curvas donde no debía las chicas quedaban desnudas y, sin previo aviso, a todos se les cayeron las cabezas, que se quedaron reposando en el suelo, gritando al ama de llaves y riéndose de sus aspavientos mientras la sangre manaba bajo ellas.

- Señora, por dios...- Lloriqueó casi sin aliento.

Virgen observa en silencio a sus queridas hermanas. Como muchas veces antes Animus y Bruja se agrupan para defender a la Esposa, y a la propia Virgen. No aguanta la violencia, pero entiende que a veces es necesaria para sobrevivir. Son ellos o nosotras, piensa. Mejor que sean ellos los que lloren.

Nota sin embargo el sufrimiento de Animus, y se acerca a ella para poder darle algo de apoyo con su presencia, que sepa que no está sola. Ninguna de sus hermanas está sola mientras ella siga ahí.

-Hermana, apóyate en mi.- Dice con suavidad, acariciándole el brazo. Con un gesto suave acaricia también a Bruja, intentando calmarlas antes de que se hagan daño.- Dejadme ayudaros...a acabar con el último...

La sensación es intensa, tanto que descubre Animus una faceta diferente cuando la sangre llama a la sangre, igual que un animal cegado por el aroma de su presa y anhela cazarla como sea. Así se encuentra aquella voz mientras Aisha parece tener personalidad múltiple en acciones, palabras y deseos. La bruja trabaja a la par de su hermana, ambas saben cómo controlar la situación y convertirla en un verdadero caos. Y justamente cuando la justicia, siempre ciega implanta su veredicto, es el miembro de aquel hombre el que cae al suelo para demostrar que aquí es a todo o nada. 

- Hermanas, si crees poder con él Virgen. Es tu momento, confío en ti. - dijo la voz al sentirse cuidada por ella, es que siempre fue su debilidad y ahora sería capaz de permitir que ella interceda antes de que todo se vuelva negro completamente para la esposa cuando Animus y Bruja vuelvan a la carga. - Hazlo ya... Porque después vendrá la noche. - remarca con total severidad, es la hora de mostrar esa otra cara. De ejercer un control que Aisha jamás demostró poseer y ahora sí que vive en su interior. 

Así pues, lo que antes había sido un corro de niños y niñas se había convertido en un grupo de cuerpos decapitados como el de la difunta Zendaya, despellejados (ya que su pellejo reposaba oculto en un cajón hasta hace nada) y de largas extremidades. Habían perdido todo interés en la vieja ama de llaves y en su lugar se habían girado hacia la esposa. 

Sus cabezas, carcajeantes, formaban un círculo irregular sobre el suelo de la sala mientras sus cuerpos se cerraban entorno a Aisha mientras el joven Golio blandía una navaja afilada pero de un tono marrón oscuro aportado por el óxido. Rebasó los cadáveres de sus hermanos y una sádica sonrisa coronó el hueco que asomaba entre sus labios. Crueles perlas de venganza temblando con la anticipación del psicópata apunto de alcanzar su ansiado trofeo.

Su mano se elevó y cayó con un golpe seco, rasgando el lateral del vestido de la novia, sin llegar a hacer sangre.

- Te voy a pelar, como a los conejos. Te abriré el pellejo desde el cogote hasta el trasero y le daré la vuelta, como un fiel amante quitando una camisola a su amante, la camisola que contiene toda su sangre y sus órganos.

Las siguientes acciones de la Bruja son difíciles, terriblemente difíciles. Tiene que centrar toda su atención en Golio, el hermano superviviente y tiene que actuar ya. Pero es difícil ignorar aquel macabro corro que se cierne sobre la esposa, es difícil sobreponerse a la pérdida de otra hermana que parece haberse perdido también en las sombras, para siempre. Sus otras hermanas, las que se mantienen firmes, tampoco parece que vayan a aguantar mucho más. No, no lo puede permitir, no puede permitir que la esposa se rompa. Ha de ser fuerte, por sus hermanas, por Aisha.

-Virgen, hermana, detente, no eres tú quien debe mancillarse con la sangre de otros. Dejadnos a nosotras terminar este trágico acto -dice, mientras se adelanta al encuentro del joven Golio, tomándolo del brazo y acercándoselo para poder susurrarle al oído tal y como hizo con Galesus. -Galesus era débil, pero vos, vos sois pura energía, puro potencial. Un relámpago en la noche. Sois la vitalidad y el infinito de posibilidades de la juventud. ¿No os dáis cuenta de vuestro poder? Podemos ir dónde queráis, podemos ser quién queráis, podéis ser quién queráis... ¿por qué confinaros a estos cuatro tristes muros de este viejo caserón? Corred, corred, llevadnos a ver el mundo y que este coro a nuestro alrededor cante todas nuestras aventuras. -En este momento, la esposa se aparta de Golio casi empujándolo, como jugando con él, y se gira hacia las cabezas espectrales que flotan sobre ellos como macabros querubines. -Cantad, cantad con alegría sobre la gloria del joven Golio y todo lo que pudo haber sido de él -les ordena, confiando que eso sea suficiente. -Marchaos ya, raudos, niños y niñas, a cantar la maravillosa vida de Golio a todo aquel que quiera escucharla.

— Maldita sea, hermanas no perdamos tiempo. Estoy muy cerca de quebrarme, y es mi última oportunidad de salvarlas a cualquier precio. — afirma Animus mientras permite que la Bruja haga su trabajo, si bien ambas siempre actúan a merced de generar caos, ahora la situación es limitante y no quedará opción de arriesgarlo todo. Y por esa razón, aprovechando que su hermana se encuentra envenenando los oídos de aquel crío insolente, usa la tijera que antes le sirvió para derramar la sangre de aquel desgraciado para acabar la vida de este pequeñajo. 

Era la mejor distracción y posiblemente el momento idóneo, aún así confiaba en que la virgen use la última carta de fallar todo ahora mismo. — Hemana, si esto no funciona quizás me pierda en el silencio de aquella mente fragmentada. Haz lo que creas conveniente, pero jamás te rindas. — termina por decir, mientras la sangre llama a la sangre y Animus está dispuesta a ejercer la justicia por mano propia. 

- Uuuuu...Nngh...- Como antes le había ocurrido a su hermano, Golio reacciona como un epiléptico ante las palabras de la Bruja, comienza a expulsar saliva a grandes bocanadas, que deja paso a vómitos y sangre, entre sus esputos se pueden ver las palabras empleadas por la hermana para alabarle, como alfileres clavados en una pieza anatómica para alumnos de acupuntura. Su cuerpo se convulsiona, se estira y se encoje entre las risas de las cabezas decapitadas, aullando como plañideras y banshees mientras Aisha da otro paso al frente, elevando sus tijeras y volviendo a bajarlas, una y otra vez, con violencia, sobre le cuerpo del más joven de los hermanos.

El alma de Golio abandona su cuerpo en un desagradable grito que termina sonando como el pitido d euna cafetera cuando su agua está hirviendo, perdiéndose a través de las ventanas, en busca de la puerta al infierno más cercana.

En el suelo, el cuerpo pellejo de Zendaya comienza a llenarse de algo indefinible, ¿Se hincha con el cacareo de las cabezas degolladas o su alma permanecía oculta en algún rincón y reclama la piel que en su día habitó? Parece penetrar desde su entrepierna y al ir insuflando volumen en su pecho un chorro de sangre podrida, parduzca y hedionda, es expulsado por el agujero que en su día había estado coronado por una cabeza... ¿Estaba... saliendo una cabeza de aquel envuelto? 

El rostro en carne viva de la tercera esposa se inflaba como un globo que saliese de su traquea cortada y su cuerpo se erguía, poniéndose en pie sin abandonar su rigidez post mortem, mirando a Aisha con unos ojos tan blancos y desorbitados como los huevos de una gallina.

-Aceptamos la pesada carga que nos impones, hermana -responde la Bruja, al ofrecimiento del anillo y la llave. -Creemos que ha llegado el momento de proponer una verdad -prosigue, acariciando con la yema de los dedos el filo ensangrentado de las tijeras. -Y la verdad es que no sabemos. No sabemos quiénes eran estos hombres malvados, ni sabemos qué hacían aquí, ni cual era, en realidad, su relación con nuestro esposo ni cual fue el papel de Barbazul en la muerte de la esposa. Sin conocimiento, no somos quienes para juzgar -la Bruja percibe en este momento a Animus, a punto de resquebrajarse. No está completamente de acuerdo con lo que va a decir, pero sabe que si quieren llegar juntas hasta el final, por el bien de Aisha, esta es la manera de proseguir. -Sabemos que Barbazul quería que su esposa fuese mejor y que ella parecía tener igualmente este deseo. Nosotras no albergamos tal deseo, somos como somos, y no juzgaremos sus motivos. Conocemos el funesto desenlace que tuvo y que nuestro esposo quiso preservarla como pudo -concluye tomando aquella extraña fotografía con la otra mano. -Y nada más. Abandonemos este lugar, hermanas, nada resta aquí para nosotras.

Los dobles decapitados de Zendaya, sus cabezas, los cuerpos de los tres hermanos y el propio fantasma de la tercera esposa comenzaron a deshacerse a gran velocidad, de la cabeza a los pies, como piras de incienso de quemado rápido, mientras el olor empalagoso y desagradable de la putrefacción acentuaba las fragancias previas de la sala. Dorina pudo al fin reunirse con Aisha, tenía rasgones en su ropa y un arañazo en la mejilla pero aún así permanecía contenida, mientras tomaba a la nueva esposa de la mano, herida física y mentalmente, para tratar de arrancarla de aquel escenario.

Las incursiones en salas anteriores no se habían tomado un pago tan severo y al mismo tiempo todo había terminado convertido en una molesta interrogación sobre la cabeza de Aisha, si debía encontrar pruebas de la auténtica naturaleza de su marido, en aquella sala de recepciones se había topado con algo demasiado grande como para obtener una respuesta clara. Pero estaba claro que las mujeres no estaban seguras en el silencioso corazón torturado de esta vivienda.

Las hermosas puertas que escondían aquel horror, que acababa de silenciarse ocultando cualquier prueba de lo allí acontecido, volvieron a abrirse para dejar pasar al ama de llaves y su señora. Mientras salían una niña llegó corriendo por el pasillo, ataviada como los que antes habían correteado por esta sala, pero la cruzarse con ellas pudieron ver que tenía marcas punteadas en sus mejillas y frente, como las trazadas por un cirujano antes de una operación. Al rebasarlas escucharon el coro de risas de los niños a su espalda, mientras su nueva amiga se reunía con ellos, mientras las láminas doradas y plateadas de la puerta se cerraban lentamente antes de obsequiarlas con el seco sonido de la madera encajando con la madera de un solo golpe. 

El pasillo seguía siendo una herida horadada en el cuerpo de aquel edificio, abierta en decenas de pequeños coágulos que daban paso a las dceenas de salas que aún seguían sin explorar...