Tantalus, satélite principal de Castobel
Orpheus Salient
6-220-818.M41
T -0 antes de la llegada de la ofensiva Xeno
En el interior de la lanzadera les esperaban otros dos astartes en la cabina de piloto, uno de ellos estaba metiendo prisa a los no-astartes y ajustándoles los arneses para que no aplastaran con su presión a los humanos normales- ¡DAOS PRISA! -gritaba mientras el Dreadnought entraba por la rampa y, este astartes, se dirigía rápido a la cabina- ¡NOS LARGAMOS! -gritó otra voz de dentro y en cuanto los motores aumentaban la potencia para levantar el vuelo, el Dreadnought se ancló magnéticamente al suelo de la thunderhawk.
La salida del planeta fue algo, simplemente, brutal. Maniobras evasivas, movimientos bruscos, zarandeos, impactos superficiales... en varios momentos parecía que la thunderhawk sería derribada, pero cada uno de los movimientos evasivos parecía haberse hecho en la medida exacta, lo que demostraba que el piloto era uno muy bueno; pero cuando los movimientos se tranquilizaron y hubo un momento de estabilidad, se escucharon las palabras que ningún Hermano de Batalla quería escuchar.
-Thunderhawk 1221 a Crucero de ASalto Santa Muerte. Tántalus y Castobel han caído, que el Dios-Emperador cuide de sus almas -la voz era la misma que la del piloto, y parecía sentirse ligeramente compungido por esa pérdida, aunque ya os avisaron que como miembros de la Deathwatch verías las cosas más duras que un astartes podía llegar a ver
Los Guardias Imperiales se movían inquietos entre esos seres de leyenda, y el Tecnomarine que había subido y asegurado a Adenoriel, no paraba de hablar en susurros con el Magos Vyakai, suponiendo que se estaría informando de todo lo que había ocurrido en el planeta desde el accidente del Magos, y asegurándose de que había mantenido con él el módulo de datos que había originado toda esa misión.
Salaphael: Puedes hacer tiradas de Medicae para analizar los daños sufridos por Bolverk y Adenoriel
Aquel viaje fue extremadamente movido, y el sacerdote sanguinario no pudo evitar mirar con preocupación a sus compañeros heridos. Todos habían sufrido heridas de seriedad, en especial en la última pelea, y cuanto antes recibieran tratamiento, mejor. No había manera de saber si aquel horrible xeno tenía alguna especie de toxina en sus armas contra la que el sistema inmune de los astartes no pudiera luchar. Además, la pierna de Adenoriel ya no estaba, y corría peligro de desangrarse.
Cuando todo estuvo más tranquilo, y tras activar sus botas magnéticas, se acercó a ambos para intentar ayudarles, al menos en el trayecto a la nave.
Motivo: Medicae Adenoriel
Tirada: 1d100
Dificultad: 59-
Resultado: 75 (Fracaso)
Motivo: Medicae Bolverk
Tirada: 1d100
Dificultad: 59-
Resultado: 57 (Exito)
Medicae 49+20 exsanguinator-10 guantes.
Odio eterno al tecnomarine, parece.
El último golpe contra Bolverk, que podría haberle matado sin problemas, hizo que el Lobo se lanzara como una bestia contra el Tirano de Enjambre. Y no fue el único, pues Salaphael también le atacaba con ganas, haciendo que, como mínimo, la criatura tuviera que esforzarse por defenderse. Muerte, por su parte, sin duda lleno de la gracia del Padre Emperador, había logrado bloquear a su enemigo por tercera vez, hiriéndolo de nuevo. Esta vez, incluso, el resultado pareció ser mucho más satisfactorio que cualquiera de los anteriores ataques.
Sin embargo, fue Adenoriel quién, a pesar de su maltrecho estado, le dio el golpe de gracia a la bestia con su servobrazo, cayendo esta con agonía justificada a una muerte bien merecida.
Pero no había tiempo para descansar. Más xenos se acercaban y el Escudo Negro, aún jadeando por el esfuerzo de la lucha, ya estaba alzando el bólter para abrir fuego en cualquier momento. Fue entonces cuando oyó un estruendo que sería imposible de confundir y vio como por fin llegaba la Thunderhawk para la recogida. No sólo eso, sino que de la rampa de la misma surgió una visión que hasta a los Marines Espaciales les llenaba de honor y respeto.
Un dreadghnout.
Mientras la venerble máquina se encargaba de descargar su ira contra los xenos, el tecnomarine que la acompañaba empezó a dar órdenes para que todos, incluidos los guardias imperiales, subieran a la nave. Una vez lo hicieron la Thunderhawk despegó y dejaron atrás la superficie de aquél planeta que, el táctico sabía antes de que la voz del piloto lo confirmara, estaba condenado.
"Un mundo perdido siempre es doloroso... Pero por el Emperador que acabaremos recuperándolo", se consoló el Marine. "Además, hemos cumplido la misión."
Echó un vistazo a sus hermanos, sin acercarse demasiado. Salaphael necesitaría espacio para trabajar en sus heridas, especialmente en las del Cónsul Negro. Muerte entonces fijó su atención en el Comisario, al que se acercó para ponerse el puño en el pecho en señal de respeto, diciendo:
- Usted y sus hombres han luchado más que bien, Comisario. Pocas veces he visto hombres más valientes y files al Emperador. Ha sido un honor luchar a su lado - su tono era solemne y no dejaba lugar a dudas de su sinceridad -. Siento que haya perdido buenos soldados, pero confío en que pronto regresen al campo de batalla con ánimos y fuerzas renovadas tras el descanso que merecen.
Cuando los motores de la thunderhawk restallaron y la nave atravesó la atmósfera del planeta y se fue acercando, Bolverk apretó los colmillos y la empuñadura de las espadas pensando que sería una nave tiránida u otro tirano de enjambre como el anterior. Pero pronto reconoció el sonido y observó la estela de fuego que iba dejando la nave tras de si. Y no pudo evitar recordar a un joven cazador con algo de pelusilla que orgullosamente se dejaba crecer para asemejarse a los grandes guerreros, hace lo que parecen vidas, cuando vio por primera vez a Quienes Se Llevan a Los Muertos, los grandes guerreros que recogen las almas de los valientes y se llevan sus cuerpos al Salón de los Dioses, donde combaten y festejan hasta el dia del Juicio Final. Cuanto se sorprendería ese chaval si supiera que años después, él iba a ser uno de los elegidos por esos dioses, y que se iba a convertir en uno de ellos. En un Lobo Espacial. A veces, en momentos así, a Bolverk le gustaria volver a su planeta nata y aparecerse ante la sorprendida y aterrada mirada de un hombre de fenris.
El guerrero, que a duras penas se mantenía en pie, se acercó a la Thunderhawk y le dio la bienvenida con un aullido a la venerable máquina de matar que descendió por la rampa de la nave. Un dreadnought, nada más y nada menos. Un héroe de héroes. Solo unos pocos escogidos tienen el privilegio de seguir luchando una vez que su cuerpo quede inerte por las heridas del combate. Todo un honor presenciar tal despliegue. Bolverk disparó con su pistola y ayudó a la retirada, pero el esfuerzo de alzar el brazo y disparar casi le deja sin sentido. Entonces sintió que unas manos sostenían su brazo a duras penas. Y Bolverk sonrió, de pura ironía, al ver como un humano de la Guardia Imperial intentaba sostener a la mole que era el Lobo Espacial. Esos pequeñines nunca dejarán de sorprenderle.
Una vez dentro Bolverk se acomodó y agradeció al Hermano Salaphael sus atenciones.
- Gracias Hermano. Pero es solo un rasguño. Hermano Adenoriel, resista hasta que lleguemos al crucero. - Pese a que han tenido sus diferencias, aquella primera misión con esos compañeros habia sido un éxito y, además, habían sido buenos compañeros. Cierto es que Adenoriel parecía un tanto estirado con tantas normas y reglas de combate, pero todos tenían sus defectos. Bolverk exclamó con una carcajada semejante a una mezcla entre un aullido y un rugido. Bolverk tosió y de su boca surgieron esputos sanguinolentos. Tenía la armadura destrozada y el pecho abierto hasta tal punto que podía observarse una cubierta como ennegrecida y, bajo él, algunos de sus huesos, músculos y organos. Costaba pensar que el lobo espacial siguiera respirando después de una herida que habría matado a cualquier mortal. El Hermano Adenoriel también seguía vivo y sus heridas tampoco eran meros rasguños. Pero eran Marines Espaciales, estaban por encima de cualquier hombre y cualquier herida, por mortal que pareciera. Agradeció que el Hermano Salaphael le estabilizara como pudiera, pero tanto él como Adenoriel iban a necesitar intervención de los médicos del Crucero.
Pese a su estado, Bolverk sonreía con la mirada perdida en un punto de la nave. Había veces que sonreía más si cabe, otras fruncía el ceño y parecía enfadado o contrariado.
- Un enemigo formidable... - La voz de Bolverk era entrecortada, pues tenía que hablar despacio y retomar el aire cada pocas palabras. - Así es como.... debe morir un guerrero.... - Por eso sonreía. Aquel tirano de enjambre, aquella bestia malnacida era el oponente perfecto para una muerte gloriosa, o la gloria de la victoria. Ahora que habian vencido, bastaría buscar otro oponente semejante. - Comisario Sanders.... - Entre toses, Bolverk llamó al comisario humano. - Hombres valientes.... Honre a sus muertos... honre a sus vivos... Han luchado como héroes. - Bolverk resopló e hizo un largó parón para recuperarse después de tantas palabras seguidas. Había sido un honor luchar junto a esos "pequeñines". Y Bolverk se dijo a sí mismo que, si sobrevivía lo suficiente, escribiría una crónica, una canción, una saga en la que incluiría a Sanders y a sus valientes.
Después del esfuerzo, que a Bolverk le pareció improvo, el lobo espacial cerró los ojos y se dispuso a descansar hasta que llegaran al Crucero. El Lobo Espacial se negaba a dejarse llevar. Habían vencido al Tirano y tenía que encontrar a otra bestia aún más formidable. No... no sería hoy cuando Bolverk se reuniría con los héroes de su Capitulo. Bolverk se obligaba a resistir, luchando como si luchara contra un enemigo de carne y hueso, pero no exhibía su estado. Simplemente parecía dormido, o ya muerto, pero el lobo espacial no se permitía exhibir dolor o malestar delante de sus hermanos y del resto de seres humanos.
La batalla continuaba, el esfuerzo de Adenoriel era sobrehumano, herido de muerte, superando su aciago final y negándose al mismo. Su deseo es prevalecer sobre sus enemigos, sobre los enemigos del Imperio. Cónsul Negro con una misión más allá de luchar, con el claro objetivo de buscarse un nombre e influencia entre los sagrados Ordos para recabar poder y ayudar así a su moribundo capítulo, capítulo que no quiere morir y, al igual que Adenoriel, se levanta estoico a pesar de cada una de las heridas que haya recibido.
El ultimo ataque pudo realizar el tecnomarine fue el letal y el ultimo que pudo realizar. Dio gracias al Omnissiah por su intervención. Ya no era casi capaz de ver, la perdida de sangre era crítica y a pesar de las células de Larraman, estas se veían incapaces de coagular suficiente sangre para cortar el torrente sanguineo que abandonaba el cuerpo del marine espacial. Su visión era neblinosa, como si le hubieran puesto un velo blanco semitransparente ante sus ojos impidiendo ver... los sonidos, el tableteo de las armas, los gritos y los rezos sonaban distantes, como si provinieran de un mundo lejano en el que Adenoriel no estuviera... casi onírico... solamente la onda de choque de la thunderhawk frenando con los propulsores inversos le hizo dar un respingo y clarificó levemente su visión. La sangre manchaba el rostro del maltratado Adenoriel que siguió asistiendo a esa escena como un mero espectador... no estaba ahí realmente, no sintió como su cuerpo era alzado, no percibió a su imponente hermano de batalla encerrado en el sarcófago de un venerable Dreadnought... estaba en las ultimas.
Alzó su brazo queriendo tocar las puertas doradas del trono de Terra, puertas que le darían acceso a la inmortalidad, pero parecía que se acercaba y en lugar de acariciar su dorada y dura textura, Adenoriel tocó el lateral de la entrada de la cañonera mientras era llevado por sus hermanos de batalla y depositado sobre el asiento más cercano.
Su palidez se hizo muy intensa, pero a pesar de ella fue capaz de mover su cabeza en un viso de claridad, asintió a Salaphael que atendía a sus heridas, a Bolverk, que también estaba herido de gravedad y era un milagro que también siguiera en pie. Luego miró a Muerte, que parecía intercambiar unas palabras con el comisario... su movimiento atrajo las miradas del marine misterioso y el aguerrido Guardia Imperial del comisariado... asintió a ambos y fue entonces, cuando un mal movimiento del equipo medico de Salaphael provocó una punzada final de dolor y sumió a Adenoriel en un profundo coma gracias a su membrana sus-an, que o mantendría estable a pesar de las graves heridas.
El viaje estaba siendo ligeramente movido, y eso hacía que la mayoría de los guardias estuvieran más que indispuestos, pero el Comisario Sanders mantenía el tipo como podía, muy pálido, pero se mantenía firme y mirando a todos los lados, hasta que Muerte les habló- Es un honor recibir alagos de un astartes, señor; pero no son mis hombres -esbozó una sonrisa- yo fui asignado para esta misión como parte del regimiento, y al morir los oficiales me encontré con el mando, no es algo que me esperara, pero estos soldados sabían hacer bien su trabajo -esbozó una ligera sonrisa y alzó la voz- ¿Habéis oído? Ahora podéis presumir de haber sido alagados por un astartes de la Deathwatch, un grupo de élite -esbozó otra gran sonrisa y señaló el brazo izquierdo de Muerte- he oído historias, y ese color, así como diferentes símbolos me dan a pensar que sois de esa organización, ¿cierto? -miró a Adenoriel, tumbado y en coma, así como a Bolverk que tenía el torso abierto- creo que vosotros habéis perdido a otro -dijo señalando al tecnomarine, el cual para un neófito parecía muerto del todo.
El viaje duró casi una hora más hasta poder llegar al Crucero de Asalto Santa Muerte, donde Adenoriel y Bolverk fueron llevados con urgencia al apotecarium de la nave, donde les esperaba el apotecario jefe de esos grupos que capitaneaba el Capitán de Vigilia Kalegos, un Guardia del Cuervo llamado Ingram, Apotecario Jefe Ingram.
-Si no están heridos no os quiero aquí -dijo a todos los que salían de la nave- Tú, tú y tú, y tú también -dijo señalando a varios guardias- venid a que se os cierren esas heridas. Comisario, le esperan en el puente de mando, el Capitán de Vigilia quiere hablar con vosotros -y sin más se dispuso a cumplir las órdenes.
El viaje en el Santa Muerte fue tranquilo, y por lo que escuchaban se dirigían hacia la Estación de Vigilia Arkhas, la base de operaciones de toda la cruzada en el Saliente Orpheus.